¿Qué es ser atípico hoy? ¿No ser progrekirchnerista o gorila extremo? ¿No militar en ninguna de las "nuevas" tribus urbanas? ¿Ser mujer y no hacer dieta para llegar al verano? ¿No tener celular, Ipod o auto, si sos un clasemedia de pasar promedio? ¿No drogarte ni sentirte tentado de hacerlo, aún cuando todo tu entorno te empuja a que lo hagas? ¿Consumir productos audiovisuales alternativos? ¿Ignorar las tendencias?
¿Qué es ser "raro", cuando todo el mundo es raro, cuando el frikismo está de moda?
Desde chica fui atípica en casi todo.
Cuando los padres de mis compañeras de curso (no todas pudientes) sacaban créditos en el 1 a 1 para pagarle a "la nena" la fiesta de quince o el viaje de egresada, yo elegía una reunión de entrecasa con un catsuit palazzo de algodón, que costaba 25 pesos. Después repetía el catsuit en tres cumpleaños de 15 ajenos, sin ponerme colorada ni pensar que ya me habían visto usando eso. Tenía exactamente dos pares de zapatos para combinar entre vestidos y conjuntos. Entre ese año y el siguiente, asistí a dos docenas de fiestas con cuatro o cinco prendas rotativas. Me lo hacían notar, pero jamás me sentí mal. Me limitaba a divertirme, comer, tomar y bailar hasta las cinco de la mañana, tal vez hasta las 7. Y siempre me pareció natural que viniera mi viejo a buscarme.
En cuanto al viaje de egresada, mis padres me pagaron las tres primeras cuotas, de 73 pesos cada una. A las otras doce las pagué yo, trabajando durante el verano y vendiendo todos los fines de semana alfajores de maicena caseros.
No me gustaba maquillarme. Salía a bailar con una línea de sombra en los ojos y un labial que desaparecía al primer sorbo de gaseosa. Usaba colonias y body sprays en lugar de perfume importado. Nunca me planchaba el pelo, aún cuando sabía que iba a quedar mejor.
Jamás me teñí, o me hice un tatuaje o un piercing. En una habitación donde 12 zanguangas aprendían a fumar como una transgresión ingenua, yo era la única que esquivaba el pucho circulante con indiferencia.
Nunca tuve cuenta en una casa de ropa (costumbre bastante común en mi ciudad, al menos cuando yo era adolescente). Mi vieja me tenía que maniatar para llevarme a comprar un jean o zapatos nuevos, nuestras peleas eran legendarias: a ella rara vez le gustaba lo que yo elegía y siempre decantábamos por algo clásico "que tuviera talles para mí". Nos llevábamos un poco mejor cuando recaíamos en la modista: allí, nuestro gusto encontraba un punto en común. Quizá ella gastaba un poco más, pero la felicidad de ver a "su muñeca" de vestido o pollera (al fin!) la hacía olvidar peleas pasadas.
Nunca tuve la compulsión de ponerme en pareja o ser madre. Viví cada relación, corta o larga, como una aventura día a día. Mientras hubo amor, fui feliz. Mientras estuve sola, aproveché para pensar en los errores cometidos y poner a prueba mi resistencia a la falta de sexo. No me costaba ir al cine sola, hacer de "violinista" cuando tocaban salidas en pareja o poner la oreja a los problemas ajenos sin deprimirme. Pese a mi impaciencia, tenía la certeza de que hay un tiempo para todo. ¿Cómo hacía, cómo hago? No tengo ni idea. Nací así.
(De a ratos me falla, esa intuición de la esperanza. Pero siempre vuelve. Una que me escucha desahogarme seguido, lo sabe.)
