lunes, julio 12, 2010

Enfolding

Vuelve el frío y camino. Es lo que mejor me sale, lo que hago incluso cuando estoy quieta: caminar. Camina mi cabeza, mi cerebro como esponja de celulosa, resbaloso y denso y empapado de nada, de todo.
Caminan mis dedos.
Caminan mis oídos, mi paranoia en ese Rapipago donde estoy atrapada momentáneamente, Rapipago que acaba de dejar un cliente enojado, tan enojado que estoy segura que va a regresar enseguida con un martillo para romper la puerta, con una bazooka o al volante de un colectivo para matarnos a todos.
Camina mi imaginación detrás de los espejos. Caminan mis piernas atrapadas en un atuendo impropio. Desafiante, echo los hombros hacia atrás demostrando que no me importa estar metida en esta ropa, en este cuerpo prestado, y me invento que estoy protegida por un campo de fuerza invisible y que no estoy pensando en nada, absolutamente nada.
Caminaban hace unos minutos las suelas de mis zapatillas sucias por la misma plaza donde años atrás otro calzado jugó a mimetizarse con las raíces de un ombú mientras las palabras se me hacían rizos, a la vez, y yo era un barrilete pura cola buscando enredarme en tu dedo.
El reloj de la Torre de los Ingleses marcando las 17.20 y en mi retina un nombre propio, Esquel. Más otros dos nombres al que quiero sumar el tuyo, más esa carpa que sueño comprar en primavera para compartir con vos.

Pienso en el clavijero que me vas a enseñar a poner, si tenés la paciencia de soportar mis ojos pendulando entre tus dedos y tus propios ojos concentrados, uno de estos días en la guitarra criolla. Pienso que no quiero perder los callos nunca más. Tropiezo en Suipacha a la altura del Tita Merello, que ya no está y es otra ausencia que me pone triste y me hace pensar cuál fue la última película que fui a ver allí... "De quién es el portaligas", eso. Un seis, un siete con toda la furia, y que le besen el pupo a la Ricci porque fue gracias a ella. ¿Y en el Cosmos, qué fue lo último? Ni una década en Baires y ya he visto desaparecer lugares que empezaban a ser míos y que fueron de tanta gente, tanto tiempo. Gandhi, el América, que ni para eventos quedó. Las cuponeras del Hoyts a veinte pesos, las salidas foreras de jueves a lunes.

Me acuerdo de todo a fuerza de pensarlo todo, siempre, a fuerza de caminarme la cabeza ida y vuelta. A veces siento que estas múltiples Yo que se envuelven una dentro de la otra, bien apretadas en un abrazo cómodo, son mi manera de no olvidarme de nada: creer que todo le pasó a una Otra Yo lejana y próxima. Porque si no, no podría recordarla con este nivel de detalle.
Labial protector para el frío, pienso en "La campana de cristal" y "ponme la mano aquí, Macorina, ponme la mano aquí". Estoy tan lejos de las publicidades de la tele y de la radio. Nadie me conoce. Sonrío. Nadie entendería cómo se hila este matete que me lleva inevitablemente al jueves, 16 horas, un punto más de inflexión porque sí. Porque puedo. Porque lo mío no es la sinestesia exaltada de los químicos, sino la química tramposa de mis propias neuronas.





sábado, julio 03, 2010

Kate Beaton, o la historia hecha comics



No les puedo explicar lo mucho que me gusta esta web, a la que llegué gracias a Ge hace un tiempito por una tira que compartió.

Para (más) muestra...



Reconozcámoslo: hasta que los hicieron sexies, había poca gente interesada en los Tudor...




Ahhhh, podría vivir algún día sin Internet, pero qué de buenos hallazgos me habrá dado para ese entonces.

(PD: No entiendo por qué Blogger no me deja mostrarles las versiones ampliadas de todas las imágenes, así que las linkeo para que las vean fully en la web)

viernes, junio 25, 2010

Colores verdaderos

Con mi familia, amigos y pareja no siempre estamos de acuerdo. Vaya, si ni siquiera son esa clase de familia y amigos que glorifican cada boludez que hago sólo porque me quieren. Cada uno de ellos sabe que no hace falta que me digan lo que quiero oír para tener mi estima, u ocultarme su verdadera forma de pensar cuando me mando alguna diarrea verbal en un debate. De hecho, ahora que lo pienso estoy en las antípodas del pensamiento de muchos de mis seres más queridos, y eso nunca fue un obstáculo para discutir ideas. Me cuesta pensar en una omertá familiar o clánica bajo un pensamiento único, aunque las diferencias se desdibujen al momento de saltar en conjunto a defender a uno de los miembros. En eso somos, casi todos, un poco lobos. Incluso los más solitarios pueden volverse inesperadamente gregarios una vez adultos. También es cierto que los más condescendientes han sabido pegarme un buen mordisco en los cuartos cuando hice algo que era innegablemente malo.

La mayor libertad que me dieron fue la que más me asustaba: la de pensar por mí misma. Hasta que no crecés y te vas haciendo un camino no te das cuenta de lo difícil que es tomar responsabilidad de una palabra, un pensamiento o una acción. Te viven enseñando que tu voto no vale, que tu voz es demasiado débil, que tu convicción tiene la fuerza de un granito de arena en una marejada. Cuando cobrás conciencia de que todo eso es tan relativo, que incluso (quizá... seguro!) es una mentira... viene el cagazo. El que no se siente abrumado o acobardado en esta etapa de autoconciencia es porque quizá no haya llegado allí todavía. Algunos no llegan nunca; son los que más me asustan. Pero ese es otro tema.

El pensamiento crítico se consigue a fuerza de muchos errores, o por la confirmación de la certeza de una intuición en base a la experiencia, el estudio, la curiosidad. Pensar por uno mismo es una pelea diaria en un mundo cada vez más polarizado en debates tramposos, jalonado por el sostenimiento de un status quo dañino que interesa y favorece a unos pocos.
A veces la tentación de actuar en contra de nuestra propia dignidad de seres humanos es muy fuerte, sobre todo porque en el dulce viene envuelto el veneno. Así, un referente-ídolo-profeta transmite la sensación de que su palabra es la nuestra y que, ya que habla por nosotros ("como nosotros"), su palabra y accionar es consistente con nuestras necesidades, con nuestra dignidad. Le dejamos hacer, lo sostenemos con nuestra fuerza mínima de granitos de arena, y si en algún momento comete una aberración lo perdonamos; si se manda una macana lo justificamos; si decide mutar drásticamente el discurso y dejarnos solos en el desierto, creemos comprender que la culpa en realidad es nuestra, que nuestra fe no ha sido suficiente, que merecemos que nos pase cualquier cosa. Todo, con tal de no comprender que podemos errar. Cualquier cosa, con tal de que otro asuma la culpa.

Muchas veces mis padres, mis hermanos o mis mejores amigos y amigas no entendieron mis razones para tomar una determinada actitud o se sorprendieron cuando revelé pensamientos que intuía conocidos por todos ellos. "Nunca imaginé que pensaras así" me dijeron sus labios o sus expresiones. Pero el cariño y la confianza siguieron allí. No puedo imaginar una suerte más grande: un voto de confianza, aún dado con miedo o recelo, es un capital inmenso. Es una red de seguridad con la que no contabas y que se te revela en el momento justo, el de la incertidumbre: mirando hacia abajo, cuando no estás totalmente confiado de cómo va a salir la pirueta.

Fundamentalmente les agradezco a mis padres que me hayan dejado elegir, muchas veces en contra de sus propios deseos o aspiraciones. Durante años elegí no casarme, ni siquiera planteármelo en broma. Ahora que el matrimonio es una opción para mí (una que considero en serio, con todas las precauciones, el amor y la dedicación que esa decisión requiere) agradezco tenerla.

Con lo que agradezco y aprovecho día a día el don de la libertad, ¿cómo no voy a querer esa posibilidad abierta para todos y todas?
Lo único que sé es que si el ser humano increíble que hoy me acompaña fuese una mujer, me gustaría poder seguir teniendo esa opción.

También me gustaría encontrarlos aquí mañana. Yo me voy a dar una vueltita.


jueves, junio 24, 2010

Efemérides

Lo más lindo es que ya perdí la cuenta del tiempo que llevaba sin pensar en "qué será de".
Lo malo es que siempre vuelve el marcador a cero.
Lo bueno es que me sigue importando muy poco.
Lo malo, es que sigo siendo la misma criticona conmigo misma.
Lo bueno es que eso me impulsa a ser mejor.
Lo malo es que a veces me paraliza.
Y lo bueno de las parálisis, es que un día se terminan. Y te despertás con cuentos en la cabeza. Soñando con cosas raras. Resuelta a resolver tus problemas. Todo el tiempo se ponen en marcha cosas nuevas. Lo pesado decanta.

