viernes, julio 15, 2011

Synesthesia

Un bolso abandonado, ahí, esperándome. La nariz y los pies helados, el cuerpo cansado, las rimas que me dan risa. A mil kilómetros de distancia se resuelven tantos destinos. A tres mil, a cinco mil kilómetros de mí, a quinientos metros (y sólo por hablar de seres queridos). Yo no puedo más que extrañar lo que no es. El azul es un color y también un olor, una sensación. Saborear el último trago de la última cerveza patagónica que vino con nosotros de las vacaciones es igual a escucharlo a Emi hablar de las cenizas y los truenos. Puedo ver el cielo gris y blanco y los árboles amarillos y marrones de la Villa, imaginar el frío silencioso de las piedras en el fondo de los lagos, retrotraerme al silencio primordial de las mañanas en las que el horizonte se abría. Cuando tocar un arcoiris era más una realidad que una entelequia.
Ya no puedo llamar a mis amigos, se me hizo tarde. Alguno hará el esfuerzo de leerme. Tengo adormiladas la lengua, la mente y los dedos y apenas me repuse de las lágrimas incontrolables de recién. Pasar de la risa al llanto, del nudo en la tripa a las mariposas. Del deseo arrasador a la más pura sinestesia. Y por más que me esfuerce, nunca creer en lo que mis propios ojos ven. El brillo tuyo en la pupila, esa admiración, la alegría que me tira de las manos invitándome a bailar. ¿Qué soy, de dónde vengo? Por qué sigo sintiéndome tan extraterrestre en este mundo enjuto y exclusivo?
Algún día volaremos de aquí, solos o acompañados (pero mejor juntos) y entonces habré cerrado una puerta que me conecta a este mundo donde a es igual a rojo, cuatro a eucaliptus y sol a pinotea, y abriré una ventana donde el arco de luces tiene todas las melodías del mundo desencadenadas.

Me habré vuelto totalmente loca y sabré que esa es la normalidad que perseguí toda mi vida. Que ya no necesito de la confirmación de terceros para sostener esta máscara cada vez más endeble. Que puedo ser la misma allá y en todos lados. Amargo lúpulo en la lengua, cerebro-esponja, nombres sin destino posible, presentimientos.

Yo pequeña, muesca de grano de arroz en la periferia de uno de tantos Universos, te digo hasta mañana, te digo que duermas bien, te deseo la música y la felicidad y todo aquello que alguna vez fuiste y podés volver a ser, te pido que tengas fe, que siempre, pero SIEMPRE se puede. Aunque ya no crea en absolutos, se puede. Podemos.

Sólo el Amor mueve. Sólo... esta energía. Sólo...



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