lunes, diciembre 14, 2009

Hermosa locura

Voy y vuelvo. Las noticias son buenas. No todas, pero algunas y eso alcanza para ponerme bien. Listo, Cass. No hay manera de conformar a todos, eso está claro. Tampoco hay que pedirles que tengan la infinita paciencia de casarse con tus problemas (la historia de tu vida: ser la escuchaproblemas y nunca la que es escuchada). Alguien sufrirá, alguien se resentirá, alguien va a borrarte y muchos van a odiarte sin saber por qué. ¿Qué importa? Lo que importa está acá dentro. Está entre líneas. Está en esta parrafada con comas puestas a la fuerza y en el día a día que te devora. Está en las escapadas y en los padecimientos, en la respiración de un texto bien escrito y en la picardía de las pequeñas cosas.
El futuro entero yace en esas promesas cruzadas para el 2010. El desafío planteado: ¿puedo trabajar a deadline otra vez? ¿Puedo someterme al juicio implacable de terceros sin ponerme a temblar o a vomitar?
Ya no hay culpa por sentarse a tejer ilusiones.
Propósito en movimiento, que no se te olvide.

Y esas memorias. Esas memorias fugaces.


domingo, noviembre 29, 2009

Blogland / The merry-go-round of life

Es domingo y la lluvia acaba de pinchar nuestros planes de salir de esta ciudad por un rato. No me hace del todo bien escuchar a esa amiga del otro lado del teléfono con voz entre dormida y chinchuda a la que me habría encantado ver hoy (ya me había predispuesto...) después de tanto tiempo. Ella es mamá ahora. Me anticipa una charla interesante sobre planes a futuro y me clava la espina para que tenga, todavía, más ganas de ir a verla. Pronto, pienso. Muy pronto.
¿Qué será de mi blog? Mis blogs. Abandonadísimos en estos días, como el Reader, como Twitter, como Facebook. En mis horas libres leo y me ejercito. Todavía me debo muchas cosas, pero tienen que darse algunas otras a nivel laboral para que vuelva a disponer del tiempo necesario para materializarlas.
Soy propósito en movimiento y se siente bien. La sensación vuelve justo ahora que una foto en Facebook inesperadamente me recuerda cómo era yo cuando no tenía que preocuparme del día a día (vivir con los padres, en algún punto, te eterniza en eso: a mí me duró lo justo, dieciocho años). Cuando llegaba a casa a las nueve de la noche a tiempo para cenar en familia y pegar una leída al tema del examen del día siguiente en el colegio. En el medio: gimnasia, inglés, taller de teatro o letras, coro, carrozas, mate con las compañeras, escribir. ¿De dónde me viene esta energía? No sé. Alguna vez después de eso fui puro propósito.
Propósito en movimiento, sin tantas palabras, acción pura... simplemente, se siente bien.
Estoy tomando mate con talitas al lado de la persona que amo. Leemos. Escuchamos música y vemos películas y nos acompañamos en todos los sentidos. Ya pasaron más de tres años desde que nos advertimos el uno al otro y cayeron muchas barreras en el medio. Aún así sigo teniendo esa sensación abrumadora de que el tiempo vuela, que es demasiado poco y precioso, que nunca me va a alcanzar para todo. A veces la angustia me atenaza la garganta y estoy a punto de llorar por la frustración de no ser Dr Manhattan (omnipresente y con la capacidad intelectual, además, para llevar adelante todo de una sola vez).
Después, pasa. Como la tormenta allí afuera. Vuelvo a creer que somos eternos y que los males del mundo pueden vulnerabilizarnos, pero no dañarnos. Oh, neurosis. Puedo vivir sin todo esto, incluso podría vivir sin un techo sobre mi cabeza. Algo de mí se moriría con cualquiera de mis significant others si algo les pasara. Podría vivir también con eso. He sido un gebbet, una zombie, un cuerpo sin alma funcionando a cuerda, porque la única cura que conozco para mis dolores y preocupaciones es el movimiento.
Puedo volver a todo eso. Life's tricky.

Moverse. La vida es moverse.
¿Te acordás cuando empezamos a compartir películas y música?
And then, there was the beginning of our life's merry-go-round.


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Vuelvo al Reader. No quiero perderme el pequeño placer de leer lo que allí guardo. Ojalá los no pocos seres queridos que tengo instalados allí se den por enterados de que, pese a las ausencias virtuales y los pocos tiempos reales para encontrarnos, los tengo siempre presentes.

miércoles, noviembre 18, 2009

Un (raro) cortito

Leyendo este post de Estrella, a varios twitteros, a mis conocidos de Facebook y a los locos lindos de siempre me quedo pensando por qué sé que soy rara y cómo nunca me puse a enumerar las razones que me hacen rara para los demás.

La respuesta engloba (em-bloga) todo el sentido de mi vida:

No me intereso lo suficiente para dedicarme tanto autoanálisis. Y además me da fiaca escribir sobre mí cuando la vida me está dando tantos momentos interesantes, más (por primera vez en años) la posibilidad de volver a escribir ficción.

Así que ya saben. A los que nunca me conocerán es al cuete que les enumere mis rarezas: la magia de los bichos raros nunca llega a través del papel de la misma manera que en vivo y en directo.
Alguna que otra cosa podrán intuirla a través de lo que escribo.

jueves, octubre 22, 2009

Tiempo

¿Les pasó alguna vez tener tantos proyectos y por alguna razón tenían que postergarlos?
Hasta hoy, siempre encontré una excusa para relegar los míos. Mis sueños, mi vocación, mis ganas de hablar, mi lado oscuro, la disección calculada y concienzuda de mi mundo privado (ese que me habita, el que boya entre la fantasía y la vivencia).

Hasta hoy me fue más cómodo pensar que he sido víctima de determinadas circunstancias. Que cuestiones ajenas a mí misma me ataban o me limitaban. Después de un tiempo llegué a darme cuenta que la mayor limitación, si no la única, son toda la inseguridad y la frustración que arrastro desde que era muy, muy chica. Sólo que en mi época Ponyo llevaba esa carga como un farolito entre las manos y hoy me pesa como avalancha de nieve. No supe sacudirme esa mierda a tiempo, maldita falsa modestia.

Ser autoconsciente, emocionalmente inteligente, naturalmente talentosa y todas esas mierdas que vas aprendiendo a nombrar con los años es una limitación que nunca, jamás debería infravalorarse. Podría haber usado todo esto como un bastón y en lugar de eso, convertí mis talentos en una pala con la que, despacito y a conciencia, me cavé mi propia fosa. Y antes de tiempo, me acosté en el fondo a mirar el cielo y esperar algo que nunca iba a llegar.

Todo se resume a la maldita mirada externa que aprendí a usar conmigo misma para criticarme y que me pesa peor que si fuera ajena. Claro que hay mucha gente mejor que yo. Vivo, respiro, camino todos los días con gente mil veces mejor que yo. Los leo y escucho todo el tiempo. TODO el tiempo. Si hay algo que hice bien con mi vida y mi tiempo fue elegir a la poca gente que me acompañaría en este tramo del camino. Es sólo que ya no quiero vivir a la sombra de todo eso. Quiero sacarme de encima el agobio.

Hasta hoy todo me daba miedo. ¡A mí, que no le tengo miedo a nada! Todo me superaba: circunstancias, limitaciones, complejos. Todo. Todo. Y no se crean que no la peleo todavía. Sigo tan insegura, discutidora y autocrítica como siempre. Eso no va a cambiar. Hasta hoy estaba convencida de que la vara con la que me mido no era lo suficientemente rigurosa. Entonces vino él, como siempre, a darme vuelta la existencia. Con menos de diez palabras puso en perspectiva los tres años de conversaciones y de reflexiones que venimos compartiendo.

En definitiva, ¿por qué "hasta hoy"?
Porque llegué a un punto en el que no me banco más el autoboicot (fuck Stamateas que me plagiaste el inconsciente), ese autoboicot sistemático - decía - de mis oportunidades y mis sueños. Entonces estoy decidiendo, en las corridas del día a día, plantarme de una vez por todas frente a mis temores y mis inseguridades

De una vez por todas me convenzo de que estoy lista, que ya esperé bastante, que ya tuve changüí para la excusa y que teniendo las oportunidades que tengo ahora no puedo dejar pasar un día más, un año más, una década más.

¿Dije "voy a plantarme"?
Caramba. Si ya lo estoy haciendo...
Qué alivio darme cuenta* de que el Tiempo es mío y sólo mío.



*Porque es al pedo: me lo pueden decir mil veces, toda la gente que amo y con las mejores intenciones. Soy de las que necesitan romper la pared a cabezazos.

domingo, octubre 18, 2009

Contra la desesperanza II

¿De qué sirven los placeres culposos, los subgéneros, las películas de mierda que nos gustan, la música vacía de contenido pero llena de punch, las catarsis pelotudas frente a la PC o el televisor?
¿Para qué gastar el tiempo en cosas que los pares pueden considerar frívolas o pelotudas? (Libre albedrío, cada quien hace de su tiempo lo que le place, ya lo sabemos. Suspendan el juicio por un ratito).
¿A quién le sirven los libros descastados, despreciados por "vendedores" o por tontos?
A gente como ésta.