Qué me importa qué fui o qué soy, si estamos cambiando todo el tiempo y lo que importa nunca cambia.
Disfrutemos ^_^


miércoles, junio 09, 2010

Retrospective: So beautiful, so powerful

Las luces y las voces bajan. Un teclado/sintetizador queda tildado en un zumbido que me recuerda mucho a la intro de The Ubiquitous Mr Lovegrove; casi espero que comience a sonar en cualquier momento. Algunos sentados, otros parados, esperamos a Cat en ese orden teatral que tienen algunos géneros musicales (los que no admiten pogo).
Entra ella con una bebida X en la mano. Como quien brinda casualmente, saluda y deja el mug en el suelo, al lado del setlist que está al lado del parlante, que está al lado de un curioso que al final de la noche va a querer llevarse el dichoso recipiente de souvenir. Ignora la botella de Evian toda la noche. Nos morimos de ganas de saber qué hay en el dichoso jarrito, aunque está claro que lo que hay en ese otro vaso que trajo en el intermedio es whisky... ¿o no?

Milo nos dijo que el año pasado casi no se movió del fondo del escenario y que dio la espalda al público la mayor parte del tiempo. Este año empezamos mejor, al menos canta de perfil; con el pelo sobre la cara y las dos manos ahuecadas sobre el micrófono, los ojos cerrados y un pie que se mueve espasmódicamente sin seguir el ritmo ni la cadencia de las canciones. Promediando el show, una chica le grita desde el pullman "qué lindo que movés la patita". Me siento un poco idiota por reprimir las decenas de boludeces que me vienen a la mente y que podría decirle también, amparada en la oscuridad. La de veces que me muerdo las ultragroupie ganas de pedirle que no se vaya nunca.




A mí se me queda marcada en la piel Lived in Bars. Por unas cuantas razones se ha vuelto mi preferida. Llego a grabar algo con la camarita, lo que puedo sin dejar de mirarla. Otros tuvieron la misma idea, y mejores cámaras.




Horrible todo, ahora que ella no está lo que queda son miguitas de un banquete. Resplandor paliducho, su voz perfecta. Me quedó por unos cuantos días su sonrisa; no se iba más del escenario. Sonreía para cada uno de nosotros.


lunes, junio 07, 2010

Sietedejunio

Pese a los años dedicados al estudio, pese a la vocación incontrastable de seguir leyendo más allá de la carrera, pese a las prácticas que me volvieron muy solvente en campo y mucho más dubitativa en una redacción, todavía me cuesta asumir que he sido periodista.
Y como dice Galeano, una vez que entraste en ese mundo y lo hiciste tuyo, se hace difícil volver a ser el mismo.
Al lado de otros colegas que tuvieron suerte dispar, o más entusiasmo, no tengo nada que hacer. Apenas desentumezco la mano con colaboraciones y una web modesta. No voy a negar que estoy muy desengañada con lo que fue la carrera (hasta el punto que me da pánico volver a la ciudad donde cursé mis treinta y tres materias), y ni siquiera los proyectos más ajustados a mi ambición me terminan de convencer para que retome lo que todavía me debo.
A pesar de todos estos conflictos, sigo pensando que este oficio es, de todos los terrestres, el que abre la puerta a las mayores gratificaciones.

Links recomendados del día:
- El amigo del mes, por Subjuntivo
- Ley de Medios. Por su efectivización a la brevedad posible.
- Ciudadanos periodistas, por Washington Uranga.

Y lo que nunca falta: releer a Walsh, a Soriano, a Briante; reencontrarse con el Polosecki que nos llevó a pasear por el lado oscuro mucho antes del progresismo post-menemista.

Vaya desde aquí un saludo modesto y lleno de respeto a aquellos periodistas que he tenido ocasión de cruzarme y que me han enseñado con sus silencios, con sus recomendaciones, con sus acciones, con sus verdades. También para aquellos a los que no conocí ni conoceré, pero que con su ejemplo me alientan más allá de las dudas y las limitaciones.

miércoles, mayo 26, 2010

Ama de Cass-a

Por filosofía personal y una incomodidad que me es propia (no me gusta meter gente en mi quilombo; hay demasiadas cositas que son de mi altísima estima y que detestaría perder o que se rompan) trato de llevar adelante bajo mi cuenta y riesgo el orden y limpieza de mi casa. Si bien me puse floja con los años, es algo que siempre me dio mucho placer y me pone de buen humor. Sentirme útil me hace muy feliz.

He aquí una pequeña lista de las cosas que aprendí a hacer a lo largo de mi vida y que se volvieron indispensables con los años, con su duración estimada*:

Tareas idealmente diarias:
- Pasar la escoba. 15 a 30 minutos, dependiendo de la superficie total.
- Lavar platos, adminículos de cocina, etc. después de cocinar y/o comer. 20 minutos.
- Lavar ropa (cuando se amontona, la tarea se vuelve semanal y no es recomendable, por superposición con otras). 30 minutos por tanda de ropa si hay lavarropas, 40 min a 1 hora cuando hay que lavar a mano. La colada (toallas, sábanas) sí conviene, en este caso, mandarla a la lavandería; lo digo por la experiencia de haber sido estudiante ratona y lavar a mano mis propias sábanas en un lavadero de pensión durante tres años, incluso en invierno. Es ingrato, es insatisfactorio y nunca quedan totalmente bien.

Tareas semanales:
- Dar vuelta el colchón (de resortes, 2 plazas). Primero la cabecera por la piecera, luego un lado por otro. Tender la cama cuidando que las sábanas estén limpias, también es ideal cambiarlas una vez a la semana. 15 minutos.
- Lavar a mano repasadores y delantales. Sí, en casa se cocina prácticamente todos los días, así que esta tarea hay que hacerla entre 1 y 2 veces por semana. 15 minutos, más la espera del remojo.
- Pasar un trapo por todos los muebles. Se recomienda día por medio, espaciando en invierno (cuando las ventanas están cerradas y no entra tanto polvo) y dependiendo de lo concentrado del tránsito en la zona de residencia o lo mucho que corra el aire. 20 a 40 minutos.
- Trapear el piso. Entiéndase por esto: pasada de trapo mojado con energía, enjuagado y escurrido del trapo y nueva pasada para secar. Dependiendo de la superficie total y del grado de mugre, entre 30 y 70 minutos.
- Limpiar el baño. Comenzando por los azulejos y terminando en los adminículos sanitarios (lavatorio, bidet, inodoro), con una repasada final al piso más "detalles": agacharse con un trapito y escarbar en los rincones buscando pelusas o mugre acumulada. No menos de una hora.
- Limpiar la cocina. En nuestra casa esta tarea se lleva adelante al menos dos veces por semana, ya que cocinamos mucho. Hay que tener en cuenta, también, que "limpiar la cocina" implica no sólo desengrasar el adminículo que da nombre al corazón de la casa, sino también los azulejos, sectores aledaños, estantes y lavaplatos (si los hubiere) y el piso. 40 minutos a 1 hora.

Tareas eventuales (dos veces por mes o más espaciadas)
- Eliminar las telarañas de los rincones con plumero o cepillo esquinero. 10 minutos.
- Limpieza de PC y teclados con CIF en crema, hisopo y paño absorbente. 30 minutos por PC.
- Limpieza de vidrios ventaneros y marcos de ventanas/puertas. 1 hora en total.
- Descongelado y limpieza de heladera, 1 hora.
- Limpieza y orden de alacenas, 20 minutos.

Dejo afuera del post una de las tareas más ingratas y demandantes de tiempo, pero a la vez también una de las más personales: la compra del supermercado. A mí me lleva no menos de una hora, y siempre me organizo para no olvidarme de nada. Trato de no caer en la tentación de ir "de pasada"; con tiempo voy haciendo una lista de lo que falta para atenerme a ella y marcho con el carrito de la abuela y/o la bolsa reciclable.
Recuerdo que cuando era chica en mi casa se hacía la famosa "compra del mes"; luego de esto, sólo se volvía ocasionalmente al supermercado, o mejor: salías del paso en el almacén de la esquina. Hoy por hoy no conozco gente que haga "compra del mes", quizá porque no tengo referencia de auténticos familiones o porque al cambiar los hábitos de consumo (más los precios) se volvió costumbre una suerte de "compra semanal" con escapadas ocasionales al supermercado chino, ya que los almacenes han ido desapareciendo y es raro que uno vaya al lugar donde le cobran más caro; salir del paso no vale tanta diferencia de precios, al menos para mí.
También dejo afuera la tarea que me causa más placer: cocinar (o ayudar a hacerlo). Hay que tener en cuenta que es una cuestión tan personal como las compras y que, así como habemos loquibambis capaces de invertir una hora o más en un antojo nocturno, hay quienes directamente recurren al imán de la heladera o a la conserva express, con lo que los tiempos también son relativos.

Da un poco de bronca que todavía haya personas que desprecien o subestimen el trabajo hogareño, al que se suman otras no pocas labores cuando hay niños de por medio. A mí me criaron con profunda conciencia de que se puede laburar fuera y llevar adelante una casa, sabiendo organizarse (qué tema, este) y con voluntad. Además, es bueno hacer participar a todos los habitantes en esas tareas para que el día de mañana, si les toca vivir solos, no les sea difícil agarrar los bártulos de limpieza y orden en caso de tener que hacerlo.

