Voy y vuelvo. Las noticias son buenas. No todas, pero algunas y eso alcanza para ponerme bien. Listo, Cass. No hay manera de conformar a todos, eso está claro. Tampoco hay que pedirles que tengan la infinita paciencia de casarse con tus problemas (la historia de tu vida: ser la escuchaproblemas y nunca la que es escuchada). Alguien sufrirá, alguien se resentirá, alguien va a borrarte y muchos van a odiarte sin saber por qué. ¿Qué importa? Lo que importa está acá dentro. Está entre líneas. Está en esta parrafada con comas puestas a la fuerza y en el día a día que te devora. Está en las escapadas y en los padecimientos, en la respiración de un texto bien escrito y en la picardía de las pequeñas cosas.
El futuro entero yace en esas promesas cruzadas para el 2010. El desafío planteado: ¿puedo trabajar a deadline otra vez? ¿Puedo someterme al juicio implacable de terceros sin ponerme a temblar o a vomitar?
Ya no hay culpa por sentarse a tejer ilusiones.
Propósito en movimiento, que no se te olvide.
Y esas memorias. Esas memorias fugaces.