No es ningún secreto que uno de los libros que me iluminaron la vida en 2008 fue "El núcleo del disturbio", de Samanta Schweblin. Una de esas personas que una no puede siquiera intuir a través de sus cuentos y que en un par de páginas (más o menos) es capaz de hacerte pensar, viajar, imaginar, creer, disfrutar.
Una de las cosas que más me fastidiaban hace un tiempo era esa pátina autorreferencial, muy "nuevocineargentino", que impregnaba casi a toda la narrativa que había caído en mis manos en los últimos cinco o seis años. Y no me refiero sólo a la narrativa argentina. (De todos modos dejé el fastidio de lado hace rato, junto con mi culpa lectora: si no me gusta, simplemente lo abandono... pero esa es otra historia). Schweblin hace que toda traza de autor desaparezca de su ficción, como quien crea un mundo en una habitación cerrada y te deja allí, solo, espectador imposibilitado de escapar de la trama. Es la propia historia la que te suelta, la que te expulsa. Dejarla, al menos a mí, se me hacía imposible.
Devoré el libro de un solo tirón, en una tarde. Creo que me llevó una hora. Lo leí más lentamente en los días sucesivos, imponiéndome un límite de dos cuentos diarios y nada más. Cada tanto vuelvo a abrirlo y a quedarme absorta con "Adaliana", "Matar a un perro" o "Agujeros Negros". Me conmueve de un modo que no puedo explicar con certeza la historia casi cinematográfica de "El momento". Las historias que cuenta Samanta son viscerales, visuales, fantásticas. Coquetean con el horror, con lo que no se dice ni se muestra, y también con las locuras más explícitas como si formaran parte de un acervo cotidiano. Los personajes tienen, la mayoría de las veces, nombres extraños; la mayoría de las veces, son cucos. Antihéroes. Víctimas. Nada es rosa acá, diría Panza.
Una de las cosas que más me fastidiaban hace un tiempo era esa pátina autorreferencial, muy "nuevocineargentino", que impregnaba casi a toda la narrativa que había caído en mis manos en los últimos cinco o seis años. Y no me refiero sólo a la narrativa argentina. (De todos modos dejé el fastidio de lado hace rato, junto con mi culpa lectora: si no me gusta, simplemente lo abandono... pero esa es otra historia). Schweblin hace que toda traza de autor desaparezca de su ficción, como quien crea un mundo en una habitación cerrada y te deja allí, solo, espectador imposibilitado de escapar de la trama. Es la propia historia la que te suelta, la que te expulsa. Dejarla, al menos a mí, se me hacía imposible.
Devoré el libro de un solo tirón, en una tarde. Creo que me llevó una hora. Lo leí más lentamente en los días sucesivos, imponiéndome un límite de dos cuentos diarios y nada más. Cada tanto vuelvo a abrirlo y a quedarme absorta con "Adaliana", "Matar a un perro" o "Agujeros Negros". Me conmueve de un modo que no puedo explicar con certeza la historia casi cinematográfica de "El momento". Las historias que cuenta Samanta son viscerales, visuales, fantásticas. Coquetean con el horror, con lo que no se dice ni se muestra, y también con las locuras más explícitas como si formaran parte de un acervo cotidiano. Los personajes tienen, la mayoría de las veces, nombres extraños; la mayoría de las veces, son cucos. Antihéroes. Víctimas. Nada es rosa acá, diría Panza.
Su segundo libro, "Pájaros en la boca", también es sobresaliente. Aunque tengo que confesar que "El núcleo del disturbio" tiene uno de los pocos invictos de mi corazón.
Lo más inquietante de todo es que pese a la gran difusión de su trabajo en los últimos tiempos y del reconocimiento de muchos de sus pares (sus dos libros de relatos ganaron, respectivamente, el premio Fondo Nacional de las Artes y Casa de las Américas), "El núcleo del disturbio" todavía se puede conseguir fácilmente en las mesas de saldos de Corrientes o de Florida.
Yo ya compré para regalarle a gente querida. Si les interesa la buena narrativa, revuelvan... que lo encuentran.
Acá les dejo, también, un video donde Samanta Schweblin cuenta una anécdota de infancia., durante la presentación de "Pájaros en la boca", hace un mes en la librería "La boutique del libro", en Palermo (Gracias a PZ que lo linkeó)
2 comentarios:
Gracias por presentarme a esta escritora que no conocía. Me gusto mucho la anécdota del video ahora me queda leer sus cuentos.
Por si no llega a conseguirlo allá, le ofrezco esperarlo un ejemplar aquí cuando regrese...
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