Ayer daban asueto en las oficinas a partir de las 13 hs para que la gente pudiera ir a Plaza de Mayo a ver a una megalómana cuyo altísimo coeficiente intelectual está, se ve, lo suficientemente despejado para lanzar lúcidos discursos llenos de nada, pero lo suficientemente obnubilado como para creerse (y hacernos creer) la mentira de que hoy por hoy estamos mejor que con Alfonfo, Méndez y la mar en coche. (Esto viene a cuento de que estoy cansada de que digan lo inteligente que es Cristina. Su inteligencia, por mucha que sea, no está sirviendo para nada, les aviso).
Hoy, que recordamos a los veteranos de Malvinas y a las víctimas de esa guerra injusta y cruel (como toda guerra), me puse a pensar si esa reverenda hija de Tolosa se puso a analizar por un momento en mejorar la situación de esos hombres que fueron a ponerle el cuerpo a las balas que nunca pidieron recibir. Los recordamos, sí. Pero se siguen cagando de hambre, se siguen suicidando, se siguen paseando por los trenes con sus muñones a cuestas y sus certificados de excombatientes a ver si alguien se compadece de ellos con una moneda, un empleo, una oportunidad.
A ver si alguien, siquiera, los mira o los escucha.
A ver si alguien, siquiera, los mira o los escucha.
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Y sí. Últimamente estoy muy cansada.
Cansada de llevar adelante mi vida con el mejor de los humores y que a cada rato aparezcan miserables ventilando trapitos con olor a moho porque no se dieron cuenta hace cuánto los tenían metidos en el cajón sin darles bola.
Cómo duele que te toquen el culo a vos, por una vez, ¿no?
Volcá tu veneno, tu resentimiento. Bien podrida debés tener la conciencia para tener, todos los santos días, algo para decir en contra de todo. Pensá, pensá, ya que para eso sos bueno y te da la cabeza.
Pensá de paso, también, si alguna vez reivindicaste un derecho colectivo de manera pacífica, por las vías democráticas y constitucionales. Pensá si siempre fuiste de frente, sin pasar por encima a nadie. Pensá si nunca fuiste un acomodado, si el ser "amigo-de" nunca te abrió puertas. Pensá.
Escribo este post básicamente para recordarme un par de cosas:
1- Hice bien en borrar algunas personas de mi vida.
2- Hago bien en frecuentar géneros, opiniones y lugares cuyas fuentes y líneas de pensamiento no son las mismas que las mías. Todos los días entiendo un poco más, aprendo un poco más. Agradezco profundamente su existencia y tener la suerte de poder (todavía) pagarme el servicio de Internet para seguir entendiendo, escuchando, aprendiendo.
Cuando empecé con este blog (y los que siguieron) pensaba en un espacio de esparcimiento, donde los temas de la llamada "agenda de medios" no interfirieran con el espíritu de los posts y conmigo misma. Un lugar para respirar, ya que la vida real te caga a cachetazos mil veces.
Pero no se puede. ¿Saben qué? No se puede. Todo está empapado de realidad. Todo. Y yo, la que escribe por placer, pero también por bronca-miedo-amor-expectativa-felicidad-asco-ansiedad, soy la misma en este blog y fuera de él. Nunca jugué a un personaje. A lo sumo, puedo tener la capacidad de separar las aguas y volcar en el espacio de esparcimiento lo mejor, guardándome las amarguras para otros ámbitos, más privados.
Y llega un momento en que te tapa el agua, y todo huele mal, y siempre te encontrás con alguien que está preoupado, frustrado o triste. Que la viene peleando hace tiempo y que nunca, pero NUNCA (por más bien que haga las cosas, por más que la juegue por derecha) le llega un tiro del lado de la justicia, una mano, un respiro.
Y tenés que leer a esos alienados imbéciles repitiendo por todos lados su perorata de pequebús que nunca marcharon, peronistas de almacén, socialistas de ficción. Ingratos. Esos que aprovechan y disfrutan de los beneficios que otros ganaron con el sudor de su frente, sin haber movido un dedo. Esos que aplauden y abuchean pero nunca se bajan de las gradas, nunca se ensucian las manos. "Carneros", les decían en mi barrio.
Yo tengo mi posición tomada. Todo lo que sea abusivo me causa repugnancia: me repugna que se manipule una medida de fuerza, me repugna un gobierno que viola sistemáticamente a sus ciudadanos mediante la mentira, la arbitrariedad de los decretos y las promesas incumplidas; me repugna una sociedad que se agrupa en bandos, tomando partidos como si de un Boca-River se tratase la vida, canibalizándose entre sí sin medir los daños colaterales que causan.
Mientras, los pobres siguen siendo pobres y el resto que se vaya al diablo. Mientras mi familia y yo tengamos paz, pan y trabajo, está todo bien, man.
