viernes, octubre 31, 2008

Siniestro

Hoy se celebra Halloween, y no sólo en los países angloparlantes, parece.
A la salida del trabajo, María nos avisó que pasaba una madre arreando un séquito de niñitos disfrazados y toda cargada, ella, de paquetes y bolsitas alusivas. Esto era en Córdoba al 800, plenas seis y cuarto de la tarde.
Antes, me tocó ir a un edificio muy paqueto en Puerto Madero. En el tercer piso, donde nos esperaban para descargar una mercadería, los recepcionistas ofrecían sendas calabazas de plástico repletas de caramelos insípidos a los visitantes. Las caras sombrías acompañaban bastante bien el clima halloweenesco.

Antes de eso, en viaje, me comentaron como al pasar: "Están empezando a echar gente". Lógico, pensé: la crisis y sus psicosis... Igual que con las corridas, las empresas se empiezan a pasar la pelota...
"¿De dónde?"
"De todos lados"
Y llegó la enumeración. Empresas grandes, de las que ya tenía noticia desde la primera corrida. Me inquietó descubrir que algunas empresas más chicas también estaban tomando esas medidas drásticas. Un pequeño distribuidor informático echó a quince personas solamente ayer. Simplemente así: a las seis de la tarde, hora de cierre, reunieron a toda la planta presente y dijeron a dedo: "Estas son las quince personas que a partir de mañana no tienen que venir".
Hoy pasó otro tanto en una empresa del mismo rubro. Diez personas ya están fuera. Y los mensajes siguen llegando.
Gente muy querida por mí, que suele frecuentar este blog, está pasando por la misma incertidumbre. Algunos, desde hace meses.

Disculpen el ánimo poco festivo, pero estoy muy inquieta. Hay algo siniestro en el aire y no tiene nada que ver con nuestros queridos personajes, ocasionalmente conmemorativos.

La pregunta obligada es... ¿por qué los medios no están haciéndose eco de esta ola de despidos masivos?
¿Para no alimentar la psicosis?
¿Para generar una neurosis protectora en aquellos que sentimos que tenemos el culo cubierto? (Entérense: después de lo que escuché hoy, no tengo muchas esperanzas de vacas atadas. Propias ni ajenas).
¿Para apañar a alguien, a algo, a sus propios grupos empresarios? Después de todo, medios son empresas.

Para descomprimir, y con la esperanza de que todo pase (para mejor), les dejo este regalito. Que lo disfruten.



(Y para los Wicca y compañía, feliz Beltane)

sábado, octubre 25, 2008

Felicitudes y avisancias de sábado

No tengo más que ganas de recomendar, así que hoy copio a otros bloggers que suelen hacer esto los sábados antes de salir a la puta calle (como yo en este momento) y les dejo mis recomendaciones para este sábado.

- Fender viene escribiendo unos cuantos posts buenísimos en estos días, pero este (para una medioburra como yo) es el súmum.

- La amiga Gerund volvió con todo hace algunos meses y desde entonces nos regala  joyitas como los Saturday Morning Cartoons. Pero no conforme con eso, ha dedicado todo el mes de octubre (y contando...) a la temática tenébrico-terrorífica. En cada post hay joyitas, así que no dejen de pasar.

- ¡Revivió Malas Ondas! Más mala onda que nunca. Con nuevos colaboradores. Con piñas y cortes de mano para repartir. Si quieren compartir alguna indignación pueden enviarla vía mail, que será debidamente analizada por el MalasOndas Team y posteada para que otros puedan sumarse a su cólera.

- Un blogger muy estimado por mí desde antes de ser blogger, Hugo Zapata, está  de aniversario. En su página web se pueden encontrar dossiers sobre los temas que más le gustan. Música, cine, historietas, libros. Todo desde la perspectiva de un fanático atento y con muchas pilas.

- Si son enfermitos de "Peter Capusotto y sus videos", no pueden dejar de visitar el sitio de Bombita Rodríguez (con letras, fotos y todos los programas de la sección) y el MySpace de Marcelo Iconomidis, "EL" coleccionista de rare videos y dealer nº1 del programa de los lunes. 

Y en nuestra sección Aviso a la Población:

Habrán notado que el blog Esquizofónico está cerrado y sólo admite usuarios invitados. Tomamos esta decisión luego de varios inconvenientes sufridos en las últimas semanas y mientras vemos qué rumbo va a tomar esa queridísima web, alias Hijo Naranja, permanecerá así. 
A los pocos disfrutadores de ese humilde espacio les pedimos las disculpas del caso y les invitamos a pasarnos un mail (privadamente, por favor) si es que están interesados en acceder hasta nuevo aviso.

