En estos días paso por una fiebre revival de mis clásicos. Cuando era chica nada me estremecía más que la música de The Cure en la radio. Primero "Friday I'm in love" y de ahí, para atrás. "Charlotte Sometimes", "Lullaby", "Boys don't cry", "A forest", "In between days", todos temas que me siguen partiendo la cabeza y me remontan a mis épocas en las que chapuceaba ese inglés que ni siquiera intuía (en los '80 era, ni más ni menos, una nena) tratando simplemente de seguir la melodía. Cuando llegué al conocimiento de las letras, la banda me gustó aún más y Robert Smith se me antojaba el tipo más lindo del mundo. La música nos afecta a todos de maneras... diversas.
Pero como la música es una búsqueda que jamás se agota, mi gusto por lo darkie me llevó en años universitarios, como ya conté muchas veces antes, a Dead Can Dance, Cocteau Twins, This Mortal Coil y por extensión a todo el sello 4AD, que actualmente incluye a varios de mis nuevos amores (St Vincent, Blonde Redhead, The National - a quien mencionaré más abajo-).
A medida que crecía, fueron llegando nuevas influencias nefastas. De la música gothfriendly llegué, por bifurcaciones que ni yo recuerdo, a las que yo llamo voces oscuras; mi amiga Ce alguna vez las llamó "voces como papeles rotos". Por ejemplo, Nick Cave and the Bad Seeds con sus "Murder Ballads", algunas canciones sueltas de "Henry's Dream", "The Boatman's call" y sobre todo "Let love in". Me pierde este tipo.
Me pierden los tipos con voces profundas, sucias, y letras que flechan corazón y cerebro al mismo tiempo. Me pierden Serge Gainsbourg, Chris Rea, Mark Knopfler, Tom Waits y Leonard Cohen. Me pierden la cadencia oscura de Brendan Perry y David Sylvian. Más cerca en estos últimos años, mis descubrimientos tardíos: Johnny Cash, Mark Lanegan, Chris Cornell. Y etcéteras que a veces se me van de la cabeza.
Click aquí para escuchar estos vozarrones (más yapas) en mi flamante primera lista de Grooveshark.
Click aquí para escuchar a The National. La voz de Matt Berninger es mi más reciente adquisición emocional. Cada respiración cerca del micrófono, cada vaivén en su registro vocal, me eriza la piel hasta el último vellito.
Será que las canciones tristes, melancólicas u oscuras me dan una atípica felicidad. Subrepticia, a la vez que intransferible. Como a tantos otros bichos en este extraño mundo.
2 comentarios:
Ni falta que aclare lo que coincidimos en la seleccion Cass. Puede seguirme otra vez, cuando quiera
pero es que ya lo sumé al twitter! qué cosa rara... con razón no lo podía leer hoy! Gracias por pasarse, eh.
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