domingo, mayo 29, 2011

Nueve gatos bailando en la luna

Un domingo a medianoche, cierre de semana movida, el último sorbo de este té rojo ya frío, las estufas aún sin estrenar, las manos cuarteadas por la limpieza, la ropa secándose en el tender, el primer reproductor de DVD de mi vida que en este momento reproduce música (Nick Drake, Hazey Jane II), todavía sin lujos, preparativos de viaje a mediano plazo, encuentros inminentes con amigos, la inauguración de un departamento, escribir, cancelar deudas, mirar fotos viejas, cuidar a las nenas (y disfrutarlas como loca), PANZA el jueves que viene en primera fila, tesis, sincericidios, el trabajo nuestro de cada día, un debate sobre los besos y el erotismo, esencia de canela, Robotech, House MD y CSI, una pila de facturas, llegar corriendo a fin de mes, procrastinar los turnos médicos, chuchos de pánico por los casamientos combinados del año próximo, vieja y querida culpa que me acechas detrás de las deudas morales, el cielo y el infierno en mi cabeza, caer y levantarse, las listas... siempre las listas.
Y los reencuentros. Brindo por los reencuentros.
Y empezar a pensar en mí a la par que en nosotros.
El año por la mitad y tanto por hacer, sabiendo que cada día puede ser el último. Viviendo la vida como si se fuera a acabar mañana. Sin poses. A tragos largos, a pura sonrisa, descalza mientras pueda.

Acá al lado, en el widget, la música de estos días. Mis tres discos preferidos (hoy, mañana quién sabe) de Porcupine Tree: "On the sunday of life", "Up the downstair", "Lightbulb Sun". Quien quiera asomarse a mi cabeza puede empezar siempre por la música. Después, si quieren, continúan por mis escritos. No garantizo complacencia, equilibrio ni cordura; sólo autenticidad. No doy más de la ansiedad por terminar lo que empecé que todavía no tiene un final definido. Saldrá crudo, seguro, y no creo que vuelva a tocarlo. Pero saldrá a mi gusto y eso es lo único que me importa.

Buena semana y buena vida a todos.