sábado, mayo 15, 2010

Rollercoaster-ing

Siempre encontré muy terapéuticos la limpieza y el orden. Si bien soy lo menos ortodoxa del mundo a la hora de lavar platos, sacudir el polvo y acondicionar pisos y muebles, hacerlo a mi tiempo y con la misma intensidad con la que me ocupo de otras cosas (hobbies, berretines) me llena de gratificación y alivio.
Raspo la suciedad de las cacerolas y de los platos y de a poco siento que me quito mi propia costra de frustración. Siento la limpieza del wok con los dedos mientras mi alma se libera del peso que la agobia. De repente, todos los problemas del día y algún que otro berrinche se vuelven insignificantes, tan pequeñitos que me provocan una sonrisa. No somos las estrellas más brillantes del Universo, pero estamos cerca en las promesas de un día como el de hoy.
Aún así, al final de una jornada o de varias sesiones de limpieza, tiene que caer al piso una media o romperse algo; un mueble improvisado con dos o tres cajas finalmente se desarmará, el viento revelará pelusas escondidas y soplará papeles cuando abramos la ventana para dejar entrar al fresco. Echaremos de menos tener un estante o dos de más, una habitación extra, un buen par de fundas con onda para los almohadones y un puff donde despatarrarse para sentir una canción.



Y así seguiremos el eterno camino en la búsqueda del equilibrio.

3 comentarios:

MariaCe dijo...

:D
Juro que me imaginé perfecto una propaganda de Cif Multiuso, con tus manos limpiando y la voz en off relatando esto tal tal tal tal como lo has dicho :)

Fodor Lobson dijo...

no tanto limpiar, pero sí ordenar, para mí ordenar es re-terapéutico

(estamos chapa chapa)

Estrella dijo...

Ay, me pasa lo mismo. Y esa sensación de deber cumplido, de tarea realizada, de orden exterior, se contagia en el adentro. O por lo menos, esa es la ilusión.