Algunas mujeres esperan toda la vida al tipo ideal. Un hombre que cumpla con todos los requisitos que impone el status quo (el propio y el ajeno), pero sobre todo que pueda ser lucido ante los pares como una especie de logro personal. Se critica bastante a los hombres por este tipo de actitudes, pero es cierto que muchas mujeres, más papistas que el Papa en cuestiones de machismo, no hacen sino ofrecer su propia versión de la "pareja trofeo".
En una charla de sobremesa que tuvimos entre ayer y hoy, surgió el tema y me quedé pensando. Entre las muchas recurrencias de mi vida hay algunas muy curiosas que involucran a mis parejas más estables, o hablando más ampliamente, a los hombres que me cautivaron.
Entre mis amigas me hice desde chica fama de "quedarme con el más feo" (o con el más raro, o con el que nadie disputaría). Era una forma cruel de verlo, porque si bien ninguno de ellos era un Adonis nunca llegué a verlos feos. De hecho, me fascinaban. Nunca pude estar cerca de ningún hombre que no me resulte fascinante, de alguna u otra manera.
En una charla de sobremesa que tuvimos entre ayer y hoy, surgió el tema y me quedé pensando. Entre las muchas recurrencias de mi vida hay algunas muy curiosas que involucran a mis parejas más estables, o hablando más ampliamente, a los hombres que me cautivaron.
Entre mis amigas me hice desde chica fama de "quedarme con el más feo" (o con el más raro, o con el que nadie disputaría). Era una forma cruel de verlo, porque si bien ninguno de ellos era un Adonis nunca llegué a verlos feos. De hecho, me fascinaban. Nunca pude estar cerca de ningún hombre que no me resulte fascinante, de alguna u otra manera.
Ninguno de ellos fue el típico "hombre trofeo". Eran más bien difíciles de clasificar, con tipos físicos variados. Definitivamente, ninguno era la primera opción de nadie en reuniones sociales y fiestas (qué reuniones? qué fiestas? qué es sociabilizar?)
A todos (excepto al último) les repugnaba el mate.Ninguno fue rubio, excepto de chico.
Todos eran un poco altaneros, un poco soberbios, y estaban asquerosamente seguros de sí mismos.
Todos eran de notables a brillantes en algún área específica, o varias.Todos fueron amores a segunda vista.
No los busqué. Llegaron a mí de las maneras más inverosímiles.
La primera vez que leí "Orgullo y Prejuicio" fue en una edición de traducción castiza donde Lizzie era "Bebel" y todos los nombres sonaban extraños junto a los apellidos ingleses.
La atracción por Austen fue irresistible e inmediata. Yo tenía doce años y nunca había sido besada, no había bailado lentos con ningún chico que me gustase de verdad, no entendía del amor más que la sensación primigenia de las ganas de estar cerca de "él" todo el tiempo, de hacer comentarios que lo hicieran reír, de que me viera como algo más que una gringuita demasiado alta que todavía usaba ropa de nena aunque ya parecía una mujer.
¿Cómo no iba a empatizar de inmediato con esa noción del amor que Austen describía en "Orgullo y Prejuicio"? Una atracción que pasaba por el cuerpo y por la mente y que no llegaba a expresarse en el arrebato, aunque todo el tiempo la química entre los personajes hiciera pensar en la inminencia de un beso (que jamás llegaba). Un espíritu hablando al otro, las palabras entre líneas, el lenguaje corporal que se adivinaba detrás. Fantaseé y soñé con ese libro durante años. Y me pasó como a muchas otras desde hace siglos: me enamoré perdidamente de Darcy.
La atracción por Austen fue irresistible e inmediata. Yo tenía doce años y nunca había sido besada, no había bailado lentos con ningún chico que me gustase de verdad, no entendía del amor más que la sensación primigenia de las ganas de estar cerca de "él" todo el tiempo, de hacer comentarios que lo hicieran reír, de que me viera como algo más que una gringuita demasiado alta que todavía usaba ropa de nena aunque ya parecía una mujer.
¿Cómo no iba a empatizar de inmediato con esa noción del amor que Austen describía en "Orgullo y Prejuicio"? Una atracción que pasaba por el cuerpo y por la mente y que no llegaba a expresarse en el arrebato, aunque todo el tiempo la química entre los personajes hiciera pensar en la inminencia de un beso (que jamás llegaba). Un espíritu hablando al otro, las palabras entre líneas, el lenguaje corporal que se adivinaba detrás. Fantaseé y soñé con ese libro durante años. Y me pasó como a muchas otras desde hace siglos: me enamoré perdidamente de Darcy.
Todos mis "ellos" tuvieron cosas en común que eran notables a simple vista, pero más significativo aún fue lo que nadie notó, excepto yo: todos tenían algo de Darcy. Del primero al último.
El último fue como llegar a casa en un día lluvioso de invierno.
"Desde el momento en que lo conocí, su arrogancia y presunción y su desdén egoísta por los sentimientos de los demás me hicieron darme cuenta de que es el último hombre con el cual me casaría"
Escena final
"Debes saber... seguro debes saber que lo hice todo por tí"
So long, Mr. Darcy.
9 comentarios:
Es raro que diga que siempre me identifiqué con Mr Darcy? Sobre todo en la interpretacion de la pelicula, que me hace llorar como un pavote en la escena final.
Vo'entende' como e' esto, no?
=)
Un abrazo!
Y bueno, Mr. Darcy a mí me gusta.
La escena de la lluvia, la escena final, todas, además me matan con el acento.
Saludos. ;)
No se quien es Mr. Darcy ni nada, pero estuvo muy bien el texto. Me gustó mucho.
Jane es muy grande. Y su postura frente al amor, y la manera en que sus personajes se desarrollan y van creciendo en sus novelas, es genial.
Y el título del post es buenisimo!
'Cómo no enamorarse de Darcy? Un hombre a la medida de los sueños de toda mujer lista para empezar a amar. Después llega la vida, y ahí empieza la cosa.
Are: No me extraña ni un poco.
Tibu: Me mata el actor, nunca uno más apropiado!! Después hizo cualquier cosa. Cualquier cosa. Ahí fue Darcy, y por ejemplo en "Frost vs Nixon", algo totalmente diferente...
Melón: Googlee MrDarcy y vaver. (Gracias por el elogio :-) )
Ge: Coincidimos. Guat an ameising ráiter, la Austen. Las tramas te agarran y te llevan y querés saber cómo termina todo, y es totalmente genial la forma en que se meten los personajes en tu cabeza. Sí, sí, sí.
Estrella: Digamos que la traspolación hombre papel-hombre real no fue un problema para mí: siempre he sido muy fantasiosa.
Gracias a todos por los comentarios!
Mr. Darcy es en Austin lo que Heathcliff en Brontë
Fodor: Exactó. Por eso soy un cliché con patas.
No he comentado nunca aquí, en su rincón miss Cassandra, pero ahora que ha mencionado a Jane Austen, Mr.Darcy y yo no he leído nada, ni he visto película basada en sus historias, lo único que puedo aportar es esto:
http://chicadeserieb.blogspot.com/2009/05/2x116-jane-austen-effect.html
maxximus.wordpress.com
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