¡Buen fin de semana para todos!

jueves, octubre 23, 2008

Ejercicio de autoconciencia / Jueves

No sirvo para ser "la que nunca se queja".
Ya pasé por ahí.
Larga vida a mis neurosis, mis berrinches y catarsis.

miércoles, octubre 22, 2008

De mi mala relación con las fotos propias

Desde chica revuelvo y organizo (y saqueo) los cajones de fotos de mi familia. No se salva nada: ni el álbum de la tatarabuela, uno de esos que se ataban al costadito, con hojas de cartón duro y esquineros para enganchar las fotos sin que se dañen, ni las sueltitas que salieron mal y quedaron excluídas de todos lados.
Me encanta encontrarme con la expresión adolescente de la abuela en una foto de sus doce años, sentada en una tranquera del campo, o con mis hermanos cuando eran bebés. Tengo colgadas dos fotos que se sacaron mis padres el mismo día que se conocieron, en el cumpleaños de una amiga común: ella, 15; él, 19. Los dos hermosos y alegres, también en un entorno campestre, la piel bañada de sol primaveral. (¡Pensar que pasaron más de treinta octubres, ya!).

Sólo guardo y exhibo fotos propias donde aparezco junto a mis hermanos, la mayoría sub-20. Principalmente por coquetería: creo que era mucho más bonita a mis 20 que ahora, con una belleza bastante aniñada y fresca que al menos no me daba pudor mostrar. Pero también por motivos un poco más complejos que los meros complejos (cuack).

Todos pasamos por momentos de quiebre en nuestras vidas. Hay un día, o una semana, o un año que te marcan para siempre. A veces hay más de un quiebre y consecuentemente se acumulan experiencias, sensaciones, revires, que van empezando a formar parte del mapa de tu cuerpo y de tu mente. Más cuando tu cuerpo y tu mente empiezan a ser una sola cosa.

Obsesiva de los detalles, soy capaz de trazar un mapa en las caras de todos mis familiares y conocidos. Puedo rastrear la soledad, la tranquilidad, la depresión, la enfermedad, la hipocresía. En cada arruga de los rostros de mis viejos (los ausentes y los presentes) hay una historia distinta. En mi propia mirada hay distintos grados de cansancio, neurosis y caos a medida que pasan los años.

Mis fotos post-20 años están cargadas de impresiones como esa.
Lo sentía al escribir el post que no publiqué el domingo (y que a esta altura ya no publicaré nunca), más que nada porque pienso casi toda mi vida en función de escenas, como las de una película o una obra de teatro, y después las condenso en imágenes congeladas.

Lo pensaba desde el sábado, ahora que me doy cuenta. El sábado, además, vimos "Pieces of April". Era mi segunda vez y llegando al final las lágrimas salieron sin ningún tipo de preaviso. No hubo nudo en la garganta, sino un estallido. Empezó en la escena donde la madre de April se queda mirando a la niña que está detrás de la puerta del baño, con las medias y la bombacha a mediapierna. Pero lloré hasta el final de los créditos.

Lo volví a pensar ayer, cuando me dijeron (una vez más y van...) "la de la foto no sos vos".

Lo cierto es que las fotos me matan. En todos los sentidos. Tienen un poco de lo que fue, más un poco de lo que vendrá. Pero eso es más ilegible.
Yo estoy segura, cuando me miro en esas fotos sub-20, que si en ese preciso momento me contaban cómo iba a cambiar mi vida y mi relación con el mundo en menos de dos meses, mi cara no habría estado tan fresca, los ojos no habrían transmitido esa confianza en el futuro. Yo había aprendido a caminar sola hacía muy poco tiempo y tenía esa fe ciega que sólo tenemos los optimistas.
Después llegaron las fracturas, una y otra vez. Las desilusiones, el remar contra la corriente, las lágrimas aguantadas porque siempre había alguien que sufría más que yo, el dar y dar un poco más, la insensibilidad, el cinismo, el descontrol físico y psíquico, el desamparo. Mi alma pasó de la madurez a la vejez en muy poco tiempo.

Desde entonces, nunca volví a ser reconocible en las fotos. Al menos para mí.
¿Cómo voy a reconocer a esa extraña de ojos alucinados que me devuelven las fotos de 2006?
¿Nadie se daba cuenta del rictus en la boca, de las arrugas prematuras en el ceño permanentemente fruncido? ¿Del olor a limpio en la piel irritada de tanto restregarla, de las mentiras yuxtapuestas?