(Fuente: PostSecret)

Es fija que quienes jamás hayan estado cerca de un depresivo o de una persona con tendencias suicidas se rían o hagan "pffff" al ver cosas así. Posiblemente, porque no entienden toda la fuerza que tienen las pequeñas cosas a la hora de torcer algunas decisiones. Lucky them.
Este tipo de "pelotudeces", amigos míos (y no tanto), preservan algo de mi fe en la humanidad.

sábado, octubre 17, 2009

Decir por decir

Las vi y me llenaron de una felicidad que ni la mínima bronca puede empañar.
Las vi y todo tuvo otro sentido. Recordé que la libido bien puesta (en tus objetivos, en la gente que querés y en lo que sabés hacer mejor, sobte todo) es la medicina perfecta y que todo lo demás son fuegos artificiales.
Lo recuerdo ahora mirando sus fotos.
Lo tengo presente viéndolo a él trabajar a pocos pasos de distancia de mi escritorio.

Creía que no me importaba caerle bien a nadie, pero a esta altura sé que quiero que esos pocos "ellos" me sigan queriendo así, como yo los quiero, aunque más no sea la mitad de lo que yo los quiero. Que es tanto que no puedo abarcarlo con la palabra ni con el pensamiento.

Gracias a ustedes me salvo del desastre cotidiano, de la marea roja, de la depresión que siempre acecha y de las malas compañías.

Un deseo para el futuro: si este blog me sobrevive, quiero que ellas lo encuentren y sepan que las amo. Usted, el que lee siempre, ya lo sabe.

Los demás: sepan disculpar las catarsis sucesivas, pronto habrá un retorno a la programación levemente más amigable de siempre.


jueves, septiembre 24, 2009

Un poco (más) de autocrítica

Los que pasan por este espacio hace ya algún tiempo saben que el deporte nacional del Extraño Mundo es el dramaqueenismo y la autoflagelación. Entonces se estarán preguntando ¿por qué MÁS autocrítica? o sea... ¿no te alcanza con cuestionarte todo el tiempo, hacer catarsis y darte cuenta que sos una pelotuda a pedales por engancharte en cuestiones que no merecen una sola línea?
Me es inevitable escribir hoy para asumir, de una vez por todas, que el problema soy yo. O sea: no sos vos, soy yo. O sea:

- La que se enrosca con una pelotudez soy yo.
- La que da segundas oportunidades a gente que puede traicionar, soy yo.
- La que da cabida a la mala leche ajena escudándose en un exacerbado sentido de la tolerancia, soy yo.
- La que perdona, perdona y vuelve a perdonar soy yo.
- La que no puede dormir cuando un ser querido tiene problemas soy yo.
- La que tratando de hacer las cosas bien la embarra con una mala decisión, soy yo.

También soy yo...

... la que alguna vez tiró la piedra y escondió la mano
... la que se calló cuando tenía que hablar
... la que habló cuando tenía que callar (por no poder estar simplemente en silencio)
... la que esperó a sentirse bien hecha mierda y bien cargada de emociones para saltar como leche hervida y sin filtro
... la que procrastina placeres todo el tiempo cuando la obligación acucia (y viceversa)
... la que no escribe porque no tiene tiempo
... la que está dejando que se la devore una sociopatía galopante y pierde en el trayecto ese hilo místico que la une a la condición humana.

Todo esto viene muy a cuento. En las próximas horas, o días, no va a faltar quien me pida un poco de autocrítica (de hecho, ya llegó el primer mail). Que me baje del caballo. Que no sea tan forra. Que yo no soy perfecta y que tampoco hago las cosas taaaaan bien, vamos. Como si no lo supiera. Go on and get a life.
Lo que no voy a tolerar de ninguna manera es que pretendan decirme quién soy yo: qué calidad humana, qué filiación gremial o política, qué nivel de sinceridad, qué méritos en lo profesional o laboral. Cada vez que abro la boca es para decir algo constructivo: si no, me callo. Y la verdad es que estoy un poco podrida de callarme. Debería tener menos filtro.

Mayormente, la gente que me rodea se cuida muy poco de mis sentimientos. Les da lo mismo que me sienta lastimada o herida, total no se nota (y qué bronca que no se note: pensar que incluso hay gente que es más feliz cuanto peor te va). Mientras soy funcional puedo ser usada a placer, cargada de negativismo, ninguneada, forreada. Cuando pongo el freno, saltan ofendidos pidiéndome "autocrítica". La veo venir.

En el fondo leo: miedo, bronca, resentimiento, palabras viejas atragantadas, mala leche, tristeza, frustración. No conmigo quizá, pero sí hacia mí, sublimando quién sabe cuántos años de penurias, o proyectando la imagen deforme y grotesca de un monstruo que tiene mi cara.

En síntesis: yo te hago toda la autocrítica que quieras. ¿Vos sos capaz de mirarte en el espejo y verte?



Ahora, no estoy buscando absolución
Ni perdón por las cosas que hago
Pero antes de que llegues a ninguna conclusión
Trata de caminar en mis zapatos.
Tropezarás en mis pasos.
Mantén los mismos compromisos que yo mantuve.
Si caminas en mis zapatos.
Trata de caminar en mis zapatos.

....

No busco una conciencia más clara
O paz mental después de lo que he pasado.
Y antes de hablar de arrepentimiento,
trata de caminar en mis zapatos.
Tropezarás en mis pasos...


lunes, septiembre 21, 2009

Equinoccio

Este coso anda bastante abandonado y a veces más que nada pumparabajo, pero lo cierto es que en cuatro añitos fue el compañero silencioso de los vaivenes de mi vida. Una vida con entretelones que dan para escribir una novela, tranquilamente. Aunque ni aquí ni ahora.

Entonces, por un año más de este blog, donde (como me gusta decir) pasó la vida entre líneas.
Salud con violines y con esta pieza de despedida a mi estación favorita:


martes, septiembre 08, 2009

No more I love you´s

Ya no me quejo, ya no lloro.
Estoy dejando muchas cosas atrás y no las extraño. Para nada.

No más "te quieros" desprovistos de sentido.
No más llanto ni rabias ni angustias desperdiciadas.

Si no supieron estar cuando los necesité, fue para que aprendiera a no necesitarlos. Ni entonces, ni nunca.
Si dejaron de buscarme en algún momento no fue porque yo les dije "no puedo". A esta altura saben que "no puedo" no existe en mi vocabulario. Siempre me hago un tiempo para compartir con gente valiosa. Así que no me batan más esa excusa.
Ahora soy yo y mis circunstancias. Soy yo con regalito. Yo casada. Aburrida y repetitiva. Crecida, aunque no del todo madurada. La misma. Exactamente la misma. Aunque me miren y me traten distinto. Ni un ápice menos de ganas. Ni un poquito menos de fuerza.

Muchísimas gracias por lo poco que me dieron, que fue mucho para mí y nada para ustedes.
Muchas gracias por enseñarme que la hipocresía fue unilateral y no mutua. Que sigo teniendo el invicto de la honestidad.
Gracias, gracias, gracias de corazón.
No saben lo que me alivia sacármelos de encima y lo feliz que me siento en este momento de mi vida. Un momento que habría estado buenísimo compartir con ustedes, pero que eligieron perderse.


jueves, agosto 20, 2009

Que tiren papelitos

No soy un bicho urbano. No me van los amontonamientos de gente. Las pocas veces que fui a recitales fue al aire libre, o en el punto más alejado. Las pocas fiestas que frecuento me encuentran siempre a los costados, nunca en el epicentro. Busco las funciones menos concurridas de cine. Camino por las noches para chocarme menos con la gente. Me siento al lado de los más callados en reuniones donde no conozco a nadie, o conozco a pocos.
El 30 de diciembre me encontró en casa, escribiendo. Sola. Mi hermano se había ido a pasar las fiestas al pago natal. Escuchaba la radio cuando dieron la noticia. Fuego en República Cromañón, en el Once. Aunque vivía en un departamento que no daba a la calle, se podía escuchar el ulular de las ambulancias a las dos, tres de la madrugada. Venía de noches de pesadilla, parecidas a las que describo aquí y esa madrugada me quedé dormida junto a la compu mientras veía el caos que TN iba colgando en internet.
A las siete de la mañana salí a la calle y ya había vecinos pispeando hacia la morgue judicial, a un par de cuadras de donde vivíamos. Me quedé sentada un rato en el umbral del edificio. Era sábado y hacía calor. Quería ir, pero... ¿a qué? ¿Para qué? El morbo de la situación me daba asco. ¿Cuánta gente que no tenía nada para hacer más que mirar el dolor ajeno estaría parada alrededor de la morgue en ese momento?
Volví a entrar. Escribí en un cuaderno universitario dos hojas de reflexiones tristes que tenían que ver con Cromañón y con el tsunami en Asia, donde una persona a la que había empezado a querer a la distancia se había quedado, de pronto, sin futuro, sin familia. Sin nada.
Fue el primer fin de año realmente triste que tuve en toda mi vida. No iba a ser el último.

Ayer, durante la lectura del veredicto de un juicio que duró un año y contra lo que muchos esperaban (aunque algunos lo vimos venir, con tristeza y con rabia), el tribunal dio, una vez más, una lección de argentinidad al palo. Los magistrados, la madre de Fontanet y los fans de Callejeros, infantería en puerta incluída. Sobre todo esa suelta de papeles cuando no había nada que celebrar, como no hay nada que celebrar cuando una guerra termina, o cuando se acaba la agonía de la incertidumbre.
Escuché, pese al dolor inmenso que deben haber sentido, claridad en los padres y familiares de las víctimas. Se me volvió a partir el corazón con las imágenes y los sonidos de todo lo que estaba pasando a pocas cuadras de mi casa.
Otra vez, estaba lejos del epicentro. Ya no era sábado, pero había sol y era un día perfecto para exorcizar la bronca, y me habría venido bárbaro porque con esto ya suman muchos dolores y preocupaciones para apenas un par de semanas. Esta vez, me habría gustado estar ahí. No por morbo. Para brindar un abrazo sincero. Para ofrecer un frente sólido contra la desesperanza. Para decirles que ninguna condena es absoluta y que se puede pelear, se puede seguir peleando aunque se te caguen de risa en la cara. Porque no somos mejores que los que se fueron, quizá; pero somos los que estamos. Y queremos estar.
Porque después de casi cinco años, las caras anónimas que me crucé durante dos, tres días cerca de la morgue judicial empezaron a ser más y más familiares. Porque entendí cada salto al vacío, cada muerte de pena, cada caso de stress postraumático. Los números dejaron de ser números y empezaron a tener la identidad (la entidad) que sólo da la memoria colectiva.

Ahora sí.
Por esta semana, este mes, esta década de mierda.

Rompan todo.





Understand I can't feel anything
It isn't like I wanna sift through the decay
I feel like a would, like I got a fuckin' gun against my head
You live when I'm dead

viernes, agosto 14, 2009

The dark night of the soul

Debería estar trabajando, pero escribo esto. Es tarde. Mi día laboral empezó hace exactamente doce horas y media. A partir de esta semana, todas mis semanas serán más o menos iguales quién sabe hasta cuándo.
La oficina es linda. En este momento escribo a doce pisos por encima de 9 de julio, la ventana mira a Sarmiento. Vi el hermoso atardecer celeste y rosa por encima de un edificio que tiene una casa en su terraza que sólo se puede observar a esta precisa altura. En este momento, una luz índigo la hace parecer un sueño burtoniano. Desde hace horas los coches desfilan en una hilera interminable. Escucho las bocinas, el rumor de los motores y como en una alucinación, las ranas. Ese croar que recién voy a estar escuchando de verdad mañana por la noche, cuando estemos en silencio, en la laguna del parque Unzué.

Nos imagino así, sentados uno junto al otro bajo los faroles, el sol cayendo sobre el parque y el duelo silencioso en el alma, y las ranas croando y "Qué bello es vivir" y "Réquiem por un sueño" todo junto.

Hoy se me amontona todo: anhelos, sensaciones, dolores, viajes que vendrán.
Se amontonan todos los posts que me debía en borrador.
Se me amontonan las emociones.
Se me atragantan las ganas de llorar y de abrazar.
Mi "debe" crece hasta el infinito.

Estoy volando de una fiebre que no cura nada, de una sed que no sacia nada.

Estoy en el medio de un páramo que reconozco, con todas las certidumbres puestas y los sentidos alerta.

Espero. Camino. Trabajo. Espero. Pienso. Escribo. Investigo. Espero. Duermo. Gozo. Como. Espero. Sufro. Siento. Todo junto. Y en el medio, las canciones que estaban trabadas en medio de la garganta queriendo salir, las palabras que nunca encontraron un cauce, una desconocida que me convence de la inevitabilidad de escribir y que me agradece un gesto que quizá nunca pueda retribuirme. El amor, los miedos, extrañar. La ansiedad y la angustia reaprendidas.

Estoy a punto de salir del todo.

Y justo ahora, nada de todo esto importa. Nada importa. Nada.

Que vayas con bien, amor

Cuando faltan las palabras lo único que nos salva es la música.



I wish I were on yonder hill
'Tis there I'd sit and cry my fill
'Til every tear would turn a mill
Is go dté tú mo mhúirnín slán (And may you go safely, my darling)

Suil, suil, suil a ruin (Go, go, go, my love)
Suil go sochair agus suil go ciúin (Go quietly and go peacefully)
Suil go doras agus éalaigh liom (Go to the door and fly with me)
Is go dté tú mo mhúirnín slán (And may you go safely, my darling)

I'll sell my rock, I'll sell my reel
I'll sell my only spinning wheel
And buy my love a sword of steel
Is go dté tú mo mhúirnín slán

I wish, I wish, I wish in vain
I wish I had my heart again
And vainly think I'd not complain

Is go dté tú mo mhúirnín slán

jueves, agosto 06, 2009

Acá iba un post sobre Ponyo...

... pero todavía lo estoy terminando. Y en el medio pasaron unas cuantas cosas.
Cosas que me hicieron repensar todo lo que puse hace apenas unos días en este post, obligándome a sostener la voluntad de llevarlas adelante y no dejarme caer. Sobre todo en lo tocante a los cambios necesarios.

Necesito unos cuantos mantras ("No soy mi trabajo", "Siempre contarán conmigo", "Aprende a amar lo que haces"), un balde de papas fritas (que no puedo comer...) y un fin de semana encerrada escribiendo para superar el duelo de algo que ni siquiera perdí.

Hacía tanto tiempo que no caminaba llorando por la calle sin que me importara...




En otro orden de cosas, Gaby Larralde, de EBlogTXT, me pidió hace unos días una colaboración sobre un libro que me gustara mucho... y me salió esto.
Espero que disfruten leerlo tanto como me gustó escribirlo, sepan perdonar los muchísimos errores que le encontré después de enviarlo (maldita costumbre de no releer lo que escribo) y tengan un auspicioso final de la semana.


viernes, julio 31, 2009

Encuesta cerrada

Voy a seguir haciendo lo que se me canta, es decir: posteando esquizofrénicamente durante un mes y perdiéndome por otro.
Gracias a los veintipico que votaron. Me llamó la atención la contundencia con la que ganó el "no", y los siete votos para el perro con la cola peluda.

La programación inhabitual continuará, como siempre, cuando se me cante y baile.

Buen fin de semana para tutti, arránquenlo con un must:



domingo, julio 26, 2009

Logros personales de hace un tiempo para acá...

- Sigo inconstante, pero aprendiendo a priorizar.
- Estoy entendiendo cómo es esto de poner punto final a algunas cosas.
- No me dejo apurar ni me apuro tanto.
- No me guardo nada que se me pueda pudrir adentro.
- Disfruto de no hacer nada.
- Me enojo.
- Pienso que vivo en el lugar que quiero, en el momento que quiero... pero que a la vez estoy yendo directo a donde quiero estar.
- Gasto menos.
- No (me) miento más.
- Lloro sin angustiarme por hacerlo.
- Planifico cambios necesarios. Y los llevo a cabo.
- Aunque duela, me desprendo de lo innecesario y si no puedo, simplemente no puedo.
- Aprendí a pedir y a decir que no.
- Estoy entendiendo y aceptando mis cualidades tanto como mis limitaciones.
- Redescubrí, por fin, la voluntad.
- Cuento hasta 10 antes de quejarme o enojarme, para no hacerlo sin razón.
- Me involucro más en ciertos temas.

