Cada vez crece un poco más mi capacidad de asombro.
Cuánta gente exponiéndose en un fotolog! en un blog! En todos lados el culto a la propia personalidad... al físico, al "yo hago" "yo pienso".
Yo, yo, yo.
Así está el mundo, lleno de personas que se miran el ombligo.
Ojalá yo pudiera.
Comentarios al margen, es muy raro cuando pasan cosas como estar en el lugar donde querés y debés estar... desenvolverte perfectamente... que todo salga cool, y cuando termina, lo único que pensás es en encontrar la puerta, empujarla, salir al aire de la noche, caminar o correr hasta que se haya ido esa espantosa espantosa espantosa sensación a encierro y humo y gente amontonada.
Seguro no soy la única en esto, seguro todos tenemos algún tipo de fobia social.
El que no es agorafóbico recela del contacto ajeno. U odia a los piqueteros, a los cartoneros, a los pibes que se juntan en la placita a tomar del tetra, a los fumetas de la esquina, a las viejas chusmas barriendo la vereda, a los pendejos ajenos que son insoportables, a los compañeros del laburo, a la propia familia.
Hay de todo.
Esta sociedad enferma, irónicamente, también puede curarse a sí misma.
Tolerancia es lo que falta.
Al menos, mi fobia pega adentro y no tiene que ver con el odio del otro. Pero cualquier miedo irracional es malo, todo prejuicio envenena, toda violencia (física, sicológica, espiritual; cualquiera) destruye.
Lo último que necesitamos es echarle más tierra encima a este quilombo. El cambio empieza en uno. Acá. Allí, donde estás sentado. Sabés cómo.