Un poco por esta impronta y un poco por falta de roce social, siempre me causó una profunda curiosidad el tipo de mujer marcada culturalmente, a fuego, para siempre, por el imperativo de no ser soltera. Me causaba (me causa) gracia su horror frente a una mujer soltera cómoda con su circunstancia, frente a una pareja sin el imperativo vital de reproducirse, frente a mi desinterés por temas tan frívolos como figurar en un evento donde no te conoce nadie, salir bien en una foto, tener "clase". Frente a mi falta de culpa ... ¡por Eru! (y no sabés lo que cuesta, pero qué fabuloso es sacársela de encima).
Y más recientemente, me causan más curiosidad (a veces me indignan, lo reconozco) esas personas que se sienten dueñas de la verdad, a la par que desnudan a diario sus peores inseguridades y miserias. No ofrecen una mirada propia del mundo: ofrecen certezas, mientras naufragan en dudas. No ofrecen opiniones: se empeñan en exhibir su infalibilidad quedándose siempre con la última palabra. En una contienda verbal, siempre ganan. Aunque pierdan. Creo que soy atípica también porque no puedo elaborar esto... la importancia de la última palabra. Si dije una barbaridad, ¿te molestaría escuchar mis explicaciones? Si me equivoqué, ¿puedo pedirte disculpas sin que tengas que pisarme como un felpudo y exhibirme como a un trofeo de una de tus insignificantes guerritas cotidianas?
Si me preguntaran hoy, diría que lo atípico es estar contento. Lo atípico es ser feliz.
¿Cómo, si no, se explica tanta propaganda empeñada en recalcar la felicidad de hacer o tener tal o cual cosa? ¿Por qué llenar la pantalla de ñoñeces exacerbadas que rozan el ridículo? Porque no hay manera de venderle a la gente lo que no tiene. Y lo que les falta es esa sensación de felicidad ñoña para sentirse completos. Mientras tanto, se regodean en los problemas como si fueran auténticas tragedias.
Los blogs y webs más visitados fluctúan entre lo humorístico y lo bajón. La tendencia marca: sé malaonda, caracúlico, quejate de todo pero con gracia. La gente no busca la identificación con lo tranquilo, no busca una evasión apacible. La gente necesita neurosis ajenas que pueda enmarcar como propias. En el mejor de los casos, necesita comprobar que hay alguien peor que ellos.
Parece ser así. No lo digo por decir, lo veo y lo escucho todos los días. Hasta en mis hermanos, que no tienen ni puta idea de lo que es un blog. Los escucho hablar y sus preocupaciones y aflicciones diarias bien podrían figurar en un post de "La Peleadora" o "Viajé como el orto", o "Privado de Salud".
Lo atípico, entonces, es tener buen humor. Sentirse feliz. Seguir los propios sueños y objetivos con la cuota de ambición justa para no sentirse conformista. Contenta, pero incómoda. Irascible, pero permeable a la felicidad que acecha ahí a la vuelta. Con una sonrisa en lugar de la bronca que me late a flor de labios tantas veces.
Cuesta convencer a los demás de ese buen humor, de ese bienestar. ¿Cómo podés estar bien si nunca te recibiste, si tenés un trabajo mal pago, si no estás siendo el 100% de lo que podrías ser? Seguro estás neurótica. Yo en tu lugar estaría desesperada, frustrada.
Es simple. Felicidad no es conformismo quieto. Yo sigo queriendo ser mejor. Yo sigo queriendo un trabajo mejor. Sigo intentando proyectarme más allá de mi realidad. ¿Pero qué me impide ser feliz ahora, con lo que soy, con lo que tengo?
Lo escribo y me sigo asombrando de lo difícil que es hacerle entender a la gente que las circunstancias de mierda, los "pendientes" e incluso las preocupaciones graves, no son incompatibles con la posibilidad de ser feliz.
Quiero seguir intentando cambiar el mundo.
Quiero seguir siendo atípica. No quiero ser una más, amargada, aplastada, envenenada de cotidianeidad ordinaria. No quiero sentirme superada, nunca.
Quiero conservar mi curiosidad y mi capacidad de asombro intactas. Quiero que me desafíen. Quiero que me hagan reír. Quiero divertirme con cualquier estupidez y seguir ejercitando la neurona, aunque el ejercicio haya pasado de moda.
¿Qué es ser "raro", cuando todo el mundo es raro, cuando el frikismo está de moda?
Desde chica fui atípica en casi todo.
Cuando los padres de mis compañeras de curso (no todas pudientes) sacaban créditos en el 1 a 1 para pagarle a "la nena" la fiesta de quince o el viaje de egresada, yo elegía una reunión de entrecasa con un catsuit palazzo de algodón, que costaba 25 pesos. Después repetía el catsuit en tres cumpleaños de 15 ajenos, sin ponerme colorada ni pensar que ya me habían visto usando eso. Tenía exactamente dos pares de zapatos para combinar entre vestidos y conjuntos. Entre ese año y el siguiente, asistí a dos docenas de fiestas con cuatro o cinco prendas rotativas. Me lo hacían notar, pero jamás me sentí mal. Me limitaba a divertirme, comer, tomar y bailar hasta las cinco de la mañana, tal vez hasta las 7. Y siempre me pareció natural que viniera mi viejo a buscarme.
En cuanto al viaje de egresada, mis padres me pagaron las tres primeras cuotas, de 73 pesos cada una. A las otras doce las pagué yo, trabajando durante el verano y vendiendo todos los fines de semana alfajores de maicena caseros.
No me gustaba maquillarme. Salía a bailar con una línea de sombra en los ojos y un labial que desaparecía al primer sorbo de gaseosa. Usaba colonias y body sprays en lugar de perfume importado. Nunca me planchaba el pelo, aún cuando sabía que iba a quedar mejor.
Jamás me teñí, o me hice un tatuaje o un piercing. En una habitación donde 12 zanguangas aprendían a fumar como una transgresión ingenua, yo era la única que esquivaba el pucho circulante con indiferencia.
Nunca tuve cuenta en una casa de ropa (costumbre bastante común en mi ciudad, al menos cuando yo era adolescente). Mi vieja me tenía que maniatar para llevarme a comprar un jean o zapatos nuevos, nuestras peleas eran legendarias: a ella rara vez le gustaba lo que yo elegía y siempre decantábamos por algo clásico "que tuviera talles para mí". Nos llevábamos un poco mejor cuando recaíamos en la modista: allí, nuestro gusto encontraba un punto en común. Quizá ella gastaba un poco más, pero la felicidad de ver a "su muñeca" de vestido o pollera (al fin!) la hacía olvidar peleas pasadas.
Nunca tuve la compulsión de ponerme en pareja o ser madre. Viví cada relación, corta o larga, como una aventura día a día. Mientras hubo amor, fui feliz. Mientras estuve sola, aproveché para pensar en los errores cometidos y poner a prueba mi resistencia a la falta de sexo. No me costaba ir al cine sola, hacer de "violinista" cuando tocaban salidas en pareja o poner la oreja a los problemas ajenos sin deprimirme. Pese a mi impaciencia, tenía la certeza de que hay un tiempo para todo. ¿Cómo hacía, cómo hago? No tengo ni idea. Nací así.
(De a ratos me falla, esa intuición de la esperanza. Pero siempre vuelve. Una que me escucha desahogarme seguido, lo sabe.)
Un poco por esta impronta y un poco por falta de roce social, siempre me causó una profunda curiosidad el tipo de mujer marcada culturalmente, a fuego, para siempre, por el imperativo de no ser soltera. Me causaba (me causa) gracia su horror frente a una mujer soltera cómoda con su circunstancia, frente a una pareja sin el imperativo vital de reproducirse, frente a mi desinterés por temas tan frívolos como figurar en un evento donde no te conoce nadie, salir bien en una foto, tener "clase". Frente a mi falta de culpa ... ¡por Eru! (y no sabés lo que cuesta, pero qué fabuloso es sacársela de encima).
