Pese a la felicidad conquistada y a los proyectos en danza, pese a la seguridad insegura y a todo lo que puede venir de bueno, sigo teniendo este peso en la panza que me liquida.
Duele físicamente: tengo el estómago contraído en un espasmo de angustia y hasta los músculos externos me oprimen como si el ejercicio diario de la angustia fuera una especie de gimnasio indeseable.
Me es tan desacostumbrado, este perpetuo desconfiar de otros... De otros en los que había puesto una confianza para nada relativa, sino basada en la experiencia compartida, en la fe en su inteligencia o sus principios. Cuánta ingenuidad, por un lado. Pero si no tengo fe, ¿qué tengo?
Yo no sé cómo viven los demás ni me interesa. Quiero vivir como siempre: sin joder a nadie, haciendo las cosas bien. Que si me ponen un deadline respeten los míos. Que por una vez mis prioridades pasen al frente y no formen parte de una variable de ajuste mezquina. Después de todo, yo valgo por mi rectitud, por mi dedicación y por la palabra empeñada.
Es detestable depender del capricho o el estado de ánimo ajenos para moldear mis angustias cotidianas.
Siento que a veces no se me permite siquiera la desazón personal, pequeñita de lo inmediato, y lo peor es que soy permeable a los mismos problemas ajenos que en ningún modo pienso hacer propios. No a costa de un crecimiento que por fin estoy empezando a optimizar.
Me encantaría hacer caso de los que insisten en que debería tener un emprendimiento propio, pero es difícil empezar en el cero absoluto con el imperativo diario de una supervivencia cada vez más difícil. Y es difícil también tomar la decisión de un rumbo completamente nuevo. ¿Quién me garantiza que a dos mil kilómetros de distancia tendré un techo siquiera prestado, el mínimo bienestar para la persona que amo? No puedo ser tan kamikaze. Ni estoy sola, ni son pocas las cosas que dejaría atrás.
No quiero seguir carcomiéndome en una angustia sin sentido y sin asideros.
Pero estoy cada vez más tentada de tomar todas las posibilidades al alcance y dar un salto que me cambie el enfoque. Quién sabe, después...
Quiero no deberme más nada a mí misma, para que cuando llegue el momento de pagar, no quede nada para mí. Absolutamente nada.
Derramarme en presentes para aquellos que me sostuvieron, que significaron algo, que me apuntalaron en el crecimiento diario sin esperar retribución.
Necesito recibir algo que sólo yo puedo darme. ¡Qué compromiso!
¿Seré capaz de sorprenderme a mí misma con este logro inesperado?
(Chihiro Onitsuka - BORDERLINE , de su ampliamente recomendable disco Sugar High)
11 comentarios:
No te dejes caer Cassandra.Juro ,que de verdad todo llega!!.
Te deseso para estas fiestas la mejor vibra.Te dejo besos y abrazos navideños.
Ah, Cass...
algo de eso hablamos usté y yo medio por arribita el otro viernes.
Primero, le adelanto que es normal ese miedo. Sea valiente, no temeraria.
( temeraria: no siente miedo, valiente: siente miedo y lo enfrenta)
Lo del emprendimiento propio va a ser una imposibilidad mientras usted se pare desde un lugar de imposibilidad.
Si quiere, un día le cuento como hice yo, que tenía los mismos miedos que usted. Y que los tengo todavía!!
Avive el seso y despierte!!
Mientras tanto, felicidades en esta nochebuena.
Cass: siempre te vas a sorprender de lo que sos capaz. Sos de ese tipo de persona. Te entiendo más de lo que te imaginás. A menudo padezco el mismo tipo de desconfianza y es en ese momento cuando refuerzo la confianza en la única persona que nunca me va a defraudar: yo misma.
Beso enorme y no te pienso desear felicidades, te deseo que seas feliz.
Para hacer equilibrio sobre la cuerda floja, lo primero que es necesario es esperanza. El equilibrista sin fe, no llega al otro extremo.
Alegría, entonces.
FELICIDADES.
Paso a dejarte besos y abrazos en este día.
GRACIAS A TODOS por sus comentarios!
Les deseo muchísimas felicidades.
Si.
Yo creo que si, que se puede sorprender.
Mire, si no fuera asi, no se lo plantearia nunca. Si sisntiera que todo va por donde debe a angustia no apareceria. Y la angustia puedeser un monton de cosas pero hay una sola que no puede ser: Mentirosa.
La angustia nos dice una verdad. Por ahi escucharla nos hace bien no?
Bah...digo...sin animos de plantear verdades absolutas. A Mi me sirve preguntarme ¿Yo que quiero? y jugar al mimsmo juego que la angustia. Decirme solamente la verdad.
Felicitaciones por la batalla. Sin ellas, las derrotas que enseñan y las victorias que suman solo son lineas en los cuentos.
A usted le pasan cosas. Eso es genial.
Fuerza, que todo pasa!
besos y felices fiestas.
La angustia es como la fiebre, viste, cuando aparece en el cuerpo es señal de que algo anda mal, como dice Pablo, no es mentirosa.
Algo habrá que hacer, Cass.
En cambio en mi, yo sé lo que es. Es la Navidad, desde que ya no soy mas niña que me deprime de sobremanera.
Coincido con la Mona. Hacele caso, la tiene clara.
No pierdas la fe en la gente. Aunque recibas la amargura del desengaño alguna vez, eso no es nada al lado de la calidez, la solidaridad u otras mil cosas que se experimentan con la relación con el otro.
El futuro no está escrito, lo escribimos nosotros.
Ah, Feliz Navidad!
Desde otra reAlidad, desde otra vivencia, encuentro cosas en las que me identifico.
Se impone un cambio, con todo lo que tiene de pérdida, y la falta de una mínima certeza para emprenderlo (la certeza de irme a dormir sabiendo que me voy a despertar cuando mi cuerpo quiera, y no cuando los vecinos quieran, por ej.), paraliza: ¿si perdemos lo que tenemos y no conseguimos nada mejor?
A veces pienso que (en mí) la inacción es una forma de autoconservación.
La angustia es física, totalmente; tanto como la consecuencia de depender de alguien para dormir cuando uno quiere, para escribir o para que te garpen el último mes y medio del fucking laburo en negro, que ya sabés que no te van a pagar...
Ojalá el universo y nuestras neuronas se alineen y configuren la posibilidad de un lugar mejor.
Saludos cordiales
Me colgué, chicos, pero les agradezco a todos por sus comentarios en este post.
Como todos los momentos complicados, ya paso (por suerte) y vamos encaminándonos a algo más positivo.
Hasta de lo más choto puede salir algo bueno, eso está claro.
Lo que dice No soporto... en el último comentario es tan cierto. A veces, la inmovilidad tiene algo de autopreservación.
Nos deseo lo mejor para todos. Sin límites.
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