Tengo que aclarar que mi roommie es tan buen amo de casa como yo, aunque sólo disfruta haciendo la mitad de estas tareas (yo sólo detesto con toda mi alma planchar, y un poquito menos repasar los muebles). Y que aún así la cosa está bastante repartida, excepto cuando tengo horas libres y un completo ataque de amadecasismo.
Como ayer, que festejé el Bicentenario dando vuelta el depto y dejándolo prolijito para arrancar la mini-semana.

Cuando me vaya acordando de más tareas, edito. Mientras, les invito a que me cuenten en qué invierten su tiempo de amxs de casa.


*Calculado en base a dedicación absoluta a la tarea, sin dispersiones ni paradas a tomar el mate. Bueno, un mate sí, si tenés quién lo cebe. Cuack.

------------------------------------------------------------

Cero ganas de escribir posts en estos días, aunque sí estoy leyendo mucho y sigo musiqueando. Chusméense esto, ideal para el día después. Y porque leer a Unser siempre está bueno.

domingo, mayo 16, 2010

sábado, mayo 15, 2010

Rollercoaster-ing

Siempre encontré muy terapéuticos la limpieza y el orden. Si bien soy lo menos ortodoxa del mundo a la hora de lavar platos, sacudir el polvo y acondicionar pisos y muebles, hacerlo a mi tiempo y con la misma intensidad con la que me ocupo de otras cosas (hobbies, berretines) me llena de gratificación y alivio.
Raspo la suciedad de las cacerolas y de los platos y de a poco siento que me quito mi propia costra de frustración. Siento la limpieza del wok con los dedos mientras mi alma se libera del peso que la agobia. De repente, todos los problemas del día y algún que otro berrinche se vuelven insignificantes, tan pequeñitos que me provocan una sonrisa. No somos las estrellas más brillantes del Universo, pero estamos cerca en las promesas de un día como el de hoy.
Aún así, al final de una jornada o de varias sesiones de limpieza, tiene que caer al piso una media o romperse algo; un mueble improvisado con dos o tres cajas finalmente se desarmará, el viento revelará pelusas escondidas y soplará papeles cuando abramos la ventana para dejar entrar al fresco. Echaremos de menos tener un estante o dos de más, una habitación extra, un buen par de fundas con onda para los almohadones y un puff donde despatarrarse para sentir una canción.



Y así seguiremos el eterno camino en la búsqueda del equilibrio.

martes, mayo 11, 2010

Sangrar conmigo

Me levanto a la mañana cuando apenas sale el sol. Kilómetros al norte, se apaga una (otra) vida y de la forma más inesperada, no me afecta enseguida. Al levantarme soy una, otra, la misma que fui ayer y la semana pasada, la de hace tres o diez o quince años atrás. Me peino, me pongo una vincha para no atarme el pelo y las mismas zapatillas medio rotas de ayer.
Subo al colectivo y mato los minutos leyendo "El eternauta".
Estoy contenta porque hace un par de días no siento ese mareo molesto culpa de las cervicales (que no duelen pero joden igual) y entonces suena el teléfono y tengo que salir porque el corazón me late fuerte y se me llena el cuello de manchas rojas como siempre que estoy nerviosa o excitada.
Las lágrimas encuentran el camino; yo ya no veo nada. Otra vez ella: recurrencia número uno, causa primera de muerte. Recuerdo sin que venga a cuento el frío de ayer en la nuca cuando no había una sola coladera de aire y la vieja sensación de que la parca me stalkea justo cuando menos pienso en ella. El segundo recuerdo es feliz y huele a tripa cruda, a carbón y a pasto cortado, a agua con cloro y sol en los frutales.
En el presente soy yo en medio del pasillo gigante de una fábrica cuadrada donde por suerte nadie está circulando. Soy yo y la cara deformada por el llanto que mis manos secan furiosas mientras camino de regreso a mi puesto de trabajo.
Suena de fondo Julieta Venegas y lo único que puedo escuchar es el estribillo que se repite deforme "di-me-si... quisieras sangrar conmigo ooo, oooooohhh, cuéntame si quisieras sangrar conmigooo".
Quisieras. Sangrar. Conmigo.
Sangrar. Sangrar. Sangrar conmigo.

Ojos claros al cielo, apagados para siempre.

Morir sangrando, morir matando.

lunes, mayo 10, 2010

Aguante



Podría decirles que estoy en un buen momento, pero sabemos que la vida es buenos momentos hilvanados. Los malos son el hilo que sustenta la trama. Lo que nos queda es la belleza, la felicidad, la pureza, el alivio. La borra tira y se remueve en el fondo, no se los voy a negar. Si somos sabios (o aspiramos a serlo) es imposible ignorar la trama o soslayarla, hacerla a un lado o ningunearla. Creo que deberíamos concentrarnos en la pura felicidad, el destilado esencial de la vida, que es lo que nos saca a flote cuando pesan los pies y el alma.
Podría decirles que estoy escribiendo, que tengo entre las manos un tesoro y en el alma una ansiedad de esas que me explota cuando el corazón llegó al rojo total.
Podría contarles que tengo una puta salud de hierro pese a los achaques, que no me agito al caminar o al correr, que siento la luz en cada poro del cuerpo y que no me interesan las comparaciones pasado-presente-futuro, ni siquiera me comparo a mí misma con otras bestias que andan por allí germinando todavía, y que tanto me inspiran. Me limito a disfrutarme. Me asombro de mí misma, gozo de lo que tengo.
Podría decirles que no paro de leer ni de tocar la guitarra. Que cada hora de mi vida es música o letras y que mientras más revuelvo más sale. Memorias del pasado, palabras que había relegado a fuerza de no usarlas, arpegios y acordes.

Si pudiera decirles todo esto, llegaría tarde con las noticias.
Es que la felicidad no vende. Inspira este post sonso, promesa de alguno que, algún día, volverá a valer la pena. Todo lo demás espero cuaje en frutos que valgan la pena.
Sepan que si pudiese tenerlos a todos acá ahora la megarave de Zion sería un poroto (además de una pedorrísima escena en una película zafable).

Y eso nomás.
Aguante.

Citas de la semana:

La felicidad está en el queso
Calíope - Estatua de Sal


Si una persona tiene los deberes de cualquier ciudadano, por ejemplo pagar impuestos o respetar la ley, pero no tiene los derechos, por ejemplo, casarse con quien quiera, pues esa persona se convierte en un ciudadano de segunda. Y en un estado de derecho, no debería haber ciudadanos de segunda.

Fodor Lobson - The Happiest Corpse

domingo, mayo 02, 2010

Cosas que (me) importan

Importa el futuro de los nietos porque nosotros ya fuimos, dice mi mamá. Importa el futuro, estemos o no. Alguna vez quise ser abono y lo sostengo; toda nuestra utilidad práctica como individuos animados termina allí, donde comenzó. Polvo al polvo.
Importa la huella que germina. Importan la muerte y los cambios fundacionales. Importa el amor de esos pocos, cercanos, íntimos. Importa el presente inmediato.
Importa comer, beber, dormir. Importa brindarle algo a alguien, chiquito o grande. Importa el presente por acción (no por omisión).
Importan la convicción y la conciencia, la humildad y la capacidad de amar, de perdonar. Importan la salud física y espiritual. Importa el impulso creador.

Importa lo que hacés ahora, en el presente continuo que se estira para los demás.
Lo que importa, lo que verdaderamente importa, es vivir y dejar vivir. Es contribuir a la vida y al balance. Importa servir para algo. ¿Te acordás de las máximas del silencio? Me gusta pensar que algo aprendí a fuerza de meditarlas.

Aquellas lágrimas, aquel amor, aquel error, esa caricia furtiva, tu trauma más profundo, los miedos que te inhabilitan, toda esa destrucción, el rencor y el veneno ajeno puesto en la sangre son agua que corre en el río de la vida.

Lo pasado, pasó.
Lo presente, pasará.
Lo pasado, pasó.


Cita de la semana:

"La felicidad fundada en la desgracia ajena es engañosa y voluble; dura lo que tarda la retribución en alcanzarte. Pensá dos veces antes de alegrarte de las desdichas de otros."

martes, abril 20, 2010

The end is the beginning is the end.

Lo bueno del data entry es que en días como hoy podés escuchar de un tirón las tres horas que toma la lectura de un fallo, el debate del mismo, etcétera. Lo malo es que te podés agarrar calambres de bronca previendo las barbaridades que se van a decir antes, durante, después de la lectura de ese fallo.
Los desaforaditos de siempre, los que se compraron todas las leyendas urbanas sobre que la coima que pidió Uruguay era más chica y que por eso, sólo por eso la pastera no se instaló de nuestro lado (como si no hubiéramos ido a activar contra la pastera si eso sucedía), sobre que los gualeguaychenses somos todos una manga de piqueteros gorilas y fascistas; esos que no sólo no se molestaron en escuchar jamás la otra campana sino que en su putísima vida se interesaron por cuestiones ambientales (pero que a la hora de hablar del derecho constitucional a circular por las rutas se para del mismo lado que usualmente critica) no tardaron en inflamarme la paciencia.
Me tomé la tarde libre y escuché buena música, escribí un poco, dejé este post para el final del día, sabiendo que ahora me importa un poco menos la imbecilidad ajena y que jamás hay que dejar de pensar en todo lo que sale como lo esperamos, o como no queremos que salga. Da igual. Mejor no parar de pensar. Pero pensar con la cabeza fría ayuda mucho.
Parte de mi sabático de martes incluyó una visita a otra gualeguaychuense. Mate, facturas, conversación de la linda, de la frívola y de la seria. Me gusta tener perspectivas distintas que sean, para variar, tolerantes y discutibles. Que no incluyan la automática descalificación de otros. y que impliquen información real, no mitos. Me gusta darme cuenta que hace tiempo dejé de ser "la sacadita" y que de a poco voy deshaciéndome de los sacaditos de mi entorno cercano y/o lejano. Necesito la paz que me negaron y me niegan los intolerantes de la vida misma, TN o 678, Palermo o Riquelme, Pando o D'Elía. Siempre busqué entender, no me arrepiento de ser diplomática. Pero hay cuestiones que son a todo o nada.
Lo demás es puro ruido.
En síntesis, pese a todo mi respeto por la actividad desarrollada por los asambleístas y el pueblo de Gualeguaychú, acompañándolos en acciones cuando me es posible, y en pensamientos siempre, soy consciente de que el fallo del tribunal de La Haya abre un nuevo episodio en el affaire Botnia/Pasteras-por-venir; se hace imprescindible una acción civil colectiva que suspenda los cortes (ineficaces desde hace un tiempo y contraproducentes en tanto alejan la protesta del interés público) y que se dedique, de ahora en más, a fogonear a ambos gobiernos para que juntos implementen una fiscalización activa y conjunta de este tipo de empresas. No importa que el daño sea a futuro o que se hable de una contaminación "no comprobable" o "potencial". ¿Por qué, si son tan inocuas, vienen las industrias sucias del hemisferio superdesarrollado a instalarse aquí, en un país pequeño del culo del mundo? Un país que en menos de un lustro ni siquiera tendrá dónde o cómo generar la materia prima de que estas industrias se nutren. ¿Son imbéciles los gobiernos? ¿Son inamovibles "las cosas como son", el status quo que nos condena a aguantar en función de la inversión prometida, pan para hoy y hambre para mañana?
Y nosotros, los argentinos, ¿recién descubrimos que el agua moja? Sí, sabíamos del Riachuelo, de Papel Prensa, de La Alumbrera. ¿Tuvieron que volverse pesados, repetitivos y molestos los ciudadanos de Gualeguaychú para que el tema pasara a la agenda y se saliera del Susanitismo?
"No es para tanto, otros están peor."
Yo pienso en los que ya están peor, cada día de mi vida. Vi brotar a los nuevos pobres cuando en mi casa había poco para comer y nos tambaleábamos en una línea incierta. Vi la desidia de mis gobiernos regionales abandonar al primer río que conocí. Esto no me impide, también, pensar en los que van a estar peor. ¿Saben qué? El "te lo dije" a futuro no me sirve, no me llena, no me cierra. No quiero tener razón sobre las ruinas.
Sencillamente quiero una salida. La exijo.
Es tiempo de reunirse a conversar, de dejar de gritarnos y de chicanearnos y de darnos las cabezas unos contra otros como animales. Es tiempo de acción.
Lo demás es puro ruido.


miércoles, abril 07, 2010

Homecoming


Cae la lluvia mansa. Estamos a mil y pico de kilómetros de ese lugar que llamamos hogar. Todavía no pasó una semana desde esta foto y siento que parte de mí se quedó allá (como en Merlo el año pasado, como en los paisajes y momentos por venir). Cae el agua de la ducha sobre el cuerpo que me pide pará, que me pide un respiro por favor, que me manda señales punzantes (un ojo que duele, la garganta que pica, los pies cansados). El pajarraco en mi cabeza martilla frases urgentes: la dieta, nena, la dieta de una vez, no podés seguir así. Correr, saltar, nadar, bailar. Urgente, todo es para ayer o para ya. Y yo sigo cadente. En cámara lenta, una máquina de emociones amontonadas y de recuerdos frescos que pasaron hace un rato, ayer.
Ahora, otro abril. Vuelve mi aliado, el frío. Quiero caminar a la Rural con el viento pinchándome la cara, ida y vuelta. Quiero pasteles de carne agridulces y el locro del 25 de mayo con mis hermanos. Estoy en casa, porque estoy conmigo misma. Estoy con él, sola-acompañada.
La dieta, nena. El médico. El gimnasio. Los pendientes, los pendientes de hace mil años para cuándo. Sonrío. Estoy borracha, loca de alegría. Miro fotos ajenas y me alegro de las caras de felicidad que, a diferencia de la mía, no cambiaron casi nada. Miro bebés que ya crecieron, lazos cortados. Miro el mar y la ruta y las montañas. Miro el campo. Toco la piel de los que ya no están, piso la casa de mis abuelos, cerrada para mí desde hace quince años o más.
Abrazo la guitarra y rasgo las cuerdas. ¡Esta explosión de notas en el pecho!... Me mata. Abro la boca para cantar; yo tenía una voz linda. Ahora es una voz hermosa. ¿Cuándo nació esta voz? ¿En qué momento volvieron la música, las palabras? ¿En serio sueno así?
No. No quiero tenerlo todo junto. Cuerpo, me vas a tener que aguantar un poco más. Apenitas, hasta que de tanto repartirme quede, por fin, entera.


miércoles, marzo 31, 2010

Nada que enseñar. Todo por aprender.

Lo que me dejó la celebración simbólica de mis primeros treinta años se parece a lo que me viene dejando desde hace mucho, mucho tiempo la Vida misma.

Primero que nada: no hay fechas. Nos gusta creer que tienen significado, atesorarlas. Algunas le dan sentido a momentos de nuestras vidas, para bien o para mal. Pero las fechas son engañosas. Se diluyen en la memoria, como los recuerdos; se desdibujan y pierden fuerza a medida que rompemos la telaraña de vínculos que nos unen al pasado. Al final, apenas queda esa raíz gruesa y algunos filamentos selectos. Un compilado somero y útil de experiencias, momentos, gente.
Claro que la memoria no funciona de la misma manera en todos los momentos de la vida, en cada situación puntual... y ni hablemos del transcurso del tiempo, que lima y pule asperezas pero también acrecienta los "cucos".
Al final, uno siempre se queda solo. Fue bueno darme cuenta siendo aún muy chica, y es bueno recordármelo cada tanto. Nadie comete tantos errores como aquel que vive en función del qué dirán, de la expectativa ajena. Se puede ser inmensamente generoso en la propia soledad. Sólo el que sabe explorarse es capaz de compartirse.
Aprendí, antes de todo esto, que se puede ser coherente con uno mismo independientemente de los tiempos ajenos. Mi ritmo es personal, privado. Llegaré. ¿Cuándo, cuándo? Cuando deba llegar. No antes. Ni tarde.

Sigo aprendiendo. Por ejemplo, a equilibrarme y equilibrar un poquito lo que me rodea. A devolver cachetazos con besos, y puñaladas con buenos deseos. Ya no me dura nada la sensación de veneno en la sangre. (Hoy tuve una larga charla con la compañerita de trabajo, una de esas charlas en las que me vuelvo un Hulk cebado y gritón; a los cinco minutos, mi corazón estaba tan tranquilo como esta mañana al despertar).

Eso, también eso: aprendí a despertarme feliz cada día, aunque haya dolor o enfermedad. Y a luchar por que esa sensación perdure. Elijo con más cuidado, tengo la vida que quiero y construyo el futuro sin otra incertidumbre que la inevitable: ¿cuándo moriremos?.

Entendí que no tengo ninguna gracia y me amigué con mi lado más jocoso. Por razones que se me escapan, aprendí a desarrollar la capacidad de rodearme de gente mejor que yo. Y a ser aceptada, incluso amada por muchas de ellas. Me conformo con que me acepten como decidí ser: yo misma, colgada, irritable, sociópata y cariñosa, "aparato" y ser humano todo-en-uno. Ya no hago el esfuerzo de caer bien. El que venga buscando eso, llegó quince años tarde.

Fueron unos cuantos años de divagues y meandros en el trayecto, de escaladas imposibles y decepciones olvidables, pero el camino siempre estuvo allí. Y me llevó directo a la persona adecuada, esa con la que puedo estar sola en la mejor de las compañías. Me trajo a un lugar que no podía amar, pero al que me es imposible odiar. Me enseñó que siempre se puede empezar de nuevo y que a veces, el que creíamos el mejor Yo es en realidad el Enemigo mirándote con tu propia cara.

Aprendí a quererme. Aprendí a gustarme. Qué ironía: justo ahora, en pleno declive hormonal. En plena debacle física. Sin saber qué mierda va a pasar mañana con esta máquina infernal de pasarla bien que es mi cuerpo-alma. Con la frustración de no vivir (aún) en contacto a tiempo completo con la naturaleza; lejos de la tentación del fetiche libresco-artístico. Tal vez estoy logrando conciliar todo esto en una mélange que cristalizará cuando sea el momento, y por eso me doy mis tiempos, como puse más arriba. No soy un éxito, un trofeo, una persona-objeto. No quiero serlo. Quiero ser feliz. ¡Más!. Por eso estoy acá.

