miércoles, noviembre 26, 2008

Sintetizando...

Mientras te leo, reprimo las lágrimas
Imagino lo poco que falta para
Escaparnos de todo eso y
Respirar.
Cuánto calor...
Oh, fuck.
La cabeza me estalla
Espero y vivo solamente para
Salir de esta ciudad, de este momento

viernes, noviembre 21, 2008

Más despierta que nunca

(Para vos... que disfrutaste tanto como yo de la película)



Este avance corresponde a "Elegy" (pésimamente traducido como "La Elegida" en nuestro país), la última película de Isabel Coixet.
Como sabrán los habitués del blog, amo a esta directora con facha de rara y que tan bien sabe llegarme al corazón.
Les recomiendo que la vean, la saboreen, disfruten de las muy buenas actuaciones y de esa música que llega al alma...

Buen fin de semana para todos.


("Películas como esta me hacen pensar inevitablemente en las ausencias. Y cuando imagino un mundo sin vos, lo veo como... un sueño eterno. Me niego a imaginarlo. Hoy, que estoy más despierta que nunca... Fuera pensamientos.")

jueves, noviembre 20, 2008

Es fija (IV)

Sólo envidian los insatisfechos y los resentidos.
Por precaución, no me rodeo de unos ni de otros. No bien los detecto, los dinamito.

miércoles, noviembre 19, 2008

Castillo en el cielo...

Con motivo de este post, el Profe se inspiró y mandó un hermoso dibujo.
(Click para agrandar, derechos reservados, blablabla... ustedes saben, no se hagan los vivos, eh)


Mi fortaleza en el cielo

He aquí un sitio donde nadie más puede llegar, allí donde el sol y la luna no tienen punto de escape. En el que bailan danzas inciertas, provocándose, simulando ser amigos, aún sabiéndose amantes. Eterno día, interminable haz de noche, como ella y yo.

A veces desnudos pintamos lienzos nocturnos. Desayunamos luz de día escuchando a los pájaros, presintiendo el aroma de flores siempre frescas. Recorremos las estancias con libros, enmudecemos ante el horizonte infinito. El patio recibe sonidos lejanos, de a ratos música, a veces cantos y en ocasiones silencio.

Sonreímos, abrimos los ojos y las murallas de ese castillo incorpóreo desaparecen, pero solo por momentos. Cada beso lento, cada caricia delicada, cada abrazo tierno… nos llevan a abrir sus puertas, recorrer pasillos y perdernos dentro.

C.F.C. (El Profe)

Qué les puedo decir... ojalá yo me inspirara más seguido, con cosas como ésta.
Sin palabras.

Gracias totales, Profe!!!

(Y ustedes, ¿ya pensaron cómo sería su propio Castillo en el Cielo?)

domingo, noviembre 16, 2008

Ejercicio de autoconciencia : Un deseo atípico

¿Qué es ser atípico hoy? ¿No ser progrekirchnerista o gorila extremo? ¿No militar en ninguna de las "nuevas" tribus urbanas? ¿Ser mujer y no hacer dieta para llegar al verano? ¿No tener celular, Ipod o auto, si sos un clasemedia de pasar promedio? ¿No drogarte ni sentirte tentado de hacerlo, aún cuando todo tu entorno te empuja a que lo hagas? ¿Consumir productos audiovisuales alternativos? ¿Ignorar las tendencias?

¿Qué es ser "raro", cuando todo el mundo es raro, cuando el frikismo está de moda?

Desde chica fui atípica en casi todo.
Cuando los padres de mis compañeras de curso (no todas pudientes) sacaban créditos en el 1 a 1 para pagarle a "la nena" la fiesta de quince o el viaje de egresada, yo elegía una reunión de entrecasa con un catsuit palazzo de algodón, que costaba 25 pesos. Después repetía el catsuit en tres cumpleaños de 15 ajenos, sin ponerme colorada ni pensar que ya me habían visto usando eso. Tenía exactamente dos pares de zapatos para combinar entre vestidos y conjuntos. Entre ese año y el siguiente, asistí a dos docenas de fiestas con cuatro o cinco prendas rotativas. Me lo hacían notar, pero jamás me sentí mal. Me limitaba a divertirme, comer, tomar y bailar hasta las cinco de la mañana, tal vez hasta las 7. Y siempre me pareció natural que viniera mi viejo a buscarme.
En cuanto al viaje de egresada, mis padres me pagaron las tres primeras cuotas, de 73 pesos cada una. A las otras doce las pagué yo, trabajando durante el verano y vendiendo todos los fines de semana alfajores de maicena caseros.

