sábado, junio 21, 2008

Día de la Fuentecitancia

En otra instancia de iniciativas ajenas que me copan, me hago eco de la propuesta de Subjuntivo (con el debido agradecimiento para Gerund por la invención del término). Les invito a conocer las bases de esta propuesta y repetirla con una entrada en su blog.

Elegiré un texto que me guste de una fuente que quiera, preferentemente un blog o similar, lo pegaré en mi blog entrecomillado, y citaré la fuente, con un link.

La persona elegida deberá, si le diere la gana, hacer lo propio, tomando la precaución de no elegir a quien lo hubiere elegido, y de citar o bien estas reglas, o este post, o al menos una clara explicación del asunto, de modo que el elegido sepa qué cuernos hacer.

Haciendo lo propio, les dejo un texto ajeno que en su momento me llenó de melancolía. Hay otros más tremendos, así que están invitados a leerlos si quieren.

Ozono

Una noción repentina de imposibilidad se estanca dentro mío y me paraliza en la vereda, ignorando la tormenta en ciernes.
Cae una copiosa lluvia inmaterial.
Un trueno intenta asustarme y ponerme en movimiento, porque los rayos que purpuran la tarde no consiguen distraer mi atención.
Es ella, está allí. Y no me mira. O peor, me mira eventualmente sin verme. No hace ningún gesto. Ni de complicidad, vergüenza o remordimiento.
De repente soy nada. Ni siquiera un pavote bajo la lluvia, mirando cómo me ignora.
Su auto gris está estacionado a mi lado, contra el cordón. Baja apenas la cabeza, como tratando de no pisar el agua que se acumula en la cuneta, al pasar entre éste y mi alfeñiquez repentina. Abre la puerta del lado del acompañante, mira hacia la otra vereda un instante y se mete adentro. Sigo sus movimientos y después retomo la dirección de esa última mirada.
Veo salir
de la puerta de un supermercado a un hombre gigante, de unos tres metros de altura, cargado con bolsas y paquetes. Miro de nuevo la ventanilla del auto. Veo su imagen sesgada por el cristal y el ángulo agudo. Creo que me busca por el espejo retrovisor de la derecha, haciendo una finta repentina.
El monstruo llega con los víveres, abre la puerta izquierda detrás del conductor y arroja con displicencia los bultos. Dirige una mirada carente de interés hacía mí, una décima de segundo. "Un pavote bajo la lluvia", habrá pensado. Se derrumba sobre sí hasta achicar su tamaño ciclópeo al de un hombre de un metro noventa y tantos, compatible apenas con el habitáculo del auto, y sube también. Lo pone en marcha, mientras el "stop" hace un guiño y un humo blanco brota del escape.
Se dicen algo. Ella encoge los hombros.
Salen con velocidad hacia la esquina. Al llegar, vuelven a brillar las luces del freno. Desaparecen para siempre.
La tarde se puso negra de tormenta y de verdades aprendidas por primera vez.
Sigo seco, parado bajo una lluvia torrencial.


Aún hoy, después de veinte años, recuerdo el olor a ozono que me envolvía esa tarde.


Fender Gebiet (de su apartado "Remembranzas", en Excretos)

Me encantaría poner más textos, pero estimo que al ser una iniciativa libre, la gente a la que me gustaría citar eventualmente nos ofrecerá su propia recomendación.
Que pasen bien esta noche, que es la más larga del año.


3 comentarios:

El Profe dijo...

Me gustó la propuesta y el texto elegido me parecio muy bueno. Me pusé al día con la lecura de tu blog. Y por estos lados la noche más larga fue hermosa el día fue super cortito de 10:00 a 18:10... no me alcanzó la luz del sol :D

¡Un abrazo Cass!

Anónimo dijo...

Es muy lindo y muy triste, pero no puedo dejar de preguntarme a qué huele el Ozono.

Cassandra Cross dijo...

Profe: Vio, no era tan terrible, si igual tampoco posteo tan seguido. Y sí, la verdad es que me costó horrores decidirme por el texto, pero acá quedó.
Ya volverán los días largos de mucha luz, lamentablemente volverán con el calor a cuestas! grrr...

Unade2: Huele a tormenta inminente. :-)

Gracias por pasar!!