Estoy dejando muchas cosas atrás y no las extraño. Para nada.
No más "te quieros" desprovistos de sentido.
No más llanto ni rabias ni angustias desperdiciadas.
Si no supieron estar cuando los necesité, fue para que aprendiera a no necesitarlos. Ni entonces, ni nunca.
Si dejaron de buscarme en algún momento no fue porque yo les dije "no puedo". A esta altura saben que "no puedo" no existe en mi vocabulario. Siempre me hago un tiempo para compartir con gente valiosa. Así que no me batan más esa excusa.
Ahora soy yo y mis circunstancias. Soy yo con regalito. Yo casada. Aburrida y repetitiva. Crecida, aunque no del todo madurada. La misma. Exactamente la misma. Aunque me miren y me traten distinto. Ni un ápice menos de ganas. Ni un poquito menos de fuerza.
Muchísimas gracias por lo poco que me dieron, que fue mucho para mí y nada para ustedes.
Muchas gracias por enseñarme que la hipocresía fue unilateral y no mutua. Que sigo teniendo el invicto de la honestidad.
Gracias, gracias, gracias de corazón.
No saben lo que me alivia sacármelos de encima y lo feliz que me siento en este momento de mi vida. Un momento que habría estado buenísimo compartir con ustedes, pero que eligieron perderse.