lunes, junio 30, 2008

Hastiada (I)

Nunca, hasta que empecé a bloggear, había caído en la cuenta de cuánta gente está obsesionada, de una u otra forma, por el tema de la gordura.
No de la obesidad: de la GORDURA. Así de neto, así de grasa como suena. "Obeso" es un término clínico; decirle "obeso" a alguien es asumir que está enfermo. Decir de alguien, o de uno mismo, que está gordo o gorda es peyorativo. Acusa culpa. Es insidioso e insultante. Es el pasaporte directo a una autoestima de mierda.
Gordos y gordas no tienen (tenemos) perdón de Dios. Elegimos estar gordos, qué horror. Vamos por la vida insultando a la gente que día a día "se cuida" para "mantener la salud" (ay, ¡vamos!). No nos hacemos ningún favor a nosotros mismos, transmitimos un mensaje negativo y encima contaminamos el paisaje.

Desde que me levanté hoy tuve que leer al menos cinco escritos donde se toca el tema de la misma manera: superficial y banalmente. El más triste, el que más me irrita e indigna, está en uno de los blogs más leídos y linkeados del país (no voy a hacerle el favor de regalarle otro vínculo; no lo necesita y honestamente no tengo la menor gana de correr la bola de ejemplos funestos).
Resulta que la blogósfera está llena de ex gorditos y gorditas, arrepentidos que no sólo reniegan de ese pasado, sino que dedican su vida (real y virtual) a defenestrar ese modelo que dejaron atrás. Con vergüenza algunas veces, con autocompasión siempre y con un falso sentido del humor ("ríanse del gordo, si yo me río de lo que era no puede ser tan malo") van rematando el laburo que hace años empezaron las casas de alta costura, los talleres de ropa nacionales e importados y tantos otros sectores de la cultura marketinera en la que vivimos. Fábrica de autoestimas rotas, de depresiones e incluso suicidios.

Los leo y me asquean. Uno que llegó a pesar 110 kilos tilda de gordita a una mina que debe ser la mitad de lo que soy yo. Cuento los posts: las alusiones a la delgadez de sus ideales están por todos lados, no importa que Fulana sea incogible de cara porque total "es flaca"; y así sucesivamente.
Estoy rodeada (aunque no me rocen, por suerte) de gente funesta que no se priva de despotricar contra una amenaza que los puede alcanzar en cualquier momento. Porque el tiempo pasa para todos, y las hormonas no perdonan (a menos que estés dispuesto a sostener un ritmo de vida que, está visto, es demasiado sacrificado para vos).

¿Por qué? ¿Para qué? Glorificamos al flaco como modelo a seguir, como ideal ya no de vida sana, sino de status. Parecer es ser. Ser es tener. Ser es aspirar, "pertenecer". Ser es llegar... ¿a qué? ¿A que alguna vez alguien se fije en vos con mejores ojos porque "estás fuerte"? ¿Qué mérito hay en eso? Y cuando llegues a viejo o a vieja... ¿Qué te va a quedar? Aviso a la población: La estupidez se agudiza, no se cura. La huequez no tiene remedio, y en esas crisis que vienen de a décadas se suelen producir picos alarmantes.

Más allá del endiosamiento de algo tan transitorio y degradable como puede ser el cuerpo con el que uno nació, están todos estos conceptos falsos. También hay una cierta falsa simpatía para con el gordito que tiene un éxito momentáneo (la "Tota" Santillán, sin ir más lejos, y todo ese circo de gatos que lo rondan permanentemente), pero de quien se siguen riendo a escondidas. Con una sonrisa se llenan la boca diciendo "Pero los gorditos también merecen amor..." y a la primera de cambio sueltan un "gordo/a de mierda" como quien dice "forrrrro" (así; alargando las erres y todo).

