Tengo una constelación de ronchas en el brazo. La piel me arde un poco, me quema.
Hoy lloré leyendo el diario y todavía no me acostumbro a este reencuentro, con esa sensibilidad alejada hace unos meses a manotazos para no sentirme vulnerable o mala.
Ahora me siento peor con mi conciencia cuando camino por la calle y tengo que ignorar una mano extendida, pero me siento mejor conmigo misma porque me estoy haciendo caso.
El "no puedo" es real. El "no tengo" también. No es que doy la vuelta a la manzana y me compro una Coca-cola o un libro. Doy la vuelta a la manzana y sigo tan pobre como antes. Voy caminando a montones de lugares porque no tengo otra manera de llegar. Y está bien así.
El tiempo es mío, mío.
El cansancio y la satisfacción de hacer las cosas lo mejor que se puede es mía, también.
Me duelen el cuerpo, las piernas.
Todavía no recibo ese llamado que tanto espero, que tanto necesito.
Me siento ignorada, insignificante. Ninguneada de a ratos.
Y soy tan feliz.
Incómodamente feliz.
Sin suspicacias, sin nada de más, sin un extra para festejar el Día de los Enamorados. Feliz.
Tengo esa satisfacción un poco rara de la decisión inamovible y del panic attack ignorado deliberadamente. Estoy probando envolverme de nuevo en las blandas nubes del karma. Estoy intentando que no se me escape ni una gota de hiel, y lo consigo.
Ni un poco de envidia. Ni un pensamiento frustrado o frustrante... Ni un déjà vu revanchista, nada. Es tan bueno.
Me resulta rara la sensación de serenidad justo en estos días en los que estuve tan border. Y después de todo eso, extrañar.
Hoy lloré leyendo el diario y todavía no me acostumbro a este reencuentro, con esa sensibilidad alejada hace unos meses a manotazos para no sentirme vulnerable o mala.
Ahora me siento peor con mi conciencia cuando camino por la calle y tengo que ignorar una mano extendida, pero me siento mejor conmigo misma porque me estoy haciendo caso.
El "no puedo" es real. El "no tengo" también. No es que doy la vuelta a la manzana y me compro una Coca-cola o un libro. Doy la vuelta a la manzana y sigo tan pobre como antes. Voy caminando a montones de lugares porque no tengo otra manera de llegar. Y está bien así.
El tiempo es mío, mío.
El cansancio y la satisfacción de hacer las cosas lo mejor que se puede es mía, también.
Me duelen el cuerpo, las piernas.
Todavía no recibo ese llamado que tanto espero, que tanto necesito.
Me siento ignorada, insignificante. Ninguneada de a ratos.
Y soy tan feliz.
Incómodamente feliz.
Sin suspicacias, sin nada de más, sin un extra para festejar el Día de los Enamorados. Feliz.
Tengo esa satisfacción un poco rara de la decisión inamovible y del panic attack ignorado deliberadamente. Estoy probando envolverme de nuevo en las blandas nubes del karma. Estoy intentando que no se me escape ni una gota de hiel, y lo consigo.
Ni un poco de envidia. Ni un pensamiento frustrado o frustrante... Ni un déjà vu revanchista, nada. Es tan bueno.
Me resulta rara la sensación de serenidad justo en estos días en los que estuve tan border. Y después de todo eso, extrañar.
Extrañar evocando (poquito, mucho) es como una peste que te consume lento, una pupa de la infancia, esa cascarita que siempre querés rascarte hasta sangrar, una y otra vez.
Extrañar de esa manera rara, no angustiosa... sino amorosa. De esa manera que es plena y sin susceptibilidades. Tratando de entender y de que me entiendan. No sé si soy difícil. Sí sé que soy esquiva. Quizá me quede sola, quizá me canse de buscar excusas para no abandonar este camino. Quizá algún día entiendan que soy del que me encuentra, del que pide, del que se gana mis ganas. No quiero menos por buscar menos encuentros. ¡No puedo! Me encantaría tener todo el tiempo de antes. La predisposición es la misma, la gente y las obligaciones cada vez son más.
¿Molesto? ¿No molesto? ¿Me necesitan? ¿Me extrañan? ¿Debo ir? ¿Dejar que vengan?
Por ahora sólo estoy preparando un equipaje ligerito para viajar rumbo al abrazo de mis necesidades más inmediatas. Espero que quieran que las atienda, que las mime... Que sigan queriendo jugar conmigo, dejarme mirarlas o escucharlas.
Quiero ser digna de estos pocos afectos. No puedo pensar en mucho más que en ellos estos días.
¿Molesto? ¿No molesto? ¿Me necesitan? ¿Me extrañan? ¿Debo ir? ¿Dejar que vengan?
Por ahora sólo estoy preparando un equipaje ligerito para viajar rumbo al abrazo de mis necesidades más inmediatas. Espero que quieran que las atienda, que las mime... Que sigan queriendo jugar conmigo, dejarme mirarlas o escucharlas.
Quiero ser digna de estos pocos afectos. No puedo pensar en mucho más que en ellos estos días.
8 comentarios:
Cass, qué bien escribís. Te leo con mucho placer.
Estrella, sos muy amable pero NO LO MEREZCO! jajaja! Si no tuviera tanta fiaca de revisar y reescribir,seguro terminaba eliminando el post. Está terrible. Repito 2000 veces la palabra "raro" o "rara", y lo que quise decir no se entiende. O sea que es al pedo. Pero como necesitaba escribirlo, ahi se queda.
Gracias por tus palabras y por pasar siempre :-)
Cuando uno necesita escribirlo y lo hace, entonces está bien escrito.
Como decía Fellini: las condiciones ideales para hacer una película no existen. O mejor dicho, son esas mismas en las que se desarrolla.Suplantar un actor, una toma que se perjudica, nos abren posibilidades impensadas. Y enriquecen el presente de manera única.
Te sigo leyendo.
Salud!
Pedro
Para mi siempre es un placer, Cass vos escribís bien :) ... no seas modesta... Además, el uso de la repetición como recurso literario es válido y más si está bien utilizado, como es el caso... te lo dice alguien que sabe de Lengua y Literatura ;)
¡Abrazotes!
La felicidad construida puede ser más sencilla que la obtenida pero es esencialmente más plena por meritoria.
Y por lo demás, sabiendo lo que lográs transmitir en unos cuantos renglones, en tu lugar descansaría en que también sabrás conmover a los tuyos para que estén en el modo y en el momento justo.
Besos
Pedro: Bienvenido, y gracias por tus palabras. La visita será retribuida!
Profe: Ah, y usted es un dulce! jaja. Abrazote!
Manuelita: Con que "los míos" siempre se sientan parte de mi corazón, me alcanza. En cuanto a la felicidad, creo que nunca había tenido tanta... O quizás no era autoconsciente al respecto. Es imperfecta, está llena de vacíos, pero es plena... y a veces abruma.
Gracias por sus comentarios!
Lo importante es saber lo que uno quiere, mejor aún, lo que no.
Si no es posible, tener entonces una leve noción del rumbo que quiere tomar.
Todas las demás son minucias que se construyen y destruyen, valoran y descartan por el camino.
Lo importante es seguir andando.
Lo importante también cambia.
Menos mal!
Un abrazo, Cass
Lady: como siempre, bienvengo sus palabras y me deja pensando! Cuánta verdad... Gracias por comentar!
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