martes, julio 15, 2008

Es fija (II)

Es más sano tomar distancia antes que hacerse mala sangre por cuestiones que escapan a nuestro rango de acción.

No es rentable estar permanentemente enojado o molesto. Implica demasiado gasto energético, demasiado tiempo. De hecho, es la peor forma de perder tiempo y energía vitales.

Siempre hay algo que querríamos estar haciendo y no podemos. No se pueden vivir todas las vidas. Algo positivo: estás viviendo la vida que querés. Si te cuesta resignar o "dejar de hacer", estás en problemas.

Cada día, aún el peor de los días, está hecho para ser disfrutado, aprendido, exprimido, agotado.




(Estas cuestiones deberían entrar en "Pequeñas verdades aprendidas (y no siempre aplicadas)", pero mejor que quede así. Me reconforta recordármelo cada tanto).


Días extraños

Tengo que sacarlo afuera de alguna forma y no sé cómo.
Entonces... escribo.
Escribo porque nací para esto. Nací para las letras que se alinean y suenan, y para los sonidos que me cantan o susurran en los oídos, y para las imágenes que se suceden en un continuo tenso, disfrazadas de engañosa calma, en las películas que hago de los recuerdos ajenos, en los sueños que no entiendo y las visiones que a veces se interponen en mi realidad objetiva.

Pero sucede que escribo para nadie, ni siquiera para mí. Hoy, ni las palabras me llegan. Hoy leí tanto, y me hizo tanto daño lo que leí. Por todos lados las palabras rezumaban algún grado de tristeza, rencor, soberbia, miedo, angustia, palidez, realismo exacerbado, intereses creados, tanto antivalor y tanta macana junta, que imploté. Claro que leí otras cosas más hermosas, pero quedaron tan chiquitas al lado de la mufa.

Entonces escribo (o hago como que escribo) porque no encuentro otra manera de evacuar esta tristeza, justo hoy que no hay motivos más que para estar feliz, porque estoy mejor que nunca. Y aún así mi pequeño, escondidísimo lado oscuro prevalece y me pone lágrimas en la garganta y en los ojos.

Nadie ni nada tiene la culpa; sólo ese peso que me até a los pies hace algún tiempo para ponerme de una vez a meditar en un futuro posible, sin miedos atávicos ni prejuicios.

A veces me cuesta levantar vuelo y me asombra que mis alas, intactas, no me respondan.
Sólo los temores atan, pienso, y desecho automáticamente toda inquietud. Ese resquicio que queda, la cautela que me mantuvo viva y me hizo atravesar las peores circunstancias sin despedazarme, no va a conseguir jugarme en contra por más que quiera.

Por ahora me entrego a las palabras, al sueño y a la música en mis oídos; a las caricias, al recuerdo de las caricias que son presente, a la melancolía de la que no voy a escaparme nunca.

El futuro me hace trampas, cambia todo el tiempo.
Aún así, tengo fe en que sabré reconocer cada señal. Es mi mayor esperanza.

Hasta mañana, Mundo. Hasta siempre.

viernes, julio 11, 2008

Ejercicio de autoconciencia / Viernes

La mayor parte de los problemas, entredichos y discusiones que he tenido en mi vida se deben fundamentalmente a alguna de estas razones:

- No me tomo a mí misma muy en serio
- Hago lo que quiero cuando quiero
- Poca disciplina y / o constancia en lo que encaro a diario
- Tiendo a la subvaloración propia y la sobrevaloración ajena
- Me canso de discutir muy rápidamente y cuando eso sucede quiero poner fin a la cuestión de manera abrupta e inapelable
- A todo digo que sí ("Yo puedo")
- Cuando logro un determinado nivel de afinidad con alguien, tiendo a verlo como un amigo aunque no lo sea.
- A veces no entiendo por qué puedo no caerle bien a todo el mundo
- Tiendo a dejar que mis relaciones personales (contactos, gente que frecuento en circunstancias más o menos sociables) terminen diluyéndose en el tiempo porque no tengo ese impulso loco de cultivar la sociabilidad.

Hace un par de añitos empecé a reconciliarme conmigo en vez de pelearme tanto, y descubrí que puedo morigerar un poco estas características, pero no combatirlas por completo. Objetivamente , no sé si es mejor o peor que antes, pero yo me siento bastante mejor y más liviana.

Cargar con el estereotipo de uno mismo, de lo que esperan de uno y de lo que cada quien está dispuesto a dar, es algo que seguramente otras personas hacen mejor y sin tanto complejo.

(Estoy preocupada. ¿Me estaré volviendo otra fanática de las listas?)

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En otro orden de cosas, ayer la Tiatá habría cumplido años (sesenta y pico, ya no recuerdo bien...). Estoy teniendo un viernes nihilista. Vi Wall-E y puse una crítica y reflexión al respecto en la web y en el foro de cine que frecuento. Y en estos días escucho celta galego, que me pone de un humor bastante reflexivo y ensoñado (salvo cuando estallan las gaitas y los drums, que me dan ganas de saltar como una loca al ritmo de mi propio corazón; abrir puertas y ventanas, salir volando agarrada de su mano y terminar el día caminando en silencio por un campo verde, lleno de flores amarillas y rosadas, mientras el cielo se pone gris plomo y empieza a llover en sordina, con ruido de truenos a lo lejos)

boomp3.com


viernes, julio 04, 2008

Pequeñas dudas intrascendentes

- ¡¿Quién dijo que los joggings no son ropa?! eh? Snif, mis pobres pantalones preferidos... discriminados de este modo! no hay derecho!
(Sólo para que Milo y Ge se retuerzan, acá va esssta: durante los otoños e inviernos de mi carrera, iba a cursar a la facultad todos los días de pantalón jogging y buzos enormes heredados de mi papá).

- La genialidad ¿es una causa o una consecuencia de la locura? (Hablamos de condiciones mentales severas, no de simples e inflamadas neurosis. Neuróticos somos todos).

- ¿Es cierto que a primer hijo tranquilo corresponde segundo hijo hiperkinético? (En mi familia es regla de tres simple directa: SÍ, siempre).

- ¿Por qué está tan lleno de pequebús que no miran la excelente programación de canal 7 en trasnoche y después se desgañitan porque "no hay oferta cultural en la tele"? (No me vengan con el tema del horario, que me pongo loca. Más de uno tendrá una videograbadora que no usa. Si en vez de quejarse usaran el tiempo productivamente... grrr - Sí, yo también prefiero tener sexo a esa hora. Pero hay días que lo tengo más temprano y estoy cansada para las 0.30. ¿Algún problema?-).

- ¿Por qué el mundo está tan lleno de pelotudos que, encima, hacen alarde de su idiotez a los gritos? (Ni hablemos de los borreguitos que los aplauden).

- ¿Por qué un hombre que no sabe manejar es menos vergonzante que una mujer que no sabe cocinar? (Auto-respuesta: Por el mismo motivo por el cual un tipo que se garcha a cinco juntas es un winner y una mujer que guampea a su pareja/fato/novio es una puta).

- ¿La afición a los rankings, listas, Top 5/10/1000, es una condición patológica? ¿Tiene cura? ¿Los que no padecemos "rankismo", deberíamos ser considerados parias de la Sociedad o simplemente un caso de estudio?

- ¿Para qué sirve MENSA? ¿Y los tests de IQ? ¿Te dan alguna prerrogativa sobre el resto de la gente, o solamente sirven para que un inútil funcional se sienta "ezpezial"?

- ¿Hay alguna otra forma de preparar los repollitos de bruselas que no sea en conserva?


lunes, junio 30, 2008

Hastiada (I)

Nunca, hasta que empecé a bloggear, había caído en la cuenta de cuánta gente está obsesionada, de una u otra forma, por el tema de la gordura.
No de la obesidad: de la GORDURA. Así de neto, así de grasa como suena. "Obeso" es un término clínico; decirle "obeso" a alguien es asumir que está enfermo. Decir de alguien, o de uno mismo, que está gordo o gorda es peyorativo. Acusa culpa. Es insidioso e insultante. Es el pasaporte directo a una autoestima de mierda.
Gordos y gordas no tienen (tenemos) perdón de Dios. Elegimos estar gordos, qué horror. Vamos por la vida insultando a la gente que día a día "se cuida" para "mantener la salud" (ay, ¡vamos!). No nos hacemos ningún favor a nosotros mismos, transmitimos un mensaje negativo y encima contaminamos el paisaje.

Desde que me levanté hoy tuve que leer al menos cinco escritos donde se toca el tema de la misma manera: superficial y banalmente. El más triste, el que más me irrita e indigna, está en uno de los blogs más leídos y linkeados del país (no voy a hacerle el favor de regalarle otro vínculo; no lo necesita y honestamente no tengo la menor gana de correr la bola de ejemplos funestos).
Resulta que la blogósfera está llena de ex gorditos y gorditas, arrepentidos que no sólo reniegan de ese pasado, sino que dedican su vida (real y virtual) a defenestrar ese modelo que dejaron atrás. Con vergüenza algunas veces, con autocompasión siempre y con un falso sentido del humor ("ríanse del gordo, si yo me río de lo que era no puede ser tan malo") van rematando el laburo que hace años empezaron las casas de alta costura, los talleres de ropa nacionales e importados y tantos otros sectores de la cultura marketinera en la que vivimos. Fábrica de autoestimas rotas, de depresiones e incluso suicidios.

Los leo y me asquean. Uno que llegó a pesar 110 kilos tilda de gordita a una mina que debe ser la mitad de lo que soy yo. Cuento los posts: las alusiones a la delgadez de sus ideales están por todos lados, no importa que Fulana sea incogible de cara porque total "es flaca"; y así sucesivamente.
Estoy rodeada (aunque no me rocen, por suerte) de gente funesta que no se priva de despotricar contra una amenaza que los puede alcanzar en cualquier momento. Porque el tiempo pasa para todos, y las hormonas no perdonan (a menos que estés dispuesto a sostener un ritmo de vida que, está visto, es demasiado sacrificado para vos).

