domingo, febrero 15, 2009

Música para una caminata de domingo

No era el mejor día para caminar, pero tengo que entregar una quíntuple reseña musical y un par de otros trabajitos en la semana, así que abandoné mi cómodo capullo con ventilador y circulación ventana-a-ventana y partí, auriculares en la oreja, a pensar caminando rumbo al río.

La ciudad está bastante tranquila (y además es domingo), pero apesta. El olor de la basura en descomposición te azota a cada paso, prácticamente en todas las esquinas. Se me tuerce la panza de pensar que hace apenas tres semanas estábamos en Carpintería, acampando en un lugar lleno de Tatadioses, sí (bicho que me asusta de manera irracional), pero con un aire limpio, perfectamente limpio. Y tomando agua fría directamente de la canilla a cinco metros de la carpa.

Caminé muchas cuadras escapándome de la realidad de la única manera que puedo: con música. La música me ayuda a pensar, dispara mi imaginación y cura mis ñangas. Cuando estoy en mi casa me resulta muy fácil mantenerme tranquila y contenida, pero salir a caminar por el centro de Buenos Aires en verano me exaspera un poco. Sobre todo por eso de las miradas que no se pueden evadir y las palabras que no se quieren escuchar cuando una está sensible.

Hay un par de temas que me tienen particularmente enganchada.
Al primero, no puedo parar de escucharlo. Los otros dos son increíblemente pegadizos y levantones.




Aunque toda la banda sonora de Ar Rahman es increíble, no se la pierdan! Pueden bajar esa y las otras nominadas al Oscar de aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ventilador y circulación ventana-a-ventana!
Cuando todos se creen pulenta por comprarse el "split" (así lo llaman), me emociona leer eso.
Vivo hace mucho acá y NUNCA necesité aire acondicionado, y ahora miro para arriba, y todos en el edifcio pusiron el suyo.
y los muy soretes lo ponen en el lado de afuera del balcón, cosa que los escombros caigan en mi patio cuando lo instalan.
Y la vieja podrida del primero, además, me llena de ruido y calor el patio. Y la otra noche, en la madrugada, apoyé la mano sobre la pared de mi pieza, y se percibía la vibración del aire del segundo piso.
Los desprecio.