Cortémosla acá con el caretaje.
Yo también tuve problemas de peso en mi adolescencia e ir a comprar ropa con una madre una cabeza más bajita y esbelta como una sílfide era, cuanto menos, complicado para mí; no obstante, no sufrí como un chancho ni me veía hecha una vaca en todos los espejos. Simplemente, me frustraba un poco el hecho de no poder vestirme como el resto de mis amigas, en las casas de ropa donde todas compraban jeans y camisas... ¿So what? Terminaba cayendo en lo de una modista, capaz de copiar el molde de algún vestido a la moda para que pudiera usarlo. Y a otra cosa, che, que hay cosas más importantes por las que sufrir.
Siendo originaria de pueblo chico, la variedad de talles en ciertos locales era muy acotada y los lugares que proclamaban "talles grandes" se evitaban con cierto horror. No por mí, claro.
Esa frustración la estoy sintiendo recién ahora, con el tiempo, en una ciudad que es tan grande que no deberian faltar talles para mí. ¡Fuck! Soy 46/48 de pantalones y XL en camisas o remeras de mujer. ¿Qué tan difícil puede ser?
Y lo es. Es difícil. Sigue siéndolo. Pero no me quejo, porque estoy y soy como elegí. No es que no pretenda mejorar mi calidad de vida. Ahora, esto es lo que hay. Y para lo que soy, que no es una bestialidad, pretendo lo que me prometieron: talles realistas. Algo que me indique que estoy en la vereda de la aceptación como un standard de cuerpo más: la mujer camión, la gringa grandota.

¿Será mucho pedir, también, que los ex gorditos y las gorditas potenciales se dejen de romper los huevos y empiecen a aceptarse a sí mismos? Defenestrarlos(nos) habla mucho peor de ellos como personas que del objeto del ataque o de la burla. Algo es seguro: Tan inteligentes no son, si han caído en esta trampa cazabobos que es la más básica que hay.

También estoy muy hastiada de la glorificación del dinero, pero eso quedará como tema para otro post. Suficiente agretez para un comienzo de semana. Sepan disculpar, pero una también es humana y se harta.

ACTUALIZACIÓN: Como los detonantes son casi los mismos, les invito a leer un excelente post de Calíope sobre algunos aspectos de la femineidad exacerbados, y cosas por el estilo.


domingo, junio 29, 2008

Lo bueno, lo malo y lo feo

Tres botones de muestra de un fin de semana (a)típico:

- Lo bueno: Leí mucho, estoy volviendo a encontrar momentos de lectura continua y me encanta poder hacerlo. Lo mismo con la música: me puse al día con las recomendaciones de mis amigos y hay un par de hallazgos que hacen del día algo mejor.
En todo caso, esta chica me tiene todavía subyugada. No me canso de escucharla.



En lo tocante a libros, terminé en un día la excelente novela "Plop", de Rafael Pinedo. Muy recomendable sobre todo si te gusta la ciencia ficción y lo fantástico. También estoy re-visitando a Angélica Gorodischer y empezando los Lengua de Trapo que compré en la feria.
En la misma línea ciencia-ficcional, recomiendo se tomen un tiempo (pueden hacerlo mientras toman un buen té o café junto a la computadora) para leer este relato del señor Jorge Mux en su notable blog Monstruos y Berenjenas.

- Lo malo: Noticias que una nunca quiere leer; una, sobre el tema papeleras (doloroso pero real: no importa cuánto muevas el culo, si el gobierno no te apoya con sus recursos es al divino botón. Además, ellos ya dieron la batalla por perdida antes de empezar). Otra, sobre una realidad que no está tan lejos; en Santiago y Tucumán pasan cosas como ésta todos los días.

- Lo feo: Esa sensación extraña que te queda en la boca del estómago cuando tenés sueños cargados de símbolos (¡¡muy cargados!!) que no sabés, no podés o no querés interpretar.

Por suerte, nada que sea feo dura mucho cuando tenés un buen despertar y te das cuenta que tenés una ventana al cielo por donde entra el sol. Entonces, mejor ser agradecida y dedicarse a disfrutar lo que queda del fin de semana. También lo deseo para todos ustedes.

miércoles, junio 25, 2008

Contradicción y tristeza infinitas

Cuando leo notas como ésta me pongo muy triste. Siento, literalmente, que el alma se me va a los pies. Me pesa el corazón, me duele. Camino con piedras en la panza desesperada por no poder poner un poco de comida en la falda de cualquier chiquito descalzo de los tantos que me cruzo entre el trabajo y mi casa.

Me siento una mierda. Ni más ni menos. Así como muchas veces me siento un desperdicio porque sé que podría y debería estar trabajando por un mejor sueldo, en un lugar más acorde a mis conocimientos y habilidades, mil veces más me siento desbordada por estos cachetazos de realidad que hacen que ese pensamiento anterior quede reducido a nada. Cuando leo esos artículos y pienso en la cantidad de noticias que me pasan todo el día por delante, o me pasaron en algún momento, quiero que la tierra me trague antes de volver a tener otro pensamiento frívolo.

