miércoles, julio 14, 2010

¿Por qué no?

1. Sobre el amor

El amor y la razón son arterias por las cuales necesariamente hay que circular por doble sentido, no se puede ir siempre hacia un solo lado, porque se acaban pronto si no se realimentan. Un ejemplo de la razón funcionando en doble sentido es la ciencia, que por definición necesita razón para existir. Y, según una lectura somera de la Biblia, ni siquiera Dios ama sin esperanza (y este es quizá el rasgo que lo muestra más sospechosamente humano).
En un mundo de individuos que viven colectivamente, el amor y la razón individuales son algo que pueden existir sin ninguna duda, aunque para dicho "mundo" como sistema de individuos, no. Amar en secreto, amarse uno mismo, amar por el amor mismo, son estados espirituales y como tales, no compartibles. Ya Dostoievsky y Sartre, por ejemplo, trataron el caso del "humanismo" que es capaz, según Dostoievsky, de sentir un amor ciertamente desproporcionado por los hombres en su conjunto pero que es incapaz de sentirlo por los individuos o, como doble paradoja en Sartre, que sublima en el todo el no poder concretar su consumación individual. Tomando estos dos ejemplos, podemos trazar todo un arco de situaciones similares que hacen de la autocontención del amor su paradoja y su muerte para el "mundo": ecologistas y/o amantes de los animales que detestan a los seres humanos, cristianos que deliberadamente deciden no amar al prójimo como a ellos mismos, maridos que golpean a sus mujeres, y un largo etcétera. Hay en los cultos religiosos una enorme cantidad de estas paradojas -en un sentido estricto y tomando a Dios como un ser teológicamente fuera de este "mundo" y que no es un igual- como el fenómeno de la clausura en algunas órdenes religiosas o llegar a la sublimación del amor conyugal en "el amor a Dios" o "el matrimonio con la Iglesia".
Hay un sofisma posmopolitan que dice que para amar a otros es necesario amarse primero, pero es una falacia que intenta decir que amarse uno mismo es condición suficiente para ser amado cuando apenas es condición necesaria para quienes precisan del narcisismo del otro como confirmación de una elección. Y hay un tema aquí del que no me quiero distraer: el narcisismo posmodernista metrosexual no es más que una velada salida del clóset del componente homosexual individual, a veces de manera tan exagerada que, en parejas heterosexuales, surge otra paradoja sobre el verdadero objeto del deseo.
Razón y amor pueden vivir aislados del mundo, sí, pero son estados "santos". Y, siguiendo a Henry Miller -que habla de la "madera" con la que están constituidos-, ya sabemos que los santos, los asesinos seriales, los locos y los poetas están "fuera del mundo" (y juro entre estos paréntesis que eso no significa ningún juicio de valor, sobre todo viviendo en una cultura que le reza a imágenes de mártires torturados, idealiza asesinos seriales en vampiros y otros similares, que considera a Hitler y a Videla "normales" y que siente una predilección especial por poetas sufridos y suicidas). Pero yo, con el fibrón negro en la mano, sé que necesito razón y amor de ida y vuelta para no darlos por inexistentes.

(Fender, en Das Gebiet. Hoy.)

En estos días, muchos amigos y notables de la casa se manifestaron con inteligencia, altura y respeto al respecto del matrimonio igualitario. Como, me consta, también han sabido manifestarse (y comprometerse, y actuar) en relación a otros temas igualmente "ocupantes" en este momento.

Les dejo algunos vínculos para que los lean:

- Celia nos recuerda que el derecho al amor atraviesa todas las creencias.
- destripa etimológica y semánticamente al matrimonio en Les Mots.
- Fodor y la Nación avergonzada.
- Augusto y los manotazos de una doble moral que se ahoga.
- Jerónimo y un punto de vista sobre la oposición de las instituciones eclesiásticas en este punto.
- Lucho y tres objeciones a los argumentos más recurrentes en contra del matrimonio igualitario.


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2. Sobre la realidad

¿Cuáles son las consecuencias reales de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario? ¿Existe una amenaza concreta al modus vivendi de las personas que ayer manifestaron su repudio frente al Congreso? ¿Se va a acabar la tradición occidental y cristiana tal como la conocemos? (respecto a esto último, está claro que no, pero con tanto tremendismo suelto...)

Esto me preguntaba hoy, en el trabajo, y me puse a garabatear algunas ideas que espero me ayuden a completar:

- El matrimonio heterosexual y la "verdadera familia", esa institución culturalmente establecida como parámetro de lo normal y deseable, no se van a acabar por la sola sanción de una ley que admita en su texto a otras familias igualmente orgánicas. Por la sencilla razón de que estas "familias alternativas" ya existen, ya conviven con las "verdaderas familias", sin que hasta el momento haya existido un menoscabo real de la estructura tradicional, normal y deseable.
- El potencial neurótico, enfermante, viciado e inmoral de estas "nuevas familias" no será diferente del de las "verdaderas familias". (Disculpen el exceso de comillas, estoy citando ideas / términos que no me son propios).
- La aprobación de la ley no conlleva obligatoriedad de transmitir a los niños (¡¡los niños!! las cabecitas de playa de todas las guerras, invocados por padres usualmente demasiado ocupados para ocuparse, hasta que alguien más despierto habla) un canon de valores ajeno a la familia a la que pertenece. Esto se relaciona íntimamente con el primer punto. Ni la ley ni las costumbres obligaron, obligan u obligarán a una familia a predicar valores estructurales (morales, éticos, culturales) que no comparte. Libre albedrío, ¿les suena?
Anexo a lo anterior: Sí sería deseable contemplar una exhaustiva actualización de los contenidos que se brindan en las charlas de educación sexual previstas para los colegios (tema para otros debates).
- De ninguna manera la nueva ley tendrá como consecuencia la imposición forzada a los niños, adolescentes, jóvenes, adultos o ancianos de una decisión tan delicada como es la elección de la propia sexualidad. Un niño podrá seguir asistiendo a colegios que comulguen con las ideas de sus padres, vivir en una burbuja donde la homosexualidad sea ignorada, ninguneada, discriminada, bastardeada... Por más que nos pese. Otra vez: libre albedrío. Es cansador aclararles a estos padres preocupados que no va a venir Pipo Pescador a decirles a sus niños que pueden elegir su sexualidad, válgame. Ustedes, padres, corren con la responsabilidad de una educación integral, con los fallos y los aciertos que sólo a la familia corresponden. Nadie, ni siquiera el Estado mediante la Ley, puede decirles qué enseñarles o no a sus hijos en este apartado. Aunque sean tergiversaciones y mentiras.
Esto es tan obvio que avergüenza leer argumentos como "a mis chicos se les va a enseñar en las escuelas que se puede elegir el género que uno quiere tener", "de acá a unos años vamos a tener los resultados psicológicos y comportamentales de niños influenciados y educados por padres del mismo sexo", "los homosexuales son parejas estériles y promueven una cultura que lleva a la muerte de la especie humana". Los chicos podrán seguir jugando con amigos potencialmente homosexuales sin menoscabo de su propia decisión sexual, a menos que entren a tallar factores como la perversión, y esto es privativo de la condición humana. Va mucho, mucho más allá de con quién elige casarse, acostarse o besarse cada uno.

Que se entienda: la homosexualidad no es una enfermedad. La homofobia sí.
Homosexualidad no es perversión sexual. Es orientación sexual y elección de vida, no la simple y mera manifestación de una enfermedad mental.

Se puede consultar bibliografía adicional sobre las familias en este sitio: QueerParents.org (está en inglés, paciencia)

No me sirven los statu quo mentirosos, inamovibles. No me sirve la historia estática, cíclica, gatopardista. No me sirve quedarme con lo que me enseñaron sin permitirme cuestionamientos o debates. No me sirve quedarme callada y meramente "tolerar": yo tolero, pero no voy a permitir que se me avasalle con pseudo-razonamientos o falacias ad-hominem.

A cada una de las conclusiones que puse más arriba, cualquier persona con ánimo de cuestionar la terminología y tipificación de la ley podría oponer un "Y entonces, ¿qué tiene de malo la unión civil? Podrían tener en la práctica los mismos derechos o muy similares..." y toda esta larga retahíla de "pero si..." que vengo escuchando, no en la última semana sino en la última década y media, más o menos. A esa oposición yo opondría la pregunta que titula el post. ¿Por qué no, entonces? ¿Por qué no "matrimonio"? Porque si a mis cuestionamientos van a salir bufando "tanta alharaca por una palabra", se estarán olvidando que a veces una palabra ("puto", por ejemplo) o una frase ("tortillera de mierda") alcanzan para reafirmar una indignidad. O para subvertir un orden impuesto a puro condicionamiento.

En un día en que se conmemora a todas las Revoluciones en una sola, les deseo a todos

LIBERTAD
IGUALDAD
FRATERNIDAD

Allons.
Porque es derecho del hombre.


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Actualización: Me gustaría cerrar citando a Yamila, una ex compañera de colegio, una persona de espíritu enorme, y a quien humildemente considero una amiga.
A raíz de un pequeño debate que hubo en Facebook, ella envió un e-mail del que me permito copiar aquí algunos párrafos.

(...)
No somos sólo XX y XY y afortunadamente la naturaleza humana no se reduce a eso. Si reducimos todo a esta distinción perfecta toda nuestra genética sería perfecta, y no habría mujeres u hombres que siendo tales no pudieran tener hijos. Dejemos de creer que la definíción del hombre se reduce al XX/Y ó que hay una manera de "ser normal" en relación a esto y que lo distinto a lo que fue arbitrariamente establecido como "normal" es una desviación ó aberración de la naturaleza. El racismo funciona de esa manera. El nazismo funcionó y funciona de esa manera (intentando eliminar toda "desviación" de una definición genética arbitrariamente establecida como la más apta ó mejor).
No hay nada perfecto ni exacto en la naturaleza. Por eso es inasible y misteriosa. Somos y ya. Que la ciencia establezca ciertos parámetros -o teoría de conjunto- para definir casos y avanzar con determinados fines es cierto, es aceptable y es necesario para su avance. Pero no podemos reducir la realidad y la vida a esos parámetros, como los únicos e indiscutibles. La historia nos muestra con muchos ejemplos (Galileo es uno de los más alevosos) que no podemos hacer carne postulados científicos -que son totalmente contingentes y modificables/ampliables/ reemplazables- para definir la realidad (aquí los sexos), porque la realidad es más compleja que su dimensión científica. La ciencia es sólo una mirada con ciertos fines específicos.

(...)

No somos iguales para unas cosas sí y para otras no. Somos todos seres distintos e iguales en derecho (que es una categoría establecida por el hombre).
Los hombres y las mujeres no somos pares de zapatos por suerte. Cada uno se calza del lado que su ser le indica, le nace, le es.

4 comentarios:

gabrielaa. dijo...

y de la mujer ;)

abrazos y besos mil

Cassandra Cross dijo...

Del ser humano debería haber puesto, no? :D
Abrazos y besos mil para vos, Gabaa de mi cuore!

Fodor Lobson dijo...

Perfecto, darling, perfecto!

(tamentablemente no puedo leer algunos de los links porque están asociados con perfiles de FB de gente que no conozco)

Cassandra Cross dijo...

Ufa, Fod. Voy a ver si puedo rastrearlos FUERA de FB y linkearlos de vuelta...
Gracias por pasar ^^