miércoles, marzo 28, 2007

Cerrado por introspección


No le voy a buscar excusas a la fiaca. Cierro porque me necesito. Porque escribo para adentro. Y porque cerrar por melancolía es demodé.

Igual, volveré y seré sanguchitos de miga.


Sigan escribiendo, que van bien... Y escuchen mucha, pero mucha música bonita. Y lean. Y salgan a caminar. Y sean ustedes mismos.

(a todo esto, quién soy yo para decirles qué hacer? pssss)

miércoles, marzo 21, 2007

Todo para celebrar, nada para festejar


No ando ganas de escribir nada inspirado, pero en estos días en los que ando tan cruzada de cosas nuevas, distintas, incómodas, etcétera... En días en los que no siento el ánimo para ordenar mi casa o cocinar, en los que por ahí me paso horas enteras en silencio sin música de fondo en absoluto, y que (por ende) se disparan todas las alarmas de mi mundo hambriento, bien viene replantearse, como Ge, cuáles serían las cosas que podrían modificar este bajón.

En mi caso, una buena noticia que comparto gustosa con ustedes... En el Konex está el ciclo "Cine bajo las estrellas", y ya tengo proyecto para la semana que viene.

No será exactamente un festejo, pero celebro que existan las peliculitas que me hacen bien.

El resto, voy viendo sobre la marcha. Para, algún día, poder dejar de hacerlo.

viernes, marzo 16, 2007

Oído al pasar

(Frente de una casa de audio / Exterior / Día)

Borrego de unos tres años (tirando de la manga de su mamá, una mujer joven con pinta de MUY cansada)
- Mirá, mamá. ¡Gran Hermano!

Mamá cansada (alzando la cabeza hacia el televisor cuya cámara enfoca a los transeúntes de la vereda, Cass entre ellos)
- No es Gran Hermano, hijito.
Borreguito (clavado al piso señalando el monitor)
- Pero es Gran Hermano!

Mamá cansada (y molesta)
- No es!

Borreguito
- Sí es!

Mamá cansada (tironeando la mano del nene)
- No es, te digo!

Borreguito (pataleando)
- Sí es!

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... personalmente, prefiero a estos borregos...

martes, marzo 13, 2007

Carpe Diem


El otro día pensaba en voz alta que los seres humanos nos la pasamos de balance, por la sencilla razón de que nuestra vida cambia todo el tiempo.

No hay certezas, no hay rumbo fijo. Que uno se trace un plan es meramente indicativo: la cancha, como dije en algún post anterior, nos cambia todo el tiempo. Nadie tiene la vida comprada y aún la estructura más cuidadosa se puede ir al carajo en medio minuto.

Desde que tengo memoria, el futuro era un algo incierto que le iba a pasar a todo el mundo, menos a mí. Viví la mayor parte de mis días en un presente sin demasiadas comodidades, en un acovachar porque sí (para luego tirar) a medida que mis gustos mutaban, y que iba adaptándome (un poquito, nomás) al mundo.

Viví en tres ciudades distintas. Ninguna de ellas es mi lugar en el mundo, ese lugar que puedo sentir como propio. Como mío: sin raíces que me llamen (como mi ciudad originaria), sin amigos o cuentas pendientes (como mi ciudad estudiantil), sin obligaciones y afectos (como ésta... que me come el corazón).

Ese lugar, lo presiento, soy yo misma. Cass es lo único que, vaya donde vaya, se queda conmigo.

Desde chica me vi sola. En los juegos con muñecas, mis hermanos proyectaban familias. Yo era la tía que jugaba con los hijos de otros (tal cual lo hago hoy). Ni uno solo de mis cinco sobrinos ha podido despertar en mí el deseo de ser madre. Cuando tomo en brazos a Fini, cuando pinto con May, cuando hablo de libros y películas con Eva, cuando alzo a mi ahijado, los siento ajenos. Flechas disparadas que no les pertenecen a nadie. Ni a sus propios padres. Me siento perpleja y un poco abrumada cuando tengo que hablarle a una criatura como si fuera una "persona mayor". Prefiero los silencios, entrar en sus códigos, retraerme a un estado donde les soy un poco más útil.

Tampoco me veo compartiendo de manera permanente un espacio físico con nadie. Creo que la monogamia es un mandato social bastante absurdo, y la institución matrimonial no es conditio sine qua non para una familia bien constituída. Nunca me vi casada. El final de mis días, se me aparece dos por tres en sueños en la más perfecta de las soledades. Sin amarguras, sin cuentas pendientes (qué mejor que eso).

En algún punto he adquirido ciertas responsabilidades de persona grande, pero mi cosmovisión sigue sustentada en esa incertidumbre, jamás planificada, del futuro lejano.

Admiro a la gente con proyección y me pregunto cómo se ejercitará. Mientras tanto, y en estos días más que nunca, ejerzo el derecho para el que nací: vivir el día intensamente. Querer intensamente. No hacer el mal. No desear más que el bien. Desear correctamente. Ser mejor para hacerles mejor a otros.

Lo único que sé es que los deseos tuercen ríos.

jueves, marzo 08, 2007

Hoy



Podemos mirar a través del rojo y de la desesperanza.

Podemos atravesar paredes, doblarnos hasta gritar de dolor y soportar las demoliciones una y otra vez.
Si no lo creyera, no estaría viva.

A pesar de los ojos hinchados de tanto llorar, a pesar de este corazón hecho astillas, de estos huesos fatigados, de los pulmones que nunca se llenan del todo de aire, de esta pata coja que voy a arrastrar para siempre...

Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas.
Aún si fuera el último día para vivir.

viernes, marzo 02, 2007

Primer finde...

... Y había viento, y hacía un frío de otoño pese a que escuchaba croar las ranas y los cocuyos con su letanía en el canal cercano a la estación.

Me paré a aspirar el aire perfumado y azulino de la noche, subí al auto cuando llegaron; sus caras cansadas como la mía, después de una semana muy larga.

Ahora que terminamos de cenar, lavamos comunitariamente los platos y todo duerme, ahora que apenas queda una puerta destrabada esperando que lleguen los últimos ocupantes... Ahora que me asomé a la cuna y vi a Fini durmiendo. Ahora que May me apretó en un abrazo de koala, sin decirme nada, pero mucho rato.

Ahora, que es mi primer fin de semana libre en mucho tiempo, respiro.