Y más recientemente, me causan más curiosidad (a veces me indignan, lo reconozco) esas personas que se sienten dueñas de la verdad, a la par que desnudan a diario sus peores inseguridades y miserias. No ofrecen una mirada propia del mundo: ofrecen certezas, mientras naufragan en dudas. No ofrecen opiniones: se empeñan en exhibir su infalibilidad quedándose siempre con la última palabra. En una contienda verbal, siempre ganan. Aunque pierdan. Creo que soy atípica también porque no puedo elaborar esto... la importancia de la última palabra. Si dije una barbaridad, ¿te molestaría escuchar mis explicaciones? Si me equivoqué, ¿puedo pedirte disculpas sin que tengas que pisarme como un felpudo y exhibirme como a un trofeo de una de tus insignificantes guerritas cotidianas?
Si me preguntaran hoy, diría que lo atípico es estar contento. Lo atípico es ser feliz.
¿Cómo, si no, se explica tanta propaganda empeñada en recalcar la felicidad de hacer o tener tal o cual cosa? ¿Por qué llenar la pantalla de ñoñeces exacerbadas que rozan el ridículo? Porque no hay manera de venderle a la gente lo que no tiene. Y lo que les falta es esa sensación de felicidad ñoña para sentirse completos. Mientras tanto, se regodean en los problemas como si fueran auténticas tragedias.
Los blogs y webs más visitados fluctúan entre lo humorístico y lo bajón. La tendencia marca: sé malaonda, caracúlico, quejate de todo pero con gracia. La gente no busca la identificación con lo tranquilo, no busca una evasión apacible. La gente necesita neurosis ajenas que pueda enmarcar como propias. En el mejor de los casos, necesita comprobar que hay alguien peor que ellos.
Parece ser así. No lo digo por decir, lo veo y lo escucho todos los días. Hasta en mis hermanos, que no tienen ni puta idea de lo que es un blog. Los escucho hablar y sus preocupaciones y aflicciones diarias bien podrían figurar en un post de "La Peleadora" o "Viajé como el orto", o "Privado de Salud".
Lo atípico, entonces, es tener buen humor. Sentirse feliz. Seguir los propios sueños y objetivos con la cuota de ambición justa para no sentirse conformista. Contenta, pero incómoda. Irascible, pero permeable a la felicidad que acecha ahí a la vuelta. Con una sonrisa en lugar de la bronca que me late a flor de labios tantas veces.
Cuesta convencer a los demás de ese buen humor, de ese bienestar. ¿Cómo podés estar bien si nunca te recibiste, si tenés un trabajo mal pago, si no estás siendo el 100% de lo que podrías ser? Seguro estás neurótica. Yo en tu lugar estaría desesperada, frustrada.
Es simple. Felicidad no es conformismo quieto. Yo sigo queriendo ser mejor. Yo sigo queriendo un trabajo mejor. Sigo intentando proyectarme más allá de mi realidad. ¿Pero qué me impide ser feliz ahora, con lo que soy, con lo que tengo?
Lo escribo y me sigo asombrando de lo difícil que es hacerle entender a la gente que las circunstancias de mierda, los "pendientes" e incluso las preocupaciones graves, no son incompatibles con la posibilidad de ser feliz.
Quiero seguir intentando cambiar el mundo.
Quiero seguir siendo atípica. No quiero ser una más, amargada, aplastada, envenenada de cotidianeidad ordinaria. No quiero sentirme superada, nunca.
Quiero conservar mi curiosidad y mi capacidad de asombro intactas. Quiero que me desafíen. Quiero que me hagan reír. Quiero divertirme con cualquier estupidez y seguir ejercitando la neurona, aunque el ejercicio haya pasado de moda.
Aunque no pueda hacer la mitad de las cosas que quiero,
quiero amar la totalidad de las cosas que hago.
26 comentarios:
Me hiciste pensar en los juncos ue ayer observaba cerca del río. Habí viento, y todos se doblaban para la misma dirección, en el mismo y exacto momento, menos uno, que ahí se lo veía, paradito, como mirando el cielo, sin esfuerzo, como si nada le costara ser el junco que era. (qué lío, ¿se entiende?).
Saludos, cass. Me gustó lo que leí, siempre me voy pensando de acá.
Como habrá leído ando ocupada y feliz. Y si tengo que contar las circunstancias de mis trabajos y mis ocupaciones, pocos entenderían de QUÉ puedo sentirme feliz.
Es muy cierto, el estar contento es atípico, el sentirse feliz ahora con lo que hay. Es como que todo es una carrera desespera por mas y mas, un ilimitado poseer. Poseer que? no se, no lo entiendo.
Es tan fácil mirar alrededor y perder ese momento de alegría, que es mejor disfrutarlo plenamente (sin preguntas), cuando pasa.
Lindas y ciertas palabras las suyas.
Beso
mucha vida, mucha potencia. la verdad: uno queda impactado de leerte, tan suave y tan profundo.
Gracias por esto! a pesar de que suscitó controversias entre los mansioneros de turno: Unos se fascinaron, otros no lo creyeron cierto...
Yo me fasciné
Estrella: Con la metáfora junquística (?) me hiciste dar más ganas de visitar el pago. Ando necesitando escapadas frecuentes, cosa del fin de año... Gracias por tus palabras!
Calíope: Me alegra mucho tu rush de actividad, lo celebro por todo lo que escribiste y por todo lo demás, que se intuye. Ojo, que para mí es importante también aclarar que no es que crea que la gente no es feliz, sino que quizá es más pudorosa en demostrar alegría que agresividad, tristeza o frustración. Pero como todo se retroalimenta, es una pena que no adviertan que se hacen bastante daño.
Blanc//: Gracias. Como me suele pasar, empezó siendo algo tan cortito y banal... que después quedó largo y banal, pero al menos no tuve que pensar dos veces escribirlo. Salió como salió. Espero andes bien! ^^
María: Pensar es bueno, la controversia es buenísima, igual me alegra pensar que algo de lo que pasa por aquí como catarsis sirve para que en otro lado alguien se ponga a pensar en las mismas zonceras que una :P
Gracias a todos por pasar!
A usté le gustaría Viktor Frankl.
Dice que el mal de la gente, es el vacío existencial. El no tener un objetivo en la vida.
Creo que hoy ser atípico es tener un objetivo en la vida. Eso es el motor de la existencia.
Y el objetivo es distinto para cada uno: casarse, tener una carrera de éxito, ganar mucha plata, ser feliz, investigar, lo que sea.
besos
La felicidad es mas simple de lo que pensamos.
Hermoso esto Cass
Eh eh eeeeeh!!!
qué es esto de tanta positividad ¿eh?
¡¡Junta urgente en Malas Ondas!!!
;-)
Jodido jodido todo lo que pusiste. Porque estoy de acuerdo con tantas cosas y en desacuerdo con tantas otras...
Que no se ES feliz sino que se ESTÁ feliz (y esto siempre lo digo).
Que no es tan fácil ESTAR feliz como vos decís, aunque sí es muy fácil pensar en la noción de estarlo y que no parezca tan difícil. Pero del dicho al hecho...
Que el bajón es generacional (esto también siempre lo dije), y que tiene que ver con cambios que no sólo suceden a nivel perceptible.
Que no discutimos para encontrar gente que la pase peor que uno, sino que las competencias son, por el contrario, para ver quién tiene anécdotas más cruentas o quién la pasa (o la ha pasado) peor.
Que la entiendo PLENAMENTE, porque siempre estuve fuera del sistema y, por lo general, nunca me afectó. Sin embargo, la angustia no siempre viene por la relación-con-el-entorno. A eso también lo sabe, usté.
Es atípico estar de buen humor, es cierto. No lo veo mal, igual. La angustia nos sienta bien generacionalmente, parece...
Mona: No me olvido más de Frankl. Fue el salvavidas que me tiró un obispo en Gualeguaychú en épocas de crisis jodidas. Gracias por recordárnoslo. Es muy recomendable su lectura.