No me gustaba maquillarme. Salía a bailar con una línea de sombra en los ojos y un labial que desaparecía al primer sorbo de gaseosa. Usaba colonias y body sprays en lugar de perfume importado. Nunca me planchaba el pelo, aún cuando sabía que iba a quedar mejor.

Jamás me teñí, o me hice un tatuaje o un piercing. En una habitación donde 12 zanguangas aprendían a fumar como una transgresión ingenua, yo era la única que esquivaba el pucho circulante con indiferencia.

Nunca tuve cuenta en una casa de ropa (costumbre bastante común en mi ciudad, al menos cuando yo era adolescente). Mi vieja me tenía que maniatar para llevarme a comprar un jean o zapatos nuevos, nuestras peleas eran legendarias: a ella rara vez le gustaba lo que yo elegía y siempre decantábamos por algo clásico "que tuviera talles para mí". Nos llevábamos un poco mejor cuando recaíamos en la modista: allí, nuestro gusto encontraba un punto en común. Quizá ella gastaba un poco más, pero la felicidad de ver a "su muñeca" de vestido o pollera (al fin!) la hacía olvidar peleas pasadas.

Nunca tuve la compulsión de ponerme en pareja o ser madre. Viví cada relación, corta o larga, como una aventura día a día. Mientras hubo amor, fui feliz. Mientras estuve sola, aproveché para pensar en los errores cometidos y poner a prueba mi resistencia a la falta de sexo. No me costaba ir al cine sola, hacer de "violinista" cuando tocaban salidas en pareja o poner la oreja a los problemas ajenos sin deprimirme. Pese a mi impaciencia, tenía la certeza de que hay un tiempo para todo. ¿Cómo hacía, cómo hago? No tengo ni idea. Nací así.
(De a ratos me falla, esa intuición de la esperanza. Pero siempre vuelve. Una que me escucha desahogarme seguido, lo sabe.)

Un poco por esta impronta y un poco por falta de roce social, siempre me causó una profunda curiosidad el tipo de mujer marcada culturalmente, a fuego, para siempre, por el imperativo de no ser soltera. Me causaba (me causa) gracia su horror frente a una mujer soltera cómoda con su circunstancia, frente a una pareja sin el imperativo vital de reproducirse, frente a mi desinterés por temas tan frívolos como figurar en un evento donde no te conoce nadie, salir bien en una foto, tener "clase". Frente a mi falta de culpa ... ¡por Eru! (y no sabés lo que cuesta, pero qué fabuloso es sacársela de encima).

Y más recientemente, me causan más curiosidad (a veces me indignan, lo reconozco) esas personas que se sienten dueñas de la verdad, a la par que desnudan a diario sus peores inseguridades y miserias. No ofrecen una mirada propia del mundo: ofrecen certezas, mientras naufragan en dudas. No ofrecen opiniones: se empeñan en exhibir su infalibilidad quedándose siempre con la última palabra. En una contienda verbal, siempre ganan. Aunque pierdan. Creo que soy atípica también porque no puedo elaborar esto... la importancia de la última palabra. Si dije una barbaridad, ¿te molestaría escuchar mis explicaciones? Si me equivoqué, ¿puedo pedirte disculpas sin que tengas que pisarme como un felpudo y exhibirme como a un trofeo de una de tus insignificantes guerritas cotidianas?

Si me preguntaran hoy, diría que lo atípico es estar contento. Lo atípico es ser feliz.

¿Cómo, si no, se explica tanta propaganda empeñada en recalcar la felicidad de hacer o tener tal o cual cosa? ¿Por qué llenar la pantalla de ñoñeces exacerbadas que rozan el ridículo? Porque no hay manera de venderle a la gente lo que no tiene. Y lo que les falta es esa sensación de felicidad ñoña para sentirse completos. Mientras tanto, se regodean en los problemas como si fueran auténticas tragedias.

