Hace apenas dos días volvió a aplastarme ese peso conocido (nunca del todo aceptado) de la responsabilidad forzosamente asumida.
Pueden decirme muchas cosas, excepto que no me tomo a mí misma en serio. Sí, me tomo en serio. No lo suficiente aún, no en el sentido que me gustaría, pero lo hago.
No se me ocurre cómo, no encuentro la manera de esquivar el sentimiento de frustración que me crece en el pecho en meses de balance. ¿Qué estoy haciendo mal? O más bien, ¿Qué podría hacer mejor?
Y la respuesta está acá, frente a mis ojos, mientras vuelvo a sentir el peso de la culpa que me aplasta.
Por qué, por qué, por qué, por qué, por que. Cientos de Por Qués seguidos de todas las respuestas ordenadas, unas más tramposas que otras, todas apelando a mi neurosis, desafiándola.
Las respuestas de siempre y otras nuevas, y en el medio mi maldita tendencia a buscar el equilibrio.
Autoestima balanceada, responsabilidad compartida, bronca por lo que no puedo ser (pero que tampoco quiero ser): una persona aprovechada y ventajera. Por más que me toreen, no puedo. Dale, cagame, prefiero sentirme el último orejón del tarro antes de volverme un garca como vos.
Diciembre. La cama. El cuerpo apaleado de cansancio, consumido desde adentro hacia afuera. El remolino en mi cabeza, el vértice tirando hacia abajo.
Esa sensación de vértigo tan familiar.
Y detrás de todo, esa mirada de la que no puedo sustraerme jamás. Maldito falso aislamiento. ¿Por qué no sos lo suficientemente convincente para aislarme de verdad? Quiero que no me importe. Necesito el último empuje para despegar, y ese hilo invisible
todavía
colgando de mi cintura
atado de esa piedra
haciéndome de ancla...
Ese hilo maldito.
Los otros.
Si pudiera odiarlos...
Pueden decirme muchas cosas, excepto que no me tomo a mí misma en serio. Sí, me tomo en serio. No lo suficiente aún, no en el sentido que me gustaría, pero lo hago.
No se me ocurre cómo, no encuentro la manera de esquivar el sentimiento de frustración que me crece en el pecho en meses de balance. ¿Qué estoy haciendo mal? O más bien, ¿Qué podría hacer mejor?
Y la respuesta está acá, frente a mis ojos, mientras vuelvo a sentir el peso de la culpa que me aplasta.
Por qué, por qué, por qué, por qué, por que. Cientos de Por Qués seguidos de todas las respuestas ordenadas, unas más tramposas que otras, todas apelando a mi neurosis, desafiándola.
Las respuestas de siempre y otras nuevas, y en el medio mi maldita tendencia a buscar el equilibrio.
Autoestima balanceada, responsabilidad compartida, bronca por lo que no puedo ser (pero que tampoco quiero ser): una persona aprovechada y ventajera. Por más que me toreen, no puedo. Dale, cagame, prefiero sentirme el último orejón del tarro antes de volverme un garca como vos.
Diciembre. La cama. El cuerpo apaleado de cansancio, consumido desde adentro hacia afuera. El remolino en mi cabeza, el vértice tirando hacia abajo.
Esa sensación de vértigo tan familiar.
Y detrás de todo, esa mirada de la que no puedo sustraerme jamás. Maldito falso aislamiento. ¿Por qué no sos lo suficientemente convincente para aislarme de verdad? Quiero que no me importe. Necesito el último empuje para despegar, y ese hilo invisible
todavía
colgando de mi cintura
atado de esa piedra
haciéndome de ancla...
Ese hilo maldito.
Los otros.
Si pudiera odiarlos...
11 comentarios:
Pero Cass, es que si odiaras a los otros estarías muy enferma!
El aislamiento no es la solución, así que está bueno que sea falso.
Te lo digo por experiencia, en una época, yo sentía como vos.
Yo también pensaba que ojalá no necesitara de nadie, de esa manera nadie podría frustrarme. Y un día me crucé con un tipo que REALMENTE estaba aislado, no le importaba nada de nadie.
Y sabés qué?
Ahí me di cuenta de que en realidad, era un mier..vivir como vivía él.
