sábado, enero 09, 2016

Escape.

Hay que escapar. A donde sea. Hay que esconderse de la angustia, la tristeza, los impedimentos. Hay que escaparse, levantar un puñado de tierra del camino, morder el puño y enterarse de que más allá (mucho más lejos del último lugar que toca la vista) no espera nada.. Hay que correr, caminar, cojear, licuar los huesos en un último arrastrarse. Hay que viajar a las tierras exteriores. Son muchas voces a las que hacer caso, tantas que el hilo se tensa por los cuatro lados y sus subsidiarias estrangulan la sangre en todas las direcciones, como una telaraña rosa de los vientos. 
En la mente, una guadaña trasegando imposiciones. En la boca, una risa que se agranda. 
Y en el centro, resistiendo, las murallas.