viernes, diciembre 12, 2014

Border Line

Ejercer la empatía es transitar una delgada línea entre la mirada del depredador y la de la presa, sin saber bien a quién tenés enfrente "hasta que..."
Ni la mirada más transparente deja ver la intención cuando el psicópata es bueno. Conocí muchos muy buenos, pero el cuerpo también habla. Por eso no miro solamente a la cara, ni espero concentrar la atención en mí. Distraído, el objeto de estudio me revela todo lo que quiero. Más temprano que tarde.
La eficacia del depredador está en su capacidad de capturar primero con la mirada, después con una especie de devoción que no es otra cosa que un calculado interés. Dirá justo lo que querés escuchar. Tendrá gestos medidos de sensibilidad. 
Todos los gestos estudiados son iguales. Siempre. El tema es distinguir si esa sensibilidad aprendida es producto de una necesidad real de experimentar sentimientos y emociones genuinas, o apenas otro cazabobos. 
La realidad puede ser mejor que la expectativa, pero el delirante tiende a preferir su fantasía primero, recreándola mentalmente durante un determinado tiempo; luego buscará su concreción. Más a cualquier precio cuanto más delirante.
Lo bueno es lo malo de todo esto: nadie es infalible. Ni para protegerse ni para salirse con la suya.
Leer mucho ayuda a entender, pero nada abre tanto la cabeza como la búsqueda del conocimiento de los Otros que te rodean, con la misma curiosidad y atención que te dedicarías a vos mismo.
Funciono, como muchos de nosotros, a fuerza de paranoia. Pero la tengo tan naturalizada que se siente como si llevase un sistema complejo de alarmas revistiéndome por completo. Mi coraza es la exclusión del otro, su recategorización en depredador o presa. 
Estaré a salvo mientras no me convierta en presa.
Mi objetivo vital es la supervivencia para poder seguir viendo estos tiempos con ojos bien abiertos.

Transito la línea cada hora de cada día, en cada espacio abierto y cerrado. 
El abismo vive en mí.




No hay comentarios.: