Debería estar durmiendo un poco. Hace un par de días me duele la cabeza. Me había acostumbrado a vivir sin los viejos dolores y es desconcertante cómo finalmente se impone el cuerpo. Revisé el blog, estaba segura de haber escrito algo que quería escribir hoy en algún lado, desisto: si lo encuentro lo linkeo y ya está.
Quiero escribir, pero no sé si quiero escribir sobre esto. Quince años pasaron y en un cuadernito viejo, de mis días de estudiante, hay un recorte de diario que no volví a leer desde que me mudé a Buenos Aires. Ayer, ayer fueron quince años. ¿O es hoy? ¿Cómo puede ser que todavía me acuerde de tus cumpleaños y no de la fecha exacta de tu muerte? El diario era una gran ayuda, ahí estaban la fecha, la edad, las circunstancias. No estaba la terrible escena y sus detalles: hoy esa noticia estaría escrita diferente, menos respetuosa, más cargada con el morbo del momento. Es bueno que te hayan respetado pese al horror.
La vida siguió y todos nosotros seguimos. Las casas siguen en la misma manzana, espalda con espalda. La tuya casi igual, habitada, viva. La nuestra cambió mucho, no la reconocerías. Ninguno de nosotros vive allí, pero ninguno se alejó demasiado (todavía). Los cuatro nos casamos y formamos familia, no viviste para ver entrar a tu ahijada a la iglesia, no viviste para ver cómo la pelearon tus chicos y lo que son ahora. No viviste, ya ni siquiera me pregunto por qué no podías.
Hay muchos "no" en esta historia, ¿ves? y por eso es difícil escribirla. Porque para hacerlo tengo que deformar la realidad y pretender que eso no fue exactamente lo que pasó, y a veces pienso si no te estaré faltando el respeto. Pero no estás, tampoco podés cuestionarme o detenerme.
Sos recuerdo. Sos pasado. Allí seguís vivo y sos feliz, aunque sea de a ratos.
Las fechas nunca son fáciles, a menos que las resignifiques año a año, hasta que un día te levantás y ya no tenés demasiado presente cuándo pasó todo. Espero realmente que este sea el comienzo de la sanación.
Ahora sí, a dormir. A ver si una vez más te sueño. A ver si en sueños podemos ser un poco más de lo que necesitabas y no tanto lo que fuimos, que sirvió de poco y nada.
(uf, recién me doy cuenta que tenemos la misma entrada del mismo lado de la cabeza. Treinta y cuatro años después de esta foto, estoy en condiciones de abrazarte sin mirar tanto para arriba. Me habría encantado abrazarte así.)