Queda mucho por hacer, hay pasos que nunca di aunque debería. Pero como el día es hoy, y no otro (y no me quiero morir o perderme sin dar cada paso), me ocupo de tener presentes cada uno de ellos.


jueves, julio 23, 2009

In their beds, in their kitchens, in their attics, in their basements

Esto es lo que estoy escuchando (y bailando) en este momento:



La versión SpeechMix que Ethan Stoller hizo para V for Vendetta sólo puede ser escuchada en los créditos finales de la película... aunque la tengo también en mis favoritos de Youtube como fondo de un video que para mí es absolutamente non-sensical (lo único que me importaba era la música).
Uno de los pasajes más significativos es esta cita tomada de un discurso de Malcom X, que da título al tema: BKAB (Bed, Kitchen, Attic, Basement)

Whites can help us, but they can't join us. There can be no black-white unity until there is first some black unity. We cannot think of being acceptable to others until we have first proven acceptable to ourselves. Concerning nonviolence: it is criminal to teach a man not to defend himself when he is the constant victim of brutal attacks. There are problems in the community. Some of the examples of those problems are the vices that destroy the moral fibre in our community. Drunkenness, drug addiction, prostitution, organised crime. They rob the Negro community of probably 90% of its economic potential and moral potential. One of my reasons for going out on a limb as I have is to try and make white people be shocked, awake to some of their senses, because if they don't awake, they're going to find out that this little Negro that they thought was passive has become a roaring, uncontrollable lion, right in, right at their doorstep - not at their doorstep; inside their house, in their bed, in their kitchen, in their attic, in their basement. And if you know that in time, you can do something about it."
El extracto del audio:


BlankCada vez que tengo que pensar exorcizando algo, recurro a este tema (entre otros). En mi extraño mundo interior, las incoherencias toman forma y sentido a través del baile de ritmos libres, sin coreografías, y cuando me quiero dar cuenta... mi mente está libre de nuevo.

Estoy teniendo un final de década extraño. Sin dudas.

miércoles, julio 22, 2009

O todo como el orto

Pongamos las cosas en claro.
Soy frontal, pero no siempre me la banco. OK. Tengo una manera de decir las cosas que puede hacer que la gente se pregunte de qué carajo estoy hablando. OK. Soy intransigente hasta que me encuentran el punto, y entonces gana la diplomacia. Prefiero torcer la mano antes que perder ciertas cosas, experiencias, o perder la posibilidad de que ese alguien me siga hablando. OK.

Todo lo anterior es un procedimiento erróneo para casi cualquier cosa. Para conservar una relación, para comenzar una relación, para arreglar un error, para evitar cometer un error, para...

No hay fórmulas.
No hay fórmulas. No podés retener algo que no es tuyo. Y no podés hacerte cargo de algo que no podés afrontar. Y si no podés hacerte cargo totalmente, ni siquiera te hagas cargo. Y si te da lástima, hacete la dura. Y si te agarraron con la guardia baja, no aflojes.
Y si le erraste en todo lo anterior, cagate. A llorar a la iglesia.

Soy culpable de haber querido mucho y de haber envenenado mucho y de haber generado algún tipo de carencia que se me escapa. Lo sé. Es una responsabilidad colectiva en la que me reconozco particularmente.

No sé qué escribo, estoy tipeando a ciegas. Hiperventilo. No hay solución a la vista. Como si la maldita recurrencia se repitiera y delante mío sólo hubiera puertas cerradas.

El error ¿fue irme o fue tratar de quedarme? ¿fue pensar que importaba lo que hiciera o dejara de hacer?

¿Qué hicimos mal?
¿En qué fallamos?
¿Cuándo fallé?
¿Fue algo que dije?
¿Algo que callé?

Fue todo, y ya no hay remedio.
O sí.




martes, julio 21, 2009

Servicio a la comunidad - Miyazaki x 2 en Artecinema


Recibo en mi casilla laboral hobbystica un aviso irresistible.

¿Te gusta el cine de Hayao Miyazaki?
¿Leíste este post alusivo y te quedaste con ganas de saber o ver más?
¿Sos de los que se arrancan las mechas porque nunca pudiste ver estas películas en versión original para cine?

No sufras más... ¡ArteCinema te ofrece una oportunidad de sacarte la calenchu!

Hasta el 29 de julio, se proyectan en versión original 35mm (dobladas al castellano) las dos últimas películas del genial director de animación japonés, antes del estreno de la ultimísima (dicen que esta vez va en serio y que es la última): "Ponyo y el misterio de la sirenita", que se estrena este jueves. Por supuesto, allí estaré firme como rulo 'e estatua.

EL VIAJE DE CHIHIRO (2001)


A las 14:45 y 17:05 hs

EL INCREÍBLE CASTILLO VAGABUNDO (2005)



A las 15:00 y 17:20 hs

Complejo Artecinema - Salta 1620 (entre Juan de Garay y Pasaje Ciudadela)
Tel: 4304-8302
Entrada general: $16
De lunes a miércoles, estudiantes y jubilados todos los días: $12
Estudiantes de cine: $10


No hace falta decir que este fin de semana, posiblemente el domingo, estaremos asistiendo en continuado para que mi querido roommie, que se perdió de ver las dos en cine, disfrute como yo, que no sólo las vi todas las veces que pude sino que dos por tres me las dejo de fondo mientras hago los menesteres hogareños.

Ojalá puedan ir. Y ojalá esta gente se cope, consiga "Princesa Mononoke", "Laputa: Castillo en el cielo", "Porco Rosso", "Kiki la brujita", "Nausicaa del valle del viento" y "Mi vecino Totoro" ¡¡aunque más no sea en DVD ampliado!!

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UPDATE: (aunque está visto que acá nadie da bola, viejo, para qué mierda me gasto dándoles servicio) - En Página/12, Horacio Bernardes traduce una entrevista que Chris Dickens le hizo a Miyazaki. Destaco algunas de las partes que me parecieron más adorablemente Miya:

"No soy yo quien hace la película. Es la propia película la que se va haciendo"

"- Llama la atención que como resultado de ese método de trabajo basado en la mímesis, la mayor parte de sus protagonistas sean niñas
- No sé qué decirle... Será que amo profundamente a las mujeres. Por lo visto me identifico con ellas"
"Yo tiendo a ser una persona pesimista. Pero trato de no transferir ese pesimismo a los niños. No creo que los adultos deban imponer su propia visión del mundo sobre los niños. Creo que más bien se trata de entrar en diálogo con el modo en que los niños miran el mundo"
"Me parece que toda película para niños bien hecha termina interesando también a los adultos. Tal vez la única diferencia entre un film para chicos y otro para adultos resida justamente en el pesimiso u optimismo de la historia. Una historia para niños mira el futuro con esperanza, mientras que en las películas para grandes el pasado tiene un peso mayor".

lunes, julio 20, 2009

Dicen que tengo glamour (oculto ha de estar)


... Y no vamos a andar despreciando las margaritas, aunque siamo' chancho'.

La querida Mona, habitual firmante contrera de este blog, me avisa que me gané el premio que aquí comparto, invitándome a cumplir o ignorar libremente la consigna, que implica deschavar una serie de defectos o cuestiones personales e involucrar a otras personas en la meresunda esta del premio. A saber:

Manía:
Soy una obsesiva de ciertos detalles, como el orden de la alacena o la forma en que se pasan los artículos del supermercado (primero los artículos de limpieza, luego los de almacén, frutas y verduras, últimos los frescos). Seguro tengo otras manías, y alguien a quien no nombraré por decoro las recordará mejor que yo y las agregará en los comentarios, si se anima.

Pecado capital:
La gula y la lujuria.

Mejor olor del mundo:
El del césped y la tierra mojada.

Si el dinero no fuera problema:
Viviría buscándome complicaciones para hacer de mi vida algo tan ocupado como hasta ahora. Viajaría más, escribiría con disciplina y me la pasaría inventando fiestas para reunir a mis amigos.

Recuerdos de la infancia:
Muchos están puestos acá, no me hagan repetir. El primero data de cuando no había cumplido los dos años, así que imagínense si tengo recuerdos para tirar al techo, no vamos a andar ampliando.

Habilidades como ama de casa:
Todas, menos planchar y coser (aunque en esta última me defiendo).

Lo que menos te gusta hacer en casa:
Repasar los muebles, sobre todo porque hay que hacerlo a diario y no da (no da el tiempo, no dan ganas, ¡no da!).

No habilidades como ama de casa:
Planchar.

Una frase:
Varias. Carpe Diem, Lo que no te mata te fortalece, Vive rápido muere joven y deja un cadáver bonito... lo que se dice, un cliché con patas. Pero las frases de Mona son buenísimas también y muy adecuadas para repetir como mantra. "Si crees que puedes, puedes. Si crees que no puedes, no puedes", "Cada uno es artífice de su propio destino".

Paseo para el alma:
Un buen momento compartido con la(s) persona(s) justa(s).

Paseo para el cuerpo:
El mismo que para la mente: caminar, idealmente por lugares sin ruido y espacios abiertos con poca gente. Campo, playa, sierras.

Perfume que usa:
En este momento tengo un ataque de "Heaven", pero lo estoy cuidando porque queda poquito.

Perfume masculino:
Le presto más atención al olor natural del hombre que al perfume que lleva.

Mis glamorosas nominaciones van para las siguientes féminas, que por supuesto quedan liberadas de hacerse eco de esta propuesta (aunque las mando al frente igual):

- Gerund (top of the glamour entre la gente que conozco...)
- Tiburina
- Calíope
- Naty

Háganse cargo, o no.

sábado, julio 18, 2009

Sueño con muertos / Sobre la memoria

Hace tres días que me despierto boca abajo, posición en la que jamás duermo porque me da pesadillas.