¿Por qué? ¿Para qué? Glorificamos al flaco como modelo a seguir, como ideal ya no de vida sana, sino de status. Parecer es ser. Ser es tener. Ser es aspirar, "pertenecer". Ser es llegar... ¿a qué? ¿A que alguna vez alguien se fije en vos con mejores ojos porque "estás fuerte"? ¿Qué mérito hay en eso? Y cuando llegues a viejo o a vieja... ¿Qué te va a quedar? Aviso a la población: La estupidez se agudiza, no se cura. La huequez no tiene remedio, y en esas crisis que vienen de a décadas se suelen producir picos alarmantes.

Más allá del endiosamiento de algo tan transitorio y degradable como puede ser el cuerpo con el que uno nació, están todos estos conceptos falsos. También hay una cierta falsa simpatía para con el gordito que tiene un éxito momentáneo (la "Tota" Santillán, sin ir más lejos, y todo ese circo de gatos que lo rondan permanentemente), pero de quien se siguen riendo a escondidas. Con una sonrisa se llenan la boca diciendo "Pero los gorditos también merecen amor..." y a la primera de cambio sueltan un "gordo/a de mierda" como quien dice "forrrrro" (así; alargando las erres y todo).

Cortémosla acá con el caretaje.
Yo también tuve problemas de peso en mi adolescencia e ir a comprar ropa con una madre una cabeza más bajita y esbelta como una sílfide era, cuanto menos, complicado para mí; no obstante, no sufrí como un chancho ni me veía hecha una vaca en todos los espejos. Simplemente, me frustraba un poco el hecho de no poder vestirme como el resto de mis amigas, en las casas de ropa donde todas compraban jeans y camisas... ¿So what? Terminaba cayendo en lo de una modista, capaz de copiar el molde de algún vestido a la moda para que pudiera usarlo. Y a otra cosa, che, que hay cosas más importantes por las que sufrir.
Siendo originaria de pueblo chico, la variedad de talles en ciertos locales era muy acotada y los lugares que proclamaban "talles grandes" se evitaban con cierto horror. No por mí, claro.
Esa frustración la estoy sintiendo recién ahora, con el tiempo, en una ciudad que es tan grande que no deberian faltar talles para mí. ¡Fuck! Soy 46/48 de pantalones y XL en camisas o remeras de mujer. ¿Qué tan difícil puede ser?
Y lo es. Es difícil. Sigue siéndolo. Pero no me quejo, porque estoy y soy como elegí. No es que no pretenda mejorar mi calidad de vida. Ahora, esto es lo que hay. Y para lo que soy, que no es una bestialidad, pretendo lo que me prometieron: talles realistas. Algo que me indique que estoy en la vereda de la aceptación como un standard de cuerpo más: la mujer camión, la gringa grandota.

¿Será mucho pedir, también, que los ex gorditos y las gorditas potenciales se dejen de romper los huevos y empiecen a aceptarse a sí mismos? Defenestrarlos(nos) habla mucho peor de ellos como personas que del objeto del ataque o de la burla. Algo es seguro: Tan inteligentes no son, si han caído en esta trampa cazabobos que es la más básica que hay.

También estoy muy hastiada de la glorificación del dinero, pero eso quedará como tema para otro post. Suficiente agretez para un comienzo de semana. Sepan disculpar, pero una también es humana y se harta.

ACTUALIZACIÓN: Como los detonantes son casi los mismos, les invito a leer un excelente post de Calíope sobre algunos aspectos de la femineidad exacerbados, y cosas por el estilo.


domingo, junio 29, 2008

Lo bueno, lo malo y lo feo

Tres botones de muestra de un fin de semana (a)típico:

- Lo bueno: Leí mucho, estoy volviendo a encontrar momentos de lectura continua y me encanta poder hacerlo. Lo mismo con la música: me puse al día con las recomendaciones de mis amigos y hay un par de hallazgos que hacen del día algo mejor.
En todo caso, esta chica me tiene todavía subyugada. No me canso de escucharla.



En lo tocante a libros, terminé en un día la excelente novela "Plop", de Rafael Pinedo. Muy recomendable sobre todo si te gusta la ciencia ficción y lo fantástico. También estoy re-visitando a Angélica Gorodischer y empezando los Lengua de Trapo que compré en la feria.
En la misma línea ciencia-ficcional, recomiendo se tomen un tiempo (pueden hacerlo mientras toman un buen té o café junto a la computadora) para leer este relato del señor Jorge Mux en su notable blog Monstruos y Berenjenas.

- Lo malo: Noticias que una nunca quiere leer; una, sobre el tema papeleras (doloroso pero real: no importa cuánto muevas el culo, si el gobierno no te apoya con sus recursos es al divino botón. Además, ellos ya dieron la batalla por perdida antes de empezar). Otra, sobre una realidad que no está tan lejos; en Santiago y Tucumán pasan cosas como ésta todos los días.

- Lo feo: Esa sensación extraña que te queda en la boca del estómago cuando tenés sueños cargados de símbolos (¡¡muy cargados!!) que no sabés, no podés o no querés interpretar.

Por suerte, nada que sea feo dura mucho cuando tenés un buen despertar y te das cuenta que tenés una ventana al cielo por donde entra el sol. Entonces, mejor ser agradecida y dedicarse a disfrutar lo que queda del fin de semana. También lo deseo para todos ustedes.

miércoles, junio 25, 2008

Contradicción y tristeza infinitas

Cuando leo notas como ésta me pongo muy triste. Siento, literalmente, que el alma se me va a los pies. Me pesa el corazón, me duele. Camino con piedras en la panza desesperada por no poder poner un poco de comida en la falda de cualquier chiquito descalzo de los tantos que me cruzo entre el trabajo y mi casa.

Me siento una mierda. Ni más ni menos. Así como muchas veces me siento un desperdicio porque sé que podría y debería estar trabajando por un mejor sueldo, en un lugar más acorde a mis conocimientos y habilidades, mil veces más me siento desbordada por estos cachetazos de realidad que hacen que ese pensamiento anterior quede reducido a nada. Cuando leo esos artículos y pienso en la cantidad de noticias que me pasan todo el día por delante, o me pasaron en algún momento, quiero que la tierra me trague antes de volver a tener otro pensamiento frívolo.

Al mismo tiempo, me doy cuenta de que empecé a crecer el día que dejé de sentir la culpa de ser privilegiada en un mundo donde pocas personas lo son. Tengo salud (sí, aunque hay días que me siento una viejita achacosa), tengo un techo, comida, posibilidad de pagar mis cuentas y algún que otro gusto de vez en cuando. Es cierto que trabajo para eso, y que se supone es lo mínimo que debería tener llegada a cierta edad o circunstancias.

Pero no hay neurosis que mitigue la impotencia que me deja sin palabras.

Esa piedra en el estómago que creció merced a la desafortunada combinación de una nota en un diario y el comentario que a mi jefe no se le cae nunca de la boca ("el pobre es pobre porque así está cómodo") no se me va a ir aunque el día de mañana termine viviendo bajo un puente.
Tampoco me va a impedir comer tan pronto haya llegado a casa.
No sirve de nada extrañar la inconsciencia de la infancia ("qué feliz era yo cuando no me enteraba de estas cosas"), ni desear la involución total de la especie humana.
No sirve de nada que me llene de explosivos y me inmole contra la chimenea de Botnia o en la plaza del Congreso, o en un local lleno de militantes neonazis.

Sigo creyendo que lo mejor es hacer lo que se puede, lo máximo posible desde el pequeñísimo lugar que uno ocupa. Atraso mil años, ya sé. Pero es lo que siento.

Eso, o que me convenzan de que un PEM monumental les reseteó el chip a todos los que digitan el mundo y decretan que haya pobres para que siga habiendo ricos. Utopía lamentable y simplista. Como creer que el haberme unido hoy a esta causa* cambia en algo el status quo.

Puesta una y otra vez frente a la bronca, la impotencia y la tristeza, elijo seguir creyendo que cambiar es posible. Si no creo en eso, me muero.


*Oh, detestable militancia virtual, que aplacas conciencias culoplanchistas al ritmo de una pegadiza canción en la publicidad de Speedy. Ahora todos somos ecologistas, qué lo recontraparió.

sábado, junio 21, 2008

Día de la Fuentecitancia

En otra instancia de iniciativas ajenas que me copan, me hago eco de la propuesta de Subjuntivo (con el debido agradecimiento para Gerund por la invención del término). Les invito a conocer las bases de esta propuesta y repetirla con una entrada en su blog.

Elegiré un texto que me guste de una fuente que quiera, preferentemente un blog o similar, lo pegaré en mi blog entrecomillado, y citaré la fuente, con un link.

La persona elegida deberá, si le diere la gana, hacer lo propio, tomando la precaución de no elegir a quien lo hubiere elegido, y de citar o bien estas reglas, o este post, o al menos una clara explicación del asunto, de modo que el elegido sepa qué cuernos hacer.

Haciendo lo propio, les dejo un texto ajeno que en su momento me llenó de melancolía. Hay otros más tremendos, así que están invitados a leerlos si quieren.

Ozono

Una noción repentina de imposibilidad se estanca dentro mío y me paraliza en la vereda, ignorando la tormenta en ciernes.
Cae una copiosa lluvia inmaterial.
Un trueno intenta asustarme y ponerme en movimiento, porque los rayos que purpuran la tarde no consiguen distraer mi atención.
Es ella, está allí. Y no me mira. O peor, me mira eventualmente sin verme. No hace ningún gesto. Ni de complicidad, vergüenza o remordimiento.
De repente soy nada. Ni siquiera un pavote bajo la lluvia, mirando cómo me ignora.
Su auto gris está estacionado a mi lado, contra el cordón. Baja apenas la cabeza, como tratando de no pisar el agua que se acumula en la cuneta, al pasar entre éste y mi alfeñiquez repentina. Abre la puerta del lado del acompañante, mira hacia la otra vereda un instante y se mete adentro. Sigo sus movimientos y después retomo la dirección de esa última mirada.
Veo salir
de la puerta de un supermercado a un hombre gigante, de unos tres metros de altura, cargado con bolsas y paquetes. Miro de nuevo la ventanilla del auto. Veo su imagen sesgada por el cristal y el ángulo agudo. Creo que me busca por el espejo retrovisor de la derecha, haciendo una finta repentina.
El monstruo llega con los víveres, abre la puerta izquierda detrás del conductor y arroja con displicencia los bultos. Dirige una mirada carente de interés hacía mí, una décima de segundo. "Un pavote bajo la lluvia", habrá pensado. Se derrumba sobre sí hasta achicar su tamaño ciclópeo al de un hombre de un metro noventa y tantos, compatible apenas con el habitáculo del auto, y sube también. Lo pone en marcha, mientras el "stop" hace un guiño y un humo blanco brota del escape.
Se dicen algo. Ella encoge los hombros.
Salen con velocidad hacia la esquina. Al llegar, vuelven a brillar las luces del freno. Desaparecen para siempre.
La tarde se puso negra de tormenta y de verdades aprendidas por primera vez.
Sigo seco, parado bajo una lluvia torrencial.


