Tengo palabras e imágenes sueltas que estos días no pude liberar. Tuve viaje y tuve amor, y me aspiré todo el aire libre y olfateé con fruición los aromas de mis pequeñas para que sigan llenándome el alma aún a la distancia. Vi el río, el cielo y el verde amarillear en la terrible ciudad a la que siempre vuelvo y no puedo dejar de querer, jamás. También esquivé calles y manzanas, pero sin poder evitarlo todavía miro en dirección a la casa vieja, que se aleja para siempre de mí (ella de mí es lo mismo que si dijera yo de ella, porque no es más que todos esos momentos y recuerdos, la vida que pasó y el futuro que no será). Me senté con mi hermana en la galería de su casa después de una tormenta intensa a disfrutar del cansancio y del descanso en medio de palabras y proyectos.
Ayer, el viaje de regreso y mi casa de nuevo. Esta cama desde la que escribo ahora y el otoño inminente. Todo lo que no puedo o no quiero (todavía) verbalizar, quemándome la garganta. Nuevos ojos para viejas compañías. El amor en las calles, en las plazas. La violencia también, con su combustión contagiosa. Preservar mi salud mental por mí misma, esta vez con éxito, con más herramientas. Este documental, que no es el mejor ni más lindo de los que haya visto pero que me hace bien dejar de fondo en estos días en que redefino "orden" y "limpieza" en casa. Cada vez quiero y necesito menos, pero al mismo tiempo comienzo a entender la lógica perversa de un mundo en el que hace falta "tener" aún para no tener nada.
Miyazaki. Nuevos libros. "Nada se opone a la noche" y "Los cuerpos del verano" y la saga de Ender completa. Releer a London y a Edmundo de Amicis. Cuentan los mapuches. Hablar de curas villeros con mi madre y escuchar una voz distinta sobre temas que conozco bien, y saber que si quisiera podría convencerme. La realidad que nos abruma y golpea cada vez más cerca con enfermedad y pulsión de muerte. Los miedos que se piensan y los que apenas sentimos. Algunas macetas en mi ventana. Comida nueva y ejercicios porque no voy a recaer, no voy a recaer, no voy a rendirme nunca. La música siempre presente, las imágenes y las palabras. Que el amor no termine nunca, que no se acaben los brotes.