Cada vez que comento alguna de las cosas que (a mi modesto entender) me hacen ser, o sentirme una persona oscura, más de uno levanta las cejas bastante asombrado de lo que el exterior desmiente.
Hoy ha sido uno de esos días. Pero no es más que el corolario de un rosario de horas previas que me tienen a mal (?) traer.
La rutina, en estos casos, se puede convertir en una pesadilla. Soy incapaz de mirarme en los espejos, siquiera de reojo. Me importa todo tannnnnnnnn poquito, que puedo ir por la calle golpeando paredes con los nudillos y cantando en voz alta y enrulándome el pelo sin que me importe que me puedan denunciar por perturbación del orden. Si mis miradas fueran puñales, asesinarían a más de uno. Los ruidos, hasta los más triviales, me envenenan la sangre.
Y pierdo el aire.
Termino metiéndome en lugares cerrados con tal de no ver más el paisaje de ciudad alienada que tiene Buenos Aires un miércoles cualquiera. Por ejemplo, en un supermercado. Y ahí, sigo pateando cajas, arrastrando los pies, canturreando "Thank You For Hearing Me" con la mirada perdida, mordiendo la punta del paquete de las Ballerinas, retrepando mi incómoda humanidad al carrito de las compras para deslizarme suavemente, alzando los pies.
Feliz y despreocupada. Con un lugar al que volver, con gente que te quiere, con un trabajo, un techo, un plato de comida, posibilidades que pocos tienen... y la plena conciencia de todo eso, y aún así la angustia. La angustia perra, negra, el vórtice de nieblas, el bloop.
"Pero... cómo puede ser?"
Ni idea.
Pensar que ni siquiera he puesto música estos días.
(Bueno, una compensa como puede)
La rutina, en estos casos, se puede convertir en una pesadilla. Soy incapaz de mirarme en los espejos, siquiera de reojo. Me importa todo tannnnnnnnn poquito, que puedo ir por la calle golpeando paredes con los nudillos y cantando en voz alta y enrulándome el pelo sin que me importe que me puedan denunciar por perturbación del orden. Si mis miradas fueran puñales, asesinarían a más de uno. Los ruidos, hasta los más triviales, me envenenan la sangre.
Y pierdo el aire.
Termino metiéndome en lugares cerrados con tal de no ver más el paisaje de ciudad alienada que tiene Buenos Aires un miércoles cualquiera. Por ejemplo, en un supermercado. Y ahí, sigo pateando cajas, arrastrando los pies, canturreando "Thank You For Hearing Me" con la mirada perdida, mordiendo la punta del paquete de las Ballerinas, retrepando mi incómoda humanidad al carrito de las compras para deslizarme suavemente, alzando los pies.
Feliz y despreocupada. Con un lugar al que volver, con gente que te quiere, con un trabajo, un techo, un plato de comida, posibilidades que pocos tienen... y la plena conciencia de todo eso, y aún así la angustia. La angustia perra, negra, el vórtice de nieblas, el bloop.
"Pero... cómo puede ser?"
Ni idea.
Pensar que ni siquiera he puesto música estos días.
(Bueno, una compensa como puede)
12 comentarios:
la oscuridad no viene de afuera, viene de adentro, eso es lo que no entienden los que dicen "tenés todo"
Hay tres clases de personas: las que meten el afuera adentro (generalmente consumistas, si viajan, compran tours predefinidos, o van a lugares gregarios como Punta, Mar del Plata o similares), están las que sacan su adentro afuera (las extrovertidas, las que se meten en todos los líos, en la vida ajena diciendo qué debe uno hacer y esas cosas), y están las que mantienen un balance, a duras penas.
Usted es de las terceras, sufriendo cuando el afuera se le quiere meter, o el adentro pugna por salir, a veces, oscuro y triste.
Sea. Alguien me lo dijo una vez
usted tiene lo que hace falta... sobre todo 'un lugar al que volver'y esa 'angustia' que la protege de ciertos vacíos del afuera. el resto sobra.
Tampoco es cuestión de estar de buen humos siempre, ¿no?
disfrute su día gris, le permite putear a todos y a todo y justificarse por ser tan mala onda.
Te entiendo tanto...pero tannnnto!!
No te preocupes, a la larga siempre las cosas se vuelven a acomodar.
Mientras tanto, vivir!.
Saludos
Lady Kelvin
eh, viejita, que a mi no me llama la atención su oscuritud. es lo que la hace ser más usted a usted, en lugar de mezclarse con la masa uniformemente amorfa de seudo felicitud de mentirilla.
y la queremos, con oscuritud y todo.
:)
Ah... ser oscuro con conciencia es un problema.
Aproveche, Cass. Disfrute su oscuridad.
Si se asombran de que la oscuridad no se manifieste en la apariencia, es que no saben que es de verdad la oscuridad.
Se puede tener todo y no tener nada, por que la angustia no la causa la falta de dinero sino la de afecto, la impotencia, el sentir que todo es vano. Todas esas cosas que nuestras ciencias no identifican con exactitud pero siempre han estado allí.
Tal vez se vaya solo con decidir que no vale la pena angustiarse, o tal vez halla que ver que falta.
En cualquier caso, a mi me gusta deprimirme un poco de vez en cuando ;) es inspirador y permite ver las cosas desde màs àngulos.
Es el gran problema de las ciudades actuales, se vive alienado... por que se ha lienado de gente...
Bueno che! alguien tenía que decir una huevada!
Y encima choreada... soy horrible. Pero simpaticón eh?
Soy de Buenos Aires y no me sale acostumbrarme a ella, vive mucha gente en esta ciudad. No te olvides de la música que siempre es lindo resguardarse en ella, es una linda amiga.
Es que a veces la ciudad te hace sentir híper ajeno y uno dice: ahhh, yo no soy de acá, por más que lo sea... y es lindo encontrar esa sensación de pertenencia.
También es linda la Thank you for hearing me, me la voy a cargar al i pod
abrazo enoooorme
polito
yo tengo la oscura sospecha de que la oscuridad interna no es mas que el miedo a la muerte dolorosa y a la fatalidad.
No es la ciudad el demonio si no su idea de perpetua continuidad sobre nosotros, contruido por su impaciente fluir dejandonos desnudos sin pasado sin futuro viviendo el presente de la ciudad y su fluir que la contruye.
yo le pido a esta ciudad piedad silencio
Asi es como me veo...
SALUD!
PD: yo no se si se trataba de eso el espiritu central de tu post pero bueh... es el sufrimiento citadino, eterno en mi.
AGUANTEN LAS VAQUITAS!
Te leía y me leía. Me pasa exactamente lo mismo. Esa mismísima angustia la describiste mejor de lo que yo misma hubiera podido.
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