Él me dice que quiere guardar en su memoria este día porque es un día perfecto. Tan parecido a otros días perfectos que hemos pasado juntos. La verdad sea dicha, hicimos de todo. Lo empezamos despiertos, a la 1 de la madrugada cuando nos fuimos a la cama, con la lluvia en los oídos y olor a citronella. Despertamos temprano, sin ruidos a obra en construcción. Desayunamos una barbaridad. Nos disfrutamos. Salimos a comer algo nuevo por ahí, después a hacer unos trámites en familia. Mates, una linda peli y charla. Previo a la siesta tardía, merienda y lectura compartida. Finalmente, cenamos temprano, liviano, mirando "Ghost in the shell".
En este momento, él toca la guitarra y hace música en el cuartito y yo intento despegarme la pereza para ordenar la ropa que cuelga de las sillas. Cada tanto paso por allá a darle besos. Estas son cosas de todos los días: muestras de afecto, palabras de agradecimiento, miradas de felicidad. Silencios compartidos en medio de las actividades que nos nutren. Esta intuición calmada que nos permite entender que sí, hay problemas, preocupaciones y miserias, miedos y ansiedades; pero todo se puede solucionar dándole para adelante, enfocados. Hagamos lo imposible, porque podemos.
Mi Norte, mi casa: Hoy fue un día perfecto. Tan parecido a todos los demás y tan distinto, que pensé regalarte este post para recordarlo.
2 comentarios:
hermoso! no había entrado en tu blog nunca antes :)
soy Lex Otanil :)
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