martes, julio 15, 2008

Días extraños

Tengo que sacarlo afuera de alguna forma y no sé cómo.
Entonces... escribo.
Escribo porque nací para esto. Nací para las letras que se alinean y suenan, y para los sonidos que me cantan o susurran en los oídos, y para las imágenes que se suceden en un continuo tenso, disfrazadas de engañosa calma, en las películas que hago de los recuerdos ajenos, en los sueños que no entiendo y las visiones que a veces se interponen en mi realidad objetiva.

Pero sucede que escribo para nadie, ni siquiera para mí. Hoy, ni las palabras me llegan. Hoy leí tanto, y me hizo tanto daño lo que leí. Por todos lados las palabras rezumaban algún grado de tristeza, rencor, soberbia, miedo, angustia, palidez, realismo exacerbado, intereses creados, tanto antivalor y tanta macana junta, que imploté. Claro que leí otras cosas más hermosas, pero quedaron tan chiquitas al lado de la mufa.

Entonces escribo (o hago como que escribo) porque no encuentro otra manera de evacuar esta tristeza, justo hoy que no hay motivos más que para estar feliz, porque estoy mejor que nunca. Y aún así mi pequeño, escondidísimo lado oscuro prevalece y me pone lágrimas en la garganta y en los ojos.

Nadie ni nada tiene la culpa; sólo ese peso que me até a los pies hace algún tiempo para ponerme de una vez a meditar en un futuro posible, sin miedos atávicos ni prejuicios.

A veces me cuesta levantar vuelo y me asombra que mis alas, intactas, no me respondan.
Sólo los temores atan, pienso, y desecho automáticamente toda inquietud. Ese resquicio que queda, la cautela que me mantuvo viva y me hizo atravesar las peores circunstancias sin despedazarme, no va a conseguir jugarme en contra por más que quiera.

Por ahora me entrego a las palabras, al sueño y a la música en mis oídos; a las caricias, al recuerdo de las caricias que son presente, a la melancolía de la que no voy a escaparme nunca.

El futuro me hace trampas, cambia todo el tiempo.
Aún así, tengo fe en que sabré reconocer cada señal. Es mi mayor esperanza.

Hasta mañana, Mundo. Hasta siempre.

7 comentarios:

Estrella dijo...

Dejo un saludo solo para decir que te leí, que hago mías muchas de tus palabras, que no te desanimes. Que la esperanza está siempre ahí.

Anónimo dijo...

Arriba los corazones, Cass! Porque no escribís para nadie, escribís para nosotros.

:)

El Profe dijo...

Cass, a veces nuestras alas simplemente se humedecen por las gotitas de nuestras lluvias,no dejes de sentir que las tenes... esas amplias alas están ahí, por lo menos yo creo que sí. El futuro suele ser incierto, misterioso y por momentos caprichoso... no aceptes sus reglas, no juegues su juego, a veces hay que pagarle con trampas también. Sonreí :D

¡Un abrazo enorme desde aquçi!

Cassandra Cross dijo...

Estrella: Gracias. Como siempre, duermo y se me pasa... pero qué bien vienen unas palabritas dichas a tiempo!

Rubiaa: Claro que sí. Espero poder dar más y mejor, algún día.

Profe: La única limitación soy yo, es clarísimo. Ser un poco bohemio tiene sus bemoles al encarar el futuro a paso firme, en ese sentido siento profunda admiración por la gente más pragmática, más ambiciosa, capaz de envolverse muy apretadamente en su neurosis protectora y darle para adelante. ¿Cómo diablos se hace para no ser tan cósmicamente permeable?

Gracias por pasar. Piensen que este post es un poco tirarle piedras a un río, o pelotear contra la pared.

Fender dijo...

Déjese de joder y enójese un poco. La melancolía no se lleva con la rabia, hay que aprender a llevarle el paso a ambas.

Manuelita dijo...

(Ahora sí puedo comentar sin sentir que me contesto a mi misma)

Estás muchos pasos adelante de tus temores si ya los conocés. El resto, es acostumbrar la vista al sol, como me dijeron por ahi.

Cassandra Cross dijo...

Fender: Yes, sir! Sir!

Manuelita: Lo tendré presente. Bah, lo tendré más presente. El tema es que siempre aparece algo que una creía que no tenía, y ahí se descompone todo :-S

Gracias por pasar :-)