Aún hoy, después de veinte años, recuerdo el olor a ozono que me envolvía esa tarde.


Fender Gebiet (de su apartado "Remembranzas", en Excretos)

Me encantaría poner más textos, pero estimo que al ser una iniciativa libre, la gente a la que me gustaría citar eventualmente nos ofrecerá su propia recomendación.
Que pasen bien esta noche, que es la más larga del año.


jueves, junio 19, 2008

Decime que es joda...

En dos blogs que sigo con regularidad, Hablando del Asunto y El cliente NUNCA tiene la razón, se hacen eco de una advertencia para tener en cuenta.

El Capitán Burton incluso publica scans de las hojas del libro en cuestión para quienes necesiten más referencias.

No me considero una mojigata espantable, pero cuando la realidad supera a la ficción en estos términos, tengo pocas opciones. Y esta "jodita" no me hace la mínima gracia.

Les recomiendo que si ven este libro u otros de la misma procedencia, como mínimo, pregúntenle al librero si sabe lo que está vendiendo y lo pongan sobre aviso.

martes, junio 17, 2008

Extraño anochecer de un sábado agitado

El sábado fue tan extraño como puede serlo un día cualquiera con el conflicto a las puertas de casa.
Si lo primero que olés al asomarte es el humo de las gomas quemadas y sabés que viene en camino un cargamento precioso de seres queridos, en lo último que vas a pensar es en el fin de semana largo. Sí, un poco más, tal vez, en el día del padre y el feriado que Belgrano nos legó (y la conveniencia consumista, que no descansa pese a los paros, corrió de fecha).
Qué extraño resulta ver en la televisión lo que está sucediendo a apenas quince kilómetros de la misma puerta por la que entraron mis sobrinas, envueltas en toses y mocos. Vecinos contra vecinos, el mutismo incomprensible de quien debería dar respuestas. Forcejeos y pese a todo la voluntad de no estallar el puño contra el rostro del que ayer te cebaba un mate. Disculpas cruzadas de súplica, papeles de por medio; la Constitución, nada menos.

Más extraño aún: Un llamado, atendido por mi hermana; la voz de una mujer detrás de la característica desconocida.
- ¿Señora, estoy llamando a Gualeguaychú?
- Sí, pero ¿quién habla?
- Le estoy llamando desde Chaco. No me corte, por favor. Aquí estamos como ustedes, peor que ustedes, y tenemos los pueblos movilizados pero no nos escuchan. A nosotros nadie nos presta atención, pero ustedes pueden hacerse ver, tienen a todos los canales allá. Por favor, avísele a sus vecinos y que salgan todos a la ruta a defender a los suyos. Aprovechen a reclamar y que los oigan, por favor.

No estamos de acuerdo con los cortes (si bien hace una semana y pico que dejaron de frenar transporte, la gente sigue acampando ahí), pero qué podés hacer cuando vos, que tenés la panza llena y el corazón contento, ves por televisión que hay gente que creció en tu barrio saliendo a ponerle el cuerpo a una protesta sectorial sin más armas o escudos que los mates y las banderas. Es ir o ir, porque no te animás a dejar sola a tu vieja y a tu abuela y al vecino y a los ex compañeros de colegio frente a Gendarmería, porque éstos son todos gente "de acá" pero si mandan a gendarmes de otras provincias, quién sabe. Y si vamos a rodar, rodemos todos. Y si alguien grita, que el grito sea tan fuerte que se escuche en la Capital dormida donde recién se están dando cuenta que el desabastecimiento y la inflación la hicimos entre todos; por inacción, por desconciencia política, por comodidad, por no tener menos, por sobrevivir, por nada.

Llega la tarde. Volvemos a casa ateridos de frío esperando un mensaje del gobierno, pero nada ocurre hasta bastante tarde, que es cuando los ministros de imponentes bigotes se deciden a espetar más de lo mismo en una payasada que quiere ser conferencia de prensa y termina dejando gusto a nada, como siempre, como hace días.
¿Dónde está ella, dónde está? Si no está en Calafate, ni en Olivos, ni en la Plaza, ¿dónde está, por qué no habla? ¿Cuál es el resultado de la sumatoria de tres poderes ausentes, más un terrateniente patagónico atravesando la plaza antioligárquica, recibiendo sólo vítores y aplausos de aquellos que tan furiosamente reclaman menos pobreza? ¿Apoyo soberano, o anhelo de pertenencia? ¿Ser fieles adictos nos garantizará la jubilación, el pan para nuestros hijos, nietos, sobrinos? ¿Nos garantizará no terminar en anarquía, o en la calle indiferentes a todo, excluídos para siempre? ¿A quién defiendo? ¿A este anónimo o a aquél, a este garca o a este otro? ¿Vale decir que estoy cansada?

Extraño, extraño sábado. May no duerme en casa, Fini tose y llora, llena de mocos. Suspiramos. Cenamos restos del mediodía. Todavía no lo sabemos, pero no hay agua en toda la ciudad (nos enteraremos el domingo Día del Padre, cuando se nos antoje pasar por el baño y el tanque se haya agotado). La mitad de la familia no duerme bien hace varios días y aparentemente no hay ansiolíticos ni tés antigripales que reviertan el cuadro.
La nena está molesta, quiere dormir y no puede. Vamos al auto, salgamos un poco a despejarnos este día extraño.
Vamos, munidos de una mamadera y un par de CD's que no llegamos ni a mirar; alguien dejó un CD de Sui Generis en el reproductor.
- ¿No es de ustedes?
- No, creíamos que era de ustedes. Se lo habrá olvidado alguien.

Empieza el paseo rumbo a la Costanera desierta, bajamos al parque mudo e inmóvil, suspendido en un aire quieto de invierno como si fuera un bosque submarino, iluminado cenitalmente. Cantamos. Los cuatro. Los dos que vivieron los '70, la treintañera en ciernes; hasta la bebé de un año y medio, tararea a tropezones "Aprendizaje", agarrada a su mamadera.
Qué extraño es esto, justo hoy, con este frío y estos trastornos, silenciosos de a ratos y de a ratos cantando, pensando siempre, cada vez menos angustiados y más esperanzados "porque estamos juntos, pese a todo". Las preocupaciones quedarán para mañana.

Pasan los minutos. Fini cabecea y cae en el regazo de la abuela. A regañadientes se deja aupar hasta el sillón del living, junto a la estufa. Abro el garage para que entre el auto, suena "El tuerto y los ciegos". Nos miramos, sonreímos.
Él me hace una caricia que es mimo y dedicatoria. Los dos pensamos en la charla que tuvimos por la tarde sobre Charly y las profecías autocumplidas.



(El día termina en medio de esquivadas furiosas de zapping a los noticieros y una última mirada a los libros. Afuera, caminan y se ríen los chicos que van a bolichear. Y apenas es un sábado más).

lunes, junio 09, 2008

Uh, sí... un esfuerzo bárbaro


Zorrita me hizo hoy acreedora a este premio inmerecido, y lo publico sólo por el profundo afecto que le tengo...

En cuanto a la consigna, consiste en detallar seis valores o cosas que uno considere importantes, y seis anti-valores (o valores que no lo son, no sé si existe una categoría de esas... o tal vez cosas que no importan y no sirven para nada, bah). Me queda la duda mortal sobre si son propios o ajenos, así que por las dudas generalizo y ya táh, y que venga Zorra y me corrija si es macho.

Ahí va:

Valores:

- Capacidad de entrega a los otros (dar, servir)
- Sinceridad aunque duela
- Ser afectuoso sin reservas con quienes inspiran nuestro afecto (qué es eso de ir por la vida amarreteando cariño, habráse visto)
- Respeto
- Coherencia
- Perseverancia y fuerza de voluntad

Anti-Valores (o cosas que me hacen sentir como el traste cuando las percibo y que no ayudan a nadie)

- Hipocresía
- Individualismo furioso / Egoísmo
- La indiferencia en todas sus formas (hacia el otro, hacia el medio ambiente, hacia la realidad que toca vivir)
- Ignorancia supina y autoproclamada con orgullo
- La violencia en todas sus formas, sobre todo la que se ejerce desde los lugares de poder erigidos para servir, y no para perjudicar
- La cobardía

Tengo que pasar esto a seis personas, con el terrible dilema de que ninguna de ellas se va a hacer cargo de tomar esta posta (es más, algunas me putearán merecidamente), pero bueno... al menos lo intenté.

- Fender: Porque hay esfuerzos diarios que nunca podrán ser suficientemente recompensados...
- Lady Kelvin: Laburante, esposa, madre, ama de casa y anecdotista brillante... si eso no requiere esfuerzo... (Por más que se note que todo lo hace con gusto y voluntad)
- Vontrier: Está en todo, y siempre va por más. Yo apenas puedo con un par de blogs de manera errática e inconstante, y ella tiene tantos, ¡y tan buenos!
- Gerund: Porque me cae de puta madre y porque siempre tiene fuerzas, aunque esté sin fuerzas. Porque es esquizo, como yo y como quien sigue:
- Fodor (Y por extensión, Rodolfo Snob y Son of Doctor Lobo): Sabido es que este hombre works hard for the money pero siempre tiene tiempo para derrochar en sus posts alguna cuotita de buena y mala onda, alguna anécdota graciosa, alguna reseña cinematográfica, alguna encuesta o datito interesante, ¡¡así no vale, loco!!, ¡¡así cualquiera parece improductiva!! (el palo va también para usté, Fender)
- Thiago: Porque es un tren a 120km/h cuesta abajo cuando algo le interesa. No importa cuánto le cueste.

Sepan perdonar los que han quedado afuera, no duden que serán tenidos en cuenta para futuros premios :-P
En cuanto a los nominados, siéntanse libres de hacer lo que se les cante con el premio, aunque las reglas indican que deberían colgarlo en sus blogs, colocar los seis valores o cosas importantes y las seis porquerías antivalorosas, y luego pasarle el fardo a otros seis. Zeiz, zeiz, zeiz... la zifra de Zatán... ya saben, hoy a las 23 en canal 7... blablabla.

En fin, buen comienzo de la semana y perdónenme, trataré de no volver a hacer esta zapallada.

martes, junio 03, 2008

La vida de los otros es tan fácil...

Suelo pensar de mí misma que soy una buena persona. Al menos, una de esas personas inofensivas, casi intrascendentes, que buscan pasar haciendo el menor ruido por las vidas de muchos terceros, y dejar una huella positiva en la de los pocos significantes. En ningún caso una mala mina, una hija de puta, una persona con mala leche... tengo en claro que el karma es fatalmente eficaz.

No tuve esa etapa adolescente hormonal y transera que tuvieron tantas otras de mis compañeras.
No corrí peligro de embarazo. No era de las que se ponía en pedo en los boliches.
Era casi una alumna modélica, y en mi casa "la que nunca molestaba" (excepto con algunas ideas raras).
Transité un primer noviazgo vertiginoso que me llevó por todos los rincones antes inexplorados, y de ahí salté al siguiente, casi sin pensar, en el impulso que da la certeza de haber encontrado a la persona correcta.
Un día, volviendo de un viaje inolvidable, con el pelo y la ropa llenos de arena salitrosa, la envidia de una compañera de pensión me atajó en el hall de entrada.

"Se te ve muy bien" había dicho una.
"Estoy enamorada" recuerdo haber respondido.
"Qué bueno. Ojalá yo pudiera dejar de querer y enamorarme de otro así de fácil" dijo la venenosa de turno.

Esas palabras no me abandonaron nunca.
¿Y si yo era así?
¿Y si yo era de esas personas eternamente condenadas a idealizar y desencantarse?
¿Si, como sugirió aquella estudiante de psicología con relaciones "difíciles", yo era una mala mina por relegar los meses de felicidad anterior por el amor actual? ¿Si yo soy como me ven los otros y no como sé que soy?
¿Sé qué soy?

Qué fácil que es la vida de los otros, pienso mientras con una mano acaricio la pena ajena y mis palabras consuelan, y con la otra me flagelo por los errores cometidos mientras mis oídos reciben la merecida reprimenda por las acciones erradas.
Qué fácil me juzgan y cuán a la ligera las personas que tuvieron de mí un conocimiento sesgado. Más furibundo el juicio cuanto más superficial el conocimiento.

A la que estaba acá adentro, tratando de respirar un aire de prestado, casi nadie le dio pelota.

Y ahora que es más fácil, algunas cosas no cambian.
Como este afán de complicarlo todo, cada tanto.
Ahora que sé que no soy la que creían que era, pienso cuánto más fácil sería tomar ciertas decisiones si fuera esa persona que decían que soy.



sábado, mayo 24, 2008

La tía Alicia

En la niñez, mis hermanos y yo jugamos, como cualquier otra criatura, a las muñecas y a los autos. Pero todo era colectivo en mi casa. Los autos de mi hermano eran propiedad común, como el moisés lleno de muñecos de mi hermana o mi bicicleta Aurorita rojo metalizado con ruedas. En esos juegos éramos paralelamente los padres y los maestros de "nuestros" muñecos, llegando a recrear todo tipo de situaciones de la vida diaria en el garage y el patio de casa.
Cada muñeco tenía una casita, asignada por fracción de la cocina, el patio o el garage (con exepción de una porción que era exclusivamente la escuela, porque tenía pizarrón). En las "casas", mis hermanos fungían como padres de los muñecos y en "la escuela", como profesores. Yo era invariablemente, en el colegio y en las casas, la profesora de música y la tía Alicia.
No era que no tuviera muñecos propios o que mi hermana se hubiera apoderado de los que me pertenecían. Creo haber contado alguna vez que aprendí a leer de manera autodidacta a muy temprana edad y los libros ocupaban para mí el lugar de esos hijos que nunca había pedido o deseado. La indiferente recepción de mi primer Yoly Bell disuadió a mi madre de regalarme más muñecos, y por culpa de "Heidi", "Las mil y una noches" y las "Fábulas de Samaniego" dejé huérfanos a otros dos muñecos previos, Vainillita y Paisanito (una pepona y un muñeco hermoso vestido en estilo gauchesco).
Mis hermanos se negaron a adoptarlos y a regañadientes me atribuí el estatus de Tía. Rol que, por otro lado, me acompaña hasta hoy sin perspectiva de cambios pese a ser la mayor de los tres.
Ese particular orden de cosas nunca fue cuestionado por los de mi casa. Tal vez porque pese a mi inveterada negación a la maternidad era la más dispuesta a inventar las historias que luego recreariamos en nuestros juegos.
Llegamos a interpretar una saga propia de aventuras llamada "Campamento Peligroso" inspiradas seguramente por Indiana Jones y las aventuras de Tintín, que mirábamos por las tardes en canal 7,... pero también en gran parte por mis lecturas de Verne ("Los hijos del Capitán Grant" sobre todo), H. Rider Haggard ("Las minas del Rey Salomón", y "Allain Quatermain") y Stevenson ("La isla del tesoro").

Algo similar me ocurrió en el preescolar y la escuela primaria. De sidekick de mi primo, que hizo de Pinocho, en el rol de una muñeca muy siniestra (estaba cambiando varios dientes de leche y mi expresión para las fotos era de terror absoluto) a señorita entrevistadora de los personajes de Mayo de 1810, nunca tuve un rol que destacara mi precoz femineidad.
El colmo de la señorita Elsi fue ponerme a tomar parte de negrita mazamorrera, pintando mi blancura pecosa de corcho quemado, con un pañuelo rojo en la cabeza y aros gigantes. Cuando me vi al espejo, una morena de ojos verdes agarrada a la canasta de mazamorra invisible, me dio tanta impresión que le inventé a mi madre un dolor de panza para faltar al acto. La excusa no sirvió y allí quedé, arrinconada contra una de las paredes de la salita "La Hormiguita Viajera" viendo cómo Florencia, más rubia aún que yo misma, bailaba el minué con un miriñaque rosa y la peineta gigante. Había un solo rol de "doña mantigua" (dama antigua), y dos niñas rubias en la salita. Una sola lo deseaba con el alma. La otra era yo.

Era solamente en los juegos privados, aquellos que garabateaba en algún papel a modo de ideas sueltas, que rescataba algo de la femineidad que sentía como vergonzosa e indigna de exhibir en juegos colectivos. Fue en secreto que le pedí a mi abuela el vestido de hada de tafeta rosa que con tanto amor cuidé durante años, aún cuando ya no podía ponérmelo. Fue en secreto que rescaté el vestido de novia de mi mamá para recrear algún diálogo de los libros de Sissi o Louise M. Alcott frente al espejo en las siestas entrerrianas, cuando no había terminado ni siquiera la primaria. (Y sí: a los diez años alcancé en altura a mi mamá, que en las fotos del casamiento parece una quinceañera frágil, y que nunca se imaginó esta hija capaz de robarle las botas para ir al taller de letras).

Los roles más importantes de mi infancia pasaron sin escalas de la interpretación en solitario al papel, y de ahí nuevamente a la representación mental, en una especie de ciclo que se repite sin exorcismo posible hasta que mi memoria se pierda. O hasta que llegue a manos de algún generoso mecenas que los guarde para una posteridad imposible, para mis improbables hijos o que finalmente los lleve a alguna biblioteca pública donde los encuentre alguna otra criatura capaz, como yo, de escaparse de los ensayos o de la clase de Teología para meterse a explorar entre estantes al amparo de un silencio inviolable.

(Este post está dedicado a Lady Kelvin, que planteó una consigna que acabo de desvirtuar con todo cariño y respeto por sus "pendientes". Gracias, Milady, por la excusa).

lunes, mayo 19, 2008

No quiero lo que no tengo

Aunque parezca ciega, o abstraída del mundo, voy bastante atenta por la calle y por la vida en general. Ser perceptiva ayuda mucho, sobre todo cuando hay que adaptarse a personas, situaciones y cosas que no dejo de sentir como ajenas.

A diferencia de otra gente hipersensitiva, no llevo la percepción como una carga. No me cargo. Trato de mantenerme, dentro de los arranques, lo más impoluta posible. No siempre lo logro, claro (ahí está Aki para confirmarlo a quien quiera), pero al menos trato de que el daño colateral de mis arranques tenga la menor relevancia posible. No contaminar, como quien dice.

Mis afectos trataron de inculcarme desde chica lo que aprendí eventualmente a solas en la adolescencia y la adultez (es válido el término en mi caso? Ni idea); estar atenta, observar, aprender y sobre todo pensar. Pensar bien las cosas. Leer, escuchar, razonar. En este sentido, me resulta bastante fácil percibir en mi entorno la insatisfacción permanente de algunas personas.

Hace algunos días, mientras caminaba, tarareaba para mí esa maravillosa canción a capella que titula uno de los discos de Sinead O'Connor que más me gusta: "I do not want what I haven´t got" (No quiero lo que no tengo). Esquivaba gente, caminando las mismas veredas de distinta manera y llegué a destino con esa canción en loop.

A veces me toca ir hasta un lugar particularmente deprimente... una empresa multinacional de modernas y asépticas instalaciones, con cuyas subordinadas no me gusta mucho tratar. Todas trasuntan una expresión de incomodidad perpetua que se agudiza cuando mi informalidad fuera de moda les golpea en la cara. Entré con mi bolsita, Nokia 1100 en ristre, y por primera vez una persona diferente me salió al paso.

Ni siquiera era nueva. Recordaba haber visto su nombre escrito en el listado otras veces, pero no me había tocado tratar con ella. Mi jefe suele decir que soy demasiado perdonavidas (claro... qué le hace una lancha más al Tigre) y que me dejo engañar fácilmente por las primeras impresiones agradables. Que posiblemente detrás de una sonrisa y un "cualquier cosa avisame" se esconden la puñalada trapera y el "mejor que no me vuelvas a llamar, porque no pienso atenderte".
(No me dice nada nuevo, claro. Posiblemente nunca sepa que yo apañé muchas veces el engaño ajeno, con la esperanza de que esas personas me sorprendieran con un buen gesto. Prefiero absorber el costo de la decepción y culparme por ella).

Esta chica es distinta, se le nota desde una informalidad que saluda a la mía a la par. Podría ser una prima lejana, sólo que más bajita. Estas paredes no la contienen. Mira a los ojos cuando habla y está increíblemente tranquila, pese a la tensión que se respira en esas confortables oficinas pintadas de amarillo y gris. Cuando ofrece ayuda, lo hace genuinamente; lo comprobaré al llegar a mi puesto de trabajo, diez minutos después, cuando el correo electrónico que prometió mandar parpadee en mi bandeja de entrada.

Y cuando salgo a la calle, ya no me pesan tanto las miradas abatidas y serias de los cientos de chicos y chicas de mi edad, trajeados ellos pese al calor, subidas ellas a sus elegantes botas de caña alta (posiblemente y con suerte, su única preocupación a fin de mes). Ahora entiendo un poco mejor. Estoy metida en medio de una carrera por tener, por aspirar a más, en la que estorbo a mucha gente. Trato de correrme para que no me pisen, intento demostrar que no soy una amenaza para nadie, mantengo altas mis propias aspiraciones un poquito distintas al resto.
El día que cobre mi aguinaldo, posiblemente salga corriendo en un viaje frenético al verdadero culismundis, no a una ciudad donde se amontonen más de los mismos... O buscaré más libros, o decidiré por fin comprar los estantes que nos hacen falta para los que ya no tienen más lugar en la casa. No me haré la falsa esperanza de ahorrar para un auto o para mudarme de ciudad ... todavía no es el momento. No llegué donde debería, no es realista meterme a pensar en una vida que no es mía y tampoco quiero vivirla a cuenta.

Simplemente, quiero lo que tengo y no voy a preocuparme por lo que no tengo a menos que realmente me haga falta. Y no es por escasez de ambición. Quiero, como esa extraña en las oficinas de la multinacional del stress, vivir a mi tiempo. Que corran los otros al ritmo de la ambición ajena, y yo miraré pasar los días que me acercan a mi objetivo vital con la serenidad de quien sabe que todo llega.

lunes, mayo 12, 2008

Último día

Como dejé asentado en otro blog, siempre que la Feria del Libro justifique con algún hallazgo su existencia, me contará entre sus presentes.

No fui tantos días como habría querido, pero los pocos paseos rindieron su fruto.

Encontré el libro que estaba buscando, un regalo largamente acariciado, en el último stand abierto cuando ya se estaban cerrando todas las cajas. Un vendedor con ojos enrojecidos y actitud lacónica se rió de mi suspiro al entregarme la bolsa. "¿Suspirás por el libro?". Y sí. También, por haberte sacado una sonrisa y un puñado de palabras amables a pesar de tu cansancio acumulado. No lo digo, pero lo pienso.

Aplauso, medalla y beso para el stand de El Aleph, confinado al último rincón del último de los pabellones. Allí dejé bastante dinero, ya no con angustia, sino con la alegría de quien encuentra entre tanto desvirtúe un lugar que conserva el auténtico espíritu que solía tener la feria para los que empezamos a ir con ojos de niño y hoy sabemos reconocer un poco más que en aquel entonces.
Me traje varios combos de libros de las mesas de este puesto, que tenía ediciones en rústica y tapa dura muy baratas. Doy fe de la calidad y de la variedad de oferta: clásicos de todos los tiempos, filosofía, vanguardias artísticas, novelas de aquí, de allá y de todos lados. Único stand donde los precios superaban (por ventajosos) a los de calle Corrientes y a muchas librerías de viejo. Volver a leer a "Huckleberry Finn" por la módica suma de $5 es un golazo nostálgico. Encontrarme con "Saga", de Tonino Benaquista, uno de los libros más recomendados por mi recomendador preferido, a $3 y monedas... y además, con varios ejemplares de la colección Lengua de Trapo / Otras lenguas, no tiene precio.

No hay mucho que decir. Esquivé en la medida de lo posible los días más transitados, pero no pude dejar de asistir a un evento sabatino donde él y ella contestaron algunas preguntas (que después terminó en un after variado e íntimo, ¡grandioso!)... Tantas veces me dolió la cabeza que tuve que salir de los pabellones a tomar aire.

Y eso es todo. Hasta el año que viene, Palermo.


sábado, abril 26, 2008

Primer día

Pese a mi incorregible aversión a las multitudes y mi siempre menguante economía, me gusta ir a la Feria del Libro. Tengo demasiados buenos recuerdos asociados a ese manicomio donde la gente que nunca lee va a comprarse los libros que posiblemente leerá una sola vez o terminará regalando. Por ese lugar paseé acompañada de los más extraños personajes y viví un par de situaciones bizarras, bordeando lo antropológico.
Desde hace un par de años asisto en calidad de acreditada y tengo acceso a descuentos y a la posibilidad de entrar gratis cuantas veces quiera, lo que me da un enorme alivio monetario que eventualmente se traducirá en alguna compra. No viene siendo el caso de esta edición, pero de todas formas la anécdota es otra.

El primer día siempre es el mejor día para ir. El primero, y quizá el último, cuando algunos stands empiezan a rematar todo .

El jueves fue el primer día. Los pasillos anchos y poco transitados daban a nuestros pies inquietos y caras de pocos amigos la tranquilidad de circular sin chocarnos con nadie. Lo mismo dentro de los stands, con su mínima posibilidad de circulación.

Una se va acostumbrando a ciertas cosas. Hay stands que no se mueven del mismo pabellón, tienen la misma ubicación desde hace años. Parece que hubiéramos salido ayer de esta Feria, donde Colihue y Santillana y La Flor estaban justo ahí, con los mismos revestimientos, ese inflable gigante, el fileteado en los carteles. Algunos crecieron, mirá qué bien. A Urano la salvó Dan Brown, no hay dudas. ¿Dónde está IVREA? Menos mal que compré todos los números que me faltaban de Sakura el año pasado, hoy sería imposible. Un asco las nuevas ediciones de La Materia Oscura. Una vergüenza que ciertas reediciones no estén ni cerca de aparecer de nuevo en los anaqueles; si no es en "la Feria", dónde? ¿Cuándo, cuando no podamos acceder al descuento y tengamos que postergar "el regalo" un año más?

Deambulo sin mirar muchas caras, en realidad estoy pendiente del primer barrido vital porque no voy a tener ganas de patearla de nuevo hasta dentro de algunos días, cuando sea un caos y se vuelva imprescindible recurrir a mi memoria para ir directamente al punto de interés.

Ajustados como estamos, nos divertimos pensando cuál libro de los que vamos encontrando nos compraríamos; hojeamos uno por aquí y otro por allá para descubrir nombres amigos en los agradecimientos de algunas ediciones. Entre pitos y flautas, llevamos gastados unos ciento cincuenta pesos virtuales cuando llegamos a la mesa de Aleph, que rebosa de saldos. Rodeo una mesa sin esperanza alguna y es ahí donde se produce lo inesperado, lo que me pasa invariablemente todas las Ferias; el hallazgo, el "algo" que estaba perdido desde mi infancia. Y cuesta cinco pesos.

Trago saliva, me lo llevo. Cómo está de mal todo para que duelan esos cinco pesos... Pero de inmediato me acuerdo de la cara que pondrá mi madre cuando venga a visitarme y le muestre que después de quince años me compré el libro que ella me negó aquella vez. Y ya no me pesa. Sonrío, aunque me duelen los pies como la miércoles después de dos horas sin parar de caminar. Y recién es el primer día.

martes, abril 22, 2008

Una obsesión llamada Hayao Miyazaki

Un día, haciendo zapping entre HBO (cuando no era codificado, qué épocas!) y Space, me topé con una película extraña. Un dibujo animado con reminiscencias de Heidi, personajes estilizados en situaciones de cotidianeidad muy realistas, inusuales en el tipo de dibujo animado que frecuentaba por esa época. De repente, una niña de cuatro años caía en un hueco profundo, dentro de las raíces de un árbol enorme, para aterrizar en la panza de un gigante mudo y mullido, de enorme sonrisa y ojos expresivos.

Había conocido a Totoro, y por extensión a Mei, Satsuki y Gunta, padres, abuelos y aldea rural incluídos, en un Japón de dibujitos muy parecido al Japón rural donde debió haber crecido Hayao Miyazaki.
Cuánto de evocación y cuánto de proyección habrá en sus trazos, sólo él lo sabe.

Hayao Miyazaki (Tokio, 5 de enero de 1941) es un animador de estirpe, un ilusionista de aquellos. Creador de mundos, de personajes entrañables y de universos paralelos imposiblemente, dolorosamente deseables.
Nacido para ser economista como su padre, convencido de que ése era su destino en la vida, el joven Hayao cayó en el encanto de la animación allá por mediados de los años `60. Nunca abandonó el paño. Desde sus inicios en la serie "Lupin III: El castillo de Cagliostro" hasta la aún no estrenada "Ponyo on the cliff", pasando por series memorables como "Heidi" y "Marco" donde colaboró activamente, hasta su definitiva consagración con "El Viaje de Chihiro" (la primer película animada que ganó el Oso de Oro en la Berlinale, y ganadora del Oscar en categoría animada ese mismo año), Miyazaki evolucionó y sigue ofrecendo una calidad creciente en todos sus trabajos y argumentos.

Esa calidad de su obra se apoya, a mi entender, en estos pilares:

- Personajes memorables, multidimensionales, que van evolucionando desde su presentación hasta el final de la trama. Es increíble la complejidad de sus héroes, anti-héroes y villanos.
- Sólidos guiones, de trama atrapante, donde nada es accesorio o librado al azar.
- Una profunda curiosidad por el universo femenino. Siempre me resultó notable la centralidad de las mujeres en toda su obra, en los distintos estadíos de desarrollo: niñez, pubertad, adolescencia, juventud, madurez, vejez... así como los ritos de transición entre una etapa y la otra.
- Amor irredento por la Naturaleza en todas sus expresiones. Los planos generales inmóviles, con sonidos captados desde el ambiente directo, de los paisajes miyazakianos son más elocuentes que la fotografía de muchas grandes películas.
- Optimismo a toda prueba, incluso en las películas más melancólicas. En esta premisa se basan sus más virulentas críticas sociales y también su profunda convicción humanista.
- Buen uso de las fuentes. La inspiración de Miyazaki proviene de la lectura de muchas obras imperecederas de la ciencia ficción y la literatura fantástica y de aventuras clásica. Así, se suceden "homenajes" a estas obras en toda su filmografía, sin que el espectador se sienta estafado o asistiendo a un "plagio"; la originalidad del director proviene de ese buen uso, en pos de una idea propia bien desarrollada.
- Recurrencias increíblemente bien logradas, que conectan las películas entre sí... Hay personajes que de filme en filme comparten rasgos comunes; al director le gusta sembrar estas recurrencias como pistas, y como espectador es una delicia descubrirlas.

Cuentan (y debo haberlo dicho alguna vez) que cuando supo que el bosque en el que se inspiró para crear "Princesa Mononoke" corría peligro de desaparecer, lo adquirió en varios millones para poder convertirlo en una reserva ecológica.

En orden de llegada, algunas de las escenas que más me marcaron de su filmografía. Espero las disfruten tanto como yo, y por favor, no dejen de mirarlas a todas. Solos, o con sus hijos, sobrinos, parejas, amigos... Se los van a agradecer.

Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro, 1988)
Una frase: "No... soy... tontaaaaa!" (de una llorona Mei a Satsuki)


Porco Rosso (Kurenai no Buta, 1994)
Una frase: "Prefiero ser un cerdo antes que un fascista" (de Marco a Curtis)


El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no Kamikakushi, 2001)
Una frase: "Somos gemelas idénticas, y opuestos exactos" (de Zeniba a Sen/Chihiro)


El increíble castillo vagabundo (Hauru no ugoku shiro, 2005)
Una frase: "Un corazón es una carga pesada" (de Sofi a Howl)


Princesa Mononoke (Mononoke Hime, 1997)
Una frase: "¡Miren! Este es el aspecto que tiene el odio" (Ashitaka a los habitantes de Iron City)



Nausicaa del Valle del Viento
(Kaze no tani no Naushika, 1984)
Una frase: "No hay nada que temer..." (de Nausicaa a Teto)



Laputa: Castillo en el cielo
(Tenyu no Shiro Rapyuta, 1986)
Una frase: "Un rey sin compasión no merece un reino" (Sheeta a Muska)


Todavía no conseguí copias decentes de "Kiki´s Delivery Service", así que aún me debo esa película. Lo mismo me sucede con "Conan", serie que vi siendo muy chica (ahora que lo pienso, fue junto con "Heidi" mi primera aproximación concreta a Miyazaki; pero no tenía la comprensión suficiente para procesar esta influencia. Años más tarde, mi madre me sigue diciendo que la impresionaba la catarata de emociones que me desbordaba cada vez que miraba "los dibujitos aquellos").

Hoy es el Día de la Tierra. En honor a ella, me pareció oportuno postear sobre una de mis obsesiones más pertinentes. Si sienten que se están empezando a enamorar del cine de este hombre, no es casual: de paso, los invito a conocer el dossier más completo que existe sobre sus películas. Y en Esquizofónico pueden encontrar algunas de las bandas sonoras de sus películas, una mejor que la otra... todas del virtuoso Joe Hisaishi.

Este debe ser el post más largo de la historia del blog. Gracias a todos los que hayan tenido la paciencia de leerlo hasta el final. Hoy, si pueden, salgan al sol y busquen un rincón verde donde descansar el alma.



sábado, abril 19, 2008

Un SMS en mi celular...

"Y el humo nunca se va. El gobierno reparte barbijos, cierran escuelas para abrir centros de atención a intoxicados. Afloran grupos de delincuentes que se aprovechan de la baja visibilidad para saquear bancos y robarse los monumentos de las plazas. La ciudad agoniza lentamente en un clima de cuento de terror londinense del mil ochocientos".


(Recibido ayer en la oficina, poco antes de mediodía. ¡Gracias, Almendra!

viernes, abril 18, 2008

De la diferencia entre pensar y actuar

... Es cortito, lo prometo; y por última vez. Me falta poner los benditos shared items al costado.

Leí este post y me sentí tan identificada que yo misma sentí bronca por la situación.

A ver si algún día se acaba el "NO TE METAS".

viernes, abril 11, 2008

Así da gusto...

Salir a la calle después de una semana como esta, con la perspectiva de un buen fin de semana por delante y encontrarme con el cielo gris y el clima más fresco, me llena de energía y pensamientos positivos.

Eso nomás.

Y allá voy...


martes, abril 08, 2008

Dance magic, dance


- You remind me of the baby
- What baby?
- The baby with the power
- What power?
- Power of voodoo
- Who do?
- You do!
- Do what?
- Remind me of the baby

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La fantasía. Tener la cabeza llena de pájaros y hadas y duendes, de caminos tenebrosos con olor a moho y piedras frías; eso es lo que me decía mi mamá. Si solamente no me hubiera interesado tanto leer... o el cine. Las películas. La escritura. Si no hubiera empezado a tener memoria y sueños vívidos a una edad tan temprana. Si no hubiera sido tan afortunada de que me creyeran un fenómeno, por ahí ni siquiera me habrían dejado ir al cine cuando se estrenó esta película maravillosa.

"Laberinto", que me impresionó desde sus títulos (esas lechuzas volando, por Eru!) y desde la escena del recitado de Sarah en el parque, marcó mi infancia de muchas maneras. Principalmente porque la profunda inquietud que me producía David Bowie como Jareth no tenía nada de infantil y porque sus canciones, que me eran incomprensibles a los seis años, fueron las primeras que chapuceé en un inglés inventado, luego de convencer a la abuela Pelu de que me hiciera mi primer disfraz: un vestido de hada de color rosa.

Con ese vestido puesto, me iba al patio a ensayar el parlamento de Sarah ("En un reino tan grande... ¡No tienes poder sobre mí!"), y en verano bailaba esta canción parada frente al ventilador de pie, sin hacer caso de las risas de mis hermanos cuando casualmente dejaban sus juegos para mirarme.

Y me vine tarareándola todo el camino hasta casa...



domingo, abril 06, 2008

Un día a la vez

... No hay otra manera de vivir.

Gracias por esto que puedo vivir.
Gracias porque puedo vivir.
Gracias.

Gracias por los buenos libros, las buenas películas, la música. Y por la capacidad de disfrutarlo todo.

Wes Anderson y Nico siempre vienen bien para despejar un poco las últimas nubes.



I've been out walking
I don't do too much talking
These days, these days.
These days I seem to think a lot
About the things that I forgot to do
And all the times I had the chance to.

I've stopped my rambling,
I don't do too much gambling
These days, these days.
These days I seem to think about
How all the changes came about my ways
And I wonder if I'll see another highway.

I had a lover,
I don't think I'll risk another
These days, these days.
And if I seem to be afraid
To live the life that I have made in song
It's just that I've been losing so long.
La la la la la, la la.

I've stopped my dreaming,
I won't do too much scheming
These days, these days.
These days I sit on corner stones
And count the time in quarter tones to ten.
Please don't confront me with my failures,
I had not forgotten them.


Como siempre, salgan a vivir. Carpe diem!

miércoles, abril 02, 2008

Recordatorio: 2 de abril

Ayer daban asueto en las oficinas a partir de las 13 hs para que la gente pudiera ir a Plaza de Mayo a ver a una megalómana cuyo altísimo coeficiente intelectual está, se ve, lo suficientemente despejado para lanzar lúcidos discursos llenos de nada, pero lo suficientemente obnubilado como para creerse (y hacernos creer) la mentira de que hoy por hoy estamos mejor que con Alfonfo, Méndez y la mar en coche. (Esto viene a cuento de que estoy cansada de que digan lo inteligente que es Cristina. Su inteligencia, por mucha que sea, no está sirviendo para nada, les aviso).

Hoy, que recordamos a los veteranos de Malvinas y a las víctimas de esa guerra injusta y cruel (como toda guerra), me puse a pensar si esa reverenda hija de Tolosa se puso a analizar por un momento en mejorar la situación de esos hombres que fueron a ponerle el cuerpo a las balas que nunca pidieron recibir. Los recordamos, sí. Pero se siguen cagando de hambre, se siguen suicidando, se siguen paseando por los trenes con sus muñones a cuestas y sus certificados de excombatientes a ver si alguien se compadece de ellos con una moneda, un empleo, una oportunidad.

A ver si alguien, siquiera, los mira o los escucha.

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Y sí. Últimamente estoy muy cansada.

Cansada de llevar adelante mi vida con el mejor de los humores y que a cada rato aparezcan miserables ventilando trapitos con olor a moho porque no se dieron cuenta hace cuánto los tenían metidos en el cajón sin darles bola.

Cómo duele que te toquen el culo a vos, por una vez, ¿no?

Volcá tu veneno, tu resentimiento. Bien podrida debés tener la conciencia para tener, todos los santos días, algo para decir en contra de todo. Pensá, pensá, ya que para eso sos bueno y te da la cabeza.

Pensá de paso, también, si alguna vez reivindicaste un derecho colectivo de manera pacífica, por las vías democráticas y constitucionales. Pensá si siempre fuiste de frente, sin pasar por encima a nadie. Pensá si nunca fuiste un acomodado, si el ser "amigo-de" nunca te abrió puertas. Pensá.

Escribo este post básicamente para recordarme un par de cosas:

1- Hice bien en borrar algunas personas de mi vida.
2- Hago bien en frecuentar géneros, opiniones y lugares cuyas fuentes y líneas de pensamiento no son las mismas que las mías. Todos los días entiendo un poco más, aprendo un poco más. Agradezco profundamente su existencia y tener la suerte de poder (todavía) pagarme el servicio de Internet para seguir entendiendo, escuchando, aprendiendo.

