martes, octubre 30, 2012

Eterno retorno a los mundos propios

Vuelvo a casa después de dos semanas de ausencia. Todo está igual en mi quilombo permanente, todo y nada. Nosotros, móviles, más o menos inamovibles. Mi cabeza en tu hombro en el taxi, el ruido de la ciudad que me abruma por un rato mientras en mis pies y mis dedos todavía hay la memoria de la hierba fresca y la calidez de los niños amados. Qué afortunada me siento de haber sido destinataria de tanto, qué suerte que ningún beso, ningún abrazo o caricia fueron rechazados. Tengo en mí toda la historia que me moviliza y me motoriza. Tengo la frivolidad de algunos momentos robados que me avergonzaron, que me obligaron a enfrentarme y pensar una vez más: ¿por qué me cuesta tanto decir "no"? ¿Se va a ir otro año de propósitos sin cumplir? 
Decidida de una vez a ser sólo para quienes quiero y me quieren (y me aceptan), empiezo a desprenderme de los últimos hilos de urbanidad organizada. Soy un páramo en el que las emociones gobiernan y diseñan universos intrincados como dibujos en la arena, que el viento luego reacomoda. No es siempre el mismo diseño, ni el viento es el mismo, pero sí hay una coherencia interna. Yo soy el mundo que quiero ser, mis mundos todos. Yo soy. Me embriago y me deshago por no pertenecer a nada. Otoño y bóreas. Tulkas y Melian. En cada tramo de camino está imprimado el carácter de mis sueños. Poder vivir sin nada habiendo tenido todo, no conocer exactamente mis límites es parte de las cosas que me liberan. Yo era border. Ahora soy libre. Ni la locura me asusta, ni la ansiedad conseguirá doblegarme del todo. Aprendo a cada paso y no temo pedir perdón, prefiero seguir pidiendo disculpas antes de quedarme con las ganas de hacer algo. Lo lamento, esto es lo que hubo. Esto es lo que hay. La vida que viene, las palabras atropellándose otra vez. 
Si mi tren está pasando por tu puerta es porque sos uno de los elegidos. Vos sabrás si querés subir o no, hasta dónde ir, qué aventuras podremos vivir juntos. Yo te elijo, familiar o amigo, afinidad o karma. Te elijo y quizá sea esta vez la única que pase frente a tu casa. Quién sabe qué nos espera mañana.
Volvamos a lo que éramos antes de poner la pausa.


sábado, octubre 06, 2012

El día perfecto

Él me dice que quiere guardar en su memoria este día porque es un día perfecto. Tan parecido a otros días perfectos que hemos pasado juntos. La verdad sea dicha, hicimos de todo. Lo empezamos despiertos, a la 1 de la madrugada cuando nos fuimos a la cama, con la lluvia en los oídos y olor a citronella. Despertamos temprano, sin ruidos a obra en construcción. Desayunamos una barbaridad. Nos disfrutamos. Salimos a comer algo nuevo por ahí, después a hacer unos trámites en familia. Mates, una linda peli y charla. Previo a la siesta tardía, merienda y lectura compartida. Finalmente, cenamos temprano, liviano, mirando "Ghost in the shell". 
En este momento, él toca la guitarra y hace música en el cuartito y yo intento despegarme la pereza para ordenar la ropa que cuelga de las sillas. Cada tanto paso por allá a darle besos. Estas son cosas de todos los días: muestras de afecto, palabras de agradecimiento, miradas de felicidad. Silencios compartidos en medio de las actividades que nos nutren. Esta intuición calmada que nos permite entender que sí, hay problemas, preocupaciones y miserias, miedos y ansiedades; pero todo se puede solucionar dándole para adelante, enfocados. Hagamos lo imposible, porque podemos. 
Mi Norte, mi casa: Hoy fue un día perfecto. Tan parecido a todos los demás y tan distinto, que pensé regalarte este post para recordarlo.