viernes, marzo 27, 2009

Perder

En las novelas, en las películas y en la vida hay un punto de inflexión para el o los personajes principales. Hasta ayer, estuve leyendo "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina", de Stieg Larsson (setecientas y pico de páginas que me devoré en cuatro días): uno de los personajes principales se refiere al punto de inflexión de su vida como Todo Lo Malo. Y allí se acaba la referencia. No necesita recordar exactamente lo que pasó. El lector se muere por saberlo, pero al personaje sólo le basta convocar la imagen de Todo Lo Malo para enseguida exorcizarlo.
En la vida misma (nuestra vida), los personajes somos nosotros. Y llegado ese punto de inflexión, todos nos miramos desde afuera. Como si fuéramos asistentes a una película ajena, nos posicionamos en un plano externo y nos vemos en tercera persona y en primera al mismo tiempo.
La sensación es de película. A veces la película es una de terror. O la novela, uno de esos dramones insoportables que de tan patéticos darían risa a un lector más objetivo.

El punto de inflexión casi siempre implica pérdida.

A mí me tocó perder desde muy chica, pero mi punto de inflexión fue hace diez años. Si hubiera que ponerle una fecha, sería la de hoy. Diez años atrás.

Cuando mi vida empezó a cambiar de golpe, yo estaba con Florencia en el Musimundo de 47 entre 7 y 8 de La Plata. No me enteré enseguida, sino una hora y media, dos horas después. Tere llamó al único celular del grupo con el que yo estaba reunida. Llovía a cántaros, con esa lluvia que se abate sobre La Plata como una cortina espesa. Esas lluvias que deben llover en el Amazonas o en la isla de Yakushima. Una lluvia que habría adorado, si no hubiera llegado en un momento de inquietud y desesperación.

Emi manejó durante quince minutos sin decirme nada, aunque él ya sabía la noticia que me esperaba al llegar a mi casa. Antes de abrir la puerta, yo ya sabía. Cuando Tere empezó a hablar, completé la frase en mi cabeza. Había empezado a perder, y en ese momento sólo me costó un puñado de lágrimas. Pagué después con muchas más lágrimas, duelos incompletos y una sensación casi paranoica de profecía autocumplida en ciernes.

Un año después, ya me había devorado por completo la sensación de que todo estaba en ruinas. Los cimientos, carcomidos; lo que creía seguro, perdido. La vida y la muerte aceleraron sus ciclos. Mis vivos pasaron a ser mis enfermos, y luego mis muertos. En el medio, una película (y su leitmotiv, "le temps détruit tout") me llenó de angustia: ¿cuánto perdí en todo ese tiempo que me quitaron?
Después, nada importó. Me quedó una canción para hacerme llorar, incluso hoy. La escuchábamos todo el tiempo, cuando estábamos en medio de Todo Lo Malo.



Pero todo pasa. Y hoy estoy bien.
Estoy bien. Como un vidrio roto, compuesto pero agrietado. Y es mejor.
Porque a lo malo, como a lo bueno, conviene jamás olvidarlo.

(Para Edgardo, para mi familia, y para todos mis "ellos")

jueves, marzo 19, 2009

Basta de todo

Cuando ando así, con ganas de meterme para adentro de nuevo
pienso
seriamente:

cuánto falta para que todos empecemos a portarnos
como si el otro contara,
como si el otro valiera lo mismo que yo;
ni más ni menos:

lo mismo.

Ellas,
él,
nosotros,
todos.

Si no alzo mi voz y no me oyen, no existo.
Si la alzo y lo que digo no conforma, me anulan.
Mientras tanto, este fuego... este país en llamas
y las manos que trabajan, partiéndose indiferentes sobre arados y salares,
sobre niños enfermos
sobre el horror vacui de la indiferencia selectiva.

Yo, que hace años no rezo,
me inclino y los pienso para que no se olviden
que no me olvido.

domingo, marzo 15, 2009

Dias extraños / 2

En estos días que pasaron entre lluvia y lluvia, pasaron algunas cosas.

Primero que todo: nació Paulina. No la esperábamos hasta mayo, pero llegó. Y mi regalo para ella, hasta que pueda hacerle otro más adecuado, es esta nana con la que me duermo con la esperanza de despertar siempre en un mundo mejor:



Sekai no Yakusoku (The Promise of the World)
La sonrisa que se esconde tras las lágrimas
Es la promesa del mundo desde el principio de los tiempos.

Aún si estás solo, desde el ayer en que eran dos
Hoy es un brillante comienzo
Como el día en que se vieron por primera vez.

No eres simples recuerdos,
viniendo como la brisa a acariciar mi mejilla.

Aún después de partir con la tarde, el sol se filtra entre las hojas
La promesa del mundo nunca muere.

Ahora estás sola, pero el mundo no tiene límites.
Me enseñaste que la gracia se esconde aún en la noche.

No eres simples recuerdos:
Vives en la melodía de los arroyos,
en el color del cielo, en el aroma de las flores.

Aún después de partir con la tarde, el sol se filtra entre las hojas,
y la promesa del mundo nunca muere.

(Traducción de Ojousan y Alec74, porque yo no tengo idea de japonés)

Segundo y menos importante, tuve unos días de furia bastante curiosos que me llevaron a ensañarme (como suele pasar) con la gente que más quiero.

El punto culminante fue el jueves. Me fui de casa sintiéndome aplastada y volví totalmente desconectada del mundo exterior. Directo a la bañera, a llenarla hasta la mitad con agua tibia y espuma con olor a hierbas. El agua salía un poco oscura y por un momento pensé en todas las personas que no tienen siquiera agua corriente.
Me quedé allí un rato largo, devolviéndome a la vida, raspándome con la esponja y con las uñas hasta que me quedó la piel colorada. Necesitaba quitarme de encima ese relente a día perdido, a memoria hecha agujeros. Sentía que los recuerdos se iban escurriendo entre mis dedos y cuando quité el tapón de la bañera, todo se había ido.
Y hoy, aunque no recuerdo cómo era la sensación de aplastamiento ni el motivo que me llevaba a estar furiosa con el mundo, ni el cansancio, ni la tristeza... tengo muy presente que hay mucho para arreglar, después de esa tormenta que sólo pudo aplacar la vuelta a casa.

Sé que me voy a cansar de tanta catarsis en algún momento, pero la necesidad de escribir esto fue más fuerte.

Entre tanto, buena vida para todos y bienvenido sea el otoño, aunque tarde un poco... Este anticipo de domingo fresquito me puso al cien por cien otra vez.

miércoles, marzo 04, 2009

Ah, look at all the lonely people...

Un día de lluvia cualquiera en la Cassiecueva...
(...también conocida como Cassender Heighs)

Milo - Se volvió a aburrir de la gente acaba de iniciar sesión.

Me: qué pasó???
Milo: qué pasó con qué? el aburrimiento de la gente? jeje
Me: esooo
Milo: lo de la gente es lo de siempre, eso me pasa por hacerme el sociable de nuevo
Me:
pero a quién le debo ahora el honor?
Milo: no se qué es lo q nos tiene a todos tan suceptibles al stress ultiamemente
Me: y... digamos que el panorama general no es lo más reconfortante
Milo: no claro, pero tiene que ser algo más
no solo falta de futuro
o será q los jóvenes nos creímos q nunca iba a ser tan terrible y es el primer sopapo que no parece dejar de doler nunca

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Mientras, en mi reproductor suenan (entre otros) estos temas que asocio siempre con la lluvia:

Rain - Theatre des Vampires


Rain - Cowboy Bebop OST


Space Lion - Cowboy Bebop OST


Ice Dance - Danny Elfman (de la OST de Edward Scissorhands)


Comptine D un Autre ete / L appres midi - Yann Tiersen (de la OST de Amélie)


Alwyn Spires - Christopher Young (de la OST de The Shipping News)

Y este otro, que me parece increíble cada vez que lo escucho y que irrumpió en mis oídos a las ocho y media de la mañana, en Las Heras y Pueyrredón, mientras miraba el cielo embobada y agradecida de tanta lluvia...




Parafraseando a Baterflai, ¿Cuáles son sus temas para un día de lluvia, como hoy?