Hace tres días que sueño con muertos. Con películas de muertos, con muertos queridos, con situaciones de muerte, con la oscuridad de edificios derruídos donde ya no vive nadie.

A diferencia de otros sueños recurrentes, mis sueños de muerte siempre se dan seriados. Duran entre dos días y una semana entera. Algunos me angustian mucho. Otros me dejan impotente.

El de anoche me hizo llorar como hacía mucho que no me pasaba. Soñé con mi abuelo paterno, ese que es leyenda en la familia por su mal genio y que tuvo hacia mí sólo palabras y gestos de cariño. Al que conocí menos, y al que llegué a querer todo lo que su reserva y secotez de tano conservador me lo permitieron. Justo al que dicen que me parezco más: igual de grande, igual de gringa, mandíbula cuadrada, los mismos ojos.

Hoy cumpliría años mi otro abuelo. Al que llegué a conocer más, al que quise todo lo que mi propia reserva de chica rara y tímida me lo permitió. Al papá de mi papá lo perdí muy temprano, por esas cosas que tienen los conflictos familiares y porque no vivió más allá de mis doce años. Al papá de mi mamá lo disfruté todo lo que pude, por la mayor proximidad afectiva y geográfica y porque fue el primer adulto con el que pude hablar de muchos intereses en común: la música, el arte, las lecturas, la televisión.

A mi abuelo paterno no recuerdo haber llegado a decirle que lo quería. Al materno se lo dije muchas veces, y aún así tenía deudas pendientes con él cuando murió. Las deudas que no se saldan antes de que la persona querida se vaya son las más dolorosas. Con los dos las tuve y siento que voy a llevármelas conmigo impagas, no importa cuántas palabras les dedique o cuánto me esfuerce por cumplirles.

Anoche, entonces, soñé con un abuelo y hoy me desperté pensando en los dos. Abrazada a los dos, como si volviera a tener doce o veinticinco años, como si supiera que la pérdida es absoluta y para siempre porque pese a que ya no los tengo, sigo sintiéndolos. Algo en mí los recuerda como eran, con su olor característico y su entorno, el tono de su voz, sus huesos y sus manchas en la piel. Todo.

Y para terminar esta cadena de casualidades, hace quince años (mi abuelo materno cumplía sesentaypico) volaban la AMIA.
Hace diez años, el 18 de julio de 1999, escribía esto en uno de mis cuadernos:

¿Qué pasaba en mi mundo hace 5 años?
Yo tenía 14,
granos en la cara,
usaba anteojos y acababan de sacarme la ortodoncia.
Hace cinco años era lunes,
yo tenía el pelo más oscuro
y la cara más redonda.
Parecía altísima y me sentía un poco gordita.
En Radio Colonia, la única estación de radio que pasaba el aparato de "La Llanura", escuchamos la noticia del desastre y el relato de los pormenores me acompañó toda la semana.
En ese entonces, todavía estaban en casa V..., V... y la P...
Nosotros (papá, mamá y los gurises) pasábamos nuestras primeras "vacaciones de 5" en mucho tiempo.
Hacía mucho frío y la casa era inmensa, con una chimenea hogar que calentaba toda la noche.
Yo me peleaba con mis hermanos y empezaba a congraciarme con mis padres, en plena rebeldía adolescente.
No creía en el amor, sólo en las escenas de besos y de intriga en mis romances inventados, escritos.
(¿Quién va a necesitar amor cuando "lo sabe todo" sobre él?)
Menem preparaba la reelección y Cavallo era ministro de economía (aunque esto no me interesaba en lo más mínimo).
Simultáneamente yo escribía la continuación de mi primera novela, e iba gestando a las protagonistas de otra.
Hace cinco años estaba nublado como hoy,
yo estaba en 2º de secundaria y todavía no me había chocado con la miseria humana,
ninguna amiga me había desilusionado, ningún chico llamaba realmente mi atención (ni yo la de ellos)
Sin embargo, en ese mismo momento un chico del Pío XII organizaba sin saberlo nuestro encuentro, mi primer amor.
Hace cinco años exactos, no soñaba siquiera que pudiera existir alguien así.
Y casi quinientos kilómetros al sur, un adolescente dolorido y callado comenzaba sus vacaciones de invierno pensando "en agosto será mejor",
y se dormía soñando con motores y carreras.
El tampoco pensaba que cinco años después nuestros caminos se cruzarían.
Hace cinco años se rompía la cáscara y nacía una nueva yo,
más callada, más espontánea, más fuerte y menos niña.

Nucna más volví a tener miedo.


(la hoja que señala esa página en el cuaderno, un Rivadavia amarillo de tapas duras, es la noticia de un suicidio que salió publicada en un diario de Gualeguaychú el 29 de marzo de 1999, copiada por mí a mano).

Cerrando:
Mi recomendación para dentro de dos semanas es que, si pueden, vean la película "Anita" de Marcos Carnevale (el mismo de "Elsa y Fred"), que también toca el tema de la AMIA y de los afectos y está muy pero muy bien hecha. Aprovechen los espacios INCAA, que son más económicos que los multisalas si no quieren gastar mucho.
Les dejo el trailer. Buen fin de semana para todos... y ante todo, memoria.


viernes, julio 17, 2009

So long, Mr Darcy

Algunas mujeres esperan toda la vida al tipo ideal. Un hombre que cumpla con todos los requisitos que impone el status quo (el propio y el ajeno), pero sobre todo que pueda ser lucido ante los pares como una especie de logro personal. Se critica bastante a los hombres por este tipo de actitudes, pero es cierto que muchas mujeres, más papistas que el Papa en cuestiones de machismo, no hacen sino ofrecer su propia versión de la "pareja trofeo".

En una charla de sobremesa que tuvimos entre ayer y hoy, surgió el tema y me quedé pensando. Entre las muchas recurrencias de mi vida hay algunas muy curiosas que involucran a mis parejas más estables, o hablando más ampliamente, a los hombres que me cautivaron.

Entre mis amigas me hice desde chica fama de "quedarme con el más feo" (o con el más raro, o con el que nadie disputaría). Era una forma cruel de verlo, porque si bien ninguno de ellos era un Adonis nunca llegué a verlos feos. De hecho, me fascinaban. Nunca pude estar cerca de ningún hombre que no me resulte fascinante, de alguna u otra manera.

Ninguno de ellos fue el típico "hombre trofeo". Eran más bien difíciles de clasificar, con tipos físicos variados. Definitivamente, ninguno era la primera opción de nadie en reuniones sociales y fiestas (qué reuniones? qué fiestas? qué es sociabilizar?)
A todos (excepto al último) les repugnaba el mate.
Ninguno fue rubio, excepto de chico.
Todos eran un poco altaneros, un poco soberbios, y estaban asquerosamente seguros de sí mismos.
Todos eran de notables a brillantes en algún área específica, o varias.
Todos fueron amores a segunda vista.
No los busqué. Llegaron a mí de las maneras más inverosímiles.

La primera vez que leí "Orgullo y Prejuicio" fue en una edición de traducción castiza donde Lizzie era "Bebel" y todos los nombres sonaban extraños junto a los apellidos ingleses.
La atracción por Austen fue irresistible e inmediata. Yo tenía doce años y nunca había sido besada, no había bailado lentos con ningún chico que me gustase de verdad, no entendía del amor más que la sensación primigenia de las ganas de estar cerca de "él" todo el tiempo, de hacer comentarios que lo hicieran reír, de que me viera como algo más que una gringuita demasiado alta que todavía usaba ropa de nena aunque ya parecía una mujer.
¿Cómo no iba a empatizar de inmediato con esa noción del amor que Austen describía en "Orgullo y Prejuicio"? Una atracción que pasaba por el cuerpo y por la mente y que no llegaba a expresarse en el arrebato, aunque todo el tiempo la química entre los personajes hiciera pensar en la inminencia de un beso (que jamás llegaba). Un espíritu hablando al otro, las palabras entre líneas, el lenguaje corporal que se adivinaba detrás. Fantaseé y soñé con ese libro durante años. Y me pasó como a muchas otras desde hace siglos: me enamoré perdidamente de Darcy.

Todos mis "ellos" tuvieron cosas en común que eran notables a simple vista, pero más significativo aún fue lo que nadie notó, excepto yo: todos tenían algo de Darcy. Del primero al último.
El último fue como llegar a casa en un día lluvioso de invierno.