Un precepto que me quedó grabado a fuego del librito violeta de Cony Méndez, hoy destinado al último estante de la ignominia en mi biblioteca, fue este:
Desea bien. Desea correctamente. Desea en grande. Desea para todos.
Es la única forma de que los deseos se materialicen y se vuelvan realidad.
Desea, siempre. Pide en grande. Pero no para tí mismo, sino para todos; para tu enemigo, para el que te desea mal, para el que día a día trabaja para tu fracaso. Desea en armonía con el Cosmos y con todo lo que te rodea. Y verás realizado tu deseo.
Hasta ahora, nunca me falló. Me pregunto qué pasaría si más personas intentáramos esto juntas, con constancia, todos los días. Bah, no me lo pregunto.
Lo deseo.
Lo deseo en armonía con todas las cosas y seres del Universo.
Cómo duele que te toquen el culo a vos, por una vez, ¿no?
Volcá tu veneno, tu resentimiento. Bien podrida debés tener la conciencia para tener, todos los santos días, algo para decir en contra de todo. Pensá, pensá, ya que para eso sos bueno y te da la cabeza.
Pensá de paso, también, si alguna vez reivindicaste un derecho colectivo de manera pacífica, por las vías democráticas y constitucionales. Pensá si siempre fuiste de frente, sin pasar por encima a nadie. Pensá si nunca fuiste un acomodado, si el ser "amigo-de" nunca te abrió puertas. Pensá.
Escribo este post básicamente para recordarme un par de cosas:
1- Hice bien en borrar algunas personas de mi vida.
2- Hago bien en frecuentar géneros, opiniones y lugares cuyas fuentes y líneas de pensamiento no son las mismas que las mías. Todos los días entiendo un poco más, aprendo un poco más. Agradezco profundamente su existencia y tener la suerte de poder (todavía) pagarme el servicio de Internet para seguir entendiendo, escuchando, aprendiendo.
Cuando empecé con este blog (y los que siguieron) pensaba en un espacio de esparcimiento, donde los temas de la llamada "agenda de medios" no interfirieran con el espíritu de los posts y conmigo misma. Un lugar para respirar, ya que la vida real te caga a cachetazos mil veces.
Pero no se puede. ¿Saben qué? No se puede. Todo está empapado de realidad. Todo. Y yo, la que escribe por placer, pero también por bronca-miedo-amor-expectativa-felicidad-asco-ansiedad, soy la misma en este blog y fuera de él. Nunca jugué a un personaje. A lo sumo, puedo tener la capacidad de separar las aguas y volcar en el espacio de esparcimiento lo mejor, guardándome las amarguras para otros ámbitos, más privados.
Y llega un momento en que te tapa el agua, y todo huele mal, y siempre te encontrás con alguien que está preoupado, frustrado o triste. Que la viene peleando hace tiempo y que nunca, pero NUNCA (por más bien que haga las cosas, por más que la juegue por derecha) le llega un tiro del lado de la justicia, una mano, un respiro.
Y tenés que leer a esos alienados imbéciles repitiendo por todos lados su perorata de pequebús que nunca marcharon, peronistas de almacén, socialistas de ficción. Ingratos. Esos que aprovechan y disfrutan de los beneficios que otros ganaron con el sudor de su frente, sin haber movido un dedo. Esos que aplauden y abuchean pero nunca se bajan de las gradas, nunca se ensucian las manos. "Carneros", les decían en mi barrio.
Yo tengo mi posición tomada. Todo lo que sea abusivo me causa repugnancia: me repugna que se manipule una medida de fuerza, me repugna un gobierno que viola sistemáticamente a sus ciudadanos mediante la mentira, la arbitrariedad de los decretos y las promesas incumplidas; me repugna una sociedad que se agrupa en bandos, tomando partidos como si de un Boca-River se tratase la vida, canibalizándose entre sí sin medir los daños colaterales que causan.
Mientras, los pobres siguen siendo pobres y el resto que se vaya al diablo. Mientras mi familia y yo tengamos paz, pan y trabajo, está todo bien, man.
Un precepto que me quedó grabado a fuego del librito violeta de Cony Méndez, hoy destinado al último estante de la ignominia en mi biblioteca, fue este:
Desea bien. Desea correctamente. Desea en grande. Desea para todos.
Es la única forma de que los deseos se materialicen y se vuelvan realidad.
Desea, siempre. Pide en grande. Pero no para tí mismo, sino para todos; para tu enemigo, para el que te desea mal, para el que día a día trabaja para tu fracaso. Desea en armonía con el Cosmos y con todo lo que te rodea. Y verás realizado tu deseo.
Hasta ahora, nunca me falló. Me pregunto qué pasaría si más personas intentáramos esto juntas, con constancia, todos los días. Bah, no me lo pregunto.
Lo deseo.
Lo deseo en armonía con todas las cosas y seres del Universo.