miércoles, mayo 30, 2007

Un paseo por el lado oscuro


Cada vez que comento alguna de las cosas que (a mi modesto entender) me hacen ser, o sentirme una persona oscura, más de uno levanta las cejas bastante asombrado de lo que el exterior desmiente.

Hoy ha sido uno de esos días. Pero no es más que el corolario de un rosario de horas previas que me tienen a mal (?) traer.

La rutina, en estos casos, se puede convertir en una pesadilla. Soy incapaz de mirarme en los espejos, siquiera de reojo. Me importa todo tannnnnnnnn poquito, que puedo ir por la calle golpeando paredes con los nudillos y cantando en voz alta y enrulándome el pelo sin que me importe que me puedan denunciar por perturbación del orden. Si mis miradas fueran puñales, asesinarían a más de uno. Los ruidos, hasta los más triviales, me envenenan la sangre.
Y pierdo el aire.
Termino metiéndome en lugares cerrados con tal de no ver más el paisaje de ciudad alienada que tiene Buenos Aires un miércoles cualquiera. Por ejemplo, en un supermercado. Y ahí, sigo pateando cajas, arrastrando los pies, canturreando "Thank You For Hearing Me" con la mirada perdida, mordiendo la punta del paquete de las Ballerinas, retrepando mi incómoda humanidad al carrito de las compras para deslizarme suavemente, alzando los pies.

Feliz y despreocupada. Con un lugar al que volver, con gente que te quiere, con un trabajo, un techo, un plato de comida, posibilidades que pocos tienen... y la plena conciencia de todo eso, y aún así la angustia. La angustia perra, negra, el vórtice de nieblas, el bloop.

"Pero... cómo puede ser?"

Ni idea.
Pensar que ni siquiera he puesto música estos días.



(Bueno, una compensa como puede)


miércoles, mayo 23, 2007

Me cabe el sayo




De hecho, es la historia de mi vida...

Y por suerte sé que no estoy sola en esto. Gracias, Donnie!

martes, mayo 22, 2007

Noticias del fin del mundo...

No, no es la tercera película de "Pirates of the Caribbean".

Pero estaría bueno que se peguen una vuelta y dejen sus apreciaciones...

Desde el lunes y hasta dentro de un mes, podrán vivir las últimas horas de estos energúmenos en la Tierra... Últimas horas... que también pueden ser las suyas de ustedes (dijera Gerund)


Ha nacido Apocadia


Y es el fin del mundo como lo conocemos. ¿O no?

domingo, mayo 13, 2007

Principios (bloggers)

Explorando un poco mis primeros posts, la forma en que se fue desarrollando este espacio y otros yuyos por el estilo, y terminando con la visualización de algunas actualizaciones en RSS propios y ajenos, se me ocurrió que de repente... no sé, de pronto... me parece...

1. cada quien es libre de encarar el blog como se le cante...
2. seguir con una línea argumental está bien, pero también está bueno irse por las ramas
3. si habilitás los comentarios tenés que bancarte la que venga (por ejemplo, un intolerante de primera, cuarta o décima categoría, por mucho que me haga resoplar o reír, tiene derecho a su descargo si no le viene bien mi cuotita de egomanía)
4. la existencia de cientos de blogs berretas hace más delicioso el hallazgo de un buen blog
5. debatir sobre blogs es al pedo: lo mejor es la generación de ideas que surgen de ciertos espacios, y si se da la posibilidad, el debate en vivo con los generadores de esas ideas.


Siempre sentí este lugar como una suerte de refugio, a veces como una catarsis, a veces como un panel de corcho donde cuelgo ideas sueltas que no encajan en ningún otro lado.

Sería interesante saber cómo considera cada quien a su propio espacio, aunque en más de un caso salta a la vista.

(Séh, es domingo... como estoy al pedo y de limpieza a veces me da por pensar, como Charlotte Brontë*)


*"En aquellos años, Robert Southey era un poeta muy estimado con éxito de ventas. Ya repuesta, Charlotte lo eligió como juez en aquel pleito interior que venía despedazándola. Más que sobre sus actitudes literarias, Charlotte quería un veredicto sobre el acto mismo de escribir.
Southey falló en contra:
'Los ensueños diurnos a los que usted da rienda suelta, producen un estado inmoderado de la mente... La literatura no puede ser el modo de vida de una mujer. No debe ser. Cuanto más se dedique usted a sus tareas específicas, menos tiempo tendrá para ellos, aún cuando no sea más que una distracción'.
Ni siquiera había reparado (o justamente porque con envidia había reparado) en las cualidades literarias de la 'pobre hija de un Pastor', como la llamó con desdén.
Charlotte le prometió 'ocupar mi cabeza y manos durante el día, sin tiempo para un solo sueño de imaginación' y agregó, no sin ironía: 'En las noches pienso, lo confieso, pero nunca molesto a nadie con mis pensamientos'."

Lydia Pinkus, "Los hermanos Brontë: una vida apasionada"

viernes, mayo 11, 2007

Languidez


Es tan difícil de explicar. ¿Será el viernes? ¿Será que me había acostumbrado demasiado al frío? ¿Serán las hormonas y su vaivén, serán los tantísimos pensamientos agolpados, las largas caminatas, los sueños nocturnos?

Tengo el cuerpo invadido de grillos, los escucho cantar en mi cabeza. Ranas, cocuyos, noches de luna menguante, gotas de lluvia en un techo alto. Una casa enorme, un castillo donde resuenan pasos y el olor del verdín en las paredes. Y en el fondo, donde debería haber un patio, la entrada a un bosque que jamás está inmóvil o en silencio.

Weekend lies ahead. Mi melancolía y yo, bien a resguardo detrás de esta alegre calma, nos preparamos para recibirlo.

Sigo dispersando ángeles. O tal vez kodamas. Como sea, mi espíritu tiene alas enormes; nunca pude llegar a medirlas...




martes, mayo 08, 2007

Clasificaciones musicales antojadizas - El regreso

Continuando con la saga que comenzó tiempo ha, podría agregar una clasificación antojadiza más: la música para llorar.

¿O nunca les pasó que un tema gatillara automáticamente la angustia, las lágrimas?

A mí sí. Estos cuatro, son los temas que no importa cuándo los escuche, SIEMPRE me hacen llorar. No puedo evitarlo. Es como quien acciona un interruptor: las lágrimas salen solas. Pero claro, como suele suceder, a otros les sugerirán otros sentimientos, o simple indiferencia...

Sigma - Secret Garden, "Songs from a Secret Garden"

Benediction - Jonathan Elias, "The Prayer Cycle" ---> lo tienen para bajar en La Mandarina, aprovechen...

Sacrifice - Lisa Gerrard & Pieter Bourke, "Duality" (un clásico, también en la BSO de "The Insider")

The Diver - Thomas Newman, "How to Make an American Quilt" (ahhhh... esa escena final de la película que me puede... y la historia de Sofia, la más triste...)


Después de todo, en la variedad está el gusto...


lunes, mayo 07, 2007

How fortunate the man with none


Estoy acodada tomando datos en un stand en la Feria. Es uno de los más grandes y notorios, y está ahí... bien a la entrada del Pabellón Ocre. Viene una pequeña comitiva. Me preocupo: es feriado, ya está suficientemente lleno de gente como para sumar caos al caos; quiero decir, el stand no es TAN grande (aunque dicen que el sábado estuvo Telerman y fue peor...). Detrás de la comitiva, un puñado de fotógrafos.

Alguien se separa del racimo de señores trajeados y señoritas delicadamente arregladas, se instala al lado mío sin mirarme, saca una laptop que deja sobre el mostrador. Lo miro ostensiblemente, logro que me devuelva una mirada rasante de arriba-abajo; saludo con un tímido "buenas tardes" y una sonrisa. Él (vaya a saber qué cargo ocupa en la importante multinacional), que lleva pantalones de vestir, camisa Lacoste y chaleco, no responde y clava la misma mirada hastiada, un poco irritada de quien tiene demasiadas preocupaciones como para saludar a una promotora más, en la pantalla.

Pienso en todos los robos que hubo en el stand desde que empezó la Feria, aunque muy pronto está claro que no me van a dar espacio a más reflexión. Una horda de visitantes me toma por asalto: quieren saber dónde queda el baño, cómo llegan al pabellón Blanco, qué es lo que sorteamos, por qué hay tantos fotógrafos, cuándo van a poder pasar a usar las computadoras. Me deshago por atender a todos mientras todo el staff va a posar para la foto, incluído el "ejecutivo" de chaleco y copetuda indiferencia.

De repente, un tipo con acento raro y hablando bajo me llama desde uno de los laterales. Le explico amablemente que la información que necesita la tienen mis compañeras, que espere a que se desocupen. Le hago gestos a una, que me mira como diciendo "no puedo salir de acá, están sacando la foto". Miro la laptop abandonada en el escritorio. El hombre que habla raro me tira de la manga. Le explico con un poco menos de amabilidad que no puedo ayudarlo. Flash. Los fotógrafos disparan una y otra vez sobre el cuadro de autosatisfechos ejecutivos, sonrientes promotoras, atildadas gerentas de marketing. Vuelvo al mostrador. Ya no hay laptop.

Claro, me digo. El tipo que hablaba raro, ese segundo que logró que me diera vuelta (como si supiera que no me simpatiza demasiado que me toquen).

El ejecutivo de chaleco vuelve al mostrador, encuentra el espacio vacío, modula "me robaron la laptop" una y otra vez en el mismo tono entre imperativo y asombrado. Cómo me va a pasar esto a mí, le escucho pensar, cómo puede pasar esto acá, en "nuestro" stand, con tanta gente "nuestra" dando vueltas.

Lo miro despotricar, agarrar el blackberry y hacer llamado tras llamado con la vista prendida de los carteles colgantes, de las luces del techo, del respaldo de las butacas. A mí no me mira ni una sola vez. Ni por un momento (ni antes, cuando tenía su laptop, ni ahora que la perdió, ni después, cuando se me acerque un cabo a tomarme la descripción del hombre que hablaba raro) he existido para él.

Cruzo las manos por encima del escritorio, respondiendo a las preguntas de una señora que quiere presentar un proyecto. Mientras vuelvo a mi propia normalidad ignorada, pienso...

1. Qué afortunados somos los proletarios a veces.
2. Es maravilloso ser palurdo en un ambiente de gente "bien".
3. Mi capacidad de asombro se desborda cuando me doy cuenta de que todavía existen personas capaces de sentir que sus pertenencias y standard de vida están a salvo en un galpón lleno de gente de todas las extracciones, un 90% de los cuales jamás podrían ganar en un año lo que costó esa laptop (ni hablar de la información que habría dentro...)


jueves, abril 26, 2007

Meet Albus...

Este es Albus, mi daimonion... (Qué emoción!)




Consigan el suyo en la web de The Golden Compass, y van a ver de paso lo que es un sitio de puta madre...

Más mejor, lean la trilogía de Pullman, a la que ya referí en un post anterior... Y ojalá les guste tanto como a mí!

miércoles, abril 25, 2007

Tan Diferente...


La vida es movimiento, movimiento es cambio. Por fieles que seamos a nosotros mismos, cambiamos todo el tiempo.

Cambiamos porque lo necesitamos. Por autocrítica. Porque la vida nos enfrenta con una realidad distinta a la que imaginábamos. Porque nos damos cuenta. Porque aprendemos. Porque para eso tenemos cabeza, y memoria. Porque nos rodeamos de propios y ajenos que nos modifican en muchísimos sentidos. Porque somos inquietos, por dinámicos. Porque cambiar es el precio que uno paga por no alienarse: por estar en este mundo, simplemente.

Entre muchas otras cosas que este poroto va aprendiendo, aprende que el cambio que no afecta la esencia de las cosas es muy bueno. Y que si sirve para preservar la sustancia de algo bueno, es mejor.

Cuando no puedo gritar con la garganta, grito con las entrañas. Y ayer, mis entrañas gritaron.

Sonaba como esto...



(Sepan disculpar, pero sólo encontré esta versión inconclusa. Aquí, el MP3 para que la aprecien mejor ... )
PD: qué bueno, esto de postear videditos XD

sábado, abril 21, 2007

He Moved Through The Fair





Siempre que vienen los días grises y tengo mejor ánimo que de costumbre, rescato un viejo CD que escuché por primera vez hace poco menos de diez años. Pongo el track nº 1, cierro los ojos, huelo la lluvia y escucho:


My own love said to me
"My mother won't mind.
And my daughters won't slight you
for your lack of kind".

He went away from me
and this he did say
"It will not be long, Love,
till our wedding day"

He went away from me
And he moved through the fair
And slowly I watched him
Move here and move there

He went his way homeward
with one star awake
As this swan in the evening
moves over the lake

I dreamed last night
that my own love came in
He came in so sweetly
his feet made no din

He came close beside me
And this he did say
"It will not be long, Love,
till our wedding day"


Se los dejo también... Que lo disfruten.

He Moved Through The Fair - Sinéad O' Connor (Live)

... o el video, para los que quieran ver la grabación...



jueves, abril 19, 2007

Casi humana




Estiro la mano, dibujo un círculo en el aire, meto mis ojos a través del círculo, rozo las partículas. Hay estrellas de colores por todos lados, como polen volando en primavera.

Hace calor para ser otoño, pienso mientras mi cabeza hace un esfuerzo por arrancar; el mismo esfuerzo que tuvo que hacer mi cuerpo para despegarse de las sábanas por la mañana, el mismo esfuerzo que hago todos los días por no resetearme, por ser constante, por mantenerme con perseverancia en un estado de ánimo que me sirva para funcionar mejor, para ser útil.

Camino, la cabeza en otro lado, los sentidos desplegados al viento, me ignoro deliberadamente: siempre es otra la que camina, yo no soy esta que pasa delante de las superficies reflectantes, yo soy la que se quedó con los ojos enganchados del polen de estrellas de colores.

Llego, prendo la computadora, la página de inicio titila renovada ante mis ojos. Leo. Me pongo un poco triste. Pongo música. Silencio. No escucho nada. Estoy a mil y pico de kilómetros de distancia. Ni siquiera la música me ata. No estoy acá. No quiero estar. Estoy triste. Mi corazón es una esponja de esas duras, que estrujás y no sale ni una gota de agua y sin embargo está llena.

Sí, estoy rara. Hoy va a ser un día tan difícil como ayer.
Al menos sé que soy una. Cuesta. Pero soy una.


viernes, abril 13, 2007

Dos


Córdoba y Cerrito, 8.55 hs.

En la fuente, una pareja muy joven lava ropa. Se intuyen humildes, están serios, tienen ese gesto cansado y sereno de quien se sabe pobre por resignación, pero digno. Sobre un cantero, a pocos pasos, dos niñitas rubias (seguramente sus hijas). La más grande no debe tener más de tres años. Amorosamente extiende un cuadrado de paño rojo, toma a su hermana por las axilas y la arrastra con alguna dificultad hasta acostarla sobre ese nido improvisado. Se recuesta a su lado canturreando.


Córdoba y Suipacha, 8.58 hs.

Una mujer de mediana edad, más bien corpulenta, con pelo descuidado y frissé, circula con ese andar apurado y algo bamboleante que le dan las rodillas vencidas. Lleva un saco de paño largo que no combina con sus zapatos, carpetas y una cartera. En su cara rubicunda, sin maquillar, se lee un gesto de desaprobación mientras conversa, sin mirarlo, con su hijo adolescente, dos cabezas más alto que ella pero igualmente contundente, con los mismos cachetes y el mismo pelo frisado. El protohombre lleva pantalones holgados y un buzo canguro enorme. Me cruzan discutiendo y se mezclan con el resto de los peatones de la avenida.

Miro hacia atrás para abarcar todo el cuadro, antes de llegar a mi propia esquina: al fondo una fuente, dos figuras desalineadas en primer plano.

En dos cuadras, dos realidades diferentes. Iba caminando y me pasaron por delante.
¿Cómo no escribirlo?

jueves, abril 12, 2007

Nunca se va


Porque hoy se cumple, como te gusta decir, una vuelta tuya más al sol...

Por todo lo vivido, por lo que sos, por lo que queda a vivir.

Porque el mundo es mejor simplemente por el hecho de que existas.

Porque mucho de lo que escribi en "modo introspectivo" y gran parte del Extraño Mundo se gestaron gracias a vos.

Porque cambiaste mi vida de muchas maneras y me acompañaste en los peores momentos, sólo para confirmar que "siempre se puede estar mejor".

Porque fuiste la primera persona que verdaderamente me entendió y me aceptó sin juzgamientos.

Y porque este tema tiene mucho que ver con lo buen compañero que siempre fuiste y todo lo que compartiste conmigo de tu propio mundo.

TKM!




martes, abril 10, 2007

Simpatía Cósmica



Allá lejos, en mis épocas de bachiller, una profesora nos hablaba del sentimiento del Cosmos en la literatura, particularmente la poesía. En Bécquer y "hoy el cielo y la tierra me sonríen, hoy llega al fondo de mi alma el Sol". En los violentos amaneceres y ocasos de La Ilíada. Y tantas otras cosas que recién me vienen a la mente en días como hoy.

Llueve, una vez más, sobre Buenos Aires. Es la primera auténtica lluvia de otoño que puedo disfrutar en el año. La miro caer por la ventana, con batifondo de bocinas, paredes plomizas y mucho gris.

Hace apenas unos días, unos dedos invisibles me abrieron el alma como si fuera un higo maduro y me volqué en lágrimas que todavía no puedo explicar. En medio de la paz, vomité conflicto. En medio de la alegría, tristeza. En pleno proceso de sanamiento, dolor de heridas recientes, cicatrices que percibo frescas al mínimo roce.

Y en medio de todo esto, el mundo que gira... Felicidad. Cumpleaños inminentes, nacimientos insospechados. Trabajo, viajes, la muerte y la memoria. El cielo que llora, el espíritu desgajado. El alma como el río, que en la superficie aparenta calma y se revuelve por dentro en corrientes encontradas.



domingo, abril 08, 2007

Desmesura

En estos días que pasaron me tomé las cosas con exceso.

Fueron días de caminatas.

De comida.

De introspección.

De silencios.

De charla edificante.

De ... de... de... de todo un poco.

Y es entonces que me acuerdo de algunas palabras escuchadas en mi adolescencia, cuando recién empezaba a conocer las matinés bailables y a interesarme en los chicos: "Cuidate, nena... que vos no tenés medida para nada!.

Es entonces que me acuerdo que la angurria que me entra a veces sobrepasa cualquier límite que los demás (o yo misma) quieran imponerme. Tengo que comer (con las manos, de ser posible: chupándome los dedos). Tengo que caminar. Tengo que cantar. Tengo que gritar. Debo hacerlo, me lo debo.

Estuvo buena la vacación. Desmedida. Y centrada al mismo tiempo. Aunque a veces sigo un poco divertida, un poco asustada de tanta desmesura.


miércoles, marzo 28, 2007

Cerrado por introspección


No le voy a buscar excusas a la fiaca. Cierro porque me necesito. Porque escribo para adentro. Y porque cerrar por melancolía es demodé.

Igual, volveré y seré sanguchitos de miga.


Sigan escribiendo, que van bien... Y escuchen mucha, pero mucha música bonita. Y lean. Y salgan a caminar. Y sean ustedes mismos.

(a todo esto, quién soy yo para decirles qué hacer? pssss)

miércoles, marzo 21, 2007

Todo para celebrar, nada para festejar


No ando ganas de escribir nada inspirado, pero en estos días en los que ando tan cruzada de cosas nuevas, distintas, incómodas, etcétera... En días en los que no siento el ánimo para ordenar mi casa o cocinar, en los que por ahí me paso horas enteras en silencio sin música de fondo en absoluto, y que (por ende) se disparan todas las alarmas de mi mundo hambriento, bien viene replantearse, como Ge, cuáles serían las cosas que podrían modificar este bajón.

En mi caso, una buena noticia que comparto gustosa con ustedes... En el Konex está el ciclo "Cine bajo las estrellas", y ya tengo proyecto para la semana que viene.

No será exactamente un festejo, pero celebro que existan las peliculitas que me hacen bien.

El resto, voy viendo sobre la marcha. Para, algún día, poder dejar de hacerlo.

viernes, marzo 16, 2007

Oído al pasar

(Frente de una casa de audio / Exterior / Día)

Borrego de unos tres años (tirando de la manga de su mamá, una mujer joven con pinta de MUY cansada)
- Mirá, mamá. ¡Gran Hermano!

Mamá cansada (alzando la cabeza hacia el televisor cuya cámara enfoca a los transeúntes de la vereda, Cass entre ellos)
- No es Gran Hermano, hijito.
Borreguito (clavado al piso señalando el monitor)
- Pero es Gran Hermano!

Mamá cansada (y molesta)
- No es!

Borreguito
- Sí es!

Mamá cansada (tironeando la mano del nene)
- No es, te digo!

Borreguito (pataleando)
- Sí es!

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... personalmente, prefiero a estos borregos...

martes, marzo 13, 2007

Carpe Diem


El otro día pensaba en voz alta que los seres humanos nos la pasamos de balance, por la sencilla razón de que nuestra vida cambia todo el tiempo.

No hay certezas, no hay rumbo fijo. Que uno se trace un plan es meramente indicativo: la cancha, como dije en algún post anterior, nos cambia todo el tiempo. Nadie tiene la vida comprada y aún la estructura más cuidadosa se puede ir al carajo en medio minuto.

Desde que tengo memoria, el futuro era un algo incierto que le iba a pasar a todo el mundo, menos a mí. Viví la mayor parte de mis días en un presente sin demasiadas comodidades, en un acovachar porque sí (para luego tirar) a medida que mis gustos mutaban, y que iba adaptándome (un poquito, nomás) al mundo.

Viví en tres ciudades distintas. Ninguna de ellas es mi lugar en el mundo, ese lugar que puedo sentir como propio. Como mío: sin raíces que me llamen (como mi ciudad originaria), sin amigos o cuentas pendientes (como mi ciudad estudiantil), sin obligaciones y afectos (como ésta... que me come el corazón).

Ese lugar, lo presiento, soy yo misma. Cass es lo único que, vaya donde vaya, se queda conmigo.

Desde chica me vi sola. En los juegos con muñecas, mis hermanos proyectaban familias. Yo era la tía que jugaba con los hijos de otros (tal cual lo hago hoy). Ni uno solo de mis cinco sobrinos ha podido despertar en mí el deseo de ser madre. Cuando tomo en brazos a Fini, cuando pinto con May, cuando hablo de libros y películas con Eva, cuando alzo a mi ahijado, los siento ajenos. Flechas disparadas que no les pertenecen a nadie. Ni a sus propios padres. Me siento perpleja y un poco abrumada cuando tengo que hablarle a una criatura como si fuera una "persona mayor". Prefiero los silencios, entrar en sus códigos, retraerme a un estado donde les soy un poco más útil.

Tampoco me veo compartiendo de manera permanente un espacio físico con nadie. Creo que la monogamia es un mandato social bastante absurdo, y la institución matrimonial no es conditio sine qua non para una familia bien constituída. Nunca me vi casada. El final de mis días, se me aparece dos por tres en sueños en la más perfecta de las soledades. Sin amarguras, sin cuentas pendientes (qué mejor que eso).

En algún punto he adquirido ciertas responsabilidades de persona grande, pero mi cosmovisión sigue sustentada en esa incertidumbre, jamás planificada, del futuro lejano.

Admiro a la gente con proyección y me pregunto cómo se ejercitará. Mientras tanto, y en estos días más que nunca, ejerzo el derecho para el que nací: vivir el día intensamente. Querer intensamente. No hacer el mal. No desear más que el bien. Desear correctamente. Ser mejor para hacerles mejor a otros.

Lo único que sé es que los deseos tuercen ríos.

jueves, marzo 08, 2007

Hoy



Podemos mirar a través del rojo y de la desesperanza.

Podemos atravesar paredes, doblarnos hasta gritar de dolor y soportar las demoliciones una y otra vez.
Si no lo creyera, no estaría viva.

A pesar de los ojos hinchados de tanto llorar, a pesar de este corazón hecho astillas, de estos huesos fatigados, de los pulmones que nunca se llenan del todo de aire, de esta pata coja que voy a arrastrar para siempre...

Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas.
Aún si fuera el último día para vivir.

viernes, marzo 02, 2007

Primer finde...

... Y había viento, y hacía un frío de otoño pese a que escuchaba croar las ranas y los cocuyos con su letanía en el canal cercano a la estación.

Me paré a aspirar el aire perfumado y azulino de la noche, subí al auto cuando llegaron; sus caras cansadas como la mía, después de una semana muy larga.

Ahora que terminamos de cenar, lavamos comunitariamente los platos y todo duerme, ahora que apenas queda una puerta destrabada esperando que lleguen los últimos ocupantes... Ahora que me asomé a la cuna y vi a Fini durmiendo. Ahora que May me apretó en un abrazo de koala, sin decirme nada, pero mucho rato.

Ahora, que es mi primer fin de semana libre en mucho tiempo, respiro.


miércoles, febrero 28, 2007

Sea People (tercera parte)




Todo ese viaje (cinco horas en un 3CV recorriendo unas rutas bordeadas de roca, lomadas cada vez más altas, los cerros) finalizaba ahí: frente al mar verde cristalino, en una playa de arena gruesa en Uruguay.

Cinco horas antes, sin prender la luz, mamá nos había despertado. Nos sentó en la pelela de a uno en fondo para que hiciéramos pis, nos arreó hasta el Citroën (el mismo en que aprendería a manejar un año después), me ubicó en una colchoneta en el piso y a mis hermanos acostados juntos sobre el asiento trasero. Nos quedamos dormidos automáticamente hasta las siete de la mañana. Para entonces ya estábamos en Atlántida, creo. Faltaba una hora para Piriápolis, la primera ciudad con mar que pisé en mi vida.

Siempre me gustó con locura el agua. Siempre fui atropellada. En conclusión: corrí por la arena siguiendo a la madrina de mi hermano, directo a la rompiente. No hice más que cinco o seis pasos cuando una ola muy pequeña me golpeó las rodillas y caí de bruces sobre el agua que se movía.

Esa fue mi primer impresión del mar: arena áspera y conchillas raspándome las piernas, una bofetada de agua salada golpeándome la cara, ser hamacada por una fuerza invisible, los ojos y la boca abiertos por una fracción de segundo, hasta que mi papá me levantó del brazo en ese hacer brusco de gringo grandote, que siempre se me antojó un reflejo de animal para con las crías.

Todos se reían de mis muecas y mi aire de desconcierto. Salí del agua y me quedé parada en la orilla, masticando la vergüenza de mi primera humillación pública. El vaivén de las olas, que siempre le produjo a mi papá una sensación de vértigo ingobernable, me resultaba irresistible y sedante.

Tomé coraje y volví a intentarlo, paso a paso, dejando que las olas rompieran a la altura de mis muslos antes de avanzar un poco más. El agua estaba fría y yo daba respingos cuando una onda me atravesaba, cubriéndome momentáneamente el pecho. Podía ver mis pies moverse en el fondo, la luz ondulante en la arena, el matiz verdoso del mar, más verde cuanto más lejos miraba.

La siguiente ola me levantó con una potencia tal que mis pies se despegaron del suelo. Perdí un poco el equilibrio al apoyarme de nuevo, pero lo que me descalabró fue la sensación en el pecho. Mi corazón había dado un salto de puro gozo, una felicidad que no recordaba desde... ¿Desde cuándo? ¿Qué puede recordar una nena de cuatro años que entra al mar por primera vez? ¿Cón qué comparar la sensación del "despegue", de una fuerza armónica e independiente de tu voluntad que te acuna justo como más te gusta?

Me hice adicta al mar hasta un punto riesgoso. Siempre volvíamos a esas playas, y yo invariablemente quedaba hecha un tomate, cubierta de llagas, el primer día del veraneo. Mi mamá me retaba, me embadurnaba de bloqueador de pies a cabeza y a la noche, resignada, me acostaba en un colchón forrado de rodajas de tomate para bajarle la fiebre a mi cuerpo azotado de sol (por eso del efecto lupa que hace el agua).

Como lloraba si no me dejaban entrar al mar al día siguiente, se resignaban a mandarme totalmente vestida. Retozaba feliz entre las olas, pese a la tela que se pegaba en las ampollas abiertas, el ardor en los ojos, los labios resquebrajados. Era la primera en entrar al agua, y la última en salir al atardecer. Me recuerdo mirando el sol poniente, los brazos laxos flotando junto a mi cuerpo, dando pequeños saltos rítmicos en la punta de mis pies (totalmente agotada después de un día entero de nadar y sumergirme), tarareando una canción de despedida... porque, entre otras cosas, me encantaba la reverberación del sonido en mi pecho, la música rebotando en las olas.

Pensando, año a año, "Voy a volver". Con una felicidad que ya no conocí en ningún otro lugar.

Voy a volver.
Voy a volver.
Voy a volver.


(La imagen corresponde a la primera escena de una película de François Ozon, "Le temps qui reste". Recomiendo esa película sólo por sus escenas inicial y final, que me cambiaron un día por completo).


martes, febrero 27, 2007

Lenguaje corporal


Pistas para reconocer a Cass caminando por las calles de Buenos Aires:

- Muy erguida y con la cabeza alta... pero mirando un punto fijo en el piso o en el cielo. La nada, bah.

- Zancadas nerviosas o pasos largos y rápidos.

- Pelo rubio, largo. Siempre atado (trenzas, colitas o una cola de caballo alta). El 99% del tiempo uso pantalones.

- Agarro todos los volantes que me dan. Antes de tirarlos, voy haciendo barquitos de papel o "seleccionadores"(*) con ellos. Si no tengo nada en las manos, voy balanceando los brazos a los lados mientras me paso el pulgar por la yema de los otros dedos.

- Los únicos negocios que paro a mirar son las librerías.

- Tengo el tic de fruncir la nariz y dilatar las pupilas.

- Seres vivos que captan con más frecuencia mi atención: bebés muy lindos, chicas tetonas y mascotas en general.

- Cuanto más sol o "buen tiempo" haya, más apretadas llevo las mandíbulas y más fijo miro al frente. Cuando llueve, relajo la boca y miro alrededor.

- No uso walkman, ni Ipod, ni nada que se le parezca.

- Nunca sonrío. Solamente si llueve.





(*) Esa porquería que hacíamos en la primaria, y que usábamos para "silabear" el nombre de la persona que nos gustaba. Después elegíamos alguno de los circulitos de colores y detrás estaba el destino de aquel amor, en sentencias como "gusta de vos", "te quiere sólo como amiga" o "te engaña con otra".

sábado, febrero 24, 2007

Bailate algo!

... los sábados es imposible no bailar, en algún momento...

Como dijera Nahuel: "A vos que te gusta el animé volado..." (qué habrá querido decir...)

Cúspide


... Según mi amiga Paula (compren-smaug), esta situación en la que me encuentro podría deberse principalmente a que soy una Cúspìde zodiacal, esto es: que el día en que nací es una bisagra entre signos. ¿Por qué? Pues... ni puta idea, yo nací un 21 de marzo (primer día del zódíaco, primer día de otoño austral... bloh).

Técnicamente soy Aries. Signo de fuego con todas las letras: impulsiva, nerviosa, atropelladora, chinchuda. Dominante, con tendencias masculinas y regida por el Sol. De acuerdo a la teoría de Paula, soy cúspide con mi signo inmediato anterior, y por ende comparto algunas características del signo que me precede... en este caso, Piscis.

Siendo que los signos se dividen en cuatro elementos (fuego, tierra, aire, agua... en ese orden simultáneo), hay cuatro cúspides posibles: Fuego-tierra, tierra-aire, aire-agua y agua-fuego.
Dicen los que saben que la mejor combinación es la de agua y aire, ya que de ella suelen resultar personas creativas y armoniosas por una cuestión de composición elemental complementaria y esas mierdas. Dicen que fuego-tierra es de lo peor, pero creo que es porque algún cráneo se dio cuenta que Hitler nació en esa cúspide.

Por mi parte, y aplicando cierto sentido común (ya que vamos a guitarrear, guitarreemos con algo de lógica) no puedo pensar en una combinación peor que agua-fuego. ¿¿¿En qué orden de la naturaleza o la metafísica cadórchica se pueden combinar estos dos elementos??? El agua apaga al fuego. El fuego evapora el agua. Se repelen naturalmente. ¿Qué coherencia puede haber en ese tipo de combinación?

Piscis tiene una característica muy molesta, que es fundamentalmente la dualidad de su naturaleza: Voy a los chinos. No, mejor a Disco. Tomo esta gaseosa... o la otra? Le digo que sí? o que no? Y así con todo. No hablemos de su tendencia a las melancolía y la inestabilidad mental y emocional.

La espontaneidad de Aries, uno de los rasgos que lo hace más simpático en primeras impresiones, puede ser repentinamente anulado (apagado) por Piscis con una observación lúgubre o una "reculada" repentina. No digo que sea un mal signo: mi lado artístico debe ser absolutamente Piscis. Pero la autocompasión viene de ahí, no jodamos. Cualquier horoscopero sabe que Aries es ego y confianza en movimiento, y que no importa cuántas vueltas le de al asunto: es encantador y todo el mundo lo ama. Y si no, le chupa un huevo.

Los Piscis que he conocido necesitan probarse todo el tiempo que tiene alguien que los quiere. Que les caen bien a los demás. Son serviciales y bien dispuestos, pero absolutamente permeables a las críticas, a las frustraciones. Y cualquier desplante o desprecio, sea directo o indirecto, los aplasta llenándolos de miedos.

Ah... Piscis. ¡Si te habré puteado!
Y a vos, Paula, ¡por meterme estas ideas en la cabeza!

PD: Sí, ya sé, ahora van a aparecer quienes digan que los signos esto y aquello... que el determinismo y las pelotas de Mahoma... Miren: me chupa un huevo. El Zodíaco es la única banalidad con la que me divierto horrores, en lugares donde no se puede charlar de otras cosas. ¡Aguanten el enciclopedismo al pedo y la lectura de baño!

martes, febrero 20, 2007

Recuerdos de cine - Para Donnie

Este post es un post doble, dedicado al adorable niño Donnie a quien extraño con todo mi puerco cuore.

Lo escribí en una sala, mientras esperaba que proyectaran María Antonieta. Y derivé de la costumbre perdida del cine a nuestra propia generación perdida. Más bien era una reflexión para mí misma y para el mencionado desaparecido de la vida blogueril niño Donnie, porque en esos momentos me daba la sensación de que lo tenía a mi lado y que se le habrían ocurrido las mismas tonteras que a mí.


Los olores y sonidos de una sala de cine se te impregnan en la nariz, en la piel. Alfombras acustizantes. Papel viejo. Telones de terciopelo. O algo así. La vieja ceremonia de sentarse en silencio, dejarse llevar, hundirse en la pantalla. Viejas costumbres olvidadas por la mayoría de la gente.

Formo parte de una generación híbrida, extraña. A nosotros no se nos recordará por nuestros logros, o por haber cambiado en algo el mundo. Habremos sido testigos, meros escribientes, con poca o nula participación. Aún así, creo que no somos la auténtica "generación perdida".

Esos son los que nos continúan, los que nos siguen.

Nosotros somos apenas esa generación bisagra, abúlica, desganada. Aquellos que todavía retienen este olor en la nariz, la costumbre de la vieja ceremonia del cine. Sólo que ahora entramos con el celular. Y hay quienes se olvidan de apagarlo.

No cuidamos tamagotchis, pero jugamos a los viejitos chotos nostálgicos en Internet. No nos compramos la última playstation, pero hemos reemplazado el walkman por el MP3 player.

Somos agudos y talentosos. Pero la cancha nos cambia todo el tiempo, y apenas están surgiendo las herramientas para adaptarnos a esos cambios. No tenemos la destreza de los que nos seguirán ni la dureza de los que nos precedieron. Somos los melancólicos caminantes del atardecer, los sensibles frustrados, los incomprendidos y los aislados de la historia reciente.

Mientras tanto, las luces bajan, el proyector se enciende, la pantalla se ilumina... y por un momento podemos dejar el mundo atrás, para rendirle culto a esta vieja costumbre.


lunes, febrero 19, 2007

¡Cosas de palurdos!

Les dejo un poco de Jorge Drexler para que se contagien del espíritu de este post...

Los palurdos somos una casta absolutamente anárquica.

Eru nos cría y el viento nos amontona. No hay reglas de identificación visible... De golpe, una frase disparada en medio de la charla, un gesto, una reacción a la música que empieza a sonar. La mano estirada exactamente hacia el mismo punto de la barra. A por la misma bebida. El mismo modismo al putear a los demás... y ... alcoyana-alcoyana.

Los palurdos del mundo de Cassandra...

- Comen con las manos.
- Llegan a casa y se sacan toda la ropa. Aún en invierno.
- Bailan desquiciadamente. Incluso temas lentos.
- Garchan como conejos.
- Les gusta el agua.
- No usan perfumes importados.
- Se sientan espalda con espalda, o bien ante la falta de sillas se tiran indolentemente en el suelo.
- Son grafópatas.
- El otoño es su estación preferida.
- La hora mágica del día es el atardecer.
- Prefieren los días de lluvia a los de sol.
- Prefieren una buena picada antes que un kilo de helado, y un tenedor libre al mejor restaurante de Puerto Madero.
- Se conmueven ante la belleza, por pequeña que sea su manifestación.
- Les gusta el alcohol. De hecho, algunos tomamos como irlandeses en San Patricio.
- Son perpetuos insatisfechos.
- Hacen el comentario equivocado en el momento equivocado. Son más inoportunos que auténticos cínicos.
- No importa que la pileta no tenga agua, o esté sucia. Cuando un palurdo tiene ganas de tirarse, se olvida del sentido de la prudencia y se tira. Ocasionalmente se caga a golpes, pero se levanta diciendo "No me dolió!" o "Wiiiii... Otra vez!"
- Aman los peloteros, los castillos inflables, las plazas con calesitas y las playas de noche. Por supuesto, los parques de diversiones.
- No comen pochoclo en el cine y se pelean con los que hacen ruido en la función.
- Tienen un mundo interior interesante.
- Juntan, acovachan, coleccionan, amontonan sin saber por qué.
- Les gustan los colores, pero se visten de negro más que nada.
- Escuchar música es más importante que ver televisión. (PD: Televisión... qué es eso???)
- Pasan largas temporadas alternativas de melancolía o "vida en tupper". (Nene Tonto dixit: "Viste que se murió Anna Nicole Smith?"... ayer en Jodafone...)


Hay como mil millones de detalles más, pero a quién le importan? (a mí sí... dejen sus agregados personales en los comentarios, please)

sábado, febrero 17, 2007

Avalon

A cuento de nada, dejo esta banda sonora que me encanta.


AVALON - Kenji Kawaii


Dentro de mis clasificaciones musicales antojadizas, esta banda sonora que me regaló M está entre mis preferidas para cualquiera de esos momentos introspectivos en los que necesito tener música incidental.

Momentos Avalon que puedo recordar:
- Manejando en el Camino de la Costa en Gualeguaychú (traveling primaveral / veraniego de río, árboles y cumulonimbus bajitos por la ventanilla). Corte. Escena siguiente: Misma música de fondo, auto detenido de trompa al río, Cass espalda apoyada en un espinillo, garabateando poesía berreta y una carta en un cuaderno con algunas hojas arrancadas.
- Leyendo "Harry Potter y la Orden del Fénix"* (Capítulos finales... sobre todo el de la cámara de las profecías en el Ministerio de la Magia)
- Escribiendo una novela a la que titulé Sci-Fi y que tengo todavía como borrador en mis documentos del Word.
- Amasando tortas fritas en un día lluvioso.
- Colgando afiches de "El Señor de los Anillos" en la pared del dormitorio, un sábado de limpieza en el antiguo departamento.


*Sí, también leo a Harry Potter. Hasta el 4º libro supo gustarme. Pero no alimento a Rowling, que bastante guita tiene, joder... aguanten los "libritos bajables"!!!


...Y estoy, y camino, y me muevo, y respiro,
y me río, y disfruto, y suspiro, y escucho,
y hablo, y observo, y escribo, y recuerdo,

y te extraño... te extraño... te extraño... te extraño...


... el sueño de ayer, dioses, fue un sueño?
quiero vivir en mi propio Avalon...

viernes, febrero 16, 2007

Sobre la niñez y lo macabro (II)



A fines del año pasado pude ver una de esas películas que te marcan, "El laberinto del Fauno". A grosso modo, es la historia de una pre-adolescente fantasiosa y su particular visión de la realidad (bastante oscura) que le toca vivir. Analogía o no, esa realidad se traslada de una forma particularmente fiel a su propio mundo de fantasía.

Guillermo del Toro, el director, mezcla bien y a conciencia el conflicto (la guerra), los niños y lo sobrenatural. Lo hizo antes en "El espinazo del diablo", referente necesario de esta película. Incluso en "Hellboy": su personaje (cuya edad real, según el B.P.R.D., lo acerca más a un adolescente que a un adulto) es el punto de tensión de la batalla entre las fuerzas del Bien y el Mal. Incluso en "Mimic", donde lo siniestro ronda a los niños en el subterráneo, alcanzándolos finalmente.

Seguramente, Guillermo del Toro niño frecuentó a esa cofradía de asustadores eximios que existieron antes que el cine y sus perversiones. Desde Grimm hasta Perrault, los "clásicos" de la literatura infantil aleccionaban desde una perspectiva nada complaciente, e incluso agresiva.

Quiso el destino que mis lecturas de infancia, en un salón enorme y oscuro forrado de libros y oloroso a cuero viejo, a hojas desmigajadas, tuvieran más de Stevenson y Poe que de María Elena Walsh. Conocí antes a El Gato Negro que a Dailan Kifki, el elefante. A la edad en que mis amiguitas leían a Elsa Bornemann, yo amenizaba mis días entre lecturas de Agatha Christie y "Aquí vive el horror", de Jay Anson.

Nunca voy a olvidar que la primera versión que conocí de "La Sirenita" fue la del propio Hans Christian Andersen. La historia del libro de cuentos que llegó a mi poder a través de mi bisabuela es material suficiente para otro post. Ironías de la vida: la versión animada de ese mismo cuento que pude ver en video no fue la de Disney, sino ésta. Que es muchísimo más fiel, y por supuesto... termina mal.

No se me escapa que las Crónicas de Narnia, antes de pasar al cine adaptadas por Disney y su subsidiaria Walden Media, sufrieron una severa poda simbólica. Hasta tal punto que, oh casualidades, de los siete libros sólo se adaptarán cuatro, los más inocuos: Narnia no tendrá origen, con "El sobrino del mago", ni fin, ya que sacaron "La última batalla".

Temo igual suerte para la adaptación cinematográfica de "His Dark Materials", la fabulosa, oscura y cruel trilogía de Phillip Pullman, que estoy terminando de leer esta semana y cuyo segundo volumen, "La Daga", es un compendio de buena escritura y disparador suficiente para cualquier cabecita lo suficientemente curiosa. Recomendable para cualquier infante que, como Ofelia, quiera internarse en el laberinto, a conciencia de que pueden encontrarse hadas pero también ogros; maravillas y sangre, paz y guerra, Eros y Thanatos.

Y que no siempre todo es lo que parece.


01- Long, Long Time Ago


(Banda sonora de El laberinto del Fauno, por Javier Navarrete)

jueves, febrero 15, 2007

Sobre la niñez y lo macabro (I)


La primera vez que murió alguien a quien yo quería, tenía 9 años. Recuerdo verlo en el cajón, todos llorando. Mi primo del alma, ese con el que estamos "empardados" en edad, llamando a su padrino con angustia y lágrimas silenciosas. Yo no lloraba. Desde el momento en que supe que el tío Hugo se había muerto, empecé a extrañarlo. Pero el del cajón no era él. Yo extrañaba al otro.

Esa cáscara corpórea no movilizaba en mí demasiadas emociones, y después de todo las circunstancias de su muerte eran previsibles: cáncer de pulmón. Dos semanas antes, yo había estado revisando revistas de salud para entender un poco más del tema y había visto pulmones seccionados, ennegrecidos por el alquitrán. Aprendí lo que significaban palabras como "enfisema" y "sarcoma", y fui la única de la familia que nunca probó el cigarrillo.


En un entierro poco después (no me dejaron asistir al del tío), vi el cementerio por primera vez. Fue como entrar a una pequeña ciudad. El cementerio Norte de Gualeguaychú es un poco como el de la Recoleta: los mismos panteones, similares esculturas, altos muros flanqueados de nichos. Cuando terminó el entierro pedí permiso para recorrer más. Bajé a las criptas. El fresco era tan agradable que me habría quedado allí toda la tarde (era noviembre, y si bien aquellos noviembres no eran como los de ahora, hacía calor).



No olía, como yo esperaba, a podrido; sólo a verdín, a agua de flores muertas, a piedra enmohecida y fría. En uno de los nichos de la cripta subterránea, había huesos sueltos. No me produjo particular impresión. Pero recuerdo vivamente un cuerpo de pie, detrás de un cristal opaco, con un ajuar de novia ya amarillento. La Novia de las Catacumbas, me contaron después en el colegio. Nunca pude olvidarla, pero la verdad es que tampoco la volví a ver.

A partir de ese momento, me volví una rondadora de cementerios, soñando con el día en que pudiera pasar la noche en uno. Detesto los Jardines de Paz, los cementerio - parques. Las ciudades mortuorias son un camino de ida.

Principios

Soy una persona de principios, tal vez un poco a la Groucho, pero que los tengo, los tengo.

Desde hace un tiempo vengo limitando mi sociabilidad a un círculo cada vez más pequeño de gente. No es que sea una ermitaña que odia a todo el mundo, aunque hay días que con gusto volaría a la raza humana del planeta, sólo para estar tranquila y sola un rato.

Para muestra, vayan algunos de estos principios que deben (o deberían...) respetar aquellos que pretendan tocar mi existencia de alguna manera, o meterse en mi territorio:

- El único principio moral inamovible es la fidelidad a uno mismo. El resto de los códigos dependen de cada uno.
- Mentes cerradas y / o portadoras de conceptos reduccionistas o maniqueos inclaudicables, siquiera por la paz de una conversación racional, olvídenlo: puedo estar mirándolas muy sonriente y estar a millones de millas de distancia de ahí.
- No sirve de nada posar ("ser poser", dicen ahora algunos conocidos... creo que el término es por demás elocuente). Si no tenés personalidad, asumite como sos. Los "personajes" son bienvenidos siempre y cuando obedezcan al principio nº 1 (personaje igual a persona, o al menos personaje igual a alguna dimensión de esa persona, exacerbada o no).
- Mínimo de cultura general. Sólo hablo de frivoludeces cuando estoy de humor. No gasto las palabras. Las respeto demasiado.
- No necesito ganar una discusión. El que guste de discutir por el placer de imponerse, se va a aburrir mucho conmigo.
- Me visto siguiendo la corriente "loquesemecantista". De hecho, soy una cultora de la crotez. A veces me detesto por eso pero no lo puedo evitar: tengo alma de poligriya. Por lo tanto, y con absoluta naturalidad, adoro a la gente con estilo propio. Esas personas que "son" lo que visten, más allá de cualquier moda, merecen todo mi respeto.
- Sigo impulsos. Esto cuenta para todo. Puedo ser encantadora, sociable y disciplinada en un momento y absolutamente intratable, huraña y perezosa al siguiente. (Sobrevivir a este principio regente no es fácil para nadie, pero he tratado de pulirlo un poco).
- Me gustan con locura los animales. Tengo devoción por ellos. Me gustan incluso más que la gente... supongo que por eso no tengo ninguno.
- Valoro absolutamente la sinceridad y hablar de frente, aunque muchas veces no pueda evitar criticar a los ausentes (me banco que lo hagan conmigo... todo vuelve).
- El prejuicio es algo que voy desterrando con bastante éxito. Ya habrá tiempo para emitir opinión... después.
- Mi idea de una salida es: cuanto más tranquila y menos planificada, mejor.
- La comida es uno de los más grandes placeres de la vida. No puedo entender a la gente que no come voluntariamente o que lo vive con culpa, o como un trámite. De hecho, mi excesivo gusto por la comida hace que me ubique en el extremo opuesto del espectro de los desórdenes alimenticios. A menos que comas como un cerdo, bienvenido seas...
- El sexo, hecho con ganas, no importa con quién, dónde, cuándo ni cómo. Si gusta, si es libre, desprejuiciado y sin tabúes propios, está bien hecho.
- La reunión ideal: esa en la que somos pocos, y nos atendemos unos a otros (a.k.a. "autoservicio")
- Cambio de opiniones a medida que aprendo. Pocos principios son inamovibles en mi vida. El que pretenda hacerme pisar el palito diciendo "Pero si vos aquella vez dijiste que..." se va a encontrar con un radical: "Cambié de opinión". Un ejemplo: Cuando me gustaba Titanic, película que actualmente considero horrenda. Esto es algo micro, llevado a lo macro funciono exactamente igual.
- "Vísteme despacio, que estoy apurado". Respeto absolutamente los tiempos ajenos, y pido reciprocidad para los míos. Nunca entenderé a los workholic, pero los respeto. Ellos no entienden que dos por tres relaje tanto la disciplina que me quedo atrás 2000 leguas respecto de mi propio talento. Si me respetan, está todo bien. Quiero poder elegir cuán desperdiciada y frustrada sentirme a futuro, sin que nadie me lo esté machacando constantemente.
- Empatizo en un 90% de las veces con la gente, por cómo huele. Definitivamente, la gente con la costumbre de no bañarse o con olor corporal muy fuerte queda excluída de mi círculo existencial. No lo puedo evitar... Es químico, y es una tara que no manejo.
- Soy inmune al chamuyo y tengo un detector de cumplidos incorporado. Y me molestan los chamuyos y los cumplidos. Mucho.
- Cuando tengo ganas de gritar, tengo que gritar. Cuando necesito callarme y quedar colgada del éter, tengo que hacerlo.
- Es fundamental disfrutar de cosas simples y no hacer espamento por caminar bajo la lluvia, sentarse en la tierra (el barro si es necesario), andar descalzo o semi desnudo, mirar el cielo en perfecto silencio, comer con los dedos cuando no hay cuchara / cubierto, jugar como una criatura, el desorden (pero limpio!!!).
- Espíritu viajero.
- Mucha, muchísima imaginación.
- Tolerancia para con el otro, aunque nos patee el hígado. Que el otro exista, cuanto menos santo de mi devoción sea, más justifica mi propia existencia.


Estos principios son míos. Cambian, por supuesto: siempre les quito o les agrego algo.

Siempre que estoy en una situación diametralmente opuesta a alguno de ellos, o a todos ellos, aplico el último. Es suficiente, aunque (mierda) cada vez me cuesta más resignarlos a montones.

lunes, febrero 12, 2007

Una nena

Escarbó la tierra con los dedos, un rato largo. Era una tierra dura y apisonada por las generaciones de botinetas y guillerminas (sus tias, sus primas mayores) que habían pasado antes bajo aquellos árboles. Hacer ese pozo le llevó todo el recreo. Había olor a primavera en el aire lleno de casuarinas y un dejo a agua de lluvia en los últimos charcos de la calle de tierra, más allá del alambrado con enredaderas que separaba al colegio del resto del barrio.

Trabajó concentrada y terminó justo cuando sonaba el timbre. Amontonó despacio una parva de agujetas de pino, algunos coquitos, una piedra pulida de color verde con estrías amarillas (tal vez era un resto de botella de vidrio. Quién sabe). Al fondo de todo, un ramillete de coronas de novia y un diente de león que se marchitaba rápidamente.

Sólo cuando creyó que el nido estaba listo, depositó con manos de madre al ave muerta, que el rigor mortis todavía no había agarrotado del todo. Qué pelotudos son los varones, pensaba con lágrimas de furia en los ojos. Al menos la cabeza no estaba rota, como la de la rata que habían aplastado contra la pared de un botinazo la semana anterior. En realidad, le habría parecido que estaba dormida si no fuera por el cuello torcido en un ángulo extraño y el hilo oscuro que colgaba del pico.

Selló con tierra la tumba, la aplastó con sus propios zapatos, se sacudió el guardapolvos y volvió caminando al aula, bajo un sol absurdo y en medio de las risas burlonas del resto de las chicas.

"Ahí va la que habla sola" decían las mayores, que sin embargo nunca se habían animado a aguantarla en una pelea a puño limpio por el derecho de uso al parche de cemento donde se saltaba mejor a la cuerda.

En el pupitre le esperaba una carta de Luisa, donde decía que no podía ser su amiga porque no pensaban igual. "Yo no creo en las mismas cosas que vos. No creo que exista la magia, o en las hadas, o en los duendes", decía. O algo así.

La que hablaba sola y miraba los arcoiris parada bajo la lluvia, la de anteojos y dientes torcidos, se inclinó sobre el cuaderno y empezó a escribir con su letra diminuta lo que la seño dictaba. Terminó antes que nadie. Se sacó un diez, le acariciaron la cabeza. Pero pensaba, incluso cuando llegó a su casa aquella tarde, en el pajarito enterrado bajo las casuarinas, en los miles de botines por venir pisando la tumba anónima.

Saludó a su madre, y se fue al dormitorio a leer.

viernes, febrero 09, 2007

Me rindo!

Blogger Beta me tiró un ultimátum y no pude rehusar... acabo de cambiar a la nueva versión... y que sea lo que Eru quiera.
Ah, sí. Iba a hablar de lo indisciplinada que me hace sentir Ge con su blog pero bueno, ya me explayaré en otro post. Ahora estoy pensando cómo puede llegar a quedar mi pobrecito blog una vez haya puesto a andar esta versión...
(pleasepleasepleaseplease)

lunes, febrero 05, 2007

El color de los olores

Alguna vez leí que ciertos artistas y escritores nacieron con una alteración cerebral que les hace asociar impresiones producidas por los diferentes sentidos, como si se tratase de una sola. Esta condición tiene un nombre: Sinestesia. Tal era el caso de V. Nabokov, que asociaba un color a la sonoridad de cada letra.

Un día me choqué con una nota en la revista Viva (la vieja) y descubrí que esto que me pasa con los olores tenía nombre. Y condición clínica, además.

Así como tengo una clasificación musical antojadiza para cada momento (o playlist), tengo una clasificación de olores por colores. Una experiencia muy vívida de la semana pasada me lo trajo a la cabeza con una precisión que había olvidado.

En la infancia, dijera mi amigo E, somos esponjas. Desde los 2 hasta los 5 o 6 años, aprehendemos casi absolutamente todas las herramientas que nos van a definir ya de mayores. Es por eso que es tan importante estimular a las criaturas en todos los sentidos posibles. El tacto, el gusto, el olfato, son tan importantes como el oído o la vista. Pero tendemos a subvalorizarlos.

En mi caso, mi percepción del mundo es absolutamente sensorial en los tres primeros niveles. La vista me ha servido para capturar la imagen que da forma al resto, como si fuera una fotografía; pero a la hora de la evocación, siempre pesa más el olfato, o el tacto.

Mi memoria emotiva está muy ligada a lo olfativo.

Entonces, hay olores verdes que definen campos, árboles y flores... Olores herbáceos, leñosos, con una nota ácida o tal vez cítrica. Olores tibios, con la temperatura de la primavera o del otoño. Hay olores cristalinos, frescos, evanescentes. El olor a lluvia, a agua que corre en un lecho de piedra.
Hay olores rojos: especiados, espabilantes, calientes. Como el olor y el sabor de las frutas rojas. Ese es el olor rojo. O el olor de la pizza, que también se me antoja rojo.
Olores oscuros, sombríos, maderosos. La sangre tiene un olor oscuro, sobre todo cuando recién está brotando. Luego se azula. También la tierra tiene un olor oscuro. Las piedras, las paredes. Los cementerios, las iglesias.
Olores azules, salinos, marinos, pero también levemente metálicos. Conozco pocas personas que huelan a algún matiz de azul.
Olores naranja: frutados, eufóricos, con el nivel exacto de acidez. Aceleran el corazón. Como el olor de los espinillos, que es entre verde y naranja.
Olores violeta: nocturnos, con la pesadez de los aceites esenciales, un regusto a rosas mordidas.
Olores amarillos... No empatizo mucho con ellos... son sumamente invasivos, y tienen una cualidad agresiva. Ciertos perfumes, como el Rumba de Balenciaga o el Paloma Picasso, son olores amarillos.

Y tantos, tantos matices más...

Lo complejo es cuando empiezo a sentirlos en los seres humanos, sus casas, las cosas que tocan: libros, cuadernos, ropa, muebles, autos.

No estoy lista para definir el color del olor del alma humana todavía. Pero no me canso de estudiar...


Recomendación de la semana, asociada a este post:
La película "Perfume: Historia de un asesino", que se estrena el 15 de febrero. No llegué a leer el libro, pero me lo bajé y estoy en plena faena.


Y la música... fascinante... De muestra:

Meeting Laura - Perfume (Original Soundtrack)

jueves, febrero 01, 2007

Pensamientos matinales

Sentada frente a la compu con el mate a mano, tipeando claves de búsqueda en páginas de empleo o redactando para la web, mientras escucho el ruido de la calle (increíble el quilombo que puede meter un solo colectivo con mantenimiento deficiente) podría decir que casi casi me siento "en casa".

Sin embargo, esta mañana podría mejorar de tantas maneras. Podría, por ejemplo...

- Tener un patiecito de 2x2 con algunas plantas (a esta altura me conformaría con un balconcete en el pulmón...)
- Un carrillón (Campanas de viento hechas de caña... mmmmmmmm)
- No tener que ir a trabajar a ese lugar horrible. De hecho, trabajar desde mi casa en estos momentos se me antoja la cosa más maravillosa del mundo...
- Salir a caminar a las 6 de la matina sin tener que chuparme todo el smog de Buenos Aires
- Un desayuno "con tutti" al regresar. Pero de esos tipo continental... con juguito de naranja, tostadas y dulces. Y de ser posible, que no me lo tenga que preparar yo! (carajo).
- Dedicar una hora para hacer la tesis y una para escribir mis ficciones.
- Tener el tiempo y los recursos para cocinar un plato distinto todos los días, escuchando una musiquita que ambiente ese particular momento doméstico (Aunque tuviera que comerme un desastre experimental yo sola, afterwards).


Definitivamente me gustaría ser como el viejo Hem, aunque me falte montonazo...


*Aclaración necesaria: Para variar, había escrito el post original directamente en la plantilla, el señor Explorer dio un error y se perdió todo... Asi que esta es una segunda versión del post original, la casa no se responsabiliza de cierto tufillo a ballotage creativo o poca espontaneidad.

jueves, enero 25, 2007

Espera ( 2 )

Algo me golpea en las entrañas y me quema.
Es fugaz, es sordo. Al principio no duele.

Sólo arde. Puedo soportarlo, estoy acostumbrada al ardor.
Soy de fuego, no de agua. Ni de viento. Ni de tierra.

Y de pronto, el dolor. Un dolor sordo, que sube por mi garganta.
Miro donde el golpe. Una mancha se extiende. Late.

Explotan mis entrañas.
Quisiera gritar, pero apenas puedo moverme.
La música, la lluvia que golpea afuera, el ruido de los autos en la calle.
Todo ahogado por el rumor de la sangre que se agolpa...

Explota mi cabeza.
Veo rojo.
Mis manos tiemblan.

No es la ira, aunque la sienta. Es la maldita espera, de nuevo.
Angustia de la espera.

No nací para esperar.
Y sin embargo, espero.

Pero arde como la mierda. Cada día.
Explotan mis entrañas. Es el peor de los dolores.

Y para no sentirlo,
me vuelo la cabeza.

miércoles, enero 24, 2007

In the mood for rain

Una lluvia mansa y constante se descarga sobre la ciudad. Yo camino.

Camino por Lavalle con la vista clavada en los escasos árboles, de copas altísimas que buscan sobrepasar a los edificios para ganarles el sol. Hojas renovadas de verde, a mediodía. Viento fresco que preanuncia más lluvia.

Camino dándome cuenta que hay un par de personas mirándome pasar, puedo escucharlos pensar en mi enajenación como algo extraño, pero nadie habla; nadie dice nada.

De repente, hay en la ciudad un silencio perfecto. Sólo las gotas de lluvia caen pesadas, parsimoniosas, sobre el asfalto.

Nadie camina cerca, todos esperan bajo los techos: es una postal que conozco. Pero mi corazón es otro. Hoy no los noto. No los desprecio por ser "gente de azúcar". Simplemente pienso en la constancia de los árboles y en la posibilidad de que las generaciones por venir puedan disfrutar de días similares.

A veces me pregunto qué haría yo en un mundo sin lluvia y sin árboles. Si de pronto me arrancaran esta paz urbana que de a ratos me ofrece un escape, un respiro al agobio de la rutina y los sucesivos fracasos.

Esta lluvia es, de alguna manera, mi revancha contra el conformismo diario. Contra las caras de culo permanentes, contra ciertas palabras que cada vez me suenan más extrañas.

Esta lluvia bendita que me empapa hasta las uñas de los pies, que huele (todavía) a minerales, a tierra lejana, río y montañas, es el lazo que une las piezas de mi cordura.

lunes, enero 22, 2007

Cuando suena el río...

Hace un tiempo ya, la gente de mi pueblo se levantó un poco mosqueada de que la pisotearan tanto. Hicieron escuchar su voz en un reclamo que pretendieron llevar a todo el país. Desde mi pequeño lugar, y por el amor que le tengo a esa tierra que me dio algunos de mis mejores años, participé difundiendo y generando discusiones sobre ese conflicto.

Tomé conciencia de muchas cosas. Primero que nada, de que Argentina como país no existe. No hay conciencia nacional, no hay solidaridad entre provincias, no existe esa pavada del federalismo tal como la quieren inculcar los politiqueros. La causa por las papeleras, con suerte, la trajimos a Buenos Aires. Pero, ¿cómo involucrar en ella a gente del noroeste, a gente de la Patagonia? Todos con sus propias causas, que muchísimas veces elegimos ignorar.

¿Cómo pedir lo que nunca dimos?

Aunque nunca es tarde, y todo nos termina dejando una enseñanza. Aprender. Esa es la clave. Una de las patas de mi blog y de mi vida diaria. Aprender.

De todos modos lo que más duele es esa gente que teniendo la posibilidad de aprender, abrir la cabeza, entender un poco, elige cerrarse. Era fácil aprobar los cortes de rutas mientras hubiera alternativas de salida al Uruguay, ahora... si les tocamos la terminal del Buquebús somos unos piqueteros de mierda. Todos se quedaban muy panchos en sus casas del Tigre y el Delta, hasta que se sugirió el traslado de una planta a un lugar "estratégico" que los incluía. Ah, cómo cambia la cosa, entonces...

Pobre mi Gualeguaychú... tan lejos de la Argentina profunda, y tan cerca de Buenos Aires.

Y una nota marginal a todo esto. Ayer, el diario Perfil dedicó un generoso espacio a profundizar (relativamente... aunque es bien cierto que no hay otro medio que trate el tema como lo hacen ellos) sobre cómo está afectando el tema a los habitantes de Gualeguaychú a nivel social, económico, familiar.

Incluye, en un momento, análisis de una psicopedagoga sobre dibujos realizados por niños de entre 5 y 9 años... en los cuales la especialista se asombra y se preocupa de la conciencia que tienen estas criaturas sobre la muerte, o cómo la asocian a la situación que están viviendo.

Cualquiera que haya vivido en Gualeguaychú el tiempo suficiente conoce algo de la idiosincrasia local. Gualeguaychú es, básicamente, una ciudad pequeña, con alma de pueblo. No existen seis grados de separación entre los vecinos... sino que prácticamente se conocen todos entre sí.

Es una ciudad de poetas, de gente amable y pequeñoburguesa, de laburantes y de "personajes" también. Una ciudad en la que es muy fácil quedar estigmatizado de por vida por cualquier pavada. Un pueblo donde el morbo es cosa de todos los días, como en casi cualquier ciudad con alma de pueblo chico.

En ciudades así, donde el río es calmo en la superficie y arrastra todo en corrientes subterráneas, los chicos crecemos de otra manera. No es fácil soslayar la melancolía que sobrevuela las calles en otoño e invierno, cuando la atención del turismo está puesta en otros puntos. La conciencia de muerte es tan palpable como en cualquier otro lugar, y si se da más temprano es sólo porque los chicos están más alertas, y menos "distraídos" que en las grandes ciudades, donde hay más cosas para hacer, o bien donde el poder adquisitivo de los padres va más allá de un televisor con video casetera o DVD player.

No sé, qué se yo. Lo digo desde mi lugar de desangelada antes de tiempo. Siempre tuve mucha conciencia de la conciencia global de mi ciudad. Tan individualistas a veces, y tirando agua para su molino en las pequeñas mezquindades cotidianas. Pero tan solidarios y aguerridos cuando la situación lo requiere. Tan "no-te-metas" cuando la cosa se ponía espesa con el vecino, y tan propensos a interesarse cuando la cuestión rozaba un morbo insano.

Valga de ejemplo la anécdota de los múltiples suicidios que tenemos año a año, y de cómo se vuelven tema de conversación en una sobremesa, sin importar si hay criaturas escuchando.

Papeleras o no, me llena de un confuso orgullo el hecho de que esa gente a la que considero mi gente haya sostenido su forma de ser en el tiempo. Que las criaturas sigan teniendo básicamente las mismas taras de conciencia que tuve yo en su momento, o muchos de mis compañeritos de sala, no deja de ser un dato sumamente revelador. No hace falta ser sicopedagoga para darse cuenta de cómo nos está afectando a futuro este conflicto.

El tema es... ¿Se darán cuenta los gobiernos?

O peor. ¿Les importará, en algún punto?

Germinación

De chica me tocó (supongo, igual que a mucha gente) hacer el famoso germinador para porotos, con su papel secante... su arena húmeda prolijamente compactada en el centro... todo dentro de un primoroso frasco de mayonesa Hellmann's que todos los días corría a mirar, a ver si salía el brotecito verde que indicaba que lo había hecho bien.

Malas noticias. Siempre se me pudrió el bendito poroto. Siempre que intenté hacerlo sola, al menos, el proyecto fracasaba. Demasiado sol. Demasiada agua en el papel secante. El poroto demasiado apretado contra el vidrio, o demasiado laxo. Demasiado impaciente, la pequeña Cass corría al patio a descargar su frustración desenterrando lombrices que bailaban un rato en la palma de la mano, antes de volver a la tierra. O transplantando flores de una maceta a otra, o recolectando semillas de fresia de los capullos secos de la huerta de Tiatá.

Una de tantas noches, soñé que el poroto era yo. Que me hinchaba de agua, me ennegrecía y reventaba en un brote podrido e inútil. Me desperté con el olor mohoso pegado en la nariz, nunca me abandonó. Desde ese entonces, la imagen del poroto a punto de reventar en la promesa de un brote, y que en su lugar dejaba escapar una baba negra y mohosa, ha sido una tortura para mí, porque el poroto soy yo, y en días como hoy me siento tan "border" entre esas dos posibilidades.

Estoy hinchada, expectante, llena de... potencialidades. Pero no tengo puta idea de en qué voy a reventar.

Ojalá sea un brote verde, tan grande y hermoso que reviente el frasco y todo. Por el momento, sólo tengo aprensiones, angustias y una yemita temblorosa en mi centro, a la que busco preservar contra todo.



Y yo que pensaba escribir sobre las papeleras...


En fin, mañana será otro día.

lunes, enero 15, 2007

Madre Universo

Tan sencillo como salirse del camino en un día perfecto.

Entrar al verde, al ocre, a los viejos aromas compartidos.

Sentarse en un nudo leñoso con estrías verdes, apoyando la espalda en la corteza.

Volverse una con la Madre Universo hasta sentir que los dedos son astillas, que las piernas se confunden con las raíces en un abrazo amoroso y que los pies dejan de estar fríos para adoptar la tibia humedad de la tierra.

Tan quieta, que hasta las hormigas te recorren pacíficamente, y los pájaros se acercan sin cautela a tiro de tus manos.

Tan íntimamente ligada a todo, que el afuera se borra y sólo queda ese reducto de silencio perfecto de sabores minerales, verdes, ocres.

La perfecta combinación de luz y penumbra. El pulso del viento entre las hojas. El latido del agua sobre el agua. La respiración imperceptible de la Vida que se abre paso a costa de cualquier obstáculo.

Mi Madre y yo, separadas por siglos y unidas por la misma sustancia.





lunes, enero 08, 2007

Ya sé

Siguiendo la línea de lo que escribí hace un tiempo, todavía me queda bastante por descubrir en mi vida, me parece.

¡Diantres! Si aún no cumplí ni la mitad de mis propósitos... Si aún dependo de otras personas... Si aún no me atreví a tomar un par de decisiones cruciales... ¿Cómo puedo decir que he crecido?

La realidad es que los años y las vivencias me arrollaron, me pasaron por encima, secándome en tantos aspectos. Soy un alma vieja, cualquiera puede verlo; en las fotografías, según la luz incida, puedo tener 12 años o 40. Mi edad es la edad de mi estado de ánimo, sin intermedios: absolutamente irresponsable, o absolutamente vencida.

Demasiado joven e inmeritoria para echarme a descansar (que tampoco quiero: el reposo no se me da fácil). Demasiado grande para permitirme cierto tipo de sueños.

Pero ¿quién dice que es demasiado tarde?

La vida está ahí donde la dejé: a la vuelta de la esquina. Esperando que la siga con asombro renovado. Como dijera G., "el movimiento se demuestra andando".

Ya sé.
Ya sé.
¡Ya sé!


No tengo nada que demostrarles, pero sí una deuda inmensa conmigo misma... Y la pienso saldar.

Qué sencillo y qué claro se ve todo cuando hay un objetivo lo suficientemente fuerte...

sábado, enero 06, 2007

Hush...

Cierro los ojos y abro el resto de los sentidos para estar allí otra vez.

Año 1999. Cass pies descalzos empapados del polvo del camino. Bajando una cuesta en una calle vecinal, estancia El Restaurador. A mi lado, mi mejor amigo; apenas unos centímetros de distancia. No nos miramos, no nos hablamos. Ocasionalmente él se sube a una tranquera para aspirar el aire perfumado.

Es noche de luna creciente con muchas estrellas y el campo está absolutamente bañado de esa paz lunar, invadido del sonido de los grillos, las ranas, los escasos pájaros nocturnos.

Allá, cerca del arroyo, un cuis atraviesa la calle al trotecito.

Hay un viento suave, cálido, que no refresca pero tampoco agobia. Y las luciérnagas forman guirnaldas vivas entre los matorrales aplastados, nos acompañan como hadas en un escenario de fábula.

Sólo el campo, el rumor de nuestros pasos, los sonidos del Cosmos, el perfume a árboles, césped, tierra, agua. El viento en el pelo, el polvo entre los dedos. El corazón enorme y feliz, y el pensamiento de que nada puede ser mejor que este momento vivido aquí, ahora.

La noche de verano en el campo de mis abuelos, el último año de mi más absoluta e inconsciente felicidad. La noche rumorosa, y pese a todo silenciosa. Las luciérnagas, las criaturas, los olores, el cielo.

La noche.

Cierro los ojos y me lleno de noche.


Noche 2º mov. - Emiliano Alvarez



(Disculpen la poquita calidad del audio, pero créanme que hay pocas copias de esta banda sonora... y... es lo que hay :P )

viernes, enero 05, 2007

Cuánto más faltará...

Ayer comenzó la segunda parte. La adaptación primaria está casi hecha. Voy acostumbrándome a los sonidos, al resplandor matinal en la ventana, al rincón donde confiné mi cama sin mucho criterio fengshuístico, a las cajas apiladas que cada vez son menos.

Pero hoy al despertar había, además, sillas desparramadas, restos de comida y algunas botellas vacías. Una cierta molestia en la cabeza. Olor a jabón de almendras. CD's desparramados. Y si bien todavía no se siente "hogar", ya es más "hogar" que ayer. Y es algo.


(Mención especial a mis ganas de cambiar de vida urgente... Pero es un comienzo)

martes, diciembre 26, 2006

Un domingo cualquiera...

Ya pasó.

Como todo. La mudanza, la Nochebuena y la Navidad. También pasaron las nubes más espesas, y seguro vendrán otras, que para eso es la vida. Lo cierto es que el domingo 24 pasó más rápido y feroz que ningún otro domingo en este año, en medio de violentos cambios de ánimo.

Pero en ningún momento, por ningún motivo, procesé que fuera Nochebuena. Para mí, fue apenas un dia más que me separa del próximo año de mi vida.

Y qué año...


Mirando a la distancia, en Entre Ríos, con este sol y estos olores y texturas que amo tanto y conozco tanto, todo duele menos.

miércoles, diciembre 20, 2006

Clasificaciones musicales antojadizas

No me voy a explayar justo ahora sobre categorías musicales personalísimas (esas que uno inventa y que escapan a los géneros), pero que las hay, las hay.

Entre esas clasificaciones caprichosas hay algunas que creí como una pelotuda que las había inventado yo, y resulta que había por lo menos una persona más que las usaba para definir SUS propias impresiones.

Teniendo en cuenta que música es evocación, hay de distintos tipos: acuática, de aire o de viento, de lectura o de estudio, onírica, para volar. Hay música cachonda y música patética; música para cocinar y música para pintar, o para escribir, o para jugar. Incluso tengo armados varios cd's exclusivamente para escuchar en el auto, cuando preveo un viaje (corto o largo). Y por supuesto, está la música para limpiar la casa... como puse en otro post.

Entre esas categorías me acordaba de una que había dejado medio olvidada, y me armé una pequeña listita con música veraniega... a saber...
Deep Forest:

- Pacifique

Les Negresses Vertes: Mambo Show

(es que si no me ponía esta música y me panchaba un poco, no sobrevivía a este día de mierda...)

PD: y es OBVIO que mi Winamp contiene más que una pequeña lista de temas veraniegos. Soy demasiado ecléctica para hacer algo tan acotado! (además, nunca falta una gota de nihilismo)

domingo, diciembre 17, 2006

Tiatá

Ella estuvo allí cuando nací, estrangulada por el cordón y llorando de calor un 21 de marzo de 40º a la sombra.

Fue una madre para mi mamá, la segunda madre de dos generaciones en mi familia.

Se llamaba Amalia, pero le decíamos simplemente "la tía". De chica, deformé las sílabas para llamarla Titi, o Tiatá. Vivía en la casa de mis abuelos, en la pieza que había sido de mis tíos mellizos antes de casarse.
Cuando yo era muy chica también viví allí... pero al otro lado de la casa, en una dependencia sobre el patio. Y en las noches de invierno, ya nacidos mis hermanos, me despertaba de madrugada y atravesaba la galería (mis tres años de pies descalzos, piernas regordetas y bombacha de goma con pañal de tela), cruzaba la cocina, el living y el dormitorio de mis abuelos para llegar hasta su cama. Ella ni siquiera se despertaba; con un reflejo automático abría las sábanas y me hacía un lugar para que yo durmiera junto a ella.

Ya para ese entonces había comenzado a quedarse ciega. La diabetes cobraba su precio, pero no me di cuenta hasta que tuve unos años más; ella dejó de llevarnos a la plaza a comprarnos Operas, y me acariciaba la cara y el pelo con una sonrisa triste.

Siempre estuvimos cerca. Ella fue el testigo privilegiado de las sombras y las pequeñas glorias de Kuki y sus hijos. Ella estuvo ahí cuando todo se quebró, cuando me apareció una hermana de la nada, cuando me hice señorita, la noche de mi primer beso, y la tarde en que Paula trajo la noticia de su embarazo.

Tenía una huerta en la que me encantaba estar, y cultivaba la radicha más rica que haya comido en mi vida. Siempre que viajaba a Entre Ríos, me esperaba con un frasco de dulce casero y una bolsita de radicha.

Era la última sobreviviente de lo que alguna vez fueron las fiestas de fin de año multitudinarias en casa: desde hace al menos cinco años, Tía Amalia era la única que compartía nuestra mesa de Navidad. Y estas Navidades van a ser especialmente duras sin ella.

Este año, parte de su corazón murió con Maruca, su hermana del alma, que nos dejó en marzo. Se fue apagando a fuerza de melancolía, su corazón fallaba, el azúcar comenzó a emperrarse en sus venas, y hace dos semanas empezó a transitar ese calvario que nunca quisimos que atravesara.

Hace cuatro horas, en un hospital público de mi ciudad natal, se nos fue la Tiatá como epílogo de una de las tormentas más fuertes del año. Se fue con el agua, y la dejamos ir.

Hoy me desperté con dos presagios en el alma. Mientras escucho a Marilion y Ebba Forsberg, escribo sin dar crédito a mis dedos, un adiós a mi tía del alma... y me como a cucharaditas este dulce de frutillas, que fue el último que me preparó hace apenas un mes, mezclado con lágrimas.

Esta nena de tres años siempre añorará aquellos inviernos, aquella huerta en el jardín, el mate compartido, las charlas, el sol.

Entre tanto, comienza un nuevo día. Sin Amalia. O mejor dicho, con ella para siempre en mi corazón, en un lugar donde podrá descansar merecidamente por la eternidad...



sábado, diciembre 16, 2006

Veneno

Puedo levantarme con el ánimo más dulce de la tierra, con el humor más melancólico, en la disposición más dócil, y siempre va a haber un TREMENDO hijo de puta que me la haga difícil...

Abogados, callcenters: El mundo puede prescindir de ustedes, no de mí... Gente como yo hace del mundo un lugar habitable. Tiren toda el agua que quieran, ninguneen, prepeen: podrán provocar la reacción del loco en mí para tener una pobrísima autosatisfacción, una perspectiva engañosa de que me controlan. Pero no pueden apagarme, y esa es mi victoria sobre la mediocridad mundana.

No el resentimiento del que tiene y quiere más. Sino la temeridad del que no tiene nada que perder, y que puede reinventarse todo el tiempo.

En días como hoy, donde siento que el veneno destila gota a gota en mis venas, nada mejor que una ducha fría, mate, armarse de paciencia y escuchar musiquita punch. Como esta pavada que me encantaaaaaaaa!!!


http://www.filesend.net/download.php?f=0e4fb3c8567e5d0c9636958ea1370f04

martes, diciembre 12, 2006

Las palabras tienen vida...

Mientras espero un arranque de inspiración que me haga escribir más largo, les dejo un link para que se bajen la banda sonora de una hermosa película, "La vida secreta de las palabras", de Isabel Coixet.

Esta directora ya me había llegado al alma desde el primer cuadro de su primer película, "Mi vida sin mí". Ella, Sarah Polley: dos caras de un espejo invertido, personajes y creadores de vida.

Súmenle que en esta aparecen Tim Robbins y Javier Cámara, aportando una interesante cuota de su mejor expresividad, y tienen el plato servido aquellos que busquen en el cine algo más que el simple impacto.
ISABEL COIXET - La vida secreta de las palabras (Banda Sonora de la película)

http://www.filesend.net/download.php?f=fc7329c69eeb5a99e91c2bf9fdad99d0

Si bien cantan monstruetes de la talla de David Byrne y Tom Waits, por lo pronto permítanme hacerles mi recomendación personal: el track nº 7, que musicaliza uno de los momentos más hermosos y significativos de la película, muy a la manera de Coixet.

Antony and The Johnsons - HOPE THERE'S SOMEONE

Hope there's someone
Who'll take care of me
When I die, will I go

Hope there's someone
Who'll set my heart free
Nice to hold when I'm tired

There's a ghost on the horizon
When I go to bed
How can I fall asleep at night
How will I rest my head

Oh I'm scared of the middle place
Between light and nowhere
I don't want to be the one
Left in there, left in there

There's a man on the horizon
Wish that I'd go to bed
If I fall to his feet tonight
Will allow rest my head

So here's hoping I will not drown
Or paralyze in light
And godsend I don't want to go
To the seal's watershed

Hope there's someone
Who'll take care of me
When I die, Will I go

Hope there's someone
Who'll set my heart free
Nice to hold when I'm tired

(y sí, es el retorno a la ñoñez...)

viernes, diciembre 08, 2006

Gelatina

Sin mayor motivo, o mayores explicaciones, estoy temporalmente fuera de combate.

Me rindo a este sentimiento de desorientación, a estos huesos de gelatina, a este temblor en las piernas que me inhabilita.

Me rindo al desconcierto de todas las noches, a los espasmos en el vientre, y a la mezcla explosiva de las emociones con el stress.

Me rindo a la espiral de locura que me arrastra hacia abajo y que al final del día me empuja hacia arriba con tanta fuerza, que me moriría por descompresión súbita si alguien se atreviera a tocarme.

Me rindo a las lágrimas, a la risa, a las emociones más básicas, mientras pìenso qué tortura en el mundo podría ser más cruel y más perfecta que ésta.

Soy un árbol con las raíces expuestas, una tierra arrasada que todavía espera la tormenta definitiva, el reposo del guerrero que no puede pelear más y aún así pelea, el alma más solitaria y más anciana de la tierra. Y estoy sola en esto. No cuento con nadie más que conmigo misma.


Si todavía debo algo a alguien o hay una cuenta que saldar con sangre, este es el momento de matarme. Pero no garantizo dejarme matar.

La misma fuerza universal que me gelatiniza me mantiene en reserva para lo inesperado.

martes, diciembre 05, 2006

Me voy a poner las pilas...

Y para ponerme las pilas nada mejor que arrancar con dos temas al palo para que mi mañana se llene de energía.

Desayuno celta, y luego...

BKAB - Ethan Stoller

http://rapidshare.com/files/6160945/01-BKAB.mp3.htmlÇ


y al toque,

While the Earth Sleeps - Peter Gabriel & Deep Forest
http://rapidshare.com/files/6158873/Strange_Days_OST_-_Peter_Gabriel___Deep_Forest_-_While_The_Earth_Sleeps.mp3.html


(solamente a mí me gustan estas porquerías para bailar...)


Me digo a mí misma: Fuerza que ya falta poco... El año que viene pinta mejor... Y trato de que no me sepulten las asignaturas pendientes porque no puedo con el peso de tanta culpa retroactiva, de tanta comparación odiosa... entonces elijo perderme en la música un rato, y volver a ser la que soy en mi interior: la bruja, no el hada.

Amen!

viernes, diciembre 01, 2006

¡Pare de sufrir!

Se viene mi momento de estirar el cordón al máximo antes de cortarlo y es justo ahora, con la panza revuelta, con toda la somatización de mis frustraciones personales encima, que pienso con un poco más de indulgencia acerca de mí misma, y mi relación con "los de siempre":

Familia, allegados. Algunos amigos.


¿Por qué no se dejan de joder y paran de sufrir por mi culpa?

Nunca voy a estar a la altura de sus expectativas.

Sí, soy un pequeño genio. Sí, soy especial y a veces hago cosas muy buenas, y cuando quiero soy terriblemente talentosa.

Pero también soy desordenada, indolente, inconstante, quedada, cínica, y me chupa todo un ovario.

No elegí para mi vida la previsibilidad de lo seguro. Lo cierto es que tampoco las circunstancias me favorecen. Así como tengo el toque de Midas para muchas cosas, tengo un toque infernal para atraerme macanas.

Que les quede claro: NO ESPERO NADA DE USTEDES. Y lo mínimo que exijo es respeto, porque creo que me lo merezco.
Jamás juzgué sus decisiones personales. Seguro han cometido muchísimos errores, pero bastante tienen con sus propias conciencias para que encima yo les remarque culpas.
En este punto, espero un mínimo de reciprocidad para conmigo. Pero es un karma y sé que es al pedo.

Entonces no me queda otra que evacuar mi frustración en este rinconcito, que es de lo poco que tengo que es propio, y que ustedes nunca van a entender. Porque, oh dioses, también me juzgan mal por esto.

"Escribir no te va a dar plata"
"Internet es un lujo"
"Dejate de pelotudear y recibite"


El día que deje de escucharlos, aunque sea por unas horas, van a ver que solita salgo del pozo.
Y lo gracioso es que ni siquiera ese momento van a estar orgullosos de mí. Porque siempre me faltan cinco para el peso. Porque ya me rotularon, me etiquetaron y me encasillaron en ese lugar donde sólo los satisfago a medias y sobre todo, donde les hago doler el orgullo burgués del que no me interesa formar parte.
Paren de sufrir conmigo. Sobre todo porque nunca quise hacerlos sufrir, mierda...

Paren la mano. YA.