martes, mayo 23, 2023

Hay que decir bien

 Una de las letanías que más escucho de un tiempo a esta parte es "hay que decir bien". A veces también la uso como fórmula cuando alguien que no me interesa me pregunta cómo estoy. En mi imaginario funciona como un modo más de la omisión, mi manera preferida de evadir, de hurtarle el cuerpo a la expresividad innecesaria. Somera y precisa, pero vaga al mismo tiempo. No digo bien para no falsear, tampoco diría mal porque soy de las personas afortunadas que tienen dónde caerse muerta en tiempos de zozobra. Y sobre todo aclarar que hay que decirlo, porque nadie que pregunte, por más que pregunte por compromiso o sin interés real, se toma a bien una mirada fija, un encogimiento de hombros, un llanto o un silencio como respuesta. 

Entonces, a la pregunta cómo estás / cómo va todo, hay que decir bien. Y una sonrisa al final, como un emoji, o un gesto chueco para matizar. Depende de qué lado cae el ánimo del día. Después, quedarse pensando en por qué estamos obligados a decir algo, o, yendo más lejos en la semántica: por qué hay que decir bien, biendecir, bendecir; cuando lo que en realidad quisiéramos es decir lo que nos salga de las tripas asqueadas, revueltas, envenenadas, alegres o cansinas. 

En fin. Ayer se me ocurrió poner en la otra red social que tengo una lista de cosas que levantan o mejoran la experiencia de lo humano (para mí), y se me ocurrió venir a escribirlas aquí. A veces el desánimo es demasiado como para recordarlas, así que no viene mal tenerlas a mano y, cada tanto, pegarles una editada.

Recetas para sentirse un poco bien cuando parece que todo va mal

- Prepararse algo rico para comer, o pedir algo si no te gusta cocinar 

- Obviamente siempre va a ser mejor cocinar, y siempre va a ser mucho mejor cocinar para otras personas. El proceso de elaborar la comida es de por sí una forma de auto cuidado muy potente.

- Organizar un encuentro con alguien que sea adecuado para transitar el momento. Ad: saber pedir ("necesito que nos juntemos para hacer X /Y", "quisiera verte pero no hablar", etc) 

- Caminar. Mucho tiempo. De ser posible, caminar por lugares abiertos y silenciosos, agrestes, en una hora en la que haya poca gente o nadie. Caminar bajo la lluvia, metiendo el celular, la plata o las llaves en una bolsita y usar sólo en caso de emergencia. Todo lo que se pueda hacer caminando, hacerlo caminando. 

- Tener alguien con quien caminar, hablando o en silencio, para poder recurrir a esa persona cada vez que sea necesario.

- Sentarse o recostarse en pasto, arena, tierra, agua. Estrujar el suelo con las manos.

- Una ducha prolongada o un baño de inmersión calentito, con música. 

- Romper el día yendo a un lugar nuevo, o haciendo algo que nunca hiciste. 

- Acariciar algún animal que esté predispuesto. Rodearse de animales todo lo que se pueda. 

- Escribir a vuelapluma, poner en palabras todo lo que pasa por la cabeza. Prender fuego al papel. 

-  Ir a un lugar tranquilo (un bar, un café) a beber algo rico y reconfortante mientras se toman notas en una libretita o se lee un libro.

- Leer. Buscar el próximo libro que apasione, absorba y transporte a otro mundo. Leer siempre consuela.

- Tocar un instrumento. Cantar si no se sabe tocar ningún instrumento. 

- Bailar. 

- Mirar películas confortables, esas que uno sabe que lo dejan en estado de gracia. Tener a mano una lista de esas películas para recurrir en caso de emergencia. Prepararse un buen bowl de pororó también ayuda.

- Buscar un lugar despejado y sin luces donde se pueda apreciar el cielo nocturno.

- Ir al cine en soledad.

- Procurar la compañía de los niños. 

- Encender un fuego de leña y quedarse mirando. 

- Elegir una tarea mecánica largamente postergada y emprenderla hasta el final (cambiar la ropa de estación, clasificar papeles, limpiar en profundidad un rincón de la casa, etc) 

- Dejar de mirar televisión, escuchar la radio y espiar redes sociales por uno o dos días.

- Partirse el alma llorando si hace falta. Recurrir a todas las conductas de autodestrucción posibles. Dinamitar los puentes, segar y roturar el entorno para que la vida pueda emerger después de tanta oscuridad. 

 

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