En fin, lo he pasado bárbaro estos treinta años.
Pienso seguir haciéndolo. Así que pónganse cómodos, porque la fiesta sigue.

lunes, marzo 01, 2010

Asquerosa alegría

El acto de escribir en tanto catarsis se me antoja a veces tan lejano a la felicidad que experimento en estos días que podría escudarme en esa excusa para justificar mis ausencias. Sin embargo, sigo escribiendo (aquí, allá, en privado, bajo otras identidades) y aprendo, de paso, a dejar ir el restito de energía malsana que me dejó el año pasado con actividades que, de a poco, se van ganando mi tiempo libre.

Entre tanto: viajes, planes de viajes, de futuro inmediato, decisiones que jamás imaginé tomar (siquiera plantearme) y nuevas actividades en el horizonte. Todas orientadas a mi perezosa creatividad, que se va despabilando de a cuotas. Amaso proyectos en silencio, no sea cosa que a fuerza de ventilarlos los mate antes de tiempo. Los atesoro, les doy forma, les pido paciencia, les hablo. La música inunda mis días. Ya queda poco del silencio y la modorra del verano; funciono en piloto automático (o casi) seis horas al día, el resto es pura euforia, apenas puedo creer que todavía consiga dormirme temprano con todas estas ideas en mi cabeza.

Ah, y encima viene Quidam.

Escuchen mis gritos de alegría en la noche. La noche, con sus murciélagos, sus grillos y su rumor de urbe dormida, aúlla conmigo.

lunes, febrero 15, 2010

Feliz sólo cuando llueve

El videíto de estos días (¡fuck inserción deshabilitada!)

Ya cociné, lavé, dejé cosas para hacer mañana cuando llegue del trabajo, ya fui al gimnasio y me saturé de alegría el cuerpo, ya comí duraznos en almíbar sin almíbar, ya pensé la lista de las compras para mañana y para más adelante, ya decidí la cena del martes y del miércoles, ya grité de felicidad por la lluvia, ya me bañé con agua tibia y me mimé un poco con aceites el cuerpo medio baqueteado de tanta exigencia. Ya me limé las uñas, ya empecé dos nuevas lecturas, ya llegué al objetivo en el trabajo y lo superé (feliz primer mes para mí...), ya estoy pensando en mis treinti, ya estoy organizando mi vida para volver a ver a mis amigos relegados, ya me despedí de una persona muy querida que se va (aunque no la voy a sentir lejos, nunca más), ya re-estrené el skype, ya soporté algunas cosas que me dan alergia con una sonrisa, ya perdoné, ya me olvidé, ya tapé los libros para que no se mojen por tener la ventana abierta, ya escuché las voces de May y Finis, ya me estremecí por hijos ajenos, ya me embronqué y me deshice de la bronca, ya le gané a la fiebre y a los mocos, ya empezó otra semana loca en Cassender Heighs....

Lo único que no puedo hacer... por ahora, es bailar a los saltos. Vivimos en una caja de zapatos, por Eru! Prontito, prontito, pronto.

Pero igual bailo. A mi manera. Entre risas y caricias. Entre voces queridas. Bailo y canto y revivo con la lluvia.

martes, febrero 02, 2010

Hace tiempo, en una galaxia muy lejana...

Revisando posts viejos, me encontré con este y pensé que estaría bueno tomar el test otra vez a ver qué salía.

Como en aquella época todavía no tenía este blog para hacer testudeces, solía ser muy honesta en mis respuestas. Me asombré bastante aquella vez, pero ahora no.


This Is My Life, Rated
Life:
7.5
Mind:
7.1
Body:
7.3
Spirit:
7.4
Friends/Family:
7.4
Love:
9.1
Finance:
8.4
Take the Rate My Life Quiz


Creo que he mejorado, aunque (por supuessssto) no necesitaba re-hacer el test para darme cuenta. Nomás de curiosa ^_^


lunes, febrero 01, 2010

De Summers y Tomasitos

Bueno, finalmente vi "(500) Days of Summer". Miento si les digo que no tenía ganas de verla, aún si no me la hubieran recomendado tanto: las historias de desamor tienen ese qué se yo que siempre me causa curiosidad, sobre todo por la distancia que suelo ponerle a todas por igual ("eso a mí no me pasaría", por caso: ¡si habré pensado esto de chica!).
De todos modos, acá pasó algo raro. Por primera vez en mucho tiempo me encontré hablando a la pantalla, debatiendo en pareja sobre las situaciones que se presentaban y los paralelos en nuestras respectivas vidas. Riéndome y pensando un rato, más allá del hecho cinematográfico. Porque ¿para qué están las películas sino para movernos el piso, emocionarnos un poco, cambiarnos la vida?

En fin, que no pude evitar ponerme por momentos del lado de Zooey (Summer), porque alguna vez me tocó estar allí. Si bien no fui una heartless bitch todo el tiempo, sí que tuve episodios bitchy que todavía hoy me apenan (también mentiría si dijera que me arrepiento; la yo que fui me hizo la yo que soy. Entiendan: el karma existe).
Las heartless bitches lo son inevitablemente porque quieren el pan y la torta. Quieren divertirse sin consecuencias. Reclaman inconscientemente una revancha por siglos de machismo, de "yo te llamo", de ser las que sufren en silencio. Lo sepan o no, se creen las reivindicadoras de su género y están absolutamente convencidas de obrar de la única forma correcta, de no hacer nada con mala intención. Son inevitablemente egoístas, aunque comiencen mostrándose como personas generosas; al final de una relación siempre será "sálvese quien pueda, y si soy yo mejor".
Para ellas, quien avisa no traiciona. Entonces, cuando Tom recapitula sus sentimientos por Summer luego de la ruptura, puede concluir:
"O es un ser humano malo, miserable y sin alma...o un robot".

Pero a su vez, y luego de escuchar esta letanía de sufrimientos, una anónima cita a ciegas puede retrucarle a Tom:
"¿Ella nunca te traicionó? ¿Se aprovechó de tí en alguna manera? ¿Y te dijo desde el principio que no quería un novio?"

Claro que la neurosis de Tom es tan fuerte en este punto de la ruptura que será incapaz de tener la epifanía por sí mismo. Necesitará hacer todos los pasos del duelo, incluída la recaída. Ella, mientras tanto, rehará su vida ignorando deliberadamente los sentimientos de Tom, convencida de que está haciéndole un favor al conservarlo en su vida, porque total las cosas están muy claras... ¡Para ella!

Lo cierto es que es inevitable volverse Tom cuando el corazón se te hizo astillas y la persona que creías tu Felices Para Siempre te dice que no quiere verte más, o peor: te trata como a un amigo. Créanme: si no pasaron por esto todavía, aprenderán llegado el momento que la buena persona es aquella que los dejará ir, les librará de su presencia y les prohibirá todo contacto.
A la persona que buscó apurar el proceso pasando de media naranja cuchicuchi a BFF (mejores amigos por siempre) la recordarán mal, con una sensación de veneno en la boca del estómago, aún cuando el duelo esté más que superado: no conozco una sola persona que recuerde ese dolor sordo y amargo de lo inalcanzable (la expectativa que excede a la realidad) como algo positivo. A menos que sea un masoquista.

A esa persona que te expulsa de su vida en lo inmediato la recordarás bien, independientemente de lo hija de puta que la hayas sentido en ese momento. El tiempo todo lo cura. Todo. Incluso los corazones rotos.
Los seres humanos, como ya dije tantas veces, estamos hechos para la esperanza.

Para los que esperaban un análisis más propio de una cinéfila, les diría que me gustó pero no me encantó, y que sin dudas lo mejor de todo es lo logrado que está el equilibrio narrativo y los flashbacks-flashforwards. Y Zooey Deschanel me encanta. He dicho.

martes, enero 26, 2010

Darkest dreaming of a saturday's child...

Quienes frecuentan el blog hace un tiempo conocen de mi absoluta pasión por Dead Can Dance, This Mortal Coil, Cocteau Twins, etc, etc ... todas melodías muy alegres*. Y resulta que el otro día mientras miraba CSI por canal 9 (prácticamente es el único uso que tiene la televisión en casa los domingos) me encuentro con este señor:



E inmediatamente pensé en este otro señor:



De David Sylvian conozco muy poco, por ahora. Pero a Brendan Perry le aguanto los trapos hace un rato largo. También me encantan de él otros trabajos como éste y éste. El gothic-ambient me parte el mate. Me pongo a darle vueltas y vueltas, y siempre encuentro algo que me hace click en la cabeza. Y no es que haya demasiada complejidad o virtuosismo en esas composiciones (hay de todo, como en botica). ¿Viste cuando algo te pega en un punto personal y le habla a tus instintos? Eso es lo que me pasa con este tipo de melodías.

Vaya la advertencia: este no será el último post donde hable de música. Me andan rondando algunas asociaciones de lo más extrañas. Vaya mi reconocimiento a una que hace rato nos viene entreteniendo con este tipo de ejercicios (guiño-guiño).
También a ese que me cree un pequeño prodigio, sólo por tener buen oído; alguien que estimula esas cosas que siempre estuvieron en mí y me hacen tan bien.


*Léase irónicamente.


And now for something completely different: ya les dije que el calor no es lo mío, no? uf.

domingo, enero 24, 2010

Silencio

Me cuesta imaginar la vida silenciosa. Poner la cabeza en pausa un instante cuando hay tanto ruido que atender es algo que experimentamos muy pocas veces. Sé que algunos fármacos consiguen un efecto similar al de una escafandra, alejando el ruido y alterando la percepción de una forma parecida a la del exceso de alcohol o drogas. Pero el silencio absoluto es algo tan precioso y perfecto que se diría un estado de ánimo antes que una objetivación de situaciones reales.

Al menos así me viene pasando desde que vivo un poco más lejos del campo que de la ciudad. La costumbre del silencio perfecto, o casi perfecto, se diluyó inevitablemente en la adaptación a ambientes más ruidosos. Tuve que reaprender ritmos de sueño, o acostumbrarme a llegar a la cama tan cansada que no hubiera frenazo de colectivo, alarma o guitarreada de vecinos borrachos a la madrugada capaz de despertarme. Recurrí al inefable aparatejo de radio y casette cuando el cansancio no era suficiente. Y de a poco me volví casi impermeable a los ruidos, incluso a los sonidos del equipo de música, en la necesidad de recuperar el espacio del silencio que sentía cada vez más inaccesible.

Creo que por una cuestión atávica estamos menos preparados para el silencio que para el ruido. Concentrémonos por el momento sólo en el murmullo exterior y no en el ruido blanco de las demás actividades en las que invertimos tiempo. Hoy por hoy, la ausencia de ruido inquieta antes que relajar.
Para algunos, el silencio es el espacio de la reflexión y del encuentro con uno mismo (me incluyo en este pensamiento); para muchos, ausencia de palabras o sonidos es incomodidad. Y para otros cuantos, el silencio es la prueba de fuego de las relaciones humanas. Quien es capaz de permanecer callado sin cargar el ambiente de una electricidad enervante es un raro objeto coleccionable, un amigo fetiche al que podemos recurrir cuando todo lo demás falla. Aunque, eventualmente, pase la magia y sus silencios se vuelvan incómodos; aquí no hay que engañarse: el problema es uno mismo, la falta de conexión propia con los silencios personales.

De cualquier manera no me apresuraría a juzgar a nadie por la forma en que llenan sus días de ruidos varios. Quien ha sabido callar para escucharse en momentos críticos comprenderá perfectamente si digo que muchas veces la mente es un pequeño infierno. Decidirse a recorrer los vericuetos de un edificio espiritual en ruinas, a bucear en las cavernas inexploradas de la psique, es tan duro como cualquier otra decisión vital más inmediata. Más aterrador, a veces, en tanto no hay certeza de qué encontraremos. Más incómodo, ya que no hay manera de culpar a otros. Cuando estás solo con tu alma, estás solo. Es intransferible. Se requiere de una enorme voluntad para internarse en ese núcleo de silencio, sin neurosis (otro ruido) y sin trampas. Reconocerse a sí mismo como alguien diferente a ese que se presenta ante el mundo. El silencio, la decisión del silencio, funcionaría como metáfora del verdadero Yo; el ego desnudo, sin intermediarios. Sin capas de música preferida, actividades diarias, ropa, status socioeconómico, gente relacionada, todo eso que hace que el otro crea conocernos. Todo eso que creemos que nos identifica.

A la vez (oh, paradoja) debería ser la decisión más sencilla de tomar. Uno puede saltar del adentro hacia el afuera y dejar de pensar(se) automáticamente, si así lo desea. O tal vez no. Tal vez la trampa sea ese delicado engranaje enganchado a nuestra conciencia que sigue girando aún cuando creemos estar a salvo, de regreso al ruido y a las distracciones diarias.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Cita del día:

La vida tiene una problemática muy sencilla, tan sencilla que es casi pava: o vivís o te morís.
Estuve todos estos meses viendo por cuál de las dos me decidía. Y no fue fácil tomar la decisión porque cuando a uno le toca sufrir, quiere terminar con el dolor lo más rápido posible. Y en el dolor, uno es egoísta. Y además, el dolor nunca se puede compartir, ni siquiera acompañar. Entonces, uno está solo y dolido. Y está solo de verdad, como nunca antes. Y no le queda otra más que, en algún momento, decidir qué va a hacer.

Vontrier - Diarios Daneses

domingo, enero 17, 2010

La Bohéme

A mis casi treinta sigo sin tener del todo claro cuál es la definición de bohemia, que en más de una ocasión me fue (creo que inmerecidamente) adjudicada. Claro, para los estándares de mi familia gringa, de clasemediatrabajadora, aspirante a propietaria de al menos un bien inmueble y cultora de la tranquilidad que dan el ahorro y la salud, probablemente yo sea lo más cercano a la bohemia que han conocido.


Esto viene un poco a cuento de que recién ahora tengo un trabajo formal, después de varios años de informalidad y adhonorenismo. Algunos de mis mejores amigos deben estar boyando entre la alegría por este inesperado golpe de buena fortuna y la sorpresa por el lugar donde terminé. Era más creíble que me quedara subsistiendo con lo mínimo y, quizá, tocando la guitarra en el subte como forma alternativa de ganarme la vida. O que empezara de nuevo, una mano atrás y otra adelante, en algún pueblito recóndito junto a las sierras o al mar.


Mis actuales compañeros de trabajo desconocen prácticamente todo lo que me define como persona. Apenas saben que soy una especie de multitasking con mucha energía, mayormente de buen humor (aunque con arranques de mal genio); que me gusta mucho caminar, comer y tomar cerveza, y que soy casi casada. Y que vengo del interior del país. Nada saben (no hay manera) de mis veleidades artísticas, el berretín de escribir, el placer diario de embriagarse con música, lectura y subgéneros basura (comics, animé, catch...).


Si bien este blog ha funcionado un poco como vidriera de esa forma de vida y de pensamiento a la que me permito vagamente adscribir, muchas cosas que no exhibo ni siquiera aquí podrían calificar también como "bohemia". Si tuviera que inventarme mi propia definición sería largo.


Sería ese vicio que no se me quitó con los años, de dividirme en dos para no ser mi trabajo, ni la forma en que me visto, ni mi charla convencional en la mesa de los domingos en familia. My own private citadel, con sus códigos inventados y su caos tempoespacial, con sus pliegues y ocultamientos.


Vivir en la ciudad como si no estuviera acá, pero estando. Transcurrir mientras aspiro a otra forma de vida donde pueda (podamos) cristalizar en la vida real ese espacio que sólo es real parte del tiempo. ¿Impracticable? No lo creo. Como el agua, tarde o temprano, la naturaleza del bohemio se abre paso y encuentra un cauce. Es un remanso cuando la vida te tira por lugares donde no querrías estar, o atravesando situaciones inevitables. Es lo que te obliga a moverte, a decir "no me quedo con esto, no me agoto en esto". Es tener un sueño más cada día, algo más para esperar del futuro. Es no bajar los brazos. Ser, por encima de todo; la forma más difícil de la coherencia. Duro de poner en palabras, porque siempre la acción define mejor. Con contradicciones y todo. Bohemia sería un continuo aprendizaje, no una etiqueta ni un compartimento estanco; me encantaría conocer a una persona pura bohemia. Todavía no me pasó.


Allí, en el blogroll de al lado, hay unos cuantos ejemplos de bohemians-to-be. En la ruta estamos, ellos y yo. A veces sueño que en un futuro fundamos una comuna anárquica y terminamos bailando y cantando alla RENT. Pero es mi propia proyección platónica. Como dice el roommie: después duermo y se me pasa.

Libertad por siempre. Qué hermoso sueño. Nunca termina...





(Acá hay una definición de bohemia accesible, aquí otra. Se aceptan correcciones y contribuciones).

martes, enero 05, 2010

Irritantes redescubrimientos veraniegos


- Amo los vestidos aunque me hagan lucir como un repollo incubando un embarazo. Vuelven a ser mis musts del verano.

- El carácter me cambia con el calor, aunque no quiera. Me vuelvo totalmente intratable e irritable, como un oso al que hubieran obligado a postergar la hibernación. No hay suficiente agua, no hay suficiente aire, y por sobre todas las cosas... sigue habiendo demasiada gente en Buenos Aires. 

- No respondo de mí si alguien hace sentir mal a quienes quiero. Cuidado con este grizzly chinchudo, que hacen treintaytodosgradoscentígrados, y no soy yo cuando me enojo.

viernes, enero 01, 2010

Feliz 2010

En muchos sentidos, esta es la primera vez que formulo mi deseo a conciencia. Con total y absoluta conciencia de su extensión. 