Al mismo tiempo, me doy cuenta de que empecé a crecer el día que dejé de sentir la culpa de ser privilegiada en un mundo donde pocas personas lo son. Tengo salud (sí, aunque hay días que me siento una viejita achacosa), tengo un techo, comida, posibilidad de pagar mis cuentas y algún que otro gusto de vez en cuando. Es cierto que trabajo para eso, y que se supone es lo mínimo que debería tener llegada a cierta edad o circunstancias.

Pero no hay neurosis que mitigue la impotencia que me deja sin palabras.

Esa piedra en el estómago que creció merced a la desafortunada combinación de una nota en un diario y el comentario que a mi jefe no se le cae nunca de la boca ("el pobre es pobre porque así está cómodo") no se me va a ir aunque el día de mañana termine viviendo bajo un puente.
Tampoco me va a impedir comer tan pronto haya llegado a casa.
No sirve de nada extrañar la inconsciencia de la infancia ("qué feliz era yo cuando no me enteraba de estas cosas"), ni desear la involución total de la especie humana.
No sirve de nada que me llene de explosivos y me inmole contra la chimenea de Botnia o en la plaza del Congreso, o en un local lleno de militantes neonazis.

Sigo creyendo que lo mejor es hacer lo que se puede, lo máximo posible desde el pequeñísimo lugar que uno ocupa. Atraso mil años, ya sé. Pero es lo que siento.

Eso, o que me convenzan de que un PEM monumental les reseteó el chip a todos los que digitan el mundo y decretan que haya pobres para que siga habiendo ricos. Utopía lamentable y simplista. Como creer que el haberme unido hoy a esta causa* cambia en algo el status quo.

Puesta una y otra vez frente a la bronca, la impotencia y la tristeza, elijo seguir creyendo que cambiar es posible. Si no creo en eso, me muero.


*Oh, detestable militancia virtual, que aplacas conciencias culoplanchistas al ritmo de una pegadiza canción en la publicidad de Speedy. Ahora todos somos ecologistas, qué lo recontraparió.

sábado, junio 21, 2008

Día de la Fuentecitancia

En otra instancia de iniciativas ajenas que me copan, me hago eco de la propuesta de Subjuntivo (con el debido agradecimiento para Gerund por la invención del término). Les invito a conocer las bases de esta propuesta y repetirla con una entrada en su blog.

Elegiré un texto que me guste de una fuente que quiera, preferentemente un blog o similar, lo pegaré en mi blog entrecomillado, y citaré la fuente, con un link.

La persona elegida deberá, si le diere la gana, hacer lo propio, tomando la precaución de no elegir a quien lo hubiere elegido, y de citar o bien estas reglas, o este post, o al menos una clara explicación del asunto, de modo que el elegido sepa qué cuernos hacer.

Haciendo lo propio, les dejo un texto ajeno que en su momento me llenó de melancolía. Hay otros más tremendos, así que están invitados a leerlos si quieren.

Ozono

Una noción repentina de imposibilidad se estanca dentro mío y me paraliza en la vereda, ignorando la tormenta en ciernes.
Cae una copiosa lluvia inmaterial.
Un trueno intenta asustarme y ponerme en movimiento, porque los rayos que purpuran la tarde no consiguen distraer mi atención.
Es ella, está allí. Y no me mira. O peor, me mira eventualmente sin verme. No hace ningún gesto. Ni de complicidad, vergüenza o remordimiento.
De repente soy nada. Ni siquiera un pavote bajo la lluvia, mirando cómo me ignora.
Su auto gris está estacionado a mi lado, contra el cordón. Baja apenas la cabeza, como tratando de no pisar el agua que se acumula en la cuneta, al pasar entre éste y mi alfeñiquez repentina. Abre la puerta del lado del acompañante, mira hacia la otra vereda un instante y se mete adentro. Sigo sus movimientos y después retomo la dirección de esa última mirada.
Veo salir
de la puerta de un supermercado a un hombre gigante, de unos tres metros de altura, cargado con bolsas y paquetes. Miro de nuevo la ventanilla del auto. Veo su imagen sesgada por el cristal y el ángulo agudo. Creo que me busca por el espejo retrovisor de la derecha, haciendo una finta repentina.
El monstruo llega con los víveres, abre la puerta izquierda detrás del conductor y arroja con displicencia los bultos. Dirige una mirada carente de interés hacía mí, una décima de segundo. "Un pavote bajo la lluvia", habrá pensado. Se derrumba sobre sí hasta achicar su tamaño ciclópeo al de un hombre de un metro noventa y tantos, compatible apenas con el habitáculo del auto, y sube también. Lo pone en marcha, mientras el "stop" hace un guiño y un humo blanco brota del escape.
Se dicen algo. Ella encoge los hombros.
Salen con velocidad hacia la esquina. Al llegar, vuelven a brillar las luces del freno. Desaparecen para siempre.
La tarde se puso negra de tormenta y de verdades aprendidas por primera vez.
Sigo seco, parado bajo una lluvia torrencial.


