A veces es todo lo que queda, lo único que se puede hacer. Caminar en la lluvia. Ser parte de todo y disolverse al mismo tiempo en nada. Aún así, si pudiera retroceder el tiempo y volver a verme en esa noche de marzo bajo la lluvia caliente del verano entrerriano, caminando sobre un puente a medianoche... No, no sé si me diría algo. No sé si me abrazaría a la yo de aquel entonces para decirle "ahora estás mal, pero muy pronto todo cambiará para bien. Te lo prometo. Y esta angustia se habrá ido lejos".
No creo. Porque intuyo que habrá más caminatas bajo la lluvia en mi vida. Y no sé si querría que mi yo futura saliera de atrás de un árbol o de la misma oscuridad para decirme "esto también pasará". Prefiero obligarme a recordar este mantra cuando el momento llegue.
P.S. La diferencia (lo diferente) incomoda.
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