miércoles, mayo 26, 2010

Ama de Cass-a

Por filosofía personal y una incomodidad que me es propia (no me gusta meter gente en mi quilombo; hay demasiadas cositas que son de mi altísima estima y que detestaría perder o que se rompan) trato de llevar adelante bajo mi cuenta y riesgo el orden y limpieza de mi casa. Si bien me puse floja con los años, es algo que siempre me dio mucho placer y me pone de buen humor. Sentirme útil me hace muy feliz.

He aquí una pequeña lista de las cosas que aprendí a hacer a lo largo de mi vida y que se volvieron indispensables con los años, con su duración estimada*:

Tareas idealmente diarias:
- Pasar la escoba. 15 a 30 minutos, dependiendo de la superficie total.
- Lavar platos, adminículos de cocina, etc. después de cocinar y/o comer. 20 minutos.
- Lavar ropa (cuando se amontona, la tarea se vuelve semanal y no es recomendable, por superposición con otras). 30 minutos por tanda de ropa si hay lavarropas, 40 min a 1 hora cuando hay que lavar a mano. La colada (toallas, sábanas) sí conviene, en este caso, mandarla a la lavandería; lo digo por la experiencia de haber sido estudiante ratona y lavar a mano mis propias sábanas en un lavadero de pensión durante tres años, incluso en invierno. Es ingrato, es insatisfactorio y nunca quedan totalmente bien.

Tareas semanales:
- Dar vuelta el colchón (de resortes, 2 plazas). Primero la cabecera por la piecera, luego un lado por otro. Tender la cama cuidando que las sábanas estén limpias, también es ideal cambiarlas una vez a la semana. 15 minutos.
- Lavar a mano repasadores y delantales. Sí, en casa se cocina prácticamente todos los días, así que esta tarea hay que hacerla entre 1 y 2 veces por semana. 15 minutos, más la espera del remojo.
- Pasar un trapo por todos los muebles. Se recomienda día por medio, espaciando en invierno (cuando las ventanas están cerradas y no entra tanto polvo) y dependiendo de lo concentrado del tránsito en la zona de residencia o lo mucho que corra el aire. 20 a 40 minutos.
- Trapear el piso. Entiéndase por esto: pasada de trapo mojado con energía, enjuagado y escurrido del trapo y nueva pasada para secar. Dependiendo de la superficie total y del grado de mugre, entre 30 y 70 minutos.
- Limpiar el baño. Comenzando por los azulejos y terminando en los adminículos sanitarios (lavatorio, bidet, inodoro), con una repasada final al piso más "detalles": agacharse con un trapito y escarbar en los rincones buscando pelusas o mugre acumulada. No menos de una hora.
- Limpiar la cocina. En nuestra casa esta tarea se lleva adelante al menos dos veces por semana, ya que cocinamos mucho. Hay que tener en cuenta, también, que "limpiar la cocina" implica no sólo desengrasar el adminículo que da nombre al corazón de la casa, sino también los azulejos, sectores aledaños, estantes y lavaplatos (si los hubiere) y el piso. 40 minutos a 1 hora.

Tareas eventuales (dos veces por mes o más espaciadas)
- Eliminar las telarañas de los rincones con plumero o cepillo esquinero. 10 minutos.
- Limpieza de PC y teclados con CIF en crema, hisopo y paño absorbente. 30 minutos por PC.
- Limpieza de vidrios ventaneros y marcos de ventanas/puertas. 1 hora en total.
- Descongelado y limpieza de heladera, 1 hora.
- Limpieza y orden de alacenas, 20 minutos.

Dejo afuera del post una de las tareas más ingratas y demandantes de tiempo, pero a la vez también una de las más personales: la compra del supermercado. A mí me lleva no menos de una hora, y siempre me organizo para no olvidarme de nada. Trato de no caer en la tentación de ir "de pasada"; con tiempo voy haciendo una lista de lo que falta para atenerme a ella y marcho con el carrito de la abuela y/o la bolsa reciclable.
Recuerdo que cuando era chica en mi casa se hacía la famosa "compra del mes"; luego de esto, sólo se volvía ocasionalmente al supermercado, o mejor: salías del paso en el almacén de la esquina. Hoy por hoy no conozco gente que haga "compra del mes", quizá porque no tengo referencia de auténticos familiones o porque al cambiar los hábitos de consumo (más los precios) se volvió costumbre una suerte de "compra semanal" con escapadas ocasionales al supermercado chino, ya que los almacenes han ido desapareciendo y es raro que uno vaya al lugar donde le cobran más caro; salir del paso no vale tanta diferencia de precios, al menos para mí.
También dejo afuera la tarea que me causa más placer: cocinar (o ayudar a hacerlo). Hay que tener en cuenta que es una cuestión tan personal como las compras y que, así como habemos loquibambis capaces de invertir una hora o más en un antojo nocturno, hay quienes directamente recurren al imán de la heladera o a la conserva express, con lo que los tiempos también son relativos.

Da un poco de bronca que todavía haya personas que desprecien o subestimen el trabajo hogareño, al que se suman otras no pocas labores cuando hay niños de por medio. A mí me criaron con profunda conciencia de que se puede laburar fuera y llevar adelante una casa, sabiendo organizarse (qué tema, este) y con voluntad. Además, es bueno hacer participar a todos los habitantes en esas tareas para que el día de mañana, si les toca vivir solos, no les sea difícil agarrar los bártulos de limpieza y orden en caso de tener que hacerlo.

Tengo que aclarar que mi roommie es tan buen amo de casa como yo, aunque sólo disfruta haciendo la mitad de estas tareas (yo sólo detesto con toda mi alma planchar, y un poquito menos repasar los muebles). Y que aún así la cosa está bastante repartida, excepto cuando tengo horas libres y un completo ataque de amadecasismo.
Como ayer, que festejé el Bicentenario dando vuelta el depto y dejándolo prolijito para arrancar la mini-semana.

Cuando me vaya acordando de más tareas, edito. Mientras, les invito a que me cuenten en qué invierten su tiempo de amxs de casa.


*Calculado en base a dedicación absoluta a la tarea, sin dispersiones ni paradas a tomar el mate. Bueno, un mate sí, si tenés quién lo cebe. Cuack.

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Cero ganas de escribir posts en estos días, aunque sí estoy leyendo mucho y sigo musiqueando. Chusméense esto, ideal para el día después. Y porque leer a Unser siempre está bueno.

domingo, mayo 16, 2010

sábado, mayo 15, 2010

Rollercoaster-ing

Siempre encontré muy terapéuticos la limpieza y el orden. Si bien soy lo menos ortodoxa del mundo a la hora de lavar platos, sacudir el polvo y acondicionar pisos y muebles, hacerlo a mi tiempo y con la misma intensidad con la que me ocupo de otras cosas (hobbies, berretines) me llena de gratificación y alivio.
Raspo la suciedad de las cacerolas y de los platos y de a poco siento que me quito mi propia costra de frustración. Siento la limpieza del wok con los dedos mientras mi alma se libera del peso que la agobia. De repente, todos los problemas del día y algún que otro berrinche se vuelven insignificantes, tan pequeñitos que me provocan una sonrisa. No somos las estrellas más brillantes del Universo, pero estamos cerca en las promesas de un día como el de hoy.
Aún así, al final de una jornada o de varias sesiones de limpieza, tiene que caer al piso una media o romperse algo; un mueble improvisado con dos o tres cajas finalmente se desarmará, el viento revelará pelusas escondidas y soplará papeles cuando abramos la ventana para dejar entrar al fresco. Echaremos de menos tener un estante o dos de más, una habitación extra, un buen par de fundas con onda para los almohadones y un puff donde despatarrarse para sentir una canción.



Y así seguiremos el eterno camino en la búsqueda del equilibrio.

martes, mayo 11, 2010

Sangrar conmigo

Me levanto a la mañana cuando apenas sale el sol. Kilómetros al norte, se apaga una (otra) vida y de la forma más inesperada, no me afecta enseguida. Al levantarme soy una, otra, la misma que fui ayer y la semana pasada, la de hace tres o diez o quince años atrás. Me peino, me pongo una vincha para no atarme el pelo y las mismas zapatillas medio rotas de ayer.
Subo al colectivo y mato los minutos leyendo "El eternauta".
Estoy contenta porque hace un par de días no siento ese mareo molesto culpa de las cervicales (que no duelen pero joden igual) y entonces suena el teléfono y tengo que salir porque el corazón me late fuerte y se me llena el cuello de manchas rojas como siempre que estoy nerviosa o excitada.
Las lágrimas encuentran el camino; yo ya no veo nada. Otra vez ella: recurrencia número uno, causa primera de muerte. Recuerdo sin que venga a cuento el frío de ayer en la nuca cuando no había una sola coladera de aire y la vieja sensación de que la parca me stalkea justo cuando menos pienso en ella. El segundo recuerdo es feliz y huele a tripa cruda, a carbón y a pasto cortado, a agua con cloro y sol en los frutales.
En el presente soy yo en medio del pasillo gigante de una fábrica cuadrada donde por suerte nadie está circulando. Soy yo y la cara deformada por el llanto que mis manos secan furiosas mientras camino de regreso a mi puesto de trabajo.
Suena de fondo Julieta Venegas y lo único que puedo escuchar es el estribillo que se repite deforme "di-me-si... quisieras sangrar conmigo ooo, oooooohhh, cuéntame si quisieras sangrar conmigooo".
Quisieras. Sangrar. Conmigo.
Sangrar. Sangrar. Sangrar conmigo.

Ojos claros al cielo, apagados para siempre.

Morir sangrando, morir matando.

lunes, mayo 10, 2010

Aguante



Podría decirles que estoy en un buen momento, pero sabemos que la vida es buenos momentos hilvanados. Los malos son el hilo que sustenta la trama. Lo que nos queda es la belleza, la felicidad, la pureza, el alivio. La borra tira y se remueve en el fondo, no se los voy a negar. Si somos sabios (o aspiramos a serlo) es imposible ignorar la trama o soslayarla, hacerla a un lado o ningunearla. Creo que deberíamos concentrarnos en la pura felicidad, el destilado esencial de la vida, que es lo que nos saca a flote cuando pesan los pies y el alma.
Podría decirles que estoy escribiendo, que tengo entre las manos un tesoro y en el alma una ansiedad de esas que me explota cuando el corazón llegó al rojo total.
Podría contarles que tengo una puta salud de hierro pese a los achaques, que no me agito al caminar o al correr, que siento la luz en cada poro del cuerpo y que no me interesan las comparaciones pasado-presente-futuro, ni siquiera me comparo a mí misma con otras bestias que andan por allí germinando todavía, y que tanto me inspiran. Me limito a disfrutarme. Me asombro de mí misma, gozo de lo que tengo.
Podría decirles que no paro de leer ni de tocar la guitarra. Que cada hora de mi vida es música o letras y que mientras más revuelvo más sale. Memorias del pasado, palabras que había relegado a fuerza de no usarlas, arpegios y acordes.

Si pudiera decirles todo esto, llegaría tarde con las noticias.
Es que la felicidad no vende. Inspira este post sonso, promesa de alguno que, algún día, volverá a valer la pena. Todo lo demás espero cuaje en frutos que valgan la pena.
Sepan que si pudiese tenerlos a todos acá ahora la megarave de Zion sería un poroto (además de una pedorrísima escena en una película zafable).

Y eso nomás.
Aguante.

Citas de la semana:

La felicidad está en el queso
Calíope - Estatua de Sal


Si una persona tiene los deberes de cualquier ciudadano, por ejemplo pagar impuestos o respetar la ley, pero no tiene los derechos, por ejemplo, casarse con quien quiera, pues esa persona se convierte en un ciudadano de segunda. Y en un estado de derecho, no debería haber ciudadanos de segunda.

Fodor Lobson - The Happiest Corpse

domingo, mayo 02, 2010

Cosas que (me) importan

Importa el futuro de los nietos porque nosotros ya fuimos, dice mi mamá. Importa el futuro, estemos o no. Alguna vez quise ser abono y lo sostengo; toda nuestra utilidad práctica como individuos animados termina allí, donde comenzó. Polvo al polvo.
Importa la huella que germina. Importan la muerte y los cambios fundacionales. Importa el amor de esos pocos, cercanos, íntimos. Importa el presente inmediato.
Importa comer, beber, dormir. Importa brindarle algo a alguien, chiquito o grande. Importa el presente por acción (no por omisión).
Importan la convicción y la conciencia, la humildad y la capacidad de amar, de perdonar. Importan la salud física y espiritual. Importa el impulso creador.

Importa lo que hacés ahora, en el presente continuo que se estira para los demás.
Lo que importa, lo que verdaderamente importa, es vivir y dejar vivir. Es contribuir a la vida y al balance. Importa servir para algo. ¿Te acordás de las máximas del silencio? Me gusta pensar que algo aprendí a fuerza de meditarlas.

Aquellas lágrimas, aquel amor, aquel error, esa caricia furtiva, tu trauma más profundo, los miedos que te inhabilitan, toda esa destrucción, el rencor y el veneno ajeno puesto en la sangre son agua que corre en el río de la vida.

Lo pasado, pasó.
Lo presente, pasará.
Lo pasado, pasó.


Cita de la semana:

"La felicidad fundada en la desgracia ajena es engañosa y voluble; dura lo que tarda la retribución en alcanzarte. Pensá dos veces antes de alegrarte de las desdichas de otros."