domingo, julio 30, 2006

Desvariando en una noche helada

Hace poco volví a, y de, mi tierra natal... la increíble, melancólica y apacible tierra siempreverde, con su olor a pasto húmedo, a río, a espinillos y a tierra calentada por el sol.
Caminar en soledad oyendo apenas el sonido de los propios pasos en el camino, o el rumor del viento en los árboles, es una experiencia que difícilmente puedo encontrar en otro lado.
Manejar allí, con la música que me gusta, la ventanilla entreabierta y apenas por encima de los 40 km/h es equiparable a varias horas de buen sueño, o a un buen ejercicio.
Todo lo hago allá con más placer, sobre todo a las cosas más sencillas.
La calma es tan perfecta que te tensa... Pero es una tensión de pueblo chico, para vivirla de a ratos y soltarla...
Si te agarra... estás perdido.
Nadie escapa de estos lugares donde belleza, fealdad, espanto y felicidad conviven exacerbados, como las pasiones de los que los habitan.
La calma de las pequeñas ciudades es un veneno que confunde los sentidos, y muy pocos consiguen sublimar esa sustancia para hacerla parte personal, e irreemplazable.

Todavía disfruto de la melancolía, del amanecer, del atardecer, de cada pedacito de río o de cielo.
Todavía me pregunto quién soy, y qué porcentaje de mí está hecho de ese veneno.

lunes, julio 17, 2006

Placeres egoístas, el regreso

Ayer mientras cocinaba descubrí que muchas veces lo hago por un puro placer hedonista...
Amo la textura de la comida, su olor, el rito de prepararla para un ser querido.
Y si no requiere demasiada elaboración, me encanta comerla con ganas, con hambre, y sin el apuro de tener que salir corriendo a cualquier lado.
Ejemplos en ambos casos:
- El mate en solitario por las mañanas, preferiblemente cuando no hay nadie en casa...
- El olor y el calor de la taza de café con leche
- Rúcula estrujada con los dedos, en una fuente perfumada de ajo (las verduras amargas me pierden)
- Espinacas con champignones y tomate cherry
- Cualquier ensalada con huevo duro
- La masa de las pizzas y las tortas fritas, y cómo los dedos se hunden sin pegotearse
- El salteado de las cebollas y morrones cuando comienzo una salsa, y la sazón cuando estoy terminando
- Muzzarella chorreante, en la temperatura justa
- Sopa con hilitos de huevo batido
- Guiso con lentejas o mondongo, bien cargado, en un día de invierno particularmente frío
- Sandwiches en pan francés recién horneado
- Pan con chicharrones!!
- Conservas con algún picante (repollitos de bruselas, berenjenas, pickles, jalapeños, aceitunas)
- Caballa directamente de la lata... Palmitos también
- El juguito que queda en la sartén cuando cocinás bife frito, o el de la ensalada criolla (tomate cebolla y morrón. No la salsa; la ensalada)
- Puré de papas, zanahoria y calabaza condimentado por mi mamá
- Las papas fritas que hace mi hermano
- Las tartas de zapallitos y choclo de mi hermana
- Cualquier cosa que se pueda comer tomándola con los dedos
Pero uno de los ritos supremos y más antiguos en mi vida es sin duda, el asado hecho por mi papá. Si es de noche, con el vermouth junto al fuego. Si es de día, el mate sentada en el parche de césped del patio de Entre Ríos. Pronto vuelvo a esos ritos...
Qué poco se necesita para ser feliz.
¿No es cierto?

viernes, julio 14, 2006

Catarsis

Mirá,
voy a tratar de ser lo más clara posible...
no hace mucho que te conozco y ya te agarré cariño

y me preocupa
realmente me preocupa esta coraza cada vez más frágil

tal vez tengo más miedo de la desilusión del que admito
tal vez no esté bien que piense esto

pero tan mal está?
desearle el bien a alguien?
que sea más feliz que yo?
que lo pase mejor??

Mirá, no sé bien en dónde estoy parada
pensando esto
sintiendo esto
pero acabo de desparramar mis ángeles tratando de alcanzarte
para que te cuiden y cuiden a los tuyos, a los que te importan

y es bastante loco, y me asusta más que todo
que en este singular
abarco a tanta gente...

vos entre ellos.

(Hoy hay ángeles míos por todos lados
el mundo está más peligroso que nunca, para los que son felices...)