Cuando empecé con este blog (y los que siguieron) pensaba en un espacio de esparcimiento, donde los temas de la llamada "agenda de medios" no interfirieran con el espíritu de los posts y conmigo misma. Un lugar para respirar, ya que la vida real te caga a cachetazos mil veces.

Pero no se puede. ¿Saben qué? No se puede. Todo está empapado de realidad. Todo. Y yo, la que escribe por placer, pero también por bronca-miedo-amor-expectativa-felicidad-asco-ansiedad, soy la misma en este blog y fuera de él. Nunca jugué a un personaje. A lo sumo, puedo tener la capacidad de separar las aguas y volcar en el espacio de esparcimiento lo mejor, guardándome las amarguras para otros ámbitos, más privados.

Y llega un momento en que te tapa el agua, y todo huele mal, y siempre te encontrás con alguien que está preoupado, frustrado o triste. Que la viene peleando hace tiempo y que nunca, pero NUNCA (por más bien que haga las cosas, por más que la juegue por derecha) le llega un tiro del lado de la justicia, una mano, un respiro.

Y tenés que leer a esos alienados imbéciles repitiendo por todos lados su perorata de pequebús que nunca marcharon, peronistas de almacén, socialistas de ficción. Ingratos. Esos que aprovechan y disfrutan de los beneficios que otros ganaron con el sudor de su frente, sin haber movido un dedo. Esos que aplauden y abuchean pero nunca se bajan de las gradas, nunca se ensucian las manos. "Carneros", les decían en mi barrio.

Yo tengo mi posición tomada. Todo lo que sea abusivo me causa repugnancia: me repugna que se manipule una medida de fuerza, me repugna un gobierno que viola sistemáticamente a sus ciudadanos mediante la mentira, la arbitrariedad de los decretos y las promesas incumplidas; me repugna una sociedad que se agrupa en bandos, tomando partidos como si de un Boca-River se tratase la vida, canibalizándose entre sí sin medir los daños colaterales que causan.

Mientras, los pobres siguen siendo pobres y el resto que se vaya al diablo. Mientras mi familia y yo tengamos paz, pan y trabajo, está todo bien, man.

Un precepto que me quedó grabado a fuego del librito violeta de Cony Méndez, hoy destinado al último estante de la ignominia en mi biblioteca, fue este:

Desea bien. Desea correctamente. Desea en grande. Desea para todos.
Es la única forma de que los deseos se materialicen y se vuelvan realidad.
Desea, siempre. Pide en grande. Pero no para tí mismo, sino para todos; para tu enemigo, para el que te desea mal, para el que día a día trabaja para tu fracaso. Desea en armonía con el Cosmos y con todo lo que te rodea. Y verás realizado tu deseo.

Hasta ahora, nunca me falló. Me pregunto qué pasaría si más personas intentáramos esto juntas, con constancia, todos los días. Bah, no me lo pregunto.

Lo deseo.

Lo deseo en armonía con todas las cosas y seres del Universo.


martes, abril 01, 2008

Garcas

Garcas son esos que cuando venís con las rodillas sucias y el pelo revuelto de haber jugado con las nenas, cargado con las bolsas de las compras desde hace ocho cuadras (porque para comprar barato y variado "hay que caminar", si no la plata no rinde) y la conciencia tranquila, pasan por tu lado del brazo, hablando fuerte, con esa mueca de inconformismo perpetuo y mirando si hoy se meten a cenar en Chiquilín o el Paseo La Plaza.

Por supuesto, ni siquiera te miran. O sí, quién sabe. Tal vez te ven venir cargado de bolsas de supermercado Día%, apenas con el rabillo del ojo, y deciden que tu lugar es la calle. O sea: "Si querés circular, bajate de la vereda porque no te pienso dar lugar; estoy demasiado ocupado hablando de obras de teatro, o de lo que dijo hoy el noticiero, y de cómo este país se va al carajo, como para registrarte".

Por un momento (tengo el corazón pesado de preocupaciones y angustia en estos días) siento que me crece una bronca sorda. Siento que me daría vuelta y les gritaría algo. Pero él, que sigue caminando apenas un paso por detrás mío, me dice:

"Los garcas siempre van a ser garcas. Y lo verdaderamente bueno es que nosotros sólo cargamos con este peso, ahora, hoy. Ellos tienen que cargar con sus propias vidas, todos los días".


domingo, marzo 30, 2008

Autista

[Autismo. (Del gr. αὐτός, uno mismo, e -ismo).

1. m. Repliegue patológico de la personalidad sobre sí misma.

2. m. Med. Síndrome infantil caracterizado por la incapacidad congénita de establecer contacto verbal y afectivo con las personas y por la necesidad de mantener absolutamente estable su entorno.

3. m. Med. En psiquiatría, síntoma esquizofrénico que consiste en referir a la propia persona todo cuanto acontece a su alrededor.

Más información aquí. Y aquí.]


Cuando Cass no era Cass sino una nena de tres o cuatro años, entró por la puerta chica al universo de la rareza, precedida por todos los prejuicios que corresponden a una familia notoria (no siempre por motivos felices) en una ciudad pequeña.

Mucho tiempo después, en almuerzos o reuniones familiares donde se rescatan infaliblemente las anécdotas de las criaturas que ya no son, mi mamá reconocería que durante un tiempo se planteó la posibilidad de que yo tuviera algún tipo de autismo. En ambas ramas de la familia ya existían incidentalmente un par de casos inexplicables, que se agudizaron en la generación siguiente a la mía con dos nacimientos. Pasada mi adolescencia, ya me habían asumido como un bicho raro. Jamás se me cruzó por la cabeza que pudiera tener algún tipo de perturbación psiquiátrica y nadie me hizo analizar por un especialista.

Una tarde del año 2000, derivando entre mesas de saldos de la ciudad de las diagonales, encontré un libro atractivo por su precio (2 pesos) y su título ("Aquí no hay nadie: La extraordinaria biografía de una niña autista"). Lo compré sin pensarlo, junto con la historia real de los devoradores de hombres de Tsavo... me duró dos días, entre apuntes de Comunicación y Cultura y talleres varios. Lo llené de anotaciones, subrayados a lápiz y símbolos marginales. Cuando Donna hablaba de "perderse en las manchas", de su indiferencia al dolor, de sus bruscos enclaustramientos, sonaba una alarma dentro de mí. A Donna, igual que a mí, sus padres la habían hecho analizar por episodios considerados erróneamente como sordera, y que obedecían en realidad a una excesiva concentración en determinada tarea (en mi caso, lecto-escritura y dibujo).

Retengo ese vicio en mis momentos de lectura. Cuando estoy leyendo, sea donde sea, siento que el libro me absorbe absolutamente: me pierdo en lo que estoy leyendo y nada más importa. Si fuera leyendo por la calle, no sería capaz de medir el entorno y posiblemente me atropellaría un auto o me robarían hasta los calzones. Esto no me pasa con la música, tal vez por la costumbre de escucharla todo el tiempo sin que interfiera con el entorno (más bien lo acompaña).

Con algunos añitos y alguna calle encima, estoy logrando sacarme de los hombros el saco de piedras de la opinión ajena. Irme de allá fue lo mejor que pude hacerle a mi psiquis. Irónicamente, los episodios de enclaustramiento y alguna que otra crisis neurótica me siguieron a todos lados, pero estoy aprendiendo a manejarlos cada vez mejor, como quien interviene en un sueño consciente.

(No, todavía no hago terapia. Me dijeron que para hacer terapia tengo que estar convencida, querer cooperar, creer que la terapia me va a ayudar. Y mientras más lo pienso, menos lista estoy para afrontar el paso, así que no jodan).

Analizándolo en perspectiva, encuentro que el autismo como enfermedad de múltiples síntomas es uno de mis temas recurrentes. Leo todo lo que cae en mis manos desde el secundario (antes de Donna, había conocido a Sally, en esta película que me encantó -con una gran banda sonora, nunca editada, de James Horner-) y miro todos los casos documentados de los que puedo enterarme. Algo me dice que esta enfermedad es un tema bastante complejo y que lo único que hacen aplicándolo a mansalva (para definir a la clase política argentina, al academicismo canónico y a ciertas personas -por no hablar de "clases"- con complejo de ombliguismo) es desvirtuarlo.

Y acá me voy a permitir desvirtuar yo, porque escuché y leí un par de cosas que me enfermaron mal. Muy mal.

Al pan, pan y al vino, Toro. Vivimos épocas alienadas, en un país alienado de gente bienpensante y malactuante, con la conciencia más sucia que mis pañuelos por estos días. Autistas, my ass. Lo que hay en este país en este momento, es mucha jeta pugnando por opinar y poca cabeza pensando, pocos oídos puestos a escuchar, pocos culos levantándose de la silla. Mucha bajada de línea y poca militancia. Mucho ruido y pocas nueces.

Todos hablan de salir a batir la olla cuando nadie movió un dedo jamás por un pibe en una villa y se mueren de miedo cuando ven cartoneros en la esquina de sus casas. Ahora se rasgan las vestiduras porque no pueden comer fresco y jamás sostuvieron entre sus brazos a una criatura desnutrida. Llenan páginas y páginas de libelos correctísimos donde se pronuncian en contra de todo y a favor de sí mismos, aduciendo una conciencia política que sólo pueden tener desde la intelectualidad y nunca desde la acción directa. Y por supuesto, cuando un grupo acude a la acción directa todos saltan a la garganta con el "dónde-estaban-cuando".

Pero por qué no se miran un poco al espejo, manga de hipócritas. Dónde estaban ustedes? A quiénes votaron ustedes? Por qué no se hacen cargo de que, mal que bien, vivimos en un revuelto de mierda orgánico-transgénica, parida por la misma generación de garcas a los que siempre critican, pero jamás combaten?

Caminen las calles, las rutas, las villas, los cortes, métanse en los trenes llenos de piqueteros, enfrenten al que tiene la cara cubierta con un palo, agárrense de la mano de un desconocido sólo porque piensa como ustedes. Hagan lo que predican desde la tribuna, vamos.

