viernes, abril 01, 2011

All you need is love

No necesito gritarle a los cuatro vientos mi amor a mis amores. No necesito vivir en el pasado para hacerme cargo del peso de mi historia. No necesito poseer. No persigo la Felicidad; trabajo por ella. No me hacen falta amigos de ocasión; sí buenos compañeros e interlocutores en cada tramo del camino. No quiero quejarme. No busco la sanidad mental tanto como la estabilidad emocional. No ambiciono ni codicio. No necesito de nadie para vivir o para morirme. No necesito idealizar, y es uno de los dones que más agradezco. No necesito tomar ventajas o ganar siempre. No necesito exceso de abrigo, confort, pan para mañana. No necesito ni quiero a quien no me quiere. No sirvo para endulzar verdades, aunque sí que puedo ser elíptica y enmarañada cuando tengo días difíciles. Tampoco para esconder mis emociones. Si alguien va a alegrarse de mis dolores y sufrir mis alegrías (y viceversa) es su tema, no mío. No necesito vivir a través de otros, generar conflictos o armar bandos para una guerra que se pelea en el terreno de la imaginación. No necesito pensar que merezco algo de "la Vida".

Sí necesito que sepas cada día que te quiero. A vos, persona especial que estás en mi vida, nunca te van a faltar mi mano extendida ni mis palabras o actos de amor (privados, íntimos). Sí necesito la paz que conseguí a fuerza de darme mil batallas. Necesito de la naturaleza. Necesito mis cuadernos, la escritura, casi como al aire que respiro. Necesitaría vivir al lado del mar o la montaña, aunque sea unos meses por año (aunque esto es un condicional no inmediato ni excluyente; no puedo sentirme desagradecida con la vida que me ha tocado). Necesito, por nombrar algo frívolamente placentero, del mate por las mañanas y un poco de buena música variada en el celular para transitar estos espacios demasiado ruidosos. Necesito la música y las películas que puedo seguir viendo una y otra vez aunque sigan vivas e intactas en el recuerdo. Necesito estímulos constantes para que mi universo interior estalle cada día con una gama de colores diferentes. Necesito períodos más o menos largos de introspección o aislamiento (no puedo evitarlo). Necesito despertar cada día pensando que estoy en el Paraíso, por poco que dure esa sensación al encender la radio o llegar a la calle.

Si apenas una década y media atrás me hubieran dicho todo lo que mis significant others me dicen ahora me habría reído abiertamente. "Es una joda, ¿no?". Ahora la sonrisa es de gratitud e incredulidad. De a poco voy aprendiendo que algunas cualidades que consideraba menores han servido para llevarle algo de felicidad a gente que aprecio muchísimo, que quiero, que me importa. Increíblemente, a algunos desconocidos también. Al final, mi lugar en el mundo es un lugar de servicio: cada vuelta del camino me ha puesto a disposición de uno, varios o muchos. Cada vez son más y hay a quienes no conoceré jamás. Así lo prefiero. Que la energía positiva me acaricie una vez al día, cuando más lo necesito, es todo (y más de) lo que puedo pedir.

Aunque a esta altura de la vida hablar de experiencias como si fueran verdades es indudablemente pretencioso y poco humilde (sobre todo porque el aprendizaje nunca se acaba), creo que puedo decirles sin lugar a dudas que el mayor Maestro es el corazón. Si saben escucharlo, nunca los va a engañar. El problema es que aprender a escucharlo necesita de una cuota importante de abandono, intuición y confianza en uno mismo. Es imprescindible que apaguemos un poco el intelecto y el ego para que la cabeza y el alma queden absolutamente expuestos. Es fundamental también dejar de autojustificarse y aprender de una vez por todas que el "no sos vos, soy yo" puede, efectivamente, ser así tanto como al revés. Hacerse cargo de lo que es cada uno con sus fantasmas, limitaciones, errores y aciertos debe ser la tarea más interminable y dura del mundo.
Como suelen decir algunos de mis muy queridos maestros de la vida, se puede aprender de todo y de todos. Escuchar es un don precioso en vías de extinción. Oír, oímos todos. Escuchar... pocos. "Vengo con puños llenos de verdades" sólo es válido cuando las verdades lo ameritan, o la emoción nos tuerce el paso.
Pese a lo largo que lo expongo, creo que no es tan difícil. Sólo el que se carga la vida de ruido y obligaciones para no pensar corre el riesgo de truncarse en su crecimiento, por más que a su alrededor florezcan comodidades, trabajo, hijos y proyectos.
Yo quiero rendir, al final del camino, mis manos vacías y llenas de callos. Que cuando me pregunten en qué estaba invirtiendo el tiempo de mi vida pueda mostrar algo más que palabra escrita o diplomas en una pared. Quiero sostener la certeza de que en el final, el amor que obtienes es igual al amor que das.
Hasta ahora, cada vez que salgo de un período de silencio y oscuridad, o cada vez que caigo y me levanto, las manos que se extienden hacia mí no hacen más que darme la razón.

Gracias.

---------------------------------------------------

Esta es la música que ilumina mis días, los últimos de calor furioso, y me cambia la cara cuando camino por la calle.

No hay comentarios.: