martes, enero 26, 2010
Darkest dreaming of a saturday's child...
domingo, enero 24, 2010
Silencio
A la vez (oh, paradoja) debería ser la decisión más sencilla de tomar. Uno puede saltar del adentro hacia el afuera y dejar de pensar(se) automáticamente, si así lo desea. O tal vez no. Tal vez la trampa sea ese delicado engranaje enganchado a nuestra conciencia que sigue girando aún cuando creemos estar a salvo, de regreso al ruido y a las distracciones diarias.
La vida tiene una problemática muy sencilla, tan sencilla que es casi pava: o vivís o te morís.Estuve todos estos meses viendo por cuál de las dos me decidía. Y no fue fácil tomar la decisión porque cuando a uno le toca sufrir, quiere terminar con el dolor lo más rápido posible. Y en el dolor, uno es egoísta. Y además, el dolor nunca se puede compartir, ni siquiera acompañar. Entonces, uno está solo y dolido. Y está solo de verdad, como nunca antes. Y no le queda otra más que, en algún momento, decidir qué va a hacer.
domingo, enero 17, 2010
La Bohéme
martes, enero 05, 2010
Irritantes redescubrimientos veraniegos
- Amo los vestidos aunque me hagan lucir como un repollo incubando un embarazo. Vuelven a ser mis musts del verano.
- El carácter me cambia con el calor, aunque no quiera. Me vuelvo totalmente intratable e irritable, como un oso al que hubieran obligado a postergar la hibernación. No hay suficiente agua, no hay suficiente aire, y por sobre todas las cosas... sigue habiendo demasiada gente en Buenos Aires.
- No respondo de mí si alguien hace sentir mal a quienes quiero. Cuidado con este grizzly chinchudo, que hacen treintaytodosgradoscentígrados, y no soy yo cuando me enojo.
viernes, enero 01, 2010
Feliz 2010
En muchos sentidos, esta es la primera vez que formulo mi deseo a conciencia. Con total y absoluta conciencia de su extensión.
Cuando empecé a escribir en este blog llevaba una carga, en cierto sentido. Esa carga ya no la tengo. Me eché algunas otras después, pero ninguna como aquella. Hace cuatro o cinco años había perdido el Norte y me sentía agobiada, miserable. Extra culposa. Encaré un camino de redención equivocado, porque en su transcurso no me perdoné a mí misma. Ahora pienso si todos los deseos que tuve desde ese momento hasta un tiempo después no tuvieron algún tipo de efecto rebote, y el bien que quise hacer se transmutó en daño. De todas maneras ya no importa.
No importa porque desde hace tres años, poco más o menos (parece mentira, ¡tanto y tan poco!) pasó algo que trastocó mi manera de ver el mundo. Reafirmó certezas que tomaba por intuiciones y derrumbó un par de ilusiones que había tomado por ciertas. De los golpes de la realidad salí rehecha y más dispuesta que nunca a no dejarme vencer de nuevo. Y este diario dejó de ser lo que era.
Hay registro de todos los cambios entre líneas. Los que estuvieron y están, desde el antes-durante y ahora, tienen un poco más de datos para entender esos cambios. Para mí, los altos y bajos están muy claros. Algunos me avergüenzan, pero elijo no tocar ni una coma.
A cambio, lavo la cara del blog (ah, las mujeres siempre hacemos algo drástico con la estética cuando queremos comunicar insignificancias sin usar las palabras) y dejo libre el deseo, absolutamente libre, para que los encuentre a todos ustedes. Los que leen y los que no leen. Los que saben y los que ignoran. Los que prefieren creer que no escribo en blogs. Los que me encontraron y me encontrarán por accidente.
Lo que importa, siempre, va a estar muy dentro de mí. O sea, allá afuera.
Donde los encuentro, tarde o temprano, a ustedes. Mis otros. A quienes he elegido llamar con toda humildad y respeto, mis amigos de la vida.
Namasté.
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Update: Lucy in the Sky, desde su San Martín de los Andes, lo dice mejor que yo. Y le agradezco. Comparto el deseo de ella con todos ustedes.