Conócete a tí mismo, me dijo al oído un segundo antes de que el cirujano me quitara el cordón del cuello.
Tengo registros muy precoces de la voz que me habla usando mi propia voz, nací con los ojos sin vendar, nada del mundo se me escapa.
Entonces, el velo de los otros como capas traslúcidas. Una sobre otra hasta que mis ojos no pueden ver bien. Recurro al hambre. Olfato y gusto sobreexcitados borran el tacto, el dolor tarda en llegar a mi cerebro hasta que es muy tarde.
Las capas siguen acumulándose. Pasan los años.
Hago cosas muy malas por dar palos de ciego en la oscuridad, víctima y ejecutora de una curiosidad que es más desesperación que vocación de supervivencia. Por alguna razón, no pierdo el camino del todo. Conócete a tí mismo, con los ojos bien abiertos. Aprendo a caminar para aclarar la cabeza y me vuelvo una vagabunda estético-emocional que no puede parar de ver alrededor. El objetivo se demora, pero el conocimiento al alcance de la mano es tan abrumador. Tan tentador.
Ser parte de otros es una idea que seduciría a la misma Obsesión. Hurgar en otra mente, ese impulso tsunami. Virtualmente imposible de detener.
Hago cosas muy malas por dar palos de ciego en la oscuridad, víctima y ejecutora de una curiosidad que es más desesperación que vocación de supervivencia. Por alguna razón, no pierdo el camino del todo. Conócete a tí mismo, con los ojos bien abiertos. Aprendo a caminar para aclarar la cabeza y me vuelvo una vagabunda estético-emocional que no puede parar de ver alrededor. El objetivo se demora, pero el conocimiento al alcance de la mano es tan abrumador. Tan tentador.
Ser parte de otros es una idea que seduciría a la misma Obsesión. Hurgar en otra mente, ese impulso tsunami. Virtualmente imposible de detener.
No soy un robot, pero a veces me muevo como uno. En los días de angustia, envuelta por la bruma negra, llevo la sombra a todas partes. Alrededor se hace el silencio, como cuando se callan los pájaros en el bosque. La fiera va herida buscando algo. Dejo de interesarme en los otros y sudo alquitrán, balas, fuego.
Cada tanto esgrimo el cuchillo que rompe los velos para permitirme espiar las verdades del mundo con los ojos bien abiertos. Y aunque cada grieta es una herida que duele como ninguna, aguanto cada vez más tiempo el cuchillo, buscando el camino al mundo originario.
(este video es una obrita de arte del montaje. Acompaña la música de Peter Gabriel una selección de escenas de la película "Mononoke Hime" de Hayao Miyazaki, posiblemente una de las películas que más veces vi en mi vida).