Rubiaa: Como bien dice el amigo Donnie, aqui abajo, y Mona alla arriba, es cuestión de objetivos y de ser más o menos permeable uno mismo. Qué bueno que te haya gustado!
Fodor: Jajajaja! Pero MalasOndas es una institución de la casa, yo a ellos no los toco. Soy demagoga, y que.
Donnie: Es que tenés razón. Se ESTÁ feliz, en sustitución del SER porque nadie ES todo el tiempo una misma cosa, un estado de ánimo unívoco. Lo único que ES, es el movimiento, el cambio, el transcurrir. Peco de simplificadora a fin de dar una idea, pero me parece que complementaste con lo justo. Yo con gusto haría "competencias" de otro tipo: debatir sobre arte, por ejemplo, excluyendo un poco la autorreferencialidad. Siempre caemos ahi porque es el terreno objetivo y conocido donde nadie puede discutirte (¿quién puede decir cuánto sufriste o qué mal la pasaste, sino vos mismo?).
Por otro lado, de ahi a la glorificación de la desgracia, o que un personaje caiga simpático por ser unidimensionalmente antipático, sólo te lo acepto en la ficción artística, y no en la realidad (yo te banco a muerte a un Ignatius Reilly, hasta me resulta entrañable, pero nunca a un Baby Etchecopar).
Nunca vamos a zafar de la relación con el entorno, eso es claro. Pero cada vez son más frecuentes los días en que me levanto con ganas de lidiar con eso, en lugar de mal predisponerme. Ya es algo.
Estoy absolutamente de acuerdo con vos en la "generacionalidad" de esta tendencia, eh.
Gracias a todos por pasar, por estar y por sus palabras.
¡¡Clap!! ¡¡Clap!! ¡¡Clap!! ¡¡Clap!! De verdad muy acertadas tus opiniones... ¡Soy feliz con lo que soy, con lo que tengo y con lo que no tengo ni tendré! Y sonrío, sin causa, sin cesar y sin remordimiento, porque para ser feliz lo primero es evadir el temor a sentirse feliz y a sentir culpa de ello. ¡Ea! ¡Buen lunes!
¡Abrazotes!
Yo aprendo todos los dias a ser un poco mas asi. Te aplaudo Cass, como te aplauden todos por aca. lo mereces, te felicito.
ESO es hacer resistencias. ESO es luchar por lo que se cree, tener miedo, parar la olla, esforzarse, correr contrauno mismo. Eso es ser lo que uno quiere ser por dentro.
y eso es impagable.
Si es asi, que sigan siendo entonces.
Por mil años mas.
besos
Donnie, Cass.. entonces deberíamos decir: ¿devengo en feliz?
Lástima que Devenir sea un verbo bastante fulero al oído, pero es el más exacto ante Ser y Estar ( que siempre serán y estarán confusos)
Ma sí, que suene mal: Devengo en mí misma. Devengo feliz
Profe: Gracias por compartir una opinión y un modus vivendi. Se le nota en la efusividad y las ganas para todo... jejeje. Gran abrazo y buena semana para usted!
Pablo: En realidad no es ningún camino del héroe, pelearse con uno mismo todas las mañanas y elegir cómo va a seguir, arriesgándose incluso a tomar malas decisiones... Pero si uno no le da un poquito de épica personal (sin cacarear, eh: nada más ridículo que exponerse ante un público que tiene sus propias épicas y encuentra las nuestras escandalosamente ordinarias), es como que pierde impulso :-P
Por mil años más!
María: Será lo que deba ser, y si no, devendrá en algo mejor? XD
lindo post. me sentí identificada con muchas cosas. Desde muy chicas fui "rara", jaa. Al principio me molestaba. Más de una vez los hombres me decian que les gustaba porque "era distinta", y nunca sabía si era un elogio o una crítica. Con el tiempo aprendí a seguir sólo lo que me hace feliz. Y a no hacer lo que no me hace feliz.