Aún hoy, después de veinte años, recuerdo el olor a ozono que me envolvía esa tarde.


Fender Gebiet (de su apartado "Remembranzas", en Excretos)

Me encantaría poner más textos, pero estimo que al ser una iniciativa libre, la gente a la que me gustaría citar eventualmente nos ofrecerá su propia recomendación.
Que pasen bien esta noche, que es la más larga del año.


jueves, junio 19, 2008

Decime que es joda...

En dos blogs que sigo con regularidad, Hablando del Asunto y El cliente NUNCA tiene la razón, se hacen eco de una advertencia para tener en cuenta.

El Capitán Burton incluso publica scans de las hojas del libro en cuestión para quienes necesiten más referencias.

No me considero una mojigata espantable, pero cuando la realidad supera a la ficción en estos términos, tengo pocas opciones. Y esta "jodita" no me hace la mínima gracia.

Les recomiendo que si ven este libro u otros de la misma procedencia, como mínimo, pregúntenle al librero si sabe lo que está vendiendo y lo pongan sobre aviso.

martes, junio 17, 2008

Extraño anochecer de un sábado agitado

El sábado fue tan extraño como puede serlo un día cualquiera con el conflicto a las puertas de casa.
Si lo primero que olés al asomarte es el humo de las gomas quemadas y sabés que viene en camino un cargamento precioso de seres queridos, en lo último que vas a pensar es en el fin de semana largo. Sí, un poco más, tal vez, en el día del padre y el feriado que Belgrano nos legó (y la conveniencia consumista, que no descansa pese a los paros, corrió de fecha).
Qué extraño resulta ver en la televisión lo que está sucediendo a apenas quince kilómetros de la misma puerta por la que entraron mis sobrinas, envueltas en toses y mocos. Vecinos contra vecinos, el mutismo incomprensible de quien debería dar respuestas. Forcejeos y pese a todo la voluntad de no estallar el puño contra el rostro del que ayer te cebaba un mate. Disculpas cruzadas de súplica, papeles de por medio; la Constitución, nada menos.

Más extraño aún: Un llamado, atendido por mi hermana; la voz de una mujer detrás de la característica desconocida.
- ¿Señora, estoy llamando a Gualeguaychú?
- Sí, pero ¿quién habla?
- Le estoy llamando desde Chaco. No me corte, por favor. Aquí estamos como ustedes, peor que ustedes, y tenemos los pueblos movilizados pero no nos escuchan. A nosotros nadie nos presta atención, pero ustedes pueden hacerse ver, tienen a todos los canales allá. Por favor, avísele a sus vecinos y que salgan todos a la ruta a defender a los suyos. Aprovechen a reclamar y que los oigan, por favor.

No estamos de acuerdo con los cortes (si bien hace una semana y pico que dejaron de frenar transporte, la gente sigue acampando ahí), pero qué podés hacer cuando vos, que tenés la panza llena y el corazón contento, ves por televisión que hay gente que creció en tu barrio saliendo a ponerle el cuerpo a una protesta sectorial sin más armas o escudos que los mates y las banderas. Es ir o ir, porque no te animás a dejar sola a tu vieja y a tu abuela y al vecino y a los ex compañeros de colegio frente a Gendarmería, porque éstos son todos gente "de acá" pero si mandan a gendarmes de otras provincias, quién sabe. Y si vamos a rodar, rodemos todos. Y si alguien grita, que el grito sea tan fuerte que se escuche en la Capital dormida donde recién se están dando cuenta que el desabastecimiento y la inflación la hicimos entre todos; por inacción, por desconciencia política, por comodidad, por no tener menos, por sobrevivir, por nada.