Así que, vamos! que el balance da positivo, es cosa de evaluar bien qué queremos.
Besos, Cass!
Dear Cass que estás cross, culpa jamás. La culpa es una viciosa manipuladora, para empezar a ver más claro, creo, primero hay que aventar bien lejos ese peso de la culpa que se deja sentir sobre tu cuerpo en este fin de año que llega repleto de cansansio para todos.
Beso!
Monarda: Estoy positiva, además de negativa. Estoy en un vórtice de tremendismo y ya se va a pasar. Non preocupandom!
Anita: Buena definición! Tanto fue el cansansio que a vos te chispoteó una S en lugar de una C, pero refuerza el punto! jajaja
Gracias a ambas por pasar.
¿Y para qué hacer balances? Lo que pasó, paasó... entré tú y yo!
Leé los Diarios de John Cheever, y no te sentirás nunca más sola, aunque lo estés.
Los balances tienen sus lado positivo: otra vez a la rueda que rueda, para volver a empezar.
Bueno, a ver...
Lo que cuenta es un buen balance (o por lo menos una buena muestra) de su estado animisco actual.
No se si es un balance de todos modos.
Yo tambien hago eso eh? Me enrosco en mis preguntas y en porque puta razon no salen las cosas. Que puedo hacer mas o mejor.
Sin embargo por ahi el balance es pesar lo bueno y lo malo de un año rarisimo y ver que dice la balanza despues de todo.
En una de esas sale bien.
Buen finde cass, animo!
Yo hago dos balances: en abril y en agosto. No preguntes porqué, pero el cuerpo me pide en esos meses.
El de abril es apocalíptico y oscuro; a fin de agosto el sol brilla en mi cabeza.
Lo que me salva del autogolpe en la cabeza en abril, es acordarme que los fines y comienzos de año son tan arbitrarios como uno quiera. Yo festejo también mi año nuevo el 30 de mayo, y pateando finesdeaño, o poniendo unos cuantos en el camino del calendario común y corriente, veo que no hay cosas que no haya tenido tiempo de hacer, sino que el tiempo está ahí, al alcance de la mano, para cuando lo quiera usar. El tema es no postergarse con límites de calendario.
Darse tiempos reales es saber que el tiempo no tiene líneas rojas en el camino que uno va pisando
Cass, yo hago balances fuera de los tradicionales del año calendario, porque, igual que María, respondo a cuando me lo pide el cuerpo.Es lo mejor.
El fin de año para hacer balances es una idiotez, está siempre a la sombra del inconciente general, o sea, nunca es tuyo tuyo. Abrazos.
¿de que es el peso de la culpa que me aplasta???
un abrazo
Walter: parecerá idiota, pero acordarme de lo que pasó me ayuda a no tropezar más veces de las recomendables con las mismas piedras.
Estrella: Bien ahí! Sí, les tengo muchas ganas a los diarios de Cheever. No, no me siento sola jamás, aunque lo esté. ¿Será bueno o malo? Buen finde!!
Pablo: Tal cual. Creo que estamos en sintonía... Al menos en esta ocasión de balance!
María: Yo tengo mínimo dos o tres balances en el año. En Diciembre me agarran ataques por cosas que tienen poco que ver con lo propio y mucho que ver con el contagio ajeno. No sé si mencioné alguna vez mi hipersensibilidad ambiental... pasaría más por este lado. Y se me pasa al rato, por suerte.
Lo que decís del tiempo es... tan cierto!
Zippo: Me da el doble de bronca porque SÉ que es una idiotez. Es como llorar 15 veces con la misma película, aún sabiendo cómo termina. Pero me pasa.
Minombre: De lo nunca terminado. Como siempre. Como cada año...
Gracias a todos por pasar. Buen finde largo!
El ser humano es un animal social. A veces sentimos que odiamos a los otros pero en el fondo siempre necesitamos que nos quieran. Yo suelo aislarme en mi propio mundo, me abstraigo en la naturaleza y cuando me encuentro, puedo salir a encontrarme con los otros otra vez. Tal vez sea eso lo que te haga bien. Cuando te aisles, buscala a Cassie, ella seguro es una copada y te va a ayudar. Besos isleños.
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