El acto de escribir en tanto catarsis se me antoja a veces tan lejano a la felicidad que experimento en estos días que podría escudarme en esa excusa para justificar mis ausencias. Sin embargo, sigo escribiendo (aquí, allá, en privado, bajo otras identidades) y aprendo, de paso, a dejar ir el restito de energía malsana que me dejó el año pasado con actividades que, de a poco, se van ganando mi tiempo libre.
Entre tanto: viajes, planes de viajes, de futuro inmediato, decisiones que jamás imaginé tomar (siquiera plantearme) y nuevas actividades en el horizonte. Todas orientadas a mi perezosa creatividad, que se va despabilando de a cuotas. Amaso proyectos en silencio, no sea cosa que a fuerza de ventilarlos los mate antes de tiempo. Los atesoro, les doy forma, les pido paciencia, les hablo. La música inunda mis días. Ya queda poco del silencio y la modorra del verano; funciono en piloto automático (o casi) seis horas al día, el resto es pura euforia, apenas puedo creer que todavía consiga dormirme temprano con todas estas ideas en mi cabeza.
Ah, y encima viene Quidam.
Escuchen mis gritos de alegría en la noche. La noche, con sus murciélagos, sus grillos y su rumor de urbe dormida, aúlla conmigo.
Ah, y encima viene Quidam.
Escuchen mis gritos de alegría en la noche. La noche, con sus murciélagos, sus grillos y su rumor de urbe dormida, aúlla conmigo.
6 comentarios:
Y te mereces esa alegría. Y mucho más, y más, y más.
Abrazo, miamiga.
V.
No hay nada mejor para vivir feliz, que andar empollando proyectos.
Y ni le cuento cuando empiezan a romper el cascarón!!
=)
Me alegro mucho por vos. Te lo merecés.
Yo a veces no cuento mis proyectos porque es una manera de protegerme de mí misma. Horrible.
Seguí aullando con la noche, y escribiendo, escribiendo y escribiendo.
Les agradezco de corazón. A todos les deseo la misma asquerosa alegría que me invade en estos momentos...
^_^
casi como si fueramos amigas, un abrazo!
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