Vuelvo a casa después de dos semanas de ausencia. Todo está igual en mi quilombo permanente, todo y nada. Nosotros, móviles, más o menos inamovibles. Mi cabeza en tu hombro en el taxi, el ruido de la ciudad que me abruma por un rato mientras en mis pies y mis dedos todavía hay la memoria de la hierba fresca y la calidez de los niños amados. Qué afortunada me siento de haber sido destinataria de tanto, qué suerte que ningún beso, ningún abrazo o caricia fueron rechazados. Tengo en mí toda la historia que me moviliza y me motoriza. Tengo la frivolidad de algunos momentos robados que me avergonzaron, que me obligaron a enfrentarme y pensar una vez más: ¿por qué me cuesta tanto decir "no"? ¿Se va a ir otro año de propósitos sin cumplir?
Decidida de una vez a ser sólo para quienes quiero y me quieren (y me aceptan), empiezo a desprenderme de los últimos hilos de urbanidad organizada. Soy un páramo en el que las emociones gobiernan y diseñan universos intrincados como dibujos en la arena, que el viento luego reacomoda. No es siempre el mismo diseño, ni el viento es el mismo, pero sí hay una coherencia interna. Yo soy el mundo que quiero ser, mis mundos todos. Yo soy. Me embriago y me deshago por no pertenecer a nada. Otoño y bóreas. Tulkas y Melian. En cada tramo de camino está imprimado el carácter de mis sueños. Poder vivir sin nada habiendo tenido todo, no conocer exactamente mis límites es parte de las cosas que me liberan. Yo era border. Ahora soy libre. Ni la locura me asusta, ni la ansiedad conseguirá doblegarme del todo. Aprendo a cada paso y no temo pedir perdón, prefiero seguir pidiendo disculpas antes de quedarme con las ganas de hacer algo. Lo lamento, esto es lo que hubo. Esto es lo que hay. La vida que viene, las palabras atropellándose otra vez.
Si mi tren está pasando por tu puerta es porque sos uno de los elegidos. Vos sabrás si querés subir o no, hasta dónde ir, qué aventuras podremos vivir juntos. Yo te elijo, familiar o amigo, afinidad o karma. Te elijo y quizá sea esta vez la única que pase frente a tu casa. Quién sabe qué nos espera mañana.
Volvamos a lo que éramos antes de poner la pausa.