Escena de la lluvia
"Desde el momento en que lo conocí, su arrogancia y presunción y su desdén egoísta por los sentimientos de los demás me hicieron darme cuenta de que es el último hombre con el cual me casaría"

Escena final
"Debes saber... seguro debes saber que lo hice todo por tí"


So long, Mr. Darcy.

jueves, julio 16, 2009

Ejercicio de autoconciencia / Jueves

No voy a aprender a manejar mi frustración si me empeño en mirar mis logros o mis omisiones a través de las lupas de otros. Mi lupa es suficientemente potente como para amargarme el día. La neurosis va para los dos lados, el del "debe" y el del "haber". No hice tanto como habría querido, hice más que mucha gente pero aún así...
Obviamente que si sigo acobardada por mi percepción de otras personas que a mi edad ya tenían o iban encaminadas a conseguir algo parecido a lo que yo aspiro para mí misma, nunca voy a despegar.Y si despego y nadie se da cuenta, es igual a haberme quedado quieta.

Mi mayor problema (lo descubrí gracias a vos, sí... a vos) no es la poca certeza de lo que debe hacerse o cómo, sino la inminencia, siempre postergada o empujada al futuro, del punto de partida.

Cuándo, cuándo, cuándo. No qué, no cómo. Cuándo.

martes, julio 14, 2009

Everybody loves Samanta


No es ningún secreto que uno de los libros que me iluminaron la vida en 2008 fue "El núcleo del disturbio", de Samanta Schweblin. Una de esas personas que una no puede siquiera intuir a través de sus cuentos y que en un par de páginas (más o menos) es capaz de hacerte pensar, viajar, imaginar, creer, disfrutar.
Una de las cosas que más me fastidiaban hace un tiempo era esa pátina autorreferencial, muy "nuevocineargentino", que impregnaba casi a toda la narrativa que había caído en mis manos en los últimos cinco o seis años. Y no me refiero sólo a la narrativa argentina. (De todos modos dejé el fastidio de lado hace rato, junto con mi culpa lectora: si no me gusta, simplemente lo abandono... pero esa es otra historia). Schweblin hace que toda traza de autor desaparezca de su ficción, como quien crea un mundo en una habitación cerrada y te deja allí, solo, espectador imposibilitado de escapar de la trama. Es la propia historia la que te suelta, la que te expulsa. Dejarla, al menos a mí, se me hacía imposible.

Devoré el libro de un solo tirón, en una tarde. Creo que me llevó una hora. Lo leí más lentamente en los días sucesivos, imponiéndome un límite de dos cuentos diarios y nada más. Cada tanto vuelvo a abrirlo y a quedarme absorta con "Adaliana", "Matar a un perro" o "Agujeros Negros". Me conmueve de un modo que no puedo explicar con certeza la historia casi cinematográfica de "El momento". Las historias que cuenta Samanta son viscerales, visuales, fantásticas. Coquetean con el horror, con lo que no se dice ni se muestra, y también con las locuras más explícitas como si formaran parte de un acervo cotidiano. Los personajes tienen, la mayoría de las veces, nombres extraños; la mayoría de las veces, son cucos. Antihéroes. Víctimas. Nada es rosa acá, diría Panza.

Su segundo libro, "Pájaros en la boca", también es sobresaliente. Aunque tengo que confesar que "El núcleo del disturbio" tiene uno de los pocos invictos de mi corazón.

Lo más inquietante de todo es que pese a la gran difusión de su trabajo en los últimos tiempos y del reconocimiento de muchos de sus pares (sus dos libros de relatos ganaron, respectivamente, el premio Fondo Nacional de las Artes y Casa de las Américas), "El núcleo del disturbio" todavía se puede conseguir fácilmente en las mesas de saldos de Corrientes o de Florida.

Yo ya compré para regalarle a gente querida. Si les interesa la buena narrativa, revuelvan... que lo encuentran.

Acá les dejo, también, un video donde Samanta Schweblin cuenta una anécdota de infancia., durante la presentación de "Pájaros en la boca", hace un mes en la librería "La boutique del libro", en Palermo (Gracias a PZ que lo linkeó)


lunes, julio 13, 2009

Abrazo de palabras

Alguna vez dije que no me gusta reconocer en mí algunas muletillas que deploro en otras personas.

En los últimos meses, descubrí que a fuerza de convivir con May y Finis se me pegó una de las peores: hablar del sobrinaje. Supongo que es algo que cualquier persona mínimamente emotiva es incapaz de evitar: para las madres directamente es una obligación. A mí se me sale a borbotones en los momentos más inoportunos, esa baba pegajosa de tía exclusivista, posesiva, que se muere por hablar de las cosas que hacen las gordis como si fueran maravillas, absolutas maravillas.

Sé que no son más que otros pequeños proyectos de seres humanos. Pero son tan maravillosas como cualquier otro proyecto de ser humano. Son un milagro.

Lo que me provocan es milagroso.

Podría contar mil cosas sobre la manera en que jugamos, las charlas que tenemos, la forma en que Finis estira una manito para apoyarla en mi antebrazo (siempre en el mismo lugar, siempre de la misma manera) cuando quiere dormir, o la sensibilidad infinita de May que la hace tan permeable a personas y ambientes (como yo cuando era chica).

Pero no voy a decir nada.
Las quiero tanto que intento no dejar rastro de ellas en ninguna parte, como hago con prácticamente todos mis seres más queridos. Ni una foto identificable en Internet, ni un dato sobre el lugar donde viven o sus actividades diarias.

Las quiero tanto, que necesitaba escribir esto... Nomás porque ya van como cinco meses que las cuido casi a diario. Porque hoy se cumple una semana desde la última vez que las abracé, y no veo la hora de volver a tenerlas cerca.

Y con ellas a todos esos seres queridos que extraño, que me muero por abrazar y que los vientos de la vida me quitaron por algún motivo.

Hay días en que estoy hipersensible, como hoy. Escribo para no gritar, y persiguiendo abrazos invisibles, termino abrazada a estas palabras.

Es inevitable.

Cuando el amor desborda, es inevitable.

Contra la incoherencia de ciertas prácticas diarias

Como muchos saben, estoy suscrita a Menéame y por esa vía he llegado a muchos blogs interesantes. Pero pocas veces me toca leer un artículo tan contundente y a la vez tan coherente (que no excluye la autocrítica) como el que me encontré en Dame La Voz. Se titula "Los estúpidos y el catálogo de Ikea".

Me vais a permitir que encarne en el «catálogo de Ikea» todo lo que vienen a ser los folletos publicitarios, triple envoltorio de plástico para las magdalenas, doble precinto de las botellas de agua, flyers, y un largo etcétera de productos de un solo uso con utilidad nula. He escogido al catálogo como cabeza de turco porque es un tocho de papel satinado, a todo color, que yo no he pedido que me envíen y que anuncia un producto en el que el lector sólo estará interesado cuando se mude o reforme su casa, es decir, una o dos veces en la vida.

Por el párrafo anterior ya podéis intuir de qué va el tema. Parece que una magdalena va a estar contaminada de ébola a menos que lleve un plástico individual, otro plástico para el pack de 3 “para llevar” y otro plástico para la bolsa, sumado a un tercer plástico que es la bolsa de la compra. De todos ellos, irónicamente, el único reutilizable es la bolsa de la compra, que la mayoría de la sociedad usamos para tirar la basura. ¿Los otros? Simplemente, forman parte de esa basura. Digo que es irónico porque las administraciones están poniéndose serias para restringir las bolsas del súper, cuando lo que deberían hacer es parar la vorágine de productos de un sólo uso o, sorpresa, de cero usos.


(seguir leyendo)

Más allá de que hay cuestiones que no comparto en lo personal, estoy de acuerdo con la postura crítica asumida por el autor, Carlos Fenollosa. Desde ya, le agradezco haya puesto en palabras los pensamientos que muchos otros estúpidos compartimos (y practicamos) a diario.

Buena semana para todos!

viernes, julio 10, 2009

Locuritas de fin de semana

Vía Facebook, me vengo a enterar de unas cuantas cosas... a saber:

- Ana, exhabitué blogger (y hoy, sumamente ocupada periodista :-) ) me sorprende con la noticia de que Koji Suzuki publicó una novela de horror llamada "Drop"... en papel higiénico!! Y leyendo en otros blogs, amplío la info: se trata de una novela corta, de 2000 palabras y es una historia de terror psicológico que transcurre, como no podía ser de otra manera, en un pequeño baño japonés. La historia se repite 88 veces por rollo, por si te quedás con ganas de leerla o bien, si querés guardarte un tramito del papel de recuerdo... y ya está batiendo records de venta en Japón.


- Milo publicó el trailer, esperadísimo para mí, de "Where the wild things are". Encima, la música que eligieron es la de Arcade Fire (una de mis bandas preferidas de los últimos tiempos). Voilá.

- Volvió Mamá Lucchetti, para alegría de mis sobrinas, de Fodor y mía.

- GuilleX, de Sunchales, me recuerda que lo bizarro nunca muere. Había visto este video hace como un año. Me matan las caritas de Samwell y la sutileza de la letra (bah, de todo. Ojo, que es "fete", enserio).

Buen (resto del) fin de semana para todos.

