¿Les pasó alguna vez tener tantos proyectos y por alguna razón tenían que postergarlos?
Hasta hoy, siempre encontré una excusa para relegar los míos. Mis sueños, mi vocación, mis ganas de hablar, mi lado oscuro, la disección calculada y concienzuda de mi mundo privado (ese que me habita, el que boya entre la fantasía y la vivencia).
Hasta hoy me fue más cómodo pensar que he sido víctima de determinadas circunstancias. Que cuestiones ajenas a mí misma me ataban o me limitaban. Después de un tiempo llegué a darme cuenta que la mayor limitación, si no la única, son toda la inseguridad y la frustración que arrastro desde que era muy, muy chica. Sólo que en mi época Ponyo llevaba esa carga como un farolito entre las manos y hoy me pesa como avalancha de nieve. No supe sacudirme esa mierda a tiempo, maldita falsa modestia.
Ser autoconsciente, emocionalmente inteligente, naturalmente talentosa y todas esas mierdas que vas aprendiendo a nombrar con los años es una limitación que nunca, jamás debería infravalorarse. Podría haber usado todo esto como un bastón y en lugar de eso, convertí mis talentos en una pala con la que, despacito y a conciencia, me cavé mi propia fosa. Y antes de tiempo, me acosté en el fondo a mirar el cielo y esperar algo que nunca iba a llegar.
Todo se resume a la maldita mirada externa que aprendí a usar conmigo misma para criticarme y que me pesa peor que si fuera ajena. Claro que hay mucha gente mejor que yo. Vivo, respiro, camino todos los días con gente mil veces mejor que yo. Los leo y escucho todo el tiempo. TODO el tiempo. Si hay algo que hice bien con mi vida y mi tiempo fue elegir a la poca gente que me acompañaría en este tramo del camino. Es sólo que ya no quiero vivir a la sombra de todo eso. Quiero sacarme de encima el agobio.
Hasta hoy todo me daba miedo. ¡A mí, que no le tengo miedo a nada! Todo me superaba: circunstancias, limitaciones, complejos. Todo. Todo. Y no se crean que no la peleo todavía. Sigo tan insegura, discutidora y autocrítica como siempre. Eso no va a cambiar. Hasta hoy estaba convencida de que la vara con la que me mido no era lo suficientemente rigurosa. Entonces vino él, como siempre, a darme vuelta la existencia. Con menos de diez palabras puso en perspectiva los tres años de conversaciones y de reflexiones que venimos compartiendo.
En definitiva, ¿por qué "hasta hoy"?
Porque llegué a un punto en el que no me banco más el autoboicot (fuck Stamateas que me plagiaste el inconsciente), ese autoboicot sistemático - decía - de mis oportunidades y mis sueños. Entonces estoy decidiendo, en las corridas del día a día, plantarme de una vez por todas frente a mis temores y mis inseguridades
De una vez por todas me convenzo de que estoy lista, que ya esperé bastante, que ya tuve changüí para la excusa y que teniendo las oportunidades que tengo ahora no puedo dejar pasar un día más, un año más, una década más.
¿Dije "voy a plantarme"?
Caramba. Si ya lo estoy haciendo...Hasta hoy, siempre encontré una excusa para relegar los míos. Mis sueños, mi vocación, mis ganas de hablar, mi lado oscuro, la disección calculada y concienzuda de mi mundo privado (ese que me habita, el que boya entre la fantasía y la vivencia).
Hasta hoy me fue más cómodo pensar que he sido víctima de determinadas circunstancias. Que cuestiones ajenas a mí misma me ataban o me limitaban. Después de un tiempo llegué a darme cuenta que la mayor limitación, si no la única, son toda la inseguridad y la frustración que arrastro desde que era muy, muy chica. Sólo que en mi época Ponyo llevaba esa carga como un farolito entre las manos y hoy me pesa como avalancha de nieve. No supe sacudirme esa mierda a tiempo, maldita falsa modestia.
Ser autoconsciente, emocionalmente inteligente, naturalmente talentosa y todas esas mierdas que vas aprendiendo a nombrar con los años es una limitación que nunca, jamás debería infravalorarse. Podría haber usado todo esto como un bastón y en lugar de eso, convertí mis talentos en una pala con la que, despacito y a conciencia, me cavé mi propia fosa. Y antes de tiempo, me acosté en el fondo a mirar el cielo y esperar algo que nunca iba a llegar.
Todo se resume a la maldita mirada externa que aprendí a usar conmigo misma para criticarme y que me pesa peor que si fuera ajena. Claro que hay mucha gente mejor que yo. Vivo, respiro, camino todos los días con gente mil veces mejor que yo. Los leo y escucho todo el tiempo. TODO el tiempo. Si hay algo que hice bien con mi vida y mi tiempo fue elegir a la poca gente que me acompañaría en este tramo del camino. Es sólo que ya no quiero vivir a la sombra de todo eso. Quiero sacarme de encima el agobio.
Hasta hoy todo me daba miedo. ¡A mí, que no le tengo miedo a nada! Todo me superaba: circunstancias, limitaciones, complejos. Todo. Todo. Y no se crean que no la peleo todavía. Sigo tan insegura, discutidora y autocrítica como siempre. Eso no va a cambiar. Hasta hoy estaba convencida de que la vara con la que me mido no era lo suficientemente rigurosa. Entonces vino él, como siempre, a darme vuelta la existencia. Con menos de diez palabras puso en perspectiva los tres años de conversaciones y de reflexiones que venimos compartiendo.
En definitiva, ¿por qué "hasta hoy"?
Porque llegué a un punto en el que no me banco más el autoboicot (fuck Stamateas que me plagiaste el inconsciente), ese autoboicot sistemático - decía - de mis oportunidades y mis sueños. Entonces estoy decidiendo, en las corridas del día a día, plantarme de una vez por todas frente a mis temores y mis inseguridades
De una vez por todas me convenzo de que estoy lista, que ya esperé bastante, que ya tuve changüí para la excusa y que teniendo las oportunidades que tengo ahora no puedo dejar pasar un día más, un año más, una década más.
¿Dije "voy a plantarme"?
Qué alivio darme cuenta* de que el Tiempo es mío y sólo mío.
*Porque es al pedo: me lo pueden decir mil veces, toda la gente que amo y con las mejores intenciones. Soy de las que necesitan romper la pared a cabezazos.