Los blogs y webs más visitados fluctúan entre lo humorístico y lo bajón. La tendencia marca: sé malaonda, caracúlico, quejate de todo pero con gracia. La gente no busca la identificación con lo tranquilo, no busca una evasión apacible. La gente necesita neurosis ajenas que pueda enmarcar como propias. En el mejor de los casos, necesita comprobar que hay alguien peor que ellos.
Parece ser así. No lo digo por decir, lo veo y lo escucho todos los días. Hasta en mis hermanos, que no tienen ni puta idea de lo que es un blog. Los escucho hablar y sus preocupaciones y aflicciones diarias bien podrían figurar en un post de "La Peleadora" o "Viajé como el orto", o "Privado de Salud".

Lo atípico, entonces, es tener buen humor. Sentirse feliz. Seguir los propios sueños y objetivos con la cuota de ambición justa para no sentirse conformista. Contenta, pero incómoda. Irascible, pero permeable a la felicidad que acecha ahí a la vuelta. Con una sonrisa en lugar de la bronca que me late a flor de labios tantas veces.

Cuesta convencer a los demás de ese buen humor, de ese bienestar. ¿Cómo podés estar bien si nunca te recibiste, si tenés un trabajo mal pago, si no estás siendo el 100% de lo que podrías ser? Seguro estás neurótica. Yo en tu lugar estaría desesperada, frustrada.
Es simple. Felicidad no es conformismo quieto. Yo sigo queriendo ser mejor. Yo sigo queriendo un trabajo mejor. Sigo intentando proyectarme más allá de mi realidad. ¿Pero qué me impide ser feliz ahora, con lo que soy, con lo que tengo?
Lo escribo y me sigo asombrando de lo difícil que es hacerle entender a la gente que las circunstancias de mierda, los "pendientes" e incluso las preocupaciones graves, no son incompatibles con la posibilidad de ser feliz.

Quiero seguir intentando cambiar el mundo.
Quiero seguir siendo atípica. No quiero ser una más, amargada, aplastada, envenenada de cotidianeidad ordinaria. No quiero sentirme superada, nunca.
Quiero conservar mi curiosidad y mi capacidad de asombro intactas. Quiero que me desafíen. Quiero que me hagan reír. Quiero divertirme con cualquier estupidez y seguir ejercitando la neurona, aunque el ejercicio haya pasado de moda.

Aunque no pueda hacer la mitad de las cosas que quiero,
quiero amar la totalidad de las cosas que hago.


miércoles, noviembre 12, 2008

No hay lugar como el hogar...



Este post que compartió hace algunos días (justo al borde de mis fiacaciones) me hizo recordar dos cosas.

La primera y más importante de todas, que ahora estoy en casa. Que me siento en casa en este lugar "pequeñorme", lleno de libros y cds y con olor a papel, jabón y especias. Que seguirá existiendo aún cuando me haya ido... y de esto último me di cuenta hoy, viendo a un hombre que con su colchón de cartones, un bolso y una guitarra acaparaba el umbral de un edificio coqueto y abandonado, por Córdoba y Esmeralda. De inmediato me pregunté (y me respondí) si llegado el momento me sentiría capaz de vivir de esa forma: sin mis libros, sin la memorabilia personal y los muebles. Sólo yo y lo que construí cada una de las veces a lo largo de estos años.

La segunda cosa que recordé inmediatamente fue el arte de esta película.
A las pruebas me remito:


A partir de quién-sabe-cuándo, el símbolo que cuelgue de nuestra puerta será este:


Hasta que me canse de simbología ñoña, o hasta que F. encuentre uno más apropiado.


(Todos nos merecemos este Castillo en el Cielo. Y estoy convencida de que podemos apropiárnoslo. Cada vez).

