... And now for something completely different...
Por más que quiera, me cuesta horrores estacionar en dos maniobras. Hay días que por alguna extraña alineación planetaria me sale de taquito; no es el caso en la mayor parte del tiempo.
No importa cuánto le dedique ni con qué cuidado me fije cómo se hace: cuando lavo ropa, no queda totalmente bien. O al menos no como a mí me gustaría. Poco a poco voy resignando esa tarea a los lavarropas automáticos.
Soy la más perfecta inútil maquillándome. Los tacos no me quedan bien porque llevo veintipico años caminando en zapatillas o zapatos con suela, sin taco (a lo sumo unas decentes plataformas). Intento usarlos cuatro horas seguidas y termino sintiendo una puntada de agonía desde la pantorrilla hasta la nuca.
No puedo con los juegos de ingenio, los rompecabezas, los desafíos de pensamiento lateral. Mi dispersión natural me obliga a pasar de una cosa a otra rápidamente, e incluso me doy por vencida con las adivinanzas si pensar en la solución me lleva más de uno o dos minutos.
No puedo clavar ni una chinche sin martillarme primero el dedo.
Soy una máquina de anotar datos importantes en papeles sueltos y perderlos.
No mido mi fuerza ni mi gestualidad. He roto más vasos y termos de mate de los que tenga memoria, sin mencionar las puertas despicaportadas y la gente lastimada por mis empujones / pisotones.
Mi vehemencia al expresarme suele espantar a la gente. Pierdo la perspectiva de la persona a quien me dirijo y todo el sentido de la ubicación. No hablemos si a la fórmula se agrega un poco de alcohol.
Soy nula para las matemáticas. Todo lo numérico o sistémico se me escapa. Ni siquiera pude estudiar música, entre otras cosas, por eso.