(No se malacostumbren: a menos que haya votación masiva de posteo diario, esta regularidad raramente volverá a repetirse :-P)

Ch-ch-ch-ch-changes...

Parece mentira, pero este blog va a cumplir cuatro años en breve y todavía no me pongo de acuerdo conmigo misma sobre qué hacer de él. Nunca me decido a cambiar el template, cuando toco los gadgets hago cagada y siempre me olvido de ir actualizando los links de blogs amigos. Nunca le doy bola a las estadísticas (tengo un statcounter que de ni mirarlo me olvidé el password...) ni a la cantidad de seguidores.

Lo que menos entiendo es que todavía haya gente que siga viniendo a ponerle onda y premiarlo dos por tres, y es en honor de esos poquísimos elegidos que me decidí a poner la primera encuesta (la primera en cuatro fuckin' años!), así me ayudan a pensar qué hacer con este espacio ecléctico y por sobre todas las cosas, adorable (!)

Tienen tiempo hasta casifindemes para votar. Y aunque no sé qué va a salir de todo esto y también tengo mucho cagazo, asumo desde ya el compromiso de apegarme a la opinión generalizada.

Además, me tomé el trabajito de empezar una wishlist de cumpleaños (no esperen coherencia ni consideración, es la primera wishlist de mi vida y estoy absolutamente entregada a pedir lo que se me cante) para que vayan pensando en el gran ágape del año entrante, hagan mérito y reciban la correspondiente invitación al megaevento que ya estoy planificando para mis tres décadas.

Live long and prosper.




jueves, julio 09, 2009

9 de julio

Hace dos años nevaba. Podría volver a nevar, así celebro junto a él los dos años que pasaron desde que lo esperaba, bajo la nieve, escuchándolo por el celular mientras los copos me mojaban el buzo y la remera debajo (todo el abrigo que tenía disponible en ese día). Llegó unos días después y se perdió la nieve, pobre.

Hoy salimos a pasear. Dos horas. Caminamos hasta la Plaza, entramos y salimos de varios lugares. Comimos temprano, hubo cama, lecturas, música (todavía hay). Todo para el vago de feriado...

El domingo pasado quise postear algo que me había quedado hermoso y al final lo borré de puro torpe. Básicamente, recomendaba que le pegaran una miradita a esta película (muy loca) y comentaba que desde que tenemos el ampli en casa retomé las prácticas abandonadas de canto.

Canto todos los días. Toco bastante menos de lo que canto, las manos hechas cuero de tanto lavado de manos y cuerdas .11. Pero la garganta va queriendo recuperar el tiempo perdido y un registro de mezzo que supe cultivar cuando era coreuta.

Mi objetivo para fin de año es encontrar un violinista que nos haga la segunda y reversionar esto:




Ténganme fe.

domingo, junio 21, 2009

Paloma

La fascinación por la inteligencia es algo fascinante. Para mí no es un valor en sí. Gente inteligente la hay a patadas. Hay muchos cretinos, pero también hay muchos cerebros muy capaces. Voy a decir una banalidad, pero la inteligencia en sí no tiene ningún valor ni ningún interés. Personas inteligentísimas consagraron su vida a la cuestión del sexo de los ángeles, por ejemplo. Pero muchos hombres inteligentes tienen una especie de virus: consideran la inteligencia como un fin. Sólo tienen una idea en la cabeza: ser inteligentes, lo cual es muy estúpido. Y cuando la inteligencia se toma por un objetivo, funciona de manera extraña: la prueba de que existe no reside en el ingenio y la sencillez de sus frutos, sino en la oscuridad de su expresión.

(extractado del capítulo Idea profunda nº 11)

En estos días no estoy posteando mucho en general. Ando bastante tiempo en Twitter por comodidad (es lo único que puedo tener abierto mientras trabajo además del GReader) y cuando termino mis jornadas laborales combinadas a veces sólo tengo resto para poner la casa en orden y leer un poco.
Por suerte, en estos días abundan las buenas lecturas. Finalmente nos compramos "El jugador", de F. Dostoievsky, y es mi libro de ruta en los momentos de tránsito entre mi casa y las ocupaciones diarias. Estuve leyendo a Coetzee, y también a Muriel Barbery, una escritora que ya se apuntó un poroto conmigo. Su novela, "La elegancia del erizo" (Seix Barral, junio 2009) es best seller en Francia y se prepara una versión cinematográfica que me da mucha curiosidad; espero que no demore tanto como la adaptación de "La escafandra y la mariposa".

Al libro de Barbery corresponde la cita que abre el post. Leída así, aislada, puede parecer una verdad de perogrullo (el roommie no perdona); sin embargo, situada en el contexto, resulta de un interés y una actualidad pasmosas. La reflexión corresponde a uno de los dos personajes centrales del libro, una niña de 12 años llamada Paloma, hija menor de una familia adinerada en la que la inteligencia es un valor supremo y que se ha pasado prácticamente toda la vida ocultando el hecho de que es superdotada. Ha decidido suicidarse cuando cumpla 13 años, y en el ínterin se ocupa de escribir sus impresiones personales en una especie de bitácora de ensayo bajo dos etiquetas: "Ideas profundas" y "Diario del movimiento del mundo".

Lo que escribe Paloma puede que sea banal, pero ¿cuántas veces los adultos se cruzan con esas banalidades sin prestarles atención? Al minuto de leer el párrafo se me vinieron a la cabeza un sinfín de ejemplos prácticos . El culto a la inteligencia por lo que la inteligencia representa (una mera cuestión de status, una falacia narcisista que le da a su portador la impunidad de burlarse de un prójimo al que prejuzga) está bastante extendido en los círculos donde me muevo desde que era muy chica. Me apena, porque cuanto más inteligente es la persona que conozco, habitualmente más se atormenta con naderías, más obligada se siente a demostrar su inteligencia, más se acompleja frente a la capacidad ajena, más se cierra su cabeza en conceptos estáticos, cuando lo que debería hacer es justamente mostrarse abierta e inquieta.

Para mí, igual que para Paloma, la inteligencia que no sirve para apreciar la belleza de las cosas más simples, o que es una causa de angustias y frustraciones para quien la porta, es tan inútil como aquella inteligencia que predicando inconformismo, se conforma en sus compartimientos estancos volviéndose "oscura en su expresión". No se comparte, por ende no sirve; no es útil, no cambia el mundo. Los grandes genios han sido, todos ellos e incluso a su pesar, generosos: la belleza de sus creaciones y sus aportes, por indescifrables que parezcan (yo no me voy a fijar tanto en la poética de la teoría de la relatividad o del signo lingüístico como en las emociones y el impulso creativo que me generan la música, la pintura o la narrativa) han cambiado la vida de cientos de millones de personas a lo largo de los tiempos.
Pretender guardarse para uno mismo esa comprensión, ese goce, es desvirtuar la finalidad misma del arte y la cultura. Pretender que ese goce no está (o no debería estar) al alcance de todos, o que sólo las mentes mejor preparadas pueden apreciarlo, es una afirmación propia de personas poco inteligentes. La inteligencia que se basa en una autocomplacencia contemplativa, esa que detentan los supuestos torturados e incomprendidos, no me sirve. Es como haberte comprado la edición más hermosa de un libro o película que te gusta para dejarla en el envoltorio y jamás usarla o leerla. Inteligencia de memorabilia, como objeto de culto, es como tener comida de adorno. Pasar hambre para que todos puedan ver que tenés algo que comer y que es más importante para vos como objeto de deseo que como alimento, es una de las peores incoherencias de las que es capaz el ser humano.

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Pasando la hoja, ¡marchen todos a ver Up! Yo no veo la hora de volver a verla.



martes, junio 09, 2009

Espacio de autobombo y difusión cultural


Amigos de este blog aletargado, mas no muerto. Dos avisos.

Primero: El estimadísimo Unser me ha hecho inmerecida (y por descarte) acreedora de un premio que comparto con gente más valiosa y posteadora, sin dudas. Pa que vean. El Premio Dardo (Best Blog Darts Thinker), que valora la creatividad de los autores y consiste en un reconocimiento "por transmitir cada día valores culturales, éticos, literarios, personales...", etc. Aceptarlo implica cumplir estas normas:


  1. Publicar el reglamento y el logo del premio.
  2. Enlazar al sitio que nos lo haya obsequiado.
  3. Premiar a otros 15 que según nuestro criterio se lo merezcan.
(si, copypasteé del blog del Unser. cuál é?)

Mis nominados son los quince primeros que lean este post y se adueñen del premio. Sé que mis lectores son pocos, pero todos dignos de cualquier premio que yo podría darles (sea inventado o heredado).

Segundo, y no menos importante: El amigo Paco, a.k.a. Paquette, nos invita a todos muy amablemente a un espectáculo del que puedo dar fe de su calidad artística y humorística: "Cronopio: Ser feliz".