Cuando empecé a escribir en este blog llevaba una carga, en cierto sentido. Esa carga ya no la tengo. Me eché algunas otras después, pero ninguna como aquella. Hace cuatro o cinco años había perdido el Norte y me sentía agobiada, miserable. Extra culposa. Encaré un camino de redención equivocado, porque en su transcurso no me perdoné a mí misma. Ahora pienso si todos los deseos que tuve desde ese momento hasta un tiempo después no tuvieron algún tipo de efecto rebote, y el bien que quise hacer se transmutó en daño. De todas maneras ya no importa.

No importa porque desde hace tres años, poco más o menos (parece mentira, ¡tanto y tan poco!) pasó algo que trastocó mi manera de ver el mundo. Reafirmó certezas que tomaba por intuiciones y derrumbó un par de ilusiones que había tomado por ciertas. De los golpes de la realidad salí rehecha y más dispuesta que nunca a no dejarme vencer de nuevo. Y este diario dejó de ser lo que era.

Hay registro de todos los cambios entre líneas. Los que estuvieron y están, desde el antes-durante y ahora, tienen un poco más de datos para entender esos cambios. Para mí, los altos y bajos están muy claros. Algunos me avergüenzan, pero elijo no tocar ni una coma.

A cambio, lavo la cara del blog (ah, las mujeres siempre hacemos algo drástico con la estética cuando queremos comunicar insignificancias sin usar las palabras) y dejo libre el deseo, absolutamente libre, para que los encuentre a todos ustedes. Los que leen y los que no leen. Los que saben y los que ignoran. Los que prefieren creer que no escribo en blogs. Los que me encontraron y me encontrarán por accidente. 

Lo que importa, siempre, va a estar muy dentro de mí. O sea, allá afuera. 

Donde los encuentro, tarde o temprano, a ustedes. Mis otros. A quienes he elegido llamar con toda humildad y respeto, mis amigos de la vida.

Namasté.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Update: Lucy in the Sky, desde su San Martín de los Andes, lo dice mejor que yo. Y le agradezco. Comparto el deseo de ella con todos ustedes.

lunes, diciembre 14, 2009

Hermosa locura

Voy y vuelvo. Las noticias son buenas. No todas, pero algunas y eso alcanza para ponerme bien. Listo, Cass. No hay manera de conformar a todos, eso está claro. Tampoco hay que pedirles que tengan la infinita paciencia de casarse con tus problemas (la historia de tu vida: ser la escuchaproblemas y nunca la que es escuchada). Alguien sufrirá, alguien se resentirá, alguien va a borrarte y muchos van a odiarte sin saber por qué. ¿Qué importa? Lo que importa está acá dentro. Está entre líneas. Está en esta parrafada con comas puestas a la fuerza y en el día a día que te devora. Está en las escapadas y en los padecimientos, en la respiración de un texto bien escrito y en la picardía de las pequeñas cosas.
El futuro entero yace en esas promesas cruzadas para el 2010. El desafío planteado: ¿puedo trabajar a deadline otra vez? ¿Puedo someterme al juicio implacable de terceros sin ponerme a temblar o a vomitar?
Ya no hay culpa por sentarse a tejer ilusiones.
Propósito en movimiento, que no se te olvide.

Y esas memorias. Esas memorias fugaces.


domingo, noviembre 29, 2009

Blogland / The merry-go-round of life

Es domingo y la lluvia acaba de pinchar nuestros planes de salir de esta ciudad por un rato. No me hace del todo bien escuchar a esa amiga del otro lado del teléfono con voz entre dormida y chinchuda a la que me habría encantado ver hoy (ya me había predispuesto...) después de tanto tiempo. Ella es mamá ahora. Me anticipa una charla interesante sobre planes a futuro y me clava la espina para que tenga, todavía, más ganas de ir a verla. Pronto, pienso. Muy pronto.
¿Qué será de mi blog? Mis blogs. Abandonadísimos en estos días, como el Reader, como Twitter, como Facebook. En mis horas libres leo y me ejercito. Todavía me debo muchas cosas, pero tienen que darse algunas otras a nivel laboral para que vuelva a disponer del tiempo necesario para materializarlas.
Soy propósito en movimiento y se siente bien. La sensación vuelve justo ahora que una foto en Facebook inesperadamente me recuerda cómo era yo cuando no tenía que preocuparme del día a día (vivir con los padres, en algún punto, te eterniza en eso: a mí me duró lo justo, dieciocho años). Cuando llegaba a casa a las nueve de la noche a tiempo para cenar en familia y pegar una leída al tema del examen del día siguiente en el colegio. En el medio: gimnasia, inglés, taller de teatro o letras, coro, carrozas, mate con las compañeras, escribir. ¿De dónde me viene esta energía? No sé. Alguna vez después de eso fui puro propósito.
Propósito en movimiento, sin tantas palabras, acción pura... simplemente, se siente bien.
Estoy tomando mate con talitas al lado de la persona que amo. Leemos. Escuchamos música y vemos películas y nos acompañamos en todos los sentidos. Ya pasaron más de tres años desde que nos advertimos el uno al otro y cayeron muchas barreras en el medio. Aún así sigo teniendo esa sensación abrumadora de que el tiempo vuela, que es demasiado poco y precioso, que nunca me va a alcanzar para todo. A veces la angustia me atenaza la garganta y estoy a punto de llorar por la frustración de no ser Dr Manhattan (omnipresente y con la capacidad intelectual, además, para llevar adelante todo de una sola vez).
Después, pasa. Como la tormenta allí afuera. Vuelvo a creer que somos eternos y que los males del mundo pueden vulnerabilizarnos, pero no dañarnos. Oh, neurosis. Puedo vivir sin todo esto, incluso podría vivir sin un techo sobre mi cabeza. Algo de mí se moriría con cualquiera de mis significant others si algo les pasara. Podría vivir también con eso. He sido un gebbet, una zombie, un cuerpo sin alma funcionando a cuerda, porque la única cura que conozco para mis dolores y preocupaciones es el movimiento.
Puedo volver a todo eso. Life's tricky.

Moverse. La vida es moverse.
¿Te acordás cuando empezamos a compartir películas y música?
And then, there was the beginning of our life's merry-go-round.


----------------------------------------------------------

Vuelvo al Reader. No quiero perderme el pequeño placer de leer lo que allí guardo. Ojalá los no pocos seres queridos que tengo instalados allí se den por enterados de que, pese a las ausencias virtuales y los pocos tiempos reales para encontrarnos, los tengo siempre presentes.

miércoles, noviembre 18, 2009

Un (raro) cortito

Leyendo este post de Estrella, a varios twitteros, a mis conocidos de Facebook y a los locos lindos de siempre me quedo pensando por qué sé que soy rara y cómo nunca me puse a enumerar las razones que me hacen rara para los demás.

La respuesta engloba (em-bloga) todo el sentido de mi vida:

No me intereso lo suficiente para dedicarme tanto autoanálisis. Y además me da fiaca escribir sobre mí cuando la vida me está dando tantos momentos interesantes, más (por primera vez en años) la posibilidad de volver a escribir ficción.

Así que ya saben. A los que nunca me conocerán es al cuete que les enumere mis rarezas: la magia de los bichos raros nunca llega a través del papel de la misma manera que en vivo y en directo.
Alguna que otra cosa podrán intuirla a través de lo que escribo.

jueves, octubre 22, 2009

Tiempo

¿Les pasó alguna vez tener tantos proyectos y por alguna razón tenían que postergarlos?
Hasta hoy, siempre encontré una excusa para relegar los míos. Mis sueños, mi vocación, mis ganas de hablar, mi lado oscuro, la disección calculada y concienzuda de mi mundo privado (ese que me habita, el que boya entre la fantasía y la vivencia).

Hasta hoy me fue más cómodo pensar que he sido víctima de determinadas circunstancias. Que cuestiones ajenas a mí misma me ataban o me limitaban. Después de un tiempo llegué a darme cuenta que la mayor limitación, si no la única, son toda la inseguridad y la frustración que arrastro desde que era muy, muy chica. Sólo que en mi época Ponyo llevaba esa carga como un farolito entre las manos y hoy me pesa como avalancha de nieve. No supe sacudirme esa mierda a tiempo, maldita falsa modestia.

Ser autoconsciente, emocionalmente inteligente, naturalmente talentosa y todas esas mierdas que vas aprendiendo a nombrar con los años es una limitación que nunca, jamás debería infravalorarse. Podría haber usado todo esto como un bastón y en lugar de eso, convertí mis talentos en una pala con la que, despacito y a conciencia, me cavé mi propia fosa. Y antes de tiempo, me acosté en el fondo a mirar el cielo y esperar algo que nunca iba a llegar.

Todo se resume a la maldita mirada externa que aprendí a usar conmigo misma para criticarme y que me pesa peor que si fuera ajena. Claro que hay mucha gente mejor que yo. Vivo, respiro, camino todos los días con gente mil veces mejor que yo. Los leo y escucho todo el tiempo. TODO el tiempo. Si hay algo que hice bien con mi vida y mi tiempo fue elegir a la poca gente que me acompañaría en este tramo del camino. Es sólo que ya no quiero vivir a la sombra de todo eso. Quiero sacarme de encima el agobio.