Llega la tarde. Volvemos a casa ateridos de frío esperando un mensaje del gobierno, pero nada ocurre hasta bastante tarde, que es cuando los ministros de imponentes bigotes se deciden a espetar más de lo mismo en una payasada que quiere ser conferencia de prensa y termina dejando gusto a nada, como siempre, como hace días.
¿Dónde está ella, dónde está? Si no está en Calafate, ni en Olivos, ni en la Plaza, ¿dónde está, por qué no habla? ¿Cuál es el resultado de la sumatoria de tres poderes ausentes, más un terrateniente patagónico atravesando la plaza antioligárquica, recibiendo sólo vítores y aplausos de aquellos que tan furiosamente reclaman menos pobreza? ¿Apoyo soberano, o anhelo de pertenencia? ¿Ser fieles adictos nos garantizará la jubilación, el pan para nuestros hijos, nietos, sobrinos? ¿Nos garantizará no terminar en anarquía, o en la calle indiferentes a todo, excluídos para siempre? ¿A quién defiendo? ¿A este anónimo o a aquél, a este garca o a este otro? ¿Vale decir que estoy cansada?

Extraño, extraño sábado. May no duerme en casa, Fini tose y llora, llena de mocos. Suspiramos. Cenamos restos del mediodía. Todavía no lo sabemos, pero no hay agua en toda la ciudad (nos enteraremos el domingo Día del Padre, cuando se nos antoje pasar por el baño y el tanque se haya agotado). La mitad de la familia no duerme bien hace varios días y aparentemente no hay ansiolíticos ni tés antigripales que reviertan el cuadro.
La nena está molesta, quiere dormir y no puede. Vamos al auto, salgamos un poco a despejarnos este día extraño.
Vamos, munidos de una mamadera y un par de CD's que no llegamos ni a mirar; alguien dejó un CD de Sui Generis en el reproductor.
- ¿No es de ustedes?
- No, creíamos que era de ustedes. Se lo habrá olvidado alguien.

Empieza el paseo rumbo a la Costanera desierta, bajamos al parque mudo e inmóvil, suspendido en un aire quieto de invierno como si fuera un bosque submarino, iluminado cenitalmente. Cantamos. Los cuatro. Los dos que vivieron los '70, la treintañera en ciernes; hasta la bebé de un año y medio, tararea a tropezones "Aprendizaje", agarrada a su mamadera.
Qué extraño es esto, justo hoy, con este frío y estos trastornos, silenciosos de a ratos y de a ratos cantando, pensando siempre, cada vez menos angustiados y más esperanzados "porque estamos juntos, pese a todo". Las preocupaciones quedarán para mañana.

Pasan los minutos. Fini cabecea y cae en el regazo de la abuela. A regañadientes se deja aupar hasta el sillón del living, junto a la estufa. Abro el garage para que entre el auto, suena "El tuerto y los ciegos". Nos miramos, sonreímos.
Él me hace una caricia que es mimo y dedicatoria. Los dos pensamos en la charla que tuvimos por la tarde sobre Charly y las profecías autocumplidas.



(El día termina en medio de esquivadas furiosas de zapping a los noticieros y una última mirada a los libros. Afuera, caminan y se ríen los chicos que van a bolichear. Y apenas es un sábado más).

lunes, junio 09, 2008

Uh, sí... un esfuerzo bárbaro


Zorrita me hizo hoy acreedora a este premio inmerecido, y lo publico sólo por el profundo afecto que le tengo...

En cuanto a la consigna, consiste en detallar seis valores o cosas que uno considere importantes, y seis anti-valores (o valores que no lo son, no sé si existe una categoría de esas... o tal vez cosas que no importan y no sirven para nada, bah). Me queda la duda mortal sobre si son propios o ajenos, así que por las dudas generalizo y ya táh, y que venga Zorra y me corrija si es macho.

Ahí va:

Valores:

- Capacidad de entrega a los otros (dar, servir)
- Sinceridad aunque duela
- Ser afectuoso sin reservas con quienes inspiran nuestro afecto (qué es eso de ir por la vida amarreteando cariño, habráse visto)
- Respeto
- Coherencia
- Perseverancia y fuerza de voluntad

Anti-Valores (o cosas que me hacen sentir como el traste cuando las percibo y que no ayudan a nadie)

- Hipocresía
- Individualismo furioso / Egoísmo
- La indiferencia en todas sus formas (hacia el otro, hacia el medio ambiente, hacia la realidad que toca vivir)
- Ignorancia supina y autoproclamada con orgullo
- La violencia en todas sus formas, sobre todo la que se ejerce desde los lugares de poder erigidos para servir, y no para perjudicar
- La cobardía

Tengo que pasar esto a seis personas, con el terrible dilema de que ninguna de ellas se va a hacer cargo de tomar esta posta (es más, algunas me putearán merecidamente), pero bueno... al menos lo intenté.

