Desde que me levanté hoy tuve que leer al menos cinco escritos donde se toca el tema de la misma manera: superficial y banalmente. El más triste, el que más me irrita e indigna, está en uno de los blogs más leídos y linkeados del país (no voy a hacerle el favor de regalarle otro vínculo; no lo necesita y honestamente no tengo la menor gana de correr la bola de ejemplos funestos).
Resulta que la blogósfera está llena de ex gorditos y gorditas, arrepentidos que no sólo reniegan de ese pasado, sino que dedican su vida (real y virtual) a defenestrar ese modelo que dejaron atrás. Con vergüenza algunas veces, con autocompasión siempre y con un falso sentido del humor ("ríanse del gordo, si yo me río de lo que era no puede ser tan malo") van rematando el laburo que hace años empezaron las casas de alta costura, los talleres de ropa nacionales e importados y tantos otros sectores de la cultura marketinera en la que vivimos. Fábrica de autoestimas rotas, de depresiones e incluso suicidios.
Los leo y me asquean. Uno que llegó a pesar 110 kilos tilda de gordita a una mina que debe ser la mitad de lo que soy yo. Cuento los posts: las alusiones a la delgadez de sus ideales están por todos lados, no importa que Fulana sea incogible de cara porque total "es flaca"; y así sucesivamente.
Estoy rodeada (aunque no me rocen, por suerte) de gente funesta que no se priva de despotricar contra una amenaza que los puede alcanzar en cualquier momento. Porque el tiempo pasa para todos, y las hormonas no perdonan (a menos que estés dispuesto a sostener un ritmo de vida que, está visto, es demasiado sacrificado para vos).
¿Por qué? ¿Para qué? Glorificamos al flaco como modelo a seguir, como ideal ya no de vida sana, sino de status. Parecer es ser. Ser es tener. Ser es aspirar, "pertenecer". Ser es llegar... ¿a qué? ¿A que alguna vez alguien se fije en vos con mejores ojos porque "estás fuerte"? ¿Qué mérito hay en eso? Y cuando llegues a viejo o a vieja... ¿Qué te va a quedar? Aviso a la población: La estupidez se agudiza, no se cura. La huequez no tiene remedio, y en esas crisis que vienen de a décadas se suelen producir picos alarmantes.
Más allá del endiosamiento de algo tan transitorio y degradable como puede ser el cuerpo con el que uno nació, están todos estos conceptos falsos. También hay una cierta falsa simpatía para con el gordito que tiene un éxito momentáneo (la "Tota" Santillán, sin ir más lejos, y todo ese circo de gatos que lo rondan permanentemente), pero de quien se siguen riendo a escondidas. Con una sonrisa se llenan la boca diciendo "Pero los gorditos también merecen amor..." y a la primera de cambio sueltan un "gordo/a de mierda" como quien dice "forrrrro" (así; alargando las erres y todo).
Cortémosla acá con el caretaje.
Yo también tuve problemas de peso en mi adolescencia e ir a comprar ropa con una madre una cabeza más bajita y esbelta como una sílfide era, cuanto menos, complicado para mí; no obstante, no sufrí como un chancho ni me veía hecha una vaca en todos los espejos. Simplemente, me frustraba un poco el hecho de no poder vestirme como el resto de mis amigas, en las casas de ropa donde todas compraban jeans y camisas... ¿So what? Terminaba cayendo en lo de una modista, capaz de copiar el molde de algún vestido a la moda para que pudiera usarlo. Y a otra cosa, che, que hay cosas más importantes por las que sufrir.
Siendo originaria de pueblo chico, la variedad de talles en ciertos locales era muy acotada y los lugares que proclamaban "talles grandes" se evitaban con cierto horror. No por mí, claro.
Esa frustración la estoy sintiendo recién ahora, con el tiempo, en una ciudad que es tan grande que no deberian faltar talles para mí. ¡Fuck! Soy 46/48 de pantalones y XL en camisas o remeras de mujer. ¿Qué tan difícil puede ser?
Y lo es. Es difícil. Sigue siéndolo. Pero no me quejo, porque estoy y soy como elegí. No es que no pretenda mejorar mi calidad de vida. Ahora, esto es lo que hay. Y para lo que soy, que no es una bestialidad, pretendo lo que me prometieron: talles realistas. Algo que me indique que estoy en la vereda de la aceptación como un standard de cuerpo más: la mujer camión, la gringa grandota.
¿Será mucho pedir, también, que los ex gorditos y las gorditas potenciales se dejen de romper los huevos y empiecen a aceptarse a sí mismos? Defenestrarlos(nos) habla mucho peor de ellos como personas que del objeto del ataque o de la burla. Algo es seguro: Tan inteligentes no son, si han caído en esta trampa cazabobos que es la más básica que hay.
También estoy muy hastiada de la glorificación del dinero, pero eso quedará como tema para otro post. Suficiente agretez para un comienzo de semana. Sepan disculpar, pero una también es humana y se harta.
ACTUALIZACIÓN: Como los detonantes son casi los mismos, les invito a leer un excelente post de Calíope sobre algunos aspectos de la femineidad exacerbados, y cosas por el estilo.