Los veo allá, si se animan. El que menciona este post, me paga una cerveza. Me la merezco por trabajadora y buena niña.
AVISO DE ERRATA: La dirección del volante está mal, eh. Así que agenden la posta: Agüero 489, Abasto.

Saludos a todos y avanti popolo, que falta poco para las elecciones. ¿Cómo, todavía no saben a quién votan? Vamos, gente, media pila.

domingo, mayo 24, 2009

Darte cuenta...

... de que por alguna razón tus amigos dejaron de llamarte, y que cuando los hablás por teléfono el trato es distinto, es un golpe que siempre duele. 

No importa cuántos te hayan decepcionado antes, siempre es horrible darte cuenta que puede pasar. Una y otra y otra vez.

Y no sé qué es peor. Si darte cuenta de que hace mucho tiempo no tenés noticia de ellos por ningún lado (aunque los extrañás y se los hacés saber), o empezar a sospechar el motivo de esas ausencias, de ese destrato. 
Quizá ni ellos se dan cuenta que el trato empezó a cambiar mucho antes y que te diste cuenta, pero como una idiota pensaste que era culpa tuya, y te dedicaste a tratar de revertir lo que podría haber hecho que te ignoren o que te excluyan de las conversaciones. 

Será momento entonces, de dejar de ser abandónica cortés (de esas que nunca pueden, pero al menos agradecen que la tengan en cuenta, manda un mail por los cumpleaños o llama cada tanto para que se enteren de que le interesa mantener el contacto) y empezar a ser una de esas quemanaves compulsivas, cambiando de grupo como de calzones sin el más mínimo sentido de la lealtad.

Cada vez son menos los amigos y cada vez es más difícil el desprendimiento. Porque una vez que estás en mi vida de algún modo, no te saco. No me sale excluír, sino incluír. Aunque a veces siento que no doy abasto para devolver llamados o atenciones, trato de no fallar. Y siempre cuentan conmigo en los momentos donde todo falla. 

Porque yo cambié muchas cosas, pero esos detalles esenciales siguen estando.
Será que ya no soy soltera, será que mis payasadas ya no son las que eran, será que soy menos divertida ahora que cuando me ponía en pedo y me curtía todo lo que se movía. No sé. Me habré vuelto aburrida de golpe, prescindible. Habré dicho algo que no gustó. 

Sinceramente, ya no sé qué pensar. Y no quiero cansarme de pensar, porque el día que decida que no me importa nada, habré perdido otra vez.

viernes, mayo 01, 2009

Reflexiones que no vienen a cuento de nada.

Mientras juntaba y doblaba la última tanda de ropa limpia, hundiendo la nariz en el perfume a jabón y a aire fresco (que no es ni siquiera parecido al de la ropa oreada en la terraza de mi casa paterna, lamentablemente), me vino a la cabeza algo que puse en Twitter el otro día, hace unos cuantos días más bien.

Como individuos, experimentamos a medida que vamos viviendo y asomándonos al mundo (a la gente y al entramado social, más bien, que conforman ese mundo) diferentes sensaciones, sentimientos, emociones. A medida que las conocemos y les ponemos nombre, nos habituamos a ellas. Las desambiguamos por repetición, las asimilamos por costumbre. Siempre hay una rutina de emociones a la que estamos más o menos expuestos por una cuestión de carácter, o de educación, o de tendencia.

Pero seguramente más de una vez nos topamos con emociones y sensaciones nuevas o algo así. Tal vez nunca fueron experimentadas antes, quizá evoquen lejanamente a alguna otra que se les parece. Por poner un ejemplo clásico: el primer orgasmo de una mujer. Es algo que difícilmente se olvida, porque llega en un momento en que, mal que bien, hemos clasificado la mayor parte de la gama general de emociones y sensaciones que vamos a experimentar por el resto de nuestra vida: amor, odio, alegría, tristeza, decepción, angustia, impaciencia. O sea que la autoconciencia y el mecanismo identificatorio están a pleno buscando lo nuevo. El descubrimiento de lo nuevo es fundacional cuando somos niños, pero como adultos puede significar un momento precioso.

También pasa (bueno, en realidad a mí me pasa: no sé a ustedes) que un día te encontrás en medio de una conversación donde la gente habla de una sensación en común y vos sentís que sos sapo de otro pozo. Como si vinieran a discutir sobre el libro de Paluch o sobre física cuántica. Sapo de otro pozo de una emoción colectiva. A mí me pasa cuando alguien trata de transmitirme la emoción de un hincha de fútbol yendo a una cancha: yo podría perfectamente ir a una cancha y no sentir absolutamente nada, creo que vine sin ese chip. 
Pero me refiero a emociones bastante comunes, que corresponden a la mayoría de la población y que es bastante raro que una argentina adulta viviendo en esta metrópolis, hiperconectada e hiperinformada, no haya tenido todavía.

Todo este matete lleva a la conclusión de que, al día de la fecha, creo que nunca experimenté estos sentimientos -que considero- negativos:

- Odio. Si bien soy una persona a la que se podría calificar de emocional in extremis, nunca estuve de este lado del espectro. Sí he amado apasionadamente. Pero de alguna manera percibo al odio como una fuerza tan destructiva que algo me detiene justo antes de llegar a un punto de enrosque que me ponga en esa vereda. Me considero por demás sensible / perceptiva (algunas experiencias las volqué aquí) y absorbo demasiada vibra negativa por día como para desear que el estado de veneno se vuelva permanente.  
- Envidia: ídem odio. 
- Aburrimiento: No entiendo esta sensación. A ver si consigo explicarme. Alguna vez fui muy chica e inquieta. No este ente contemplativo y medio metafísico que a veces se cuela en el Extraño Mundo, sino una nena verdaderamente inquieta. De esas que hacen cagadas como treparse a cinco sillas superpuestas con tal de alcanzar un antojo momentáneo de inmediato. De esas que se tiran a una poza sin saber si van a dar pie. De las que no tenían problema en caminar distancias imposibles si al final del camino iba a estar la recompensa (una aventura, claro: a esa edad todo es aventura). Ayudó mucho que mis viejos me dieran mucha libertad para canalizar mis inquietudes; o tal vez esta tendencia a la dispersión de mi adultez sea hija de una faceta multitasking muy prematura. 
Pero no conozco el aburrimiento porque desde que tengo memoria me recuerdo haciendo algo.
Aún cuando parecía que estaba inmóvil, con la vista en el vacío, mi cabeza estaba llena de pensamientos y recuerdos que me costaba mucho clasificar y ordenar. Mis cefaleas empezaron en esa etapa, la primera infancia, y al día de hoy no me pongo de acuerdo: ¿eran causa o consecuencia de esa ebullición? Ya crecidita, sigo teniéndolas aunque los pensamientos están un poquito más ordenados. 
Aparte, todo me apasiona. Todo. Las pequeñas cosas de la vida diaria me encantan. Si bien no me caracerizo por mi practicidad (soy de las que van a lo difícil, según el compañero de depto), la rutina de mi casa me resulta tan apasionante como un viaje, aunque en distinta escala. Si tengo que hacer algo, trato de que me guste. No podría hacerlo si no me gusta. Soy una disfrutadora, una hedonista. De a poco fui excluyendo todo lo que me desagrada o transmutándolo en cosas que me dan más placer. Esto no quiere decir que me apasione sentarme a hacer encuestas telefónicas cuatro horas al día, o que no reniegue despegando la grasa de la cocina. Pero me gusta la mecanicidad de los ritos, y sobre todo siento que en el alma de esos ritos está el orden de mis pensamientos (que van desde el último libro que estoy leyendo hasta alguna evocación del pasado. Como por ejemplo, jugar a recordar cómo olía exactamente el hospital donde estaba internado mi abuelo paterno, o el ruido de la hamaca donde me senté durante dos horas a hacer el duelo de su muerte).
Aburrimiento me suena a pérdida de tiempo. "Pérdida de tiempo" es una frase tabú en la casa donde me crié. Al pedo, pero levantate temprano. Al pedo, pero hacé algo. Y si estás quieta y al pedo, disfrutá de la quietud y el alpedismo. En consecuencia, nunca me aburro.

Sí he experimentado otros sentimientos negativos. Y con mucha virulencia... Supongo que es eso lo que anula en mí la posibilidad de llegar a tener estos otros. La potencialidad del daño me asusta. 
Tiendo a percibirme como una persona feliz y ocupada. 

Corolario: Feliz día a todos los trabajadores: a aquellos que nunca se cansan de lo que hacen, a los que lo disfrutan, a los que lo sufren pero disfrutan de la recompensa, a los que no saben por qué, pero trabajan. A los que buscan sin dejar de hacerse útiles, a los que siempre están dispuestos a ayudar a otro aunque estén tapados de obligaciones. A mis mayores. A mis menores aprendiendo el valor del trabajo. Feliz día porque sí. Porque así me salen los posts, todos mezclados como mis emociones, como mis pensamientos, como mis reflexiones a cuento de nada.