viernes, noviembre 07, 2008

Diez millones


...¿Usted tiene un niño cerca suyo?. Mírelo. Si es su hijo o un familiar, mejor. Ahora multiplique ese niño por diez. Diez millones. Póngalos a todos, a los diez millones de pendejos, en donde quepan (el Valle de la Muerte sería un buen lugar), y déjelos morirse ahí. Tíreles algunas cepas de enfermedades comunes y corrientes, pero mortales sin tratamiento. Sobre todo, no los alimente. Déjelos morirse de hambre, eh. De sed. Cada tanto tíreles unas granadas, ponga unas minas cerca de las fuentes de agua, si las hubiera. Enférmelos de paludismo, de SIDA, de Fiebre Hemorrágica Argentina, de Chagas, de Cólera. Eso sí: mande muchos religiosos, no vaya a ser cosa que mueran sin haber conocido al Salvador. Mátelos a todos, que no quede ni uno.
El año que viene, el mismo día y a la misma hora, traiga otros diez. Diez millones. Cada año, so vago, ¿qué quiere?: ellos le pagan el celular ése con veinte funciones al pedo, y le pagarán su futuro iPhone. ¡No se haga el boludo, boludo!

Leer completo en el blog de Fender, pero les aviso: el resto es tan duro como lo que ya leyeron.
Duro, y dolorosamente cierto.

jueves, noviembre 06, 2008

Fiacaciones

Estas vacaciones miniatura me están dando muchísimas satisfacciones y alguna que otra mínima molestia. A saber...

Satisfacciones:
  • Caminar horas y horas con NIN y The Cure en las orejas. Es increíble lo mucho que me relaja y me limpia. ¡Y hace que me olvide del calor!
  • Tener el tiempo que necesito para leer y escribir cuanto se me cante (y poder decidir qué se queda afuera y qué no).
  • Los parlantes nuevos de la PC que hacen que todo suene glorioso.
  • Hacer orden y limpieza mientras dejo puesta una película que me gusta. Entonces, cuando llegan mis escenas favoritas, puedo hacer una pausa y quedarme toda emocionada frente a la pantalla.
  • Aprovechar la luz natural que entra en el departamento a raudales a esta hora. Aún sin necesidad de abrir por completo la ventana...
  • Bañarme dos o tres veces al día si se me antoja.

Mínimas molestias:
  • El primer día de caminata me olvidé que por más que sean las 8.30 de la mañana, por más bloqueador solar que me ponga y por mucha agua que tome, el sol está fuertecito. Así que desde el lunes arrastro una insolación que se traduce en esporádicos e inoportunos dolores de cabeza, aunque ahora camine a la sombra (o con gorro).
  • El tiempo nunca es suficiente.

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A continuación, una yapita agridulce de vacaciones.
El fin de semana pasado murió Yma Súmac. Pasó sus últimos años de vida en un hogar de ancianos de Los Ángeles, ciudad que adoptó como propia en los años ´60, luego de un idilio con Hollywood y Broadway. Transcribo a continuación la reseña que hizo Donnie para Esquizofónico sobre "Mambo!", uno de sus discos más conocidos.

Zoila Augusta Emperatriz Chávarri del Castillo, más conocida como Yma Sumac (transliteración del quechua Ima Sumaq, "qué linda"), es una cantante soprano de Perú que logró el alto registro de 5 octavas en un momento en que el promedio que alcanzaba una cantante de ópera era de dos octavas y media. Se dice que de niña trataba de imitar el canto de los pájaros, iniciándose así su pasión por el canto.

(...)

El registro vocal de Yma Sumac abarca las 5 octavas, siendo ella la 1ª cantante en alcanzar este rango en la historia de la música. La nota más alta de la peruana era de un E7, producido en varios conciertos pero nunca escuchado en grabaciones, y su nota mas baja es un E2. Ha sido comparada con Mariah Carey y aunque ésta llegue G#7, Yma Sumac posee la particularidad única de interpretar todos los papeles de la ópera desde soprano coloratura hasta los graves profundos de un bajo con el pleno dominio de todos los registros sin el uso de falsete ni whistle register. Yma Sumac es también conocida por su técnica por ser la unica que logro hacer la triple coloratura o conocido como trino de aves en la canción Chuncho, además de superar a Erna Sack en las notas altas y a Mado Robin con su famoso D7.


Qué decir de esta mujerona que grita como ninguna: toda una experiencia musical oírla. Llegué a ella por el Cirque du Soleil, pues uno de sus temas ('Gopher') fue el único en la historia de la compañía circense ajeno a sus compositores y utilizado en uno de sus espectáculos (Quidam, y al margen de Love, claro, que es tributo a The Beatles).

Y para completar la yapa, click aquí si quieren Mambo!