Hasta hoy todo me daba miedo. ¡A mí, que no le tengo miedo a nada! Todo me superaba: circunstancias, limitaciones, complejos. Todo. Todo. Y no se crean que no la peleo todavía. Sigo tan insegura, discutidora y autocrítica como siempre. Eso no va a cambiar. Hasta hoy estaba convencida de que la vara con la que me mido no era lo suficientemente rigurosa. Entonces vino él, como siempre, a darme vuelta la existencia. Con menos de diez palabras puso en perspectiva los tres años de conversaciones y de reflexiones que venimos compartiendo.

En definitiva, ¿por qué "hasta hoy"?
Porque llegué a un punto en el que no me banco más el autoboicot (fuck Stamateas que me plagiaste el inconsciente), ese autoboicot sistemático - decía - de mis oportunidades y mis sueños. Entonces estoy decidiendo, en las corridas del día a día, plantarme de una vez por todas frente a mis temores y mis inseguridades

De una vez por todas me convenzo de que estoy lista, que ya esperé bastante, que ya tuve changüí para la excusa y que teniendo las oportunidades que tengo ahora no puedo dejar pasar un día más, un año más, una década más.

¿Dije "voy a plantarme"?
Caramba. Si ya lo estoy haciendo...
Qué alivio darme cuenta* de que el Tiempo es mío y sólo mío.



*Porque es al pedo: me lo pueden decir mil veces, toda la gente que amo y con las mejores intenciones. Soy de las que necesitan romper la pared a cabezazos.

domingo, octubre 18, 2009

Contra la desesperanza II

¿De qué sirven los placeres culposos, los subgéneros, las películas de mierda que nos gustan, la música vacía de contenido pero llena de punch, las catarsis pelotudas frente a la PC o el televisor?
¿Para qué gastar el tiempo en cosas que los pares pueden considerar frívolas o pelotudas? (Libre albedrío, cada quien hace de su tiempo lo que le place, ya lo sabemos. Suspendan el juicio por un ratito).
¿A quién le sirven los libros descastados, despreciados por "vendedores" o por tontos?
A gente como ésta.


(Fuente: PostSecret)

Es fija que quienes jamás hayan estado cerca de un depresivo o de una persona con tendencias suicidas se rían o hagan "pffff" al ver cosas así. Posiblemente, porque no entienden toda la fuerza que tienen las pequeñas cosas a la hora de torcer algunas decisiones. Lucky them.
Este tipo de "pelotudeces", amigos míos (y no tanto), preservan algo de mi fe en la humanidad.

sábado, octubre 17, 2009

Decir por decir

Las vi y me llenaron de una felicidad que ni la mínima bronca puede empañar.
Las vi y todo tuvo otro sentido. Recordé que la libido bien puesta (en tus objetivos, en la gente que querés y en lo que sabés hacer mejor, sobte todo) es la medicina perfecta y que todo lo demás son fuegos artificiales.
Lo recuerdo ahora mirando sus fotos.
Lo tengo presente viéndolo a él trabajar a pocos pasos de distancia de mi escritorio.

Creía que no me importaba caerle bien a nadie, pero a esta altura sé que quiero que esos pocos "ellos" me sigan queriendo así, como yo los quiero, aunque más no sea la mitad de lo que yo los quiero. Que es tanto que no puedo abarcarlo con la palabra ni con el pensamiento.

Gracias a ustedes me salvo del desastre cotidiano, de la marea roja, de la depresión que siempre acecha y de las malas compañías.

Un deseo para el futuro: si este blog me sobrevive, quiero que ellas lo encuentren y sepan que las amo. Usted, el que lee siempre, ya lo sabe.

Los demás: sepan disculpar las catarsis sucesivas, pronto habrá un retorno a la programación levemente más amigable de siempre.


jueves, septiembre 24, 2009

Un poco (más) de autocrítica

Los que pasan por este espacio hace ya algún tiempo saben que el deporte nacional del Extraño Mundo es el dramaqueenismo y la autoflagelación. Entonces se estarán preguntando ¿por qué MÁS autocrítica? o sea... ¿no te alcanza con cuestionarte todo el tiempo, hacer catarsis y darte cuenta que sos una pelotuda a pedales por engancharte en cuestiones que no merecen una sola línea?
Me es inevitable escribir hoy para asumir, de una vez por todas, que el problema soy yo. O sea: no sos vos, soy yo. O sea:

- La que se enrosca con una pelotudez soy yo.
- La que da segundas oportunidades a gente que puede traicionar, soy yo.
- La que da cabida a la mala leche ajena escudándose en un exacerbado sentido de la tolerancia, soy yo.
- La que perdona, perdona y vuelve a perdonar soy yo.
- La que no puede dormir cuando un ser querido tiene problemas soy yo.
- La que tratando de hacer las cosas bien la embarra con una mala decisión, soy yo.

También soy yo...

... la que alguna vez tiró la piedra y escondió la mano
... la que se calló cuando tenía que hablar
... la que habló cuando tenía que callar (por no poder estar simplemente en silencio)
... la que esperó a sentirse bien hecha mierda y bien cargada de emociones para saltar como leche hervida y sin filtro
... la que procrastina placeres todo el tiempo cuando la obligación acucia (y viceversa)
... la que no escribe porque no tiene tiempo
... la que está dejando que se la devore una sociopatía galopante y pierde en el trayecto ese hilo místico que la une a la condición humana.

Todo esto viene muy a cuento. En las próximas horas, o días, no va a faltar quien me pida un poco de autocrítica (de hecho, ya llegó el primer mail). Que me baje del caballo. Que no sea tan forra. Que yo no soy perfecta y que tampoco hago las cosas taaaaan bien, vamos. Como si no lo supiera. Go on and get a life.
Lo que no voy a tolerar de ninguna manera es que pretendan decirme quién soy yo: qué calidad humana, qué filiación gremial o política, qué nivel de sinceridad, qué méritos en lo profesional o laboral. Cada vez que abro la boca es para decir algo constructivo: si no, me callo. Y la verdad es que estoy un poco podrida de callarme. Debería tener menos filtro.

Mayormente, la gente que me rodea se cuida muy poco de mis sentimientos. Les da lo mismo que me sienta lastimada o herida, total no se nota (y qué bronca que no se note: pensar que incluso hay gente que es más feliz cuanto peor te va). Mientras soy funcional puedo ser usada a placer, cargada de negativismo, ninguneada, forreada. Cuando pongo el freno, saltan ofendidos pidiéndome "autocrítica". La veo venir.

En el fondo leo: miedo, bronca, resentimiento, palabras viejas atragantadas, mala leche, tristeza, frustración. No conmigo quizá, pero sí hacia mí, sublimando quién sabe cuántos años de penurias, o proyectando la imagen deforme y grotesca de un monstruo que tiene mi cara.

En síntesis: yo te hago toda la autocrítica que quieras. ¿Vos sos capaz de mirarte en el espejo y verte?



Ahora, no estoy buscando absolución
Ni perdón por las cosas que hago
Pero antes de que llegues a ninguna conclusión
Trata de caminar en mis zapatos.
Tropezarás en mis pasos.
Mantén los mismos compromisos que yo mantuve.
Si caminas en mis zapatos.
Trata de caminar en mis zapatos.

....

No busco una conciencia más clara
O paz mental después de lo que he pasado.
Y antes de hablar de arrepentimiento,
trata de caminar en mis zapatos.
Tropezarás en mis pasos...


lunes, septiembre 21, 2009

Equinoccio

Este coso anda bastante abandonado y a veces más que nada pumparabajo, pero lo cierto es que en cuatro añitos fue el compañero silencioso de los vaivenes de mi vida. Una vida con entretelones que dan para escribir una novela, tranquilamente. Aunque ni aquí ni ahora.

Entonces, por un año más de este blog, donde (como me gusta decir) pasó la vida entre líneas.
Salud con violines y con esta pieza de despedida a mi estación favorita:


martes, septiembre 08, 2009

No more I love you´s

Ya no me quejo, ya no lloro.
Estoy dejando muchas cosas atrás y no las extraño. Para nada.

No más "te quieros" desprovistos de sentido.
No más llanto ni rabias ni angustias desperdiciadas.

Si no supieron estar cuando los necesité, fue para que aprendiera a no necesitarlos. Ni entonces, ni nunca.
Si dejaron de buscarme en algún momento no fue porque yo les dije "no puedo". A esta altura saben que "no puedo" no existe en mi vocabulario. Siempre me hago un tiempo para compartir con gente valiosa. Así que no me batan más esa excusa.
Ahora soy yo y mis circunstancias. Soy yo con regalito. Yo casada. Aburrida y repetitiva. Crecida, aunque no del todo madurada. La misma. Exactamente la misma. Aunque me miren y me traten distinto. Ni un ápice menos de ganas. Ni un poquito menos de fuerza.

Muchísimas gracias por lo poco que me dieron, que fue mucho para mí y nada para ustedes.
Muchas gracias por enseñarme que la hipocresía fue unilateral y no mutua. Que sigo teniendo el invicto de la honestidad.
Gracias, gracias, gracias de corazón.
No saben lo que me alivia sacármelos de encima y lo feliz que me siento en este momento de mi vida. Un momento que habría estado buenísimo compartir con ustedes, pero que eligieron perderse.