jueves, septiembre 18, 2008

Días de ruido

Vivo en esta ciudad llena de gente, autos, mugre y ruido. Ruido sobre todo. Tanto, que la gente está acostumbrada. Lo odia y lo necesita como si fuera una droga. No son capaces de quedarse en silencio porque se morirían de angustia. Se estresarían por falta de ruido.
Supongo que por eso terminan yendo de vacaciones a urbes superpobladas, como Córdoba, Mar del Plata o las playas más "in" de Brasil. O se encierran en corralones a saltar amontonados al ritmo de una música frenética que a menos que estés a dos metros del parlante suena átona. Simplemente ruido y más ruido.
Usualmente me cierro a él, acostumbrada a ignorarlo por mi salud mental. Pero desde hace unos días no paro de escucharlo.
Es inevitable, se mete por todas las hendijas y me taladra la cabeza, golpeándome como si fuera un punchingball. Las motos, las bocinas, los caños de escape abiertos, las alarmas, los martillos neumáticos, los gritos, me están dejando de cama. Por suerte es hoy, y hasta el lunes (espero) nada más... no más bochinche. O sí, pero de otro tipo.

En días como hoy pienso "¿Quién carajo me mandó mudarme acá?"
Y enseguida me acuerdo de que todo tiene una razón de ser, y que si no hubiera recorrido este camino hoy no tendría lo que tengo, ni sentiría lo que siento, ni habría vuelto a escribir. Nunca más.

Así que ... gracias.


You are my sweetest downfall...



(I loved you first)

9 comentarios:

Facundo-Roman dijo...

A mí me pasa que en veces contadas desenchufo la notebook y ese minúsculo ventilador, al estar ausente, provoca la sensación de haber descansado por días.
Debería hacerlo más seguido. Es como perderme de algo que una vez tuve.

El rincòn de mi niñez dijo...

Nunca entendí por que la gente en vacaciones busca el ruido,el amontonamiento .
Bué,tampoco me entienden a mí.
Yo necesito soledad,silencio...Solo el sonido y contacto con la naturaleza.

Es mas que cierto Cassandra,todo tiene una razón de ser.

Besos

Anónimo dijo...

A veces necesitamos el ruido de afuera para no escuchar el ruido que hacemos adentro. Todo vale.

Anónimo dijo...

Me he detenido enfrente del Congreso,
y en medio del urbano torbellino,
he soñado en un rústico camino
y me he sentido el corazón opreso.

Una tranquera floja, un monte espeso,
el girar perezoso de un molino,
la charla familiar de algún vecino,
¿no valen algo más que todo eso?

Se ahogaban en la esuina algunas flores;
a formidables tajos de colores,
abríase el asfalto humedecido
como esbozando trájica sonrisa.

¡Quién va a fijarse en mí, si hay tanta prisa!
¡Quién va a escuchar mi voz, si hay tanto ruido!

Vill Gates dijo...

A veces la excesiva sensibilidad al ruido es fruto del cansancio o, simplemente, de haber pasado una mala noche.
La genet sensible como usted debe manejar estos cobceptos y digo "debe" como autodefensa (suya).

Unknown dijo...

la potencia de mi ipod es genial para eso, pongo por ejemplo a la querida spektor y no hay martillo neumático en el mundo que pueda traspasar esa voz angelical y clavarse en mi cerebro. te recomiendo un ipod, unos buenos auriculares y regina.

las veces que me preguntaré "quién carajo me mandó mudarme acá".

beso Cass.

L.

Unknown dijo...

por cierto, corregí el premio richard nixon. si copiás el código y lo pegás de nuevo, la imagen ya no se escapa más por los bordes.

L.

Cassandra Cross dijo...

Radioeco: Tal cual! qué sensación gloriosa. Tiene todo el sabor de esas cualidades que faltan para ser extrañadas, y que disfrutamos al recuperar.

Marisa: Que sea difícil encontrar momentos de silencio hacen el doble de gratificante dar con ellos :-)

Lucy: Me llevo mejor con los ruidos internos (sonó medio raro, pero es así!). Lo que decís es una verdad enorme y tan evidente que me asombra que haya gente que no se de cuenta todavía. Delicias de la negación.

BFM: me encantó el poema. Tan apropiado... Gracias!

Vill: En mi caso hay una confluencia de distintas cosas. Nervios, ciclotimia, genética y haberme acostumbrado a ruidos menos estridentes... todo esto hace que valore más el silencio, o una charla apacible con música suave de fondo. Y el descanso... qué gran compañero.

Lucas: Como verás, tomo tus recomendaciones al pie de la letra. No creo que llegue al Ipod, pero mi MP3 va como piña con Regina y otras bellezas.
Ya le encontrarás el sentido a tu mudanza. Yo voy encontrando el mío...
Corregí el código! Grazie mille.

Anónimo dijo...

Ay, Cassandra, Cassandra. Me siento comprendid@…
No hay una conciencia, no se ha hecho carne que el ruido enferma.
Hasta no hace mucho, ir a un ciber era exponerse al cáncer de pulmón inmediato. Se prohibió fumar en ellos, y ahora se puede ir sin estar obligado a respirar lo que otros respiran y quieren yo respire.
No pasa lo mismo con el ruido, con los vecinos ruidosos, con los que usan altavoces para imponer su voz sobre las otras, con los escapes, con la música, los ringtones (y las conversaciones: el bondi parece un locutorio andante) y la reconch……
Dicen “andate al campo” para justificar su mala educación (o sea: me echan de mi casa), su autoritarismo, su voluntad de supremacía. O hay que hacer como tanta gente, que prende la tele aunque no la vea, o usa el mp3, tal vez para tapar el ruido de afuera con el ruido de adentro; tal vez, como Ud. observa, porque no se bancan el silencio.
Por cierto, en el campo también hay “ruido”: hay pájaros, hay bichos que hacen sus sonidos, está el viento. No hablamos de un silencio lunar; hablo de que no sacudan el aire que me rodea, maleducados del orto!!!!!!!!!!!!!!!!!!