Aprendan de sus errores de una puta vez, no sea cosa de que un día se despierten y tengan al peor de sus miedos golpeándoles la puerta de casa, sin posibilidad de defensa. Las armas están ahí, manga de pelotudos. Ahí las tienen. Tómenlas. Solos, no somos nadie. Solos, nos pasan por arriba como alambre caído. Solos, tenemos siempre el circo y jamás el pan. Solos, predicamos en un desierto donde el que grita más fuerte es al único que se lo escucha. Y todos quieren gritar, todos quieren ser escuchados, pero nadie escucha. Nadie.

Los llaman autistas. Para mí son simplemente Alienados Imbéciles.

Fin del desvirtúe. Sigamos participando.


lunes, marzo 24, 2008

Una vez más... Otoño

Vengo de pasar cuatro días lejos de la computadora (totalmente lejos).

Recibí todos los mensajes el 21, y no contesté ninguno (sepan disculpar...).

Me abrumaron de cariño, de aceptación, de pequeñas revelaciones y de regalos.

Tengo enfrente todo un camino nuevo, siempre sorprendente, y la mejor compañía para recorrerlo.

No pasa un solo día en que me despierte sin sentirme enormemente afortunada. No soy una gran "poseedora"; tengo lo poco que he podido ganarme y aún así es mucho más de lo que esperaba cuando empecé a caminar sola, hace más de diez años.

Me asombra el mundo, la gente, respirar, estar viva. Me asombra ya no cuántos somos (somos muchos); sino la energía que nos mueve. Que haya ese "amor potencial" dando vueltas en el aire, palpable, contagioso.

Estuve llorando un poco, escuchando mucho, mirándolo dormir y pensando en los afectos que tengo lejos, aunque sea momentáneamente. Olí el río, me senté en el pasto, me mojé las manos, me emocioné con imágenes que quizá merezcan otro post. Quizá. También estuve demasiado fiaca para compromisos, demasiado ausente para otros afectos más relegados.

Esta entrada debería estar fechada 21 de marzo, por mis propios motivos y porque una causalidad cósmica quiso que otro blog cumpliera años el mismo día que yo. (Y que yo no me diera cuenta hasta que estuve enredada en cuerpo y alma).

Hoy ya es otoño, o al menos fantaseo con la posibilidad de que ya no haga más calor. Me duele todo el cuerpo y no estoy en la mejor forma posible, pero aún así espero el momento de bailar y de cantar, y de llenarme la panza de canto y de risas.

Ya es otoño. The witch is out. Y, como dijera una amiga de la casa, esta es la canción de estos días:



(Este es el típico tema de BSO personal, al que le haría mi propio video!)


miércoles, marzo 19, 2008

Subeibaja

Todos los días tengo al menos una o dos ideas rondando mi cabeza que tratan de materializarse en palabras.

Todos los días. Como hace tiempo no me pasaba esto de tener la compulsión de escribir (las planillas excel, las obligaciones diarias, los repentinos y repetidos olvidos del cuaderno de apuntes por el cambio constante de mochila / bolso desplazan fácilmente mi atención) empiezo a asustarme de las palabras que se me amontonan en la cabeza y que no paran de hablarme al oído.

Cada vez que intento capturarlas algo está distrayendo mi atención. Seguramente cuestiones importantes que hacen a mi supervivencia diaria. Siempre hay algo por delante de esas palabras. Cuando vuelven a ellas mis sentidos se tornan esquivas, inasibles. Ya se fueron, hartas de mi momentáneo desprecio y posiblemente tan impacientes como yo misma.

Últimamente tuve la "genial" idea de matar un poco esas palabras con música. Contraviniendo mi propia aversión a llevar auriculares en la calle, ahora los uso casi todo el tiempo como un paliativo del bochinche ambiente. Pero su finalidad termina corrompida: no puedo, nunca pude, tapar las palabras con música.

Las palabras se apoderan de cada pista de audio, volviéndola background para su juego de escondidas.
Cuando no las estoy escuchando del todo, pasan a un discreto segundo plano y reaparecen en las noches, a través de sueños que me dejan pensativa y que a la luz de la mañana se disipan como la niebla del invierno con el primer rayo de sol.

Se acerca mi estación preferida y voy en camino a las mañanas verdeazuladas que tanto extraño en esta época del año. Junto a los libros que difícilmente lea entre caminatas, mateadas y reuniones familiares en el césped del patio a la tarde, viajará el cuaderno azul donde alguna vez quise escribir lo que sentía mientras caminaba por aquellas calles y éstas... y tantas otras cosas que a diario me marcan la piel con un nuevo "pendiente" en la lista.


domingo, marzo 16, 2008

Panza

Al final, no hubo festival celta. Poca plata y un ánimo flaqueante que terminaron con algo de fiebre definieron a último momento el derrotero: el Borges, 12 y media de la noche (hora vieja).

Allí no sólo me reencontré con un grupo de buenos músicos, que gustan notablemente de lo que hacen, sino con la memoria emotiva que una canción disparó en mí.

Para que no me olvides, voy a coserte
a mi cintura.
Como hermanos siameses, estamos unidos
Para siempre...

¿Quién era yo hace mil años, antes de estas palabras?
¿Quién era yo? ¿Por qué me escondí tanto tiempo pensando que era lo mejor para mí y para los demás, si ya una vez había comprobado que todo eso era pura falsedad?

Sobre el show en sí, ¿qué puedo decir que no sepan los que hace tiempo siguen a esta banda?... Mariana Bianchini me parece una buenísima performer y me hace mantener los ojos en el escenario todo el tiempo. Indudablemente, además... una de las mejores voces que escuché en el ámbito local. Y toda la actitud.

En algún momento subiré la canción a la que me refiero, pero no hay buenas versiones que no sean en CD... y acá no tengo el material, no way. Mientras, disfruten del último video. Los CD's se consiguen en Zivals, Gandhi y en los shows de Panza.

Y no dejen de visitar el sitio web, que no tiene desperdicio.



martes, marzo 04, 2008

What´s wrong with you, people?

¿Con nosotros? Muchas cosas. Pero con ustedes...

Me aterra pensarlo. En días como hoy, me aterra.

(Empecé a leer el libro "Estúpidos hombres blancos" de Michael Moore, y si bien trato de ser escéptica respecto de los datos - como siempre-, ni todo el sarcasmo del mundo me quita el mal sabor de boca que me genera el profundizar en una sociedad capaz de engendrar semejantes monstruos)


IMPORTANTE UPDATE: La imagen no es apta para personas sensibles. Están avisados (Una vez más, el Extraño Mundo tiene una deuda de gratitud con Gerund por hacerme acordar de cosas obvias que se me pasan... sepan disculpar)



sábado, marzo 01, 2008

Jeckyll / Hyde


Recién en los últimos dos años vengo derrapando hacia una realidad propia que siempre me negué a aceptar.

La cuestión es esta: Soy una drama-queen de lo peor que existe. Mi histrionismo me juega malas pasadas cuando sobreactúo síntomas o emociones de cualquier tipo, porque me sé perfectamente capaz de obligar a los demás a actuar en consecuencia. El dramatismo es como un boomerang: si bien a vos se te pasó el berrinche, siempre vuelve el rebote y te pega de pleno.

Alterarte altera a los otros, y cuando se lo hace adrede (no importa si la intención es inconsciente), las consecuencias pueden ser cruentas. Nadie lo debería tener tan claro como una persona con cabal conocimiento de cómo la energía afecta a la gente. Y sin embargo... hay ocasiones en que simplemente me desborda. No consigo evitarlo.

Todos tenemos algo de dual en nuestra naturaleza. Cuando la dualidad toca los extremos de un espectro determinado y uno no puede evitar pendular como loco, sube a sus "otros significantes" a una montaña rusa capaz de crispar los nervios más templados. El tema es darse cuenta antes de que el péndulo oscile como loco y empiece a golpetear todo alrededor.

Una herida tan insignificante como un rasguño al orgullo, no debería ameritar un daño alevoso en devolución.

miércoles, febrero 27, 2008

De a poquito...

... Muy de a poquito, voy sacando los ladrillos que puse en esa pared que me aislaba del mundo.

Tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no revoleárselos a todos los que provocan que el muro se caiga.

De a poco voy encontrando la fuerza que creía enterrada y concentrándola en los puños, en la punta de los dedos y la lengua.

¿Alguna vez vieron a un carnero embestir? Yo sí.

Agárrense. Todo llega.

jueves, febrero 07, 2008

Una cierta torpeza para lo práctico

... And now for something completely different...

Por más que quiera, me cuesta horrores estacionar en dos maniobras. Hay días que por alguna extraña alineación planetaria me sale de taquito; no es el caso en la mayor parte del tiempo.

No importa cuánto le dedique ni con qué cuidado me fije cómo se hace: cuando lavo ropa, no queda totalmente bien. O al menos no como a mí me gustaría. Poco a poco voy resignando esa tarea a los lavarropas automáticos.

Soy la más perfecta inútil maquillándome. Los tacos no me quedan bien porque llevo veintipico años caminando en zapatillas o zapatos con suela, sin taco (a lo sumo unas decentes plataformas). Intento usarlos cuatro horas seguidas y termino sintiendo una puntada de agonía desde la pantorrilla hasta la nuca.

No puedo con los juegos de ingenio, los rompecabezas, los desafíos de pensamiento lateral. Mi dispersión natural me obliga a pasar de una cosa a otra rápidamente, e incluso me doy por vencida con las adivinanzas si pensar en la solución me lleva más de uno o dos minutos.

No puedo clavar ni una chinche sin martillarme primero el dedo.

Soy una máquina de anotar datos importantes en papeles sueltos y perderlos.

No mido mi fuerza ni mi gestualidad. He roto más vasos y termos de mate de los que tenga memoria, sin mencionar las puertas despicaportadas y la gente lastimada por mis empujones / pisotones.

Mi vehemencia al expresarme suele espantar a la gente. Pierdo la perspectiva de la persona a quien me dirijo y todo el sentido de la ubicación. No hablemos si a la fórmula se agrega un poco de alcohol.

Soy nula para las matemáticas. Todo lo numérico o sistémico se me escapa. Ni siquiera pude estudiar música, entre otras cosas, por eso.