- Fender: Porque hay esfuerzos diarios que nunca podrán ser suficientemente recompensados...
- Lady Kelvin: Laburante, esposa, madre, ama de casa y anecdotista brillante... si eso no requiere esfuerzo... (Por más que se note que todo lo hace con gusto y voluntad)
- Vontrier: Está en todo, y siempre va por más. Yo apenas puedo con un par de blogs de manera errática e inconstante, y ella tiene tantos, ¡y tan buenos!
- Gerund: Porque me cae de puta madre y porque siempre tiene fuerzas, aunque esté sin fuerzas. Porque es esquizo, como yo y como quien sigue:
- Fodor (Y por extensión, Rodolfo Snob y Son of Doctor Lobo): Sabido es que este hombre works hard for the money pero siempre tiene tiempo para derrochar en sus posts alguna cuotita de buena y mala onda, alguna anécdota graciosa, alguna reseña cinematográfica, alguna encuesta o datito interesante, ¡¡así no vale, loco!!, ¡¡así cualquiera parece improductiva!! (el palo va también para usté, Fender)
- Thiago: Porque es un tren a 120km/h cuesta abajo cuando algo le interesa. No importa cuánto le cueste.

Sepan perdonar los que han quedado afuera, no duden que serán tenidos en cuenta para futuros premios :-P
En cuanto a los nominados, siéntanse libres de hacer lo que se les cante con el premio, aunque las reglas indican que deberían colgarlo en sus blogs, colocar los seis valores o cosas importantes y las seis porquerías antivalorosas, y luego pasarle el fardo a otros seis. Zeiz, zeiz, zeiz... la zifra de Zatán... ya saben, hoy a las 23 en canal 7... blablabla.

En fin, buen comienzo de la semana y perdónenme, trataré de no volver a hacer esta zapallada.

martes, junio 03, 2008

La vida de los otros es tan fácil...

Suelo pensar de mí misma que soy una buena persona. Al menos, una de esas personas inofensivas, casi intrascendentes, que buscan pasar haciendo el menor ruido por las vidas de muchos terceros, y dejar una huella positiva en la de los pocos significantes. En ningún caso una mala mina, una hija de puta, una persona con mala leche... tengo en claro que el karma es fatalmente eficaz.

No tuve esa etapa adolescente hormonal y transera que tuvieron tantas otras de mis compañeras.
No corrí peligro de embarazo. No era de las que se ponía en pedo en los boliches.
Era casi una alumna modélica, y en mi casa "la que nunca molestaba" (excepto con algunas ideas raras).
Transité un primer noviazgo vertiginoso que me llevó por todos los rincones antes inexplorados, y de ahí salté al siguiente, casi sin pensar, en el impulso que da la certeza de haber encontrado a la persona correcta.
Un día, volviendo de un viaje inolvidable, con el pelo y la ropa llenos de arena salitrosa, la envidia de una compañera de pensión me atajó en el hall de entrada.

"Se te ve muy bien" había dicho una.
"Estoy enamorada" recuerdo haber respondido.
"Qué bueno. Ojalá yo pudiera dejar de querer y enamorarme de otro así de fácil" dijo la venenosa de turno.

Esas palabras no me abandonaron nunca.
¿Y si yo era así?
¿Y si yo era de esas personas eternamente condenadas a idealizar y desencantarse?
¿Si, como sugirió aquella estudiante de psicología con relaciones "difíciles", yo era una mala mina por relegar los meses de felicidad anterior por el amor actual? ¿Si yo soy como me ven los otros y no como sé que soy?
¿Sé qué soy?

Qué fácil que es la vida de los otros, pienso mientras con una mano acaricio la pena ajena y mis palabras consuelan, y con la otra me flagelo por los errores cometidos mientras mis oídos reciben la merecida reprimenda por las acciones erradas.
Qué fácil me juzgan y cuán a la ligera las personas que tuvieron de mí un conocimiento sesgado. Más furibundo el juicio cuanto más superficial el conocimiento.

A la que estaba acá adentro, tratando de respirar un aire de prestado, casi nadie le dio pelota.

Y ahora que es más fácil, algunas cosas no cambian.
Como este afán de complicarlo todo, cada tanto.
Ahora que sé que no soy la que creían que era, pienso cuánto más fácil sería tomar ciertas decisiones si fuera esa persona que decían que soy.