No entiendo muchas cosas de la mayoria de la gente, por ejemplo, la otra vez fui a un casamiento, y el 90 % de la gente no paraba de hablar de que si la hna. del novio es lesbiana, de que si la otra se separó, de que fulanita se hizo las tetas (y cómo las habrá pagado?) y demás. La verdad es que a mi no me interesa. A veces me gusta mirar cosas que la gente no mira, soy mas feliz así.
Hoy todo el mundo tiene la exigencia de estar bien, siempre sonriente y radiante. Yo estoy como me sale, a veces sonrio poco, a veces me rio mucho, a veces me visto bien, a veces ando de jogging. pero lo ahgo porque tengo ganas de hacerlo y me siento bien.
Esta sociedad muchas veces confunde ser con tener. Y bueno, ya sabemos las cosas que pasan.
un beso.
No hay que dejarse estar
no hay que dejarse apagar.
Besitus ! ^^
Encima de comprenderte, coincidimos en un todo. Cuando conocí a mi actual señora teníamos 28 y 25 años de no-necesidad de sentar cabeza ¡una de las coincidencias que -paradójicamente- nos unió! Quien sigue un camino autodeterminado (aún siendo éste el de abrirlo) simplemente se alegrará si alguien con el mismo objetivo (errado o no), intuición (errada o no) y tranco, le "acompaña". La sorpresa será mutua. Si en cambio buscase una compañía, como a un útil que llevar atado sin saber a dónde, podrá hallar alguien con la misma falta de brújula, y posiblemente se pierdan... hasta entre ellos mismos.
No me importa si "feliz" se es o se está: todo es "to be" en definitiva, como la sabiduría. Sólo intuyo que no es la carcajada que tantos fantasean, si no una sonrisa.
Feliz de conocerle, muchacha.
"Lo atípico, entonces, es tener buen humor. Sentirse feliz. Seguir los propios sueños y objetivos con la cuota de ambición justa para no sentirse conformista. Contenta, pero incómoda. Irascible, pero permeable a la felicidad que acecha ahí a la vuelta. Con una sonrisa en lugar de la bronca que me late a flor de labios tantas veces."
Cuanta verdad en tan pocas palabras. Quejarse no es antinatural, ni un pecado. Pero cuando la queja se convierte en un amargo ir y venir de frustraciones diarias, ahí es donde está el problema. Aunque muchos me tildarán de loca, viajar en el Sarmiento lo disfruto. Aunque sea hora pico, aunque esté apretada entre una masa informe de seres humanos cansados. Cuando empieza el empuje para que entren más, no puedo más que reírme y pensar que todo eso no lo cambio por nada. A pesar de la suciedad, de los insultos, de los personajes propios del ambiente (los que ponen la música alta entre otros), volver día a día a ese lugar me hace sentir bien. Porque me hace sentir cerca de la gente, cerca de la realidad, con los pies en la tierra. Me hace identificarme en los otros, reflejarme en las caras preocupadas, en los gestos dormidos de un día terminado. Y así con todo. Me gusta saber que estoy bien donde estoy. Que me podría ir mejor? Tal vez. Pero hoy soy feliz con eso. Y espero serlo siempre, así como espero que lo seas vos también.
También creo que es atípico pensar, dentro de lo masticada de la información. Es atípico escuchar y no encerrarse en lo que uno piensa.
Disculpas por la catarsis pero fue inspirador lo que escribiste.
ADN: Un solo hombre (un gran amigo) bastó para que de ahí en más tomara mis "rarezas" como "mi normalidad". Y ya no le parezco rara a nadie, pero no porque haga devenido "normalita"... Sino porque a fuerza de sentirme cómoda, ya no me perciben como rara. Loco, pero pasa.
Freckles: Exacto, y con menos palabras que yo!
Unser: Encantador agregado el suyo. Para mí es un gustazo haberlo cruzado en estos caminos de la vida, sabe!
Tiacosas: Cómo no te voy a entender, si me pasa como a vos. Cansa el amontonadero, es cierto, pero la mayor pate del tiempo me enfoco en los beneficios de lo que estoy haciendo en lugar de en las contras. Séh, el tren es un asco.. ¡Pero estoy yendo a casa! al merecido descanso, a un lugar donde me siento cómoda, al final de mi día. No sé, ojalá pudiéramos hacer algo para contagiar al resto, pero cada quien elige la manera de afrontar sus problemas (porque esa es otra: si te ven muy contenta tienden a pensar que tu vida es súper fácil y que si no te quejás es por eso)
Gracias a todos por pasar, por leer y por dejar sus propias ideas.
Sencillamente impecable.
Ya te dije una vez que admiro y envidio tardíamente que tuvieras tan claro lo que a mí me costó tiempo (y errores) descubrir.
Besos muchos
yo fui rara de a ratos, mas bien fui desconectada de lo comun porque viajaba mucho y nunca tenia domicilio fijo, eso hace que veas las cosas desde otro plano. pero a veces fui comun y hacia la vida normal de cualquier chica asi que tambien se que se siente del otro lado. nunca necesite casarme pero siempre el matrimonio me busco y finalmente me encontro. soy curiosa y esa misma curiosidad es lo que me hace sentir a veces presa de la rutina y no me deja del todo ser feliz. tantas contradicciones que de a poco se van solucionando. besos confundidos!
Manu: Si se acaba el aprendizaje, se acaba la vida. Todo aprendizaje implica esfuerzo, dolor o ambas cosas juntas. Creo que simplemente tuve la intuición de preservarme de lo innecesario (aunque no siempre) porque la vida es cortita y hay mucho que asimilar hasta que nos morimos. Si encima vamos a perder el tiempo en amarguras pequeñitas... Enorme abrazo. Gracias por tus visitas, que siempre disfruto.
Vengador: Aloha! Estás en lo cierto.
Blue: Ah, pero la esencia humana está hecha de contradicciones. No existe el estado perfecto (ni la felicidad perfecta: Ya vio lo que decía muy atinadamente el amigo Donnie aquí arriba), existe la búsqueda de lo que cada uno necesita para ser feliz. El límite es, como siempre, no joder al otro.
Siempre me pregunté cómo sería una infancia nómade! Gracias por traerme un poquito de la tuya.
felicitaciones por este post, Agus!!
me encantó leerte
y me identifico tanto!!
me pareciò muy honesto y "desnudo" este post. Cero careta. Me identifico en las rarezas, pero no en poder ser feliz a pesar (o con) ellas
eso tendré que aprenderlo de vos
Cathy, qué bueno tenerte de regreso! Cómo te preparás para el verano?
Gracias por tus palabras. Te mando un abrazote.
Hola, pasaba por lo del Rufian y me meti en tu blog.
No se si sos realmente atipica con esa actitud de la que hablas, conozco a tantas personas asi. Pero todo el mundo anda por la vida tratando de afirmar su identidad por medio de la diferenciación con "los otros". Vestirse de cualquier manera no es realmente un merito, sino yo sería un buda.
Drodro, bienvenido. Digamos que "atípico", al menos desde el punto de vista en que yo lo planteo y tomando en cuenta estrictamente las situaciones que describo, refiere a actitudes y comportamientos que en ese momento puntual (aquí y ahora de entonces, no sé si me explico) no eran los que tenía el 90% de la gente que conocía y/o frecuentaba. Entonces, me tomo la libertad de definirlo como atípico.
Por supuesto que todo el mundo anda por la vida tomando a los otros como referencia. Pretender que la identidad se afirma por sí misma es bastante ingenuo. Con ese criterio, debería haber conocido unos cuantos niños ferales. Hablar de méritos en este contexto es casi caricaturesco. Y si hablamos de méritos por la pilcha...pfff!
En todo caso, este blog funciona como catarsis personal y no como un manual de estilo para la vida.
Gracias por pasarte!
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