Ahora que sonrío más, sigo sin reconocerme. Esa chispa de nervios se me crispó en los ojos para siempre y se activa por reflejo cada vez que una cámara anda cerca.

-------------------------------------------

Como yapa descompresora a este post bajoneante, recomiendo algo que viene muy a cuento: una película argentina excepcional, dirigida por la talentosa María Victoria Menis. Se llama "La cámara oscura", está basada en un cuento de Angélica Gorodischer (a quien respeto y admiro mucho) y es ... bella, simplemente bella.
Les dejo el trailer y los invito a ver el sitio oficial, donde también pueden escuchar una partecita ínfima de la exquisita banda sonora.
Por supuesto, también les recomiendo que vayan a verla. La exhiben en el Gaumont, donde la entrada no cuesta tanto y te hacen descuento por cualquier cosa. Aprovechen. Por ahí les pasa como a mí, y se quedan con un par de frases interesantes sobre la belleza y el arte.



martes, octubre 21, 2008

Ausencias

El fin de semana me puse a escribir lo que iba a ser un post cortito, para el día de la madre, y terminó siendo un choclo largo, incomprensible, demasiado mío para dejarlo acá colgado. Así que no lo puse. Me siento mejor, pero algo me falta. Leo el texto que quedó (una hoja y pico) y sigo agregando cosas, para no sentirme en falta con alguien, para que todas mis madres queden contenidas ahí.

No puedo.
Desisto.

Hoy estoy acá y no quiero.

Quisiera estar en cualquier otro lado, ser otra persona, volver a ser invisible, dormir una siesta de 100 años y despertar en un mundo donde no queden rastros de nadie más que de mi Marius.


Recién ahí, salir de entre el polvo de las ciudades y empezar de nuevo.






Esta noche duermo y se me pasa. Hoy estoy llena de ausencias, y la primera ausente soy yo.

viernes, octubre 17, 2008

Las dos Camilas

(Publicado originalmente en ProfundoBosque, me pareció pertinente dejarlo aquí también)


Camila tiene 11 años y vive en Gualeguaychú. Dinámica, pasa sus días entre el colegio, las clases de danzas e inglés y su vida familiar. Le gusta navegar por Internet y leer. Me la imagino escribiendo poesía, como hacía su hermano mayor a su misma edad.

Camila es bella. Tiene los ojos de un verde-parduzco, dudo haber visto otros iguales en algún lugar. Tiene pómulos altos y una nariz perfecta donde se insinúan algunas pecas y el primer acné. El pelo, de un rubio más oscuro que el mío e igual de abundante. Es esbelta, no muy alta, y usa cancanes y polleras con zapatillas porque también le da por ser coqueta. No se pinta. Juega con su hermano menor y su sobrinita de tres años y si bien tiene modales correctos, de nena madura y seria, sigue siendo apenas eso: una nena.

A Camila le empezaron a crecer los pechos este año, al poquísimo tiempo de hacerse señorita. A mí me pone incómoda pensar que aquella prima diminuta que sostuve en brazos una tarde de verano, recién salida de la incubadora del sanatorio, ya esté suscitando las miradas y los piropos (algunos subidos de tono) de los muchachones de la ciudad-pueblo. Y me pone incómoda porque yo fui igual. Demasiado grande para ser niña, demasiado niña para ser grande. Y me asustaban los tipos. Con razón, me asustaban. Ahora que soy adulta, me doy cuenta del peligro que corrí no una, sino diez, veinte, cien veces a manos de ciertos "adultos" pretendidamente confiables.

-----------------------------------------

Camila tiene 11 años y vive en Villa Carlos Paz. Le gustan los animalitos, es católica y muy familiera. El cronista, sin que se le mueva un pelo, destaca como datos simpáticos el hecho de que se convirtió en la Lolita más joven de la Argentina y que, pese a pertenecer a una familia a todas vistas acomodada, va a un colegio público. Sí señor, ¡y además, es abanderada!.
Yo la conocí recién hoy vía Critica Digital y a medida que leía se me iba sublevando la sangre. Basta con rescatar algunas líneas de su testimonio para entender un poquito el por qué de mi indignación.

"Quiero que todos recuerden: los niños no tenemos pecados. Hay que tener fe en Dios, que todo lo cumple. Yo les digo a todos los chicos que luchen por sus sueños. Que peleen por lo que quieren. Que tengan esperanzas.” Aconseja Camila Colombero, 11 años, la nueva Lolita argentina, la más joven de la historia: desbancó a Nicole Neumann, que debutó a los 12. Camila aclara: “Yo los cumplo el 29 de octubre. Falta poco”.

