miércoles, enero 24, 2007

In the mood for rain

Una lluvia mansa y constante se descarga sobre la ciudad. Yo camino.

Camino por Lavalle con la vista clavada en los escasos árboles, de copas altísimas que buscan sobrepasar a los edificios para ganarles el sol. Hojas renovadas de verde, a mediodía. Viento fresco que preanuncia más lluvia.

Camino dándome cuenta que hay un par de personas mirándome pasar, puedo escucharlos pensar en mi enajenación como algo extraño, pero nadie habla; nadie dice nada.

De repente, hay en la ciudad un silencio perfecto. Sólo las gotas de lluvia caen pesadas, parsimoniosas, sobre el asfalto.

Nadie camina cerca, todos esperan bajo los techos: es una postal que conozco. Pero mi corazón es otro. Hoy no los noto. No los desprecio por ser "gente de azúcar". Simplemente pienso en la constancia de los árboles y en la posibilidad de que las generaciones por venir puedan disfrutar de días similares.

A veces me pregunto qué haría yo en un mundo sin lluvia y sin árboles. Si de pronto me arrancaran esta paz urbana que de a ratos me ofrece un escape, un respiro al agobio de la rutina y los sucesivos fracasos.

Esta lluvia es, de alguna manera, mi revancha contra el conformismo diario. Contra las caras de culo permanentes, contra ciertas palabras que cada vez me suenan más extrañas.

Esta lluvia bendita que me empapa hasta las uñas de los pies, que huele (todavía) a minerales, a tierra lejana, río y montañas, es el lazo que une las piezas de mi cordura.

2 comentarios:

Fender dijo...
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Fender dijo...

Y sí, la lluvia es siempre una excusa para aislarse, tan poca gente la disfruta.

(perdón por el borroneo, pero detesto tener algunos herrores de hortografía)

Saludos...