"–¿Y quiénes son tus modelos preferidas?

–¡Nicole Neumann! Ella es la más linda. ¿Sabés qué me gusta de ella? (...) Me gusta porque ella quiere a los animales. ¡Como yo! ¿Sabés que en Santiago del Estero mi papá tiene una finca? Y ahí está lleno de animalitos. Hay cabras y gallos kiki. Son unos gallitos enanos, re lindos. ¡Ah! Y de las actrices me gusta Emilia Attias."

"–Y tus papás, ¿te ayudan con tu nueva ocupación?, ¿qué te dicen?
Ellos me cuidan mucho. Pero no por esto que estoy haciendo ahora... Ellos me cuidan siempre. En el cole, en la casa, en todos lados."


(Y claro... qué va a contestar?? es una CRIATURA, por el amor de Jebús!!)

Once años, repito.
Creo que esta foto es bastante elocuente de por sí.






Ya pensé tantas veces que a los padres de estas gurisas habría que spankearlos a morir, que me temo estoy gastando el castigo. Lo peor es que nos estamos acostumbrando a este nivel de pelotudez. ¿Qué necesidad puede tener una pendeja de semejante grado de exposición a tan temprana edad? Ella es quizá muy chica para procesarlo, pero los padres, los adultos que la rodean, siquiera algún amigo o amiga más grande que ella pueden perfectamente alertarla sobre cuestiones tan básicas como la reacción que causa en otras personas con su físico contundente expuesto de este modo. O sobre los riesgos de soñar con un futuro en el que tu cuerpo es a la vez una mercancía, tu herramienta de laburo y por ende, el objeto de tus desvelos. O sobre el peligro que encierra la premisa (errónea) de que porque sos inocente y "no tenés pecado" este mundo caníbal te va a respetar.

Mi querida Camila, a las lolitas como vos se las comen crudas hasta los lobeznos de esa industria nefasta. Las que sobreviven pagan un precio altísimo. Pero como no te ponen límites, y para tus papás es suficiente saber que estás contenta jugando a Patito Feo y Las Divinas en el Pretty College, lo vas a aprender muy tarde, cuando te cases con algún tipo platudo y algo complejo, al que le guste cogerse algún travesti de vez en cuando mientras vos te pasás el día en el gym para pilotear el estrago de los años y los embarazos sucesivos, lidiando con las niñeras que cuidan a tus hijos y esquivando a los medios que están alerta las 24 horas para saber de qué color son tus zapatos, cuántas veces los usaste o qué olor tienen los pedos que te tirás.

Después hablamos de explotación infantil en Sri Lanka o en Misiones, o en Moscú, o en Ciudad Juárez. Por favor. ¿Es mucho pedir que les den a los chicos la posibilidad de una infancia tranquila, con ritmos madurativos acorde a los biológicos? ¿Que les digan "hasta acá"?

Pretender que la burbuja salvadora de los principios y las creencias te van a cuidar de los hijos de puta del mundo no es más que un pensamiento simplista; indolencia y estupidez, detrás de una máscara de ingenuidad neurótica.

Si me preguntan, por más que termine preñada a los 15, aunque se llene de tatuajes y piercings y se pelee con sus padres, aunque se saque un cinco o un tres en Matemáticas y llore porque no puede tener todo lo que quiere, me quedo con mi Camila.

martes, octubre 14, 2008

Finalmente, la lluvia...

...Me estaba olvidando cuándo fue la última vez que escuché el golpeteo de las gotas en el techo de mi habitación, los relámpagos como flashes, el ruido del trueno ahí nomás.

Ahora que miro bien, me doy cuenta que es muy raro que se formen frente a la casa aquellos surcos de agua que corrían paralelos al cordón y en dias de mucha lluvia llegaban a inundar la calle. Hace mucho que no llueve como antes. También es cierto que los sistemas de desagüe mejoraron y el agua escurre más; ni siquiera la casa es la que era, y el año pasado el fresno que adornaba la entrada también sucumbió a una mejor urbanización (bueno, al menos los fresnos de las otras casas siguen ahí, y algunas palomas en los zócalos también).

Llueve. Es un fin de semana gris, como los de antes, cuando me decían que hacía falta que llegara yo para que se largara a llover. Ya hacía casi dos años que no veía semejante colchón de nubes. Me fue inevitable pensar en el post anterior cuando salimos a la calle y vimos pasar las hojas dando bandazos entre los charcos.

En un minuto recordé las carreras de barcos de papel que seguíamos con la corriente hasta que doblaban la esquina y se perdían rumbo a los barrios más bajos, a una velocidad que ya no podíamos sostener con las piernas cortitas y las botas de goma. Cuántas veces mamá nos dejó bailar en esos charcos, calzados y descalzos, a veces completamente vestidos de fiesta, al regreso de un cumpleaños, con la única recomendación de que nos cuidáramos de los autos. En aquellos días, había todavía menos tránsito en mi cuadra que el que hay ahora (¿un auto, dos, cada diez minutos?) y si nos manteníamos cerca del cordón aprovechábamos mejor la corriente de agua, ya límpida, que bajaba desde las calles del centro.

Pocas cosas importan tanto como el goce cuando sos chico. Después llega el otoño de la vida y te quedás mirando por la ventana esos charcos donde antes saltabas.

Hay otros goces, como el de las madrugadas con las gotas cantando en el techo de zinc y los truenos que ya no asustan, y los pájaros del amanecer sacudiéndose la última humedad.

Eso no cambia, aunque hayamos crecido.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------

(Este post iba a salir el sábado, pero me encapriché con ponerle una foto, o quizás un video de esa lluvia entrerriana y lo verde que se veían los árboles y el pasto... pero ninguna salió como quería. Suele pasar. A cambio les dejo una canción que me acompañó incidentalmente alguna de esas madrugadas)




jueves, octubre 09, 2008

En estos últimos dos o tres días y por esas cosas desencontradizas estuve viniendo a pie a la oficina. Sola.
A falta de una mano que agarrar, ocupo las dos que me quedan libres en tomar el volantito que ofrece siempre el mismo señor, en una de las esquinas de Tribunales. Sigo mi camino mientras hago un barquito de papel (ese volante tiene el tamaño justo). Tardo en hacerlo lo que me lleva caminar hasta el Teatro Colón; unos tres o cuatro minutos. Lo tiro siempre en un tacho distinto, así, prolijamente armadito, con la ilusión de que alguna de las personas que día a día pasan mirando o revolviendo la basura se quede pensando quién será el loco o la loca que todos los días deja un barquito de papel distinto en los tachos de basura de la zona de Tribunales.

Mientras mi cabeza piensa en esas tonteras, el otro hemisferio escucha...




miércoles, octubre 08, 2008

In this town we call home...

... everyone hail to the pumpkin song!
(This-is-Halloween, this-is-Halloween...)

Visitando el VF me encontré esta linda sorpresa, y como su propietaria siempre es tan generosa, me chorié la idea.

Así que ahora tengo este avatar


...que va a ir junto al "estonoespsicodelia" hasta el 31/10 a la medianoche... y por ahí un poquito más.
¡Gracias, Gé, por la excusa de esta celebración anticipada!



viernes, octubre 03, 2008

Es fija (III)

Un poco de viento fresco me cambia este humor huraño y se me pasan (un poquito) las ganas de volar de acá.
La simpatía cósmica existe.

miércoles, octubre 01, 2008

..."Ha de ser el corazón"



Tuvimos la invaluable posibilidad de ver esta joyita con el metraje extra (versión encontrada en el Museo del Cine este mismo año), y quise poner este video con la intro, simplemente porque no tengo palabras para esa experiencia.
Fueron dos horas y pico intensísimas de música en vivo, de imágenes hipnóticas y desconexión de la realidad: en un auditorio lleno de gente, nadie se movía ni hablaba. Todos estábamos compenetrados en la historia de Freder y María, del alucinado Rotwang, el leal Josaphat y el ambicioso Joh Fredersen.

Mi amor por el cine llegó mucho antes que mi cinefilia, en una salita con olor a humedad y cortinados negros donde a veces se escondían murciélagos y lechuzas. "Metropolis" es la síntesis perfecta de estos factores. Porque se puede ser cinéfilo (o cinéfago) sin necesariamente amar al cine, y se puede amar al cine sin volverse cinéfilo jamás.
Casi siempre estuve más cerca de esta segunda combinación que de la primera.
Después de las 23.17 hs de ayer, ya no estoy tan segura.

----------------------------------------------------------------------------------------------

Hace un par de semanas falleció Salvador Sammaritano; fundador de Cine Club Núcleo, crítico de cine y ex subdirector del INCAA, es también uno de los involuntarios protagonistas de este hallazgo. Fue él quien le dio a Fernando Martín Peña la pista de la copia perdida de "Metropolis" al recordar la proyección que hizo para el Cineclub en los años ´60. (Todos los detalles, pueden leerlos aquí).

Seguro al "Negro" le habría encantado poder ver esta película una vez más. Y la realidad es que nadie debería